Inviolable la alegría, impertérrita la sombra, inacabable la vida, que en si misma se transforma. Inalcanzables las horas, que transcienden cada día. Son más certeras si nombras, sin nombrar la vida íntima.
Recuerdos de la niñez, volver el rostro hacia atrás, sentir el viento en la nuca, el vendaval que te empuja, la brisa que te acaricia. Remembranzas de las risas, que bailan en la memoria.
Gira impasible la noria, gobierna el timón el tiempo, crujen desgastados huesos, como oxidados reflejos. Chirrían viejos conceptos, chocando con nuevos celos, y se desnudan las ganas, de caducados recuerdos.
Mar que atraviesas el mundo, bañando de sal su cuerpo, purificadora esencia, alentando los anhelos. Aventuras en los ojos, vestidos de la cordura, que la locura desnuda. Luces en el inframundo.
Canciones en el desván, reliquias entre los dedos, como madejas se hilan, los intratables deseos. El grande pisando al chico, el reto que vive dentro. Noches aciagas de sueños, entre las mieles y el cieno.
Se van quedando sin pan, los que se miran de lejos, vientres sonoros que gritan, bocas abiertas al cielo. La voz quedándose sola, pues solo suena por dentro. Salvas de fuegos dañinos, reptando por el respeto.
Reparte amores el tiempo, con tentáculos de hierro, y va desgranando sueños, como quien guarda un secreto. Amor que impregna de júbilo o seduce sin saberlo.
Yo he pisado el cielo y el infierno Tengo talones de marinero Con leves pasos sobre la mierda Con duros pasos los cementerios. He caminado cientos de ríos Por la sed humana se marcharon El campo minado de tu ombligo Arriba de tu alcoba, también debajo. Cruzo las calles para besarte Sorteo el tráfico del bien y del mal Piso el frío clandestino de la tarde Sólo por decirte hola…que tal. Persigo la senda de mis erros Sigo las huellas de mi cansancio Sí, he pisado el señuelo de mis detractores Quieren envenenar lo que voy sembrando Yo he pisado el cielo y el infierno Voy descalzo, nada temo. Todos los charcos y fangos de la tierra O son espinas o son fuego.
Cuando era joven quería cambiar el mundo. Me pareció que era una tarea muy difícil, así que traté de cambiar mi país. Cuando me di perfectamente cuenta de que no podía hacerlo, comencé a concentrarme en cambiar mi ciudad. Tampoco podía cambiar mi ciudad por motivos obvios, entonces como hombre mayor, pensé en intentar cambiar a mi familia... Ahora y después de haber transcurrido un tiempo importante, comprendí que la única cosa que podía cambiar era a mi mismo, y de repente pensé, que si hubiera cambiado tiempo atrás, podría haber producido un fuerte impacto en mi familia. Mi familia y yo, podríamos haber producido un fuerte impacto en nuestra ciudad... Al propio tiempo, este impacto podría haber cambiado el país y, de hecho, yo podría haber cambiado el mundo.
Los silencios de la noche son el eco de la nada la penumbra es la postal de una ciudad que dormita con sus calles tan vacías donde deambulan fantasmas por esa vieja costumbre de recorrer las distancias. Ya con la noche extendida se regalan a sus almas entre música y poesía con acordes de guitarra o algún piano melodioso poniendo fondo a palabras y la voz del algún poeta con su magia al recitarlas mientras las musas inquietas... aspiran con los acordes exhalan con las palabras ofrendando sus destrezas cuando ejecutan sus danzas. Con la noche cediendo paso se va acabando la calma la calle se hace murmullo y empieza a clarear el alba los fantasmas se despiden bajo un árbol en la plaza y se van a los vergeles donde refugian sus almas hasta la noche siguiente que vuelven a las andadas.
Cada que te recuerdo, una sonrisa aparece en mi rostro Como aquel primer día, que te conocí y vi por primera vez Recuerdo tu hermosa sonrisa, y esos ojos tan coquetos Sin saber porque, extraño esa manera en la que me veías
No importa la distancia. Ni el dolor No importa lo que digan, y lo que opinen los demás Cada día y cada noche, crece lo que yo siento por ti Nadie podrá hacerme cambiar de opinión.
Me pregunto si algún día, podre verte de nuevo Yo si quiero verte de nuevo, pero no sé si tú a mi si Por favor Nadia, léeme y escríbeme Dame esa oportunidad de hablar contigo.
No sé si algún día sabrás, que te llevo conmigo Otra ves me dieron las tres de la mañana pensando en ti Nadia en todos mis sueños, yo te vuelvo a ver Quisiera despertar del sueño profundo en el que estoy y verte a ti Nadia.
La vida sigue cayendo, la luz se arrastra tras nuestra espalda sin su ritmo, sin el profundo efluvio, la naciente primavera medita, la noche preclara amanece temprano y la nocturna sombra corre entre tus pasos marcados en la grama, el alba clama la dulce melodía donde tu corazón a la planta toca y sin más a mi alma invoca.
Tantos besos vacíos secaron mi garganta y la hicieron asechar otros ojos diferentes a los míos sin nada, sin excusas con el frio de unas manos que acarician sin sentido la nada misma llenas de lamentos.
Incapaz de detener el viento, marchaste al ritmo de las olas, como si fuese la diosa del mar. Era tu mirada, un engranaje de lirios azules, tu rostro, un pétalo en flor, y tus cabellos, rosario interminable de plegarias doradas.
¡Quién lo creyera! El brillo de las estrellas en extraño sortilegio, cerca de la orilla y en lo profundo del mar. En el aura del orbe y en el alma de Dios.
* Imagen: Ángulos de papel tapiz-Diosa del agua.
Luz Marina Méndez Carrillo/20102020/ Derechos de autor reservados