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En la ansiedad de tu ausencia confieso el dolor de tu belleza, imposible anhelo suspendido en mi canto de suave armonía donde nada es claro sin la luz que fluye de tu imponente poesía, el reflejo de tu vuelo perturba esos montes extasiados del ardiente pozo de mi tallo entero, huelo el perfume de tus letras en ellas mi pasión subasta el pecado y la pureza en la sombra huye, desnuda ante el misterio que ya comienza en mi tierra, tierra del nunca jamás.
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Poeta
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Yo me sentía acosado porque ella siempre estaba ejerciendo presión sobre mí. Cándida se llamaba y para colmo de mala suerte, era mi vecina, vivía al frente de mi casa. A veces yo tenía que mirar a hurtadillas, escondiéndome detrás de la cortina de la ventana para poder salir, cuando ella no estaba, porque nada más verme y ella corría tras de mí. Debo reconocer que Cándida no estaba nada mal, era guapa y tenía buen cuerpo, pero yo en aquel entonces vivía dedicado al deporte de la equitación, andaba entre caballerizas y caballos o sea que, a pesar del baño que me daba, siempre olía a estiércol, creo yo; más ahora que lo pienso bien, tal vez sería que ese olor se quedó impregnado en la memoria de mis sentidos, olor que yo sentía en cada paso que daba. -Cándida: ¡Hola Juan!... ¿Por qué me ignoras? Solo quiero hablar contigo un momento y tú te vas tan rápido cuando te me acerco, que pareciera que ves en mí al diablo en persona. -Yo: ¡Hola Corazón!... no es como tú crees, es solo que el carro que me lleva a donde voy todos los días, pasa a hora exacta y no me puedo demorar. -Cándida: Yo puedo acompañarte si quieres, el día que quieras, solo dímelo e iré contigo a dónde tú quieras. - Yo: Bueno cándida, yo te aviso ¿Si? Ese era el diálogo más o menos, que se suscitaba entre mi vecina y yo. No era que ella me desagradara, más bien la timidez que sentía, no me dejaba acercarme a ninguna chica de entonces, las miraba y a veces sonreía. Así pasó algún tiempo. -Cándida: ¡hola Juan! ¿Y para cuando me vas a llevar a la caballeriza? Si quieres podemos ir hoy. -Yo: ¡Pues muy bien, vamos ahora, te va a encantar! Ese día la mirada de mi vecina traía un brillo muy especial, sus labios como que deseaban ser besados -me estremecí- además ella estaba vestida con una blusa que llevaba un escote muy pronunciado, con un nudo debajo de sus senos, que dejaba entrever la blancura de los mismos y lo erguidos que estaban, no usaba brasier. También traía una minifalda de infarto, con un cierre o zipper en la parte delantera, le quedaba tan ajustada que parecía que le iba a reventar ahí mismo. Esa minúscula faldita dejaba admirar las bien formadas curvas de su cuerpo. Me quedé helado, mirándola de la cabeza a los pies. -Cándida; ¡Gracias! -Yo: De nada, por favor avanza. Ella se puso unos pasos delante de mí y empezó a caminar, su pelo largo se levantaba con el viento, mientras ella los acomodaba con sus manos redonditas. A ratos volteaba y me sonreía, luego proseguía el camino. Su cintura estrecha marcaban el rítmico andar de sus caderas, mostrando generosa sus nalgas prominentes y los bien trabajados muslos suaves y lisos. La verdad que provocaba darle una mordida allí mismo. Así llegamos al club y yo entré primero a la caballeriza, la paja dispersa por el suelo y los animales metidos en la cuadra, ella me seguía mientras yo me detenía frente al caballo. Para ponerle los arreos. Cuando me alcanzó empezaron las sorpresas, al estar a solas, las caricias de Cándida no se hicieron esperar. Empezó por desabrochar la correa, con sus manos tibias y suaves le agarró la cabeza dura, rígida; palpándolo de tal manera que enardecía. Una y otra vez le pasaba la mano por el cuello, extasiada al sentir los pelos en su mano, yo no atinaba a decir nada, solo miraba. Ella no se aguantó más, tomó la cabeza con sus dos manos y le dio un beso, en la nariz, se puede decir. -Cándida: (sensualmente) ¡Juan, quiero montar de una vez! -Yo:¿ Estás segura que lo quieres hacer? ¿No te arrepentirás luego? -Cándida: ¡No, yo quiero hacerlo ya, será mi primera vez! ¡Lo deseo! ¡Quiero aprender contigo, que tú seas mi maestro para llevarte siempre dentro de mí! El calor de su cuerpo tan cerca del mío, su mirada ardiente, casi una súplica, no dejaba alternativa y me dispuse a complacerla. La aparté un poco mientras me alistaba, ella trastabilló y calló de rodillas en la paja del piso, mientras ella se daba la vuelta sonriente, yo me saqué la camisa y el macho que tenía encerrado se encabritó… -Yo: ¿Cómo quieres montar? -Cándida: ¡no sé… quiero que tú me enseñes, ten en cuenta que será mi primera vez! Yo: Bien, abre las piernas corazón para hacerlo, tienes que, acomodarte lentamente, con suavidad y todo saldrá bien. -Cándida: Pero… ¿No se puede hacer de costado y sin abrir las piernas? Yo he visto que así también se hace, me gustaría que fuera de costado, porque tú sabes, siento un poco de vergüenza que me veas abriendo las piernas. -Yo: Cándida, si tú quieres aprender a montar un caballo, tienes que hacer lo que yo te diga, tal vez más adelante con experiencia tú decidas si quieres de frente, de costado o de espaldas. -Cándida: Viéndolo bien, prefiero no hacerlo, el caballo es muy alto y me puedo caer. Yo: Bien, quizás otro día te enseñe a montar.
Delalma 21/08/2020
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Poeta
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El sufrimiento es arbitrario y contingente, Es azaroso, general y contundente. En la venganza puede ser muy complaciente hasta que toca a nuestra puerta sin piedad y nos demuestra que el perdón es la bondad.
El sufrimiento puede ser una enseñanza si es que queremos aprender a convivir o puede ser la depresión que nos alcanza y nos entierra en una fosa de apatías y de tristezas, de dolor, melancolías.
El sufrimiento puede sernos fiel maestro si es que aprendemos, corrigiendo los errores viviendo así, en el futuro días mejores, o puede sernos adicción y masoquismos si es que cedemos al placer de los abismos
No es necesario el sufrimiento en esta vida pero sí existe y nos abruma descortés desde la cuna y bien entrada la vejez Por eso pienso que debemos aceptarlo como al maestro que nos dona su enseñanza cuál medicina que aunque amarga, con confianza nos facilita comprender a nuestro hermano y nos inculca que el perdón y la piedad son basamentos del amor y la verdad.
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Poeta
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Os gananciosos pensam que o dinheiro vai levá-los ao paraíso...
Nessa busca desenfreada, fazem o que for preciso para encontrar uma forma de lucrar.
Destroem a Natureza para construir uma beleza artificial...
Depois ficam achando que não cometeram nenhum mal.
A.J. Cardiais 26.01.2012
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Poeta
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MI CARO AMIGO
Vida hay después de la muerte; tus manos me lo dijeron en aquella madrugada mientras rozabas mi cuello y plasmabas en mi rostro tus caricias y tu beso. Desde lejano horizonte he recibido el consuelo y desperté en plenitud y de tu placer bebiendo. Hay un amor grande y álmico que se extiende en el secreto hasta mi alma en soledad. No hay barrera en este encuentro; tú sentiste mi oración y te acercaste certero tan benigno y suavemente para acariciarme en sueños; y me agradeció tu ser por mi clamor y mi ruego. Desde entonces sé que hay vida; que el espíritu es eterno, mi caro amigo y hermano que has descorrido ese velo que injusto nos separaba. Hoy por tanto te agradezco.
Ingrid Zetterberg
Dedicado al cantante Camilo Sesto 1,946 - 2,019
De mi poemario "Por la ruta de la poesía clásica"
Derechos reservados Safe Creative Cta. 1006080193112
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Poeta
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Aquella inolvidable noche de mi vida, En que hice míos, la flor y su perfume, Me sentí bogar entre plumas de ganso Y nubes de algodón al entrar al paraíso.
Bebí ansioso el vino del sagrado cáliz, Guardado por celosa amazona en el vértice Profundo de su delta, donde desbordados Se unen los ríos del amor, la pasión y la locura.
La noche con su magia colmó de pétalos la Habitación, entre tules y telas de seda yo Unté a mí amada flor, con apasionada esencia De besos y caricias tiernas en su tersa piel.
Con mi boca acallé los gemidos de la boca De mi rosa, la luna se puso a danzar dichosa, Presumiendo ser hada madrina del amor Y sus caprichos, en medio de la noche.
Y me interné goloso en las aguas de su río, Acariciando con mis dedos los húmedos Hierbajos, que cubre la rivera donde discurren Placenteros los orgasmos consumados.
Delalma 19/08/2020
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Poeta
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Después de ti solo me queda el silencio Que es la única manera que yo tengo de Recordarte. Tú fuiste mi alma, mi sol, mi luna Mi estrella; pero ya se acabó. Lo sabes bien.
¡Vuelve, te suplico amor, vuelve! Que sin ti no Podré más vivir, te lo imploro; ven y dime que sí. Yo te estoy esperando para darte mi calor. No, esas palabras jamás de mis labios oirás.
Tal vez en algún momento de mi vida te recuerde, Más no será por tu amor que me haga falta, mejores He conocido y el tuyo, hace tiempo que ya pasó Al olvido. No pienses que volveré para rogarte.
Sin embargo debo ser agradecido por los años que Me diste, por eso te digo que esto no es un juego, Ahora lejos de ti, tengo la claridad del día para Ver todo mejor y no veo que tú estés ahí.
Delalma 18/08/2020
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Poeta
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¡Cómo quisiera que estuvieras conmigo… Para volver a ese nacimiento de agua, al pie De la montaña, donde pájaros en alegre vergel, Odas al amor trinan, del alba al atardecer!
Tu cuerpo impregnado de olor a montaña, A hierbas del campo y flores silvestres, Con tu vestido floreado y tu dulce sonrisa, eran Propicios para que te rondaran los pajarillos.
Con tu exótica belleza la naturaleza palidecía, Tus ojos verdes, tu piel blanca, tus labios rojos Tu pelo negro; lucias un cromatismo raro que Empequeñecía la pradera, las flores y la noche.
Y te amé con ese amor infinito que te lleva a Conocer la luz del cielo y la hoguera del infierno, Más allá de todo poder y de la razón que, ser Prudente en el amor aconsejaba.
Yo me quedé soñando extasiado con tu efluvio, Sin darme cuenta que te ibas desdibujando, Diluyendo en el tiempo, en la espera de vivir Juntos, lo que tanto querías y nunca llegó.
Delalma 16/08/2020
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Poeta
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Gosto quando você me beija com um gosto de cerveja...
Gosto quando você se entrega sem nenhum pudor, e não me nega o seu amor...
Gosto quando você está afim, e se joga em mim, esperando minha reação...
Gosto de te ver assim: cheia de tesão.
A.J. Cardiais
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Poeta
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Fuiste un deseo, te cruzaste dejando mirada con tus ojos mortales, que en buena canción ni triste ni amarga, arden letras y acordes en mis orillas de hierbas infinitas, sabes de mi sangre y llanto que vierto por ti en el camino de tu encanto, aunque nunca fue para mi aquel verso de tu roja poesía sin el rubor del manantial sonoro lo vislumbre por la ventana y me adueñe de su suave fulgor.
Sigues mi huella con una leyenda “Hoy eres pasión” huelo el perfume de tus poemas y adivinas mis carnales deseos, dormidos desde siglos ajenos sin la grandeza ni gloria de tus frenéticas fantasías, mañana cuando suene la campana en los rincones de tu aldea seré la carne de tu ensueño y tu el ritmo de mi respiración.
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Poeta
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