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[size=small] Corazón… debiste cantar cuando podías Y debiste llorar cuando debías, Hoy la dicha pasajera ha dejado eriales En los antes fecundos campos de tu ser.
Una tragedia griega se abate sobre ti Y libras la batalla, fiero, con ganas de vivir te quiebran los brazos, te cortan las alas mas la desgracia extrema cede, ante tu férrea voluntad.
Ya no hay tiempo de pensar, ni de sentir Sólo resistir, a los embates de la cruel humanidad ¡Vencer por coraje… porque no te da la gana de morir Resurgir violento, matando, allí, donde se muere por dudar!
Morirás tal vez, en esta cruzada desigual Pero se acordarán de ti, y de todo lo que diste por ganar Valor, no te faltó; arrojo, te sobró; dignidad, hasta el final Pero aun sabiendo que la suerte ya estaba echada, fuiste.
Ya que no hay nada más ruin y bajo, que rendirse Antes de empezar; huir sólo al rumor de que algo viene Sin saber siquiera, si es amigo o enemigo Tirios y troyanos hablarán de ti, pero yo ya hable contigo corazón.
Delalma 30/01/2013
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Poeta
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Fuimos creados en la mente de los dioses, forjados con el polvo y la luz de las estrellas fuimos viajeros estelares, como audaces jinetes montados en cometas. y llegados a este mundo fuimos titanes en la pretérita historia de la tierra
Somos dioses que perdimos la memoria, empecinados en no aceptar nuestra grandeza, pensamientos con almas poderosas, sentimientos que inventan ecuaciones para explicar universos de emociones
Somos cárceles de carne, huesos y tendones, para todos los ángeles caídos elementales elementos, pecadores, que alimentan el enigma que cuestiona el porque de nuestra cósmica existencia
Somos la fuerza que genera el movimiento de la rueda que impulsa nuestra vida, somos ciegas, invisibles moléculas y átomos de la matriz de nuestras pesadillas, que a los sueños mortifican y torturan
Somos la duda de la sangre y de la carne, inventores de la magia y de la ciencia, enanos arquitectos de la vida, con gigantes espíritus a cuestas
Creado 26/4/2010 Catriel Cuestas Acosta
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Poeta
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Cuentan los marineros que al atardecer, ven radiante a una novia pasear por el mar del brazo de un mozo que es su querer… y que arroja a la playa… sus flores de azahar.
..................................... Que será lo que encanta a una bella mujer de serena mirada y cuerpo inquietante, a caminar por la playa a la orilla del mar mirar y andar… y volver a mirar. Antes del poniente… bajo un sol inclemente de albo color aparecía a diario para contemplar, ya no sé si era al mar o el atardecer, con el sol venía y con la luna partía. No podría decir que era mi orilla particular… pero si mi lugar predilecto para escribir y soñar… atisbando sirenas… prestas a dejarse atrapar mientras disfrutaban del embrujo del mar. Así, ella, una tarde surgió, blanca y delgada pelo dorado, ojos claros y mirada sublime, y lo sé porque alguna vez me miró pero jamás conmigo, ni con nadie habló. Como una novia vestía siempre de blanco con flores y encajes de igual color, mudaba a veces por uno de flores vivaces, pero níveo, como la espuma de las olas del mar. Siempre puntual, antes del ocaso venía a rondar. Por la pleamar bañado el vestido… en la tarde crepuscular… se alejaba, con nuevo sol… por el piélago regresaba. Una tarde de Mayo, cuando el viento de Otoño es más frio y más fuerte y las olas se hacen mayores… llegó como siempre, linda y de blanco, con un marinero conversó… y a la orilla se sentó. La vi sonreír… o quizás… ¿llorar?, Antes del anochecer ella se quitó el vestido, el brasiere y la braga, me regaló una sonrisa y se internó en el mar… hasta el alba la esperé… nunca más la vi.
A bordo de una gabarra… un buen trecho remé, cuando ya la costa no se avistaba, en altamar, vestido, brasiere y braga, de la dama dejé pues ese era el ara, de la novia del mar.
Delalma
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Poeta
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Desde que te has ido, en mi habitación sólo hay un sonido de soledad, de hastío; de risa hueca y de vacío… todo se ha desvanecido, casi todo lo he perdido esperando al amor que ya es olvido. Los caminos cubiertos de flores y de sueños que antes me vieran pasar como tu dueño, quedaron tirados y marchitos, ya no pasaremos por allí, tú te has ido y el amor partió contigo. ¡Me he quedado solo, sin amor… y sin alma! como quedan los muertos allá en el campo santo con los ojos cerrados, cubriendo mi dolor y los puños crispados por la rabia. El trinar de un pajarillo en primavera me recuerda que estoy vivo y que aun siento, siento un año más de mi desdicha y tú abandono, y ésta realidad brutal de quererte y no tenerte. Más de pronto… mi mente tiende un puente entre el ayer y el presente, y todo pasa nuevamente tu cara, tu sonrisa y los rizos de tu pelo cayendo suavemente por tu níveo y terso cuello. Y sonrío… como cuando recordaba junto a ti el día que te conocí hasta el día en que me dijiste: ¡sí! … Con rictus de dolor miro al infinito, ¡Deseando ver tu rostro!... ¿Olvido?... no hay olvido, hay soledad y melancolía, y la ilusión perdida de saberte ¡siempre mía!… ¡y éste dolor que llevaré hasta la muerte! por haberte dejado partir… ¡sin detenerte!
Delalma Enero, 11 del 2010
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Poeta
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