El tren veloz partió por el camino
construido sobre estacas de metal,
rugía retumbante, tan brutal,
cruzando la urbe como hábil felino.
Luce destellos del color platino
de la gacela en la altitud total,
locomotora esta, monumental,
nada detiene el paso a su destino.
El tiempo es corto a su velocidad,
y la distancia se quebranta en varios
segundos, útiles al pasajero.
Facilita estadía y brevedad
a una ciudad compleja de escenarios,
conveniente es, la máquina de acero.
Julio Medina
10 de noviembre del 2013