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En esta bucolica tarde entre avellanos y nogales, perales, vides y cerezos. extienden las higueras sus ramales para abrazar el aire humedecido.
He sido bendecido por cantos de avecillas que vuelan con su trino entre hojas de laureles.
En esta campestre jornada me acerco a la orilla de un río con tantas memorias de tí. Me invade tiernamente un desvarío, ¡Si vieras la belleza del paisaje!
¿Recuerdas ese viaje a la laguna Negra? Estabas reluciente bajo la luna llena.
En esta bucolica tarde recito recuerdos de ayer en medio de tanto verdor. Y todo lo que hago es entrever tus auras que iluminan este amor.
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Poeta
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Traeme el ánfora en que desborda el amor dulce doncella de vivo rubor traeme el ánfora en que se vierten sentimientos y llénala de alegría con la gracia y fantasía que sale de tu mirada.
Serás así mi hada
Te llenaré de vergeles y comeré todas tus mieles
Seremos un alma sola que el rancio ocaso blinda Aliado que descolora...
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Poeta
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Se que soy todo un cuarentón mas no he dejado de soñar por eso me atrevo a jugar videojuegos con ilusión.
En mundos de fantasía me sumerjo con esmero y hago todo lo que quiero consumando mi osadía.
Muchos peligros encuentro en cada nueva aventura, más siempre con la ventura de estar a salvo aquí adentro.
¿Por qué negarme proezas y hazañas monumentales, si en escenarios virtuales desarrollo neas destrezas?
¿Por qué negarme alegrías y una sana diversión si se presta la ocasión para jugar noche y día?
¿Y acaso no soy un niño infante de corazón...? ¿por qué te da comezón que el juego me haga un cariño?
Con los juegos he llorado por el destino de Yuna, bajo el brillor de la luna he reído y he gozado.
De Rinoa la sonrisa me cautivó totalmente, y de Tifa; sutilmente, recibí soplos de brisa.
Con los juegos he vencido aún a los más poderosos; he fregado a los tramposos y como héroe me he vestido.
Con los juegos he aprendido valiosas lecciones de vida y alguna historia perdida regresó así del olvido.
Vagando en tierras irreales sin dolor y sin premura encontré en cada aventura tesoros espirituales.
Por eso seguiré jugando videojuegos por mi cuenta, aun después de los noventa; mientras sigan palpitando mi corazón trepidante y ésta; mi alma, que es de infante...
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Poeta
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El calentamiento global no es cosa de fantasía, es ya el día a día cotidiano, actual.
Hace tanto calor que podría deshacerme entre tus brazos, en un horno se ha trocado nuestra casa y a nuestros hijos se les escapa la esperanza por un futuro provisor; ¿qué digo provisor?, por cualquier futuro...
El calentamiento global no es cosa del mañana, es la sentencia temprana que azota nuestras cabezas ¡aquí y ahora!
Efecto sierra cruzando ya el umbral del presente...
Descongelamiento de polos, inundaciones en los noticieros...
Incremento de huracanes ante los ojos atónitos del mutismo humano.
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Poeta
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Ecuórea fantasía de pleamares, en tus versos que el piélago recita, revive la pasión que en ti palpita la suave calidez de tus cantares.
En todos los auténticos lugares en que este corazón se precipita, encuentro la emoción que nos invita la lluvia de ilusiones singulares.
Y es que aunque me rodeen brazos tiernos no creo ya en edenes ni en infiernos , ni creo en las tinieblas del olvido.
Sí creo en el dolor que ha corrompido con llanto de camelias y de rosas la furia de claveles y de fosas.
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Poeta
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Hoy solamente hoy, justamente hoy estoy borracho de impertinencias, estoy beodo de hostilidades, alcoholizado ad extremus de chismografía barata.
Por eso hoy solamente hoy, justamente hoy quiero vestirme de australopiteco para no entender o para entender nada.
Lucy graciosa Lucy, preciosa Lucy ven a mí; salvaje, peluda y resplandeciente, a devolverme mi forma primordial y primigenia de macho adusto e instintivo; quiero de vuelta mis afilados y largos incisivos, y mi pelaje alfombrado.
Me comeré el continente de un sólo bocado; aunque me quede atragantado....
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Poeta
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En el ocaso ensangrentado de la tarde caribeña, dos montañas incendiadas se besan...
Así nacen tus labios.
Fuego sobre fuego, llama contra llama. Ósculo encendido que ilumina las obscuridades de mi alma.
Por ti ardería hasta las cenizas, y aun más allá.
En el ocaso incinerado de la tarde tropical, dos montañas apasionadas se abrazan...
Asi nacen tus labios.
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Poeta
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Entallare en el cielo tu nombre con una luz por cincel y con un beso de hombre pondré mi sello en tu piel
Te cubriré de sudores perfumes, aromas y olores Serán mis poros tus poros serás mi piel, tú, mujer.
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Poeta
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Tu candor
Desde el fondo del océano una fosa de negror se levanta, se revuelca sobre el agua, viendo el sol.
Ya no es fosa, ahora es isla, ya no es negra, su verdor es floreado, con un toque de la fauna derredor.
Desde el ras del mar azul una isla de verdor se levanta, se remonta hacia el cielo, viendo al sol.
Ya no es isla, es montaña, ya no es verde, su blancor es nevado, con un brillo de aguanieve de color.
Desde el tope de los cielos una cima de blancor se levanta, se dispara hacia el cosmos, viendo al sol.
Ya no es cima, es estrella, ya no es blanca, su fulgor es candente, con un soplo de matiz multicolor.
Desde lo alto, desde el cosmos una estrella de fulgor nos alegra, nos alumbra calentando nuestro amor.
Cada noche en tus ojos yo disfruto su esplendor y la estrella ruboriza transformándose en candor
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Poeta
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La princesa Candelita tan alegre y tan bonita era el alma de las calles y era linda de verdad.
La princesa Candelita nueve años no tenía y ya era tan mujer que de madre nos hacía.
La princesa Candelita se escondía de la poli si robaba comidita para niños sin hogar.
La comida era robada de las fuentes venía el agua; Candelita bienamada nos hacía de mamá.
Pero a mi no me trataba como a un hijo que has parido yo era el niño más querido por Candela quien me amaba.
La princesa Candelita se dormía junto a mi; me decía: -tú eres mío y yo soy tu fiel mujer, ven que yo te quito el frío, ven y déjate querer-
Las estrellas como techo las aceras como cama Candelita con su pecho me decía: -¡soy tu almohada!-
Candelita me decía ven que yo te quito el frío, eres mío, solo mío y jamás me olvidarás, seré tuya para siempre para siempre, ya verás…
Y los niños envidiosos recelaban del cariño que con gestos amorosos Candelita me otorgaba; pero nadie se quejaba pero no les importaba pues Candela la princesa a toditos nos quitaba hambre, sed, frío y tristeza con su cándida belleza.
Pero un día un automóvil la arrolló a la princesita y lloramos y gritamos y a Dios mismo le imploramos mientras se nos despedía con su mágica sonrisa me decía y repetía: -Voy al Cielo de primero y te guardo un puestecito muy cerquita de mi Dios-
La princesa Candelita se fue al Cielo un día de Mayo; desde entonces sigo siendo su querido y su lacayo.
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Poeta
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