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¿Qué tienen tus ojos? ¡Me miran tan tristes! Llenos están de enojos. Me laceras y me embistes.
Y brillan en ellos en su profunda mirada los segundos aquellos cada vez angustiada.
Me llevan a lo lejos acariciando mis labios, pero en sus reflejos hay tristezas y agravios.
Pero dime que tienen esos ojos morenos, en mi recuerdo se detienen dormidos y serenos.
Cada vez que los veo con furia me hieren, pintando el deseo del amor que prefieren.
Porque me detienen esos ojos tan bellos, atropellándome vienen con sus candentes destellos.
Julio Medina
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Poeta
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Cuando te haya perdido para siempre y en la distancia sólo sea la tibia brisa que acaricia tu piel en cada atardecer, recordarás que entre risas me acercaba en un furtivo instante de tu desnudez para mi amor confirmarte, con un beso. Cuando me sientas cerca en tu lucera besaré tus ojos recordándolos risueños; cuando a solas con mis recuerdos llores seré el lino apretujado entre tus manos, el que seque tus lágrimas de melancolía, adicto compañero de tu llanto silencioso. Cuando no pueda volar más por el mundo con las alas desplegadas y de cara al viento como las hojas marchitas desapareceré, perdido, me llevaré tu amor por el tiempo extrañaré el eco de tu lejana y dolorida voz llamándome, hasta nuestro nuevo encuentro. Delalma Sábado, 19 de marzo de 2011
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Poeta
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yo recuerdo mis noches bohemias la guitarra y la gente tan bella q cantaba junto a mi en la acera y agitaban sus manos ligeras que ritmiaban como las palmeras que tocando mi cancion en la fiesta una cena o simplemente una noche cualquiera de manera q el ambiente aardiera mientras lloraban de alegria y penas recostando en mi sus tristezas.
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Poeta
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¿Por qué estás tan sola mirando triste a la luna? ¡A lo lejos se ve una yola hundiéndose en la laguna!
Y se esparcen los pesares como fluidos lanzados al viento. Se aleja surcando los mares el amor que fue tu aliento.
Vas cabizbaja y pensativa con las aguas en las rodillas. La soledad vengativa posa lágrimas en tus mejillas.
Corre el agua cristalina diluyendo esos malos acuerdos, te ataca el dolor que calcina y consume los recuerdos.
Aquel amor un vacío ha dejado, sangrando está el alma herida. El destino sin piedad te ha marcado con el olvido y la despedida.
Julio Medina 14 de marzo del 2011
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Poeta
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Esparcí las puntas sobre la mesa y con rabia, mis manos allí clavé sobre las púas brillantes aquellas para ahogar en sangre mi tristeza.
Me vestí de rojo, de la cabeza a los pies… estéril, el eco devolvía su nombre querido, y para que el corazón no doliera el domo de mis manos, también los clavé.
Mientras un charco rojo a mis pies se formaba un corazón con tu nombre, burbujeaba en el centro… ¡Malaya mi suerte el haberte querido!
Lloraba en silencio pronunciando tu nombre, ni el dolor ni mi pena morían, ¡con más violencia las púas golpeé!... maldiciendo mi vida y mi sino.
Oí, como reía la muerte, a mi lado… una bala, una hoja, un salto al vacío, pensé ¿Cuál sería la peor muerte para un hombre condenado a morir, por el delito de amar?
Delalma Domingo, 13 de marzo de 2011
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Poeta
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La dulzura de tu voz no volveré a escucharla, el timbre del teléfono no se sentirá sonar, no atenderé la llamada ni escucharé tu charla. A vivir sin ti me tengo que acostumbrar.
Ya no tendré el calor de tus sedosos brazos, ni las tiernas caricias de esos dulces labios. Ya no podré colmarte de apacibles abrazos ni saborear los besos que me dabas a diario.
Solo, veo el silencioso tiempo pasar, en ti hubieron presiones que te hicieron cambiar. Pienso en la soledad ¡cómo te puedo olvidar! A no tener más tu amor me tengo que acostumbrar.
Carezco de tu candidez al llegar la madrugada, y a sonreír sin la picardía de tus bromas. Ya no estarás junto a mí para que seas amada, no respiraré de tu cuerpo ese derroche de aromas.
Eres una luz fugaz que se disipa en el aire. Las manecillas del reloj de pronto se han detenido. Mi sueño desaparece al percibir el desaire, ahora no puedo ocultar que ese golpe me ha aturdido.
Me afirmaré en mi dolor mientras la angustia perdura, este doloroso tormento no sé como pudo pasar. No buscaré otro amor para sosegar mi desventura, pero a vivir sin ti me tengo que acostumbrar.
Julio Medina 10 de marzo del 2011
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Poeta
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Prisionera tengo el alma. ¡Son esas letras culpables! Cada impreso manifiesta que tu nombre sea elegido. Me atan el corazón a un suspiro inalcanzable, es un amor prohibido al que nunca estaré unido.
Y te escribo sin darme cuenta de lo que siento, el dolor nace en las letras que vienen de los adentros. En el papel queda plasmado la tristeza de mi aliento, que me desgarra la vida y me consume por dentro.
Cada letra, palabra, estrofa o verso es un sentimiento apagado sin el mínimo recuerdo. Todo lo que había logrado en silencio lo converso, en el tiempo transcurrido angustiado, triste y lerdo.
Si tú entendieras mis letras y leyeras mi dolor sabrías que lo que siento no tiene consolación. El pétalo se ha marchitado antes de abrir la flor, las espinas de los abrojos han herido al corazón.
El sentimiento metido en la memoria es una condena, y como literatura trivial en ti se muere mi escrito. ¿No escuchas el sonido de la voz que vibra y llena? ¿No despierta curiosidad el lamento que ahora grito?
Pero tú sigues allí tan inocente, tierna y pura ignorando el mensaje que va colmado de afecto. Esa actitud me sanciona y refuerza la atadura, enamorarme de ti, ese ha sido mi defecto.
Julio Medina 8 de marzo del 2011
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Poeta
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En una noche de congojas y vagando solitario te escucho cantar tristezas de una melodía, fragmentos del tiempo alojan lo imaginario cultivando del recuerdo el amor en agonía.
Esa nostálgica tonada en la sangre se congela, hiriente es el desafío que atemoriza a los sentidos, este lamento inconsolable hace que el alma me duela y de las entrañas saca el dolor allí escondido.
Terrible es la canción que a mis oídos profana, una letrilla infame con heridas de la vida, es música afligida y la que el alma desgana y su único aliciente es el refugio en la bebida.
¡Qué se derramen las venas de este pesar absoluto! Con este cántico lloro esa lacerante conjura, esa armonía que reviste la tragedia ¡la refuto! Solo deja sinsabores que me llenan de amargura.
Mientras me voy alejando tu imagen desaparece y me envuelve el silencio que la soledad gratifica, ¡Ya no te puedo escuchar! aquí tu lírica perece, predominante es la paz, duradera, dulce y rica.
Julio Medina 25 de enero del 2011
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Poeta
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Eres fría como la nieve de invieno caricias y besos helados solo sueles dar, me rechazas, me reniegas, es un infierno lo que vivimos en este hogar.
Sensaciones de tristeza a diario llegan desangrando al corazón abrumado, el desprecio deja heridas que se albergan deshilando un amor que está agobiado.
La alegría que existía ha partido enredada en la duda y la indiferencia, si te importara este sentimiento herido trajeras armonía a mi presencia.
No se puede amar a quien nunca se ha querido, ni se puede sentir a quien siempre has ignorado, no sé porque el corazón te haya escogido para darte un amor que has despreciado.
No forzaré tu estadía,sè bien que ya te has ido y serás libre como el aire que respiro, me quedaré con mi dolor en la soledad y en el olvido, en mi recuerdo vivirás, por ese amor aún suspiro.
Julio Medina
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Poeta
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A veces siento su consistencia en las yemas de mis dedos, cuando tocaba apasionado moviendolos, era mi guitarra, eras tu y ahora, no es nada; primero las cinco cuerdas, bien afinadas, descubriendolas mis manos como creando una alianza, saltando con cada nota, exaltado con cada acorde, tú siempre tan silenciosa con tus miradas, tus labios no decían nada, tus ojos siempre decían ven; el tiempo pasaba, la guitarra, tu piel, la primera cuerda tuvo que ceder, rota, y me caí, me tropecé, hice sangrar mis dedos, otra vez, y busque en el silencio de la cama la manera, de tocar con estas manos necias cuatro cuerdas, y las melodías no eran tan buenas como las primeras, pero aun así sonaban bien y tu tan funeraria, ocultabas tras tus ojos las mentiras del ayer, ¿quien no ignora por amor de repente un detalle?, seguimos y a media tonada, un día, se nos rompió la segunda bajo mis yemas quemadas, entonces te fuiste, yo no quería marcharme, en la oscuridad y entre cuatro paredes, volví a encontrarte, toque con tres cuerdas, volviste y despues de eso, toque solo con dos, que triste melodía la que sonaba con solo una, aún así en la oscuridad había descubierto el fuego, con una cuerda aun sonaba mi cuento bien, trágico fue, silencioso tal vez... cuando la ultima cuerda se rompió, no pude hacerte volver y me quede en silencio, recordando tu piel.
(Algunas veces bajo mis dedos, quema aún... el recuerdo)
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Poeta
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