Poemas :  TEMBLORES ENTRE LOS SUEÑOS
TEMBLORES ENTRE LOS SUEÑOS

Miedo que al verbo atenaza,
milenarios sentimientos,
temor que vive en el centro,
donde el corazón se alarma,
viento ancestral de locura,
que a los terrores alcanza.
Vivir andando en el filo,
de la daga que le aguarda.

Y va engordando la hacienda,
mientras se achica el sumiso,
el celo cuida el instinto,
que va marcando la senda.
Vibrantes vidas aéreas,
corazones sin destino,
en un rincón olvidados,
en las temblorosas venas.

Se va quedando en silencio,
fina arena que respira,
entre los poros abiertos,
dulce y cálido el aliento,
mirada que ve y aspira,
bebiendo de sus adentros.
El viento barre y oxida,
limpia el polvo del sendero.

Amor que vive y que mima,
tierna flor de invernadero,
libre quisiera ser rima,
en sus diversos acentos.
Contrastes que se adivinan,
en sus recónditos huecos,
hermosa estela que sueña,
en la aureola de sus sueños.

Temblor que el miedo suscita,
a preso reduce el tiempo,
que va dejando sin vida,
la esencia de sus momentos.
Volver cubiertas las noches,
de apasionados encuentros,
y ver mirando las carnes,
bordadas de terciopelo.

Se va quedando la vida,
vestida de sus recuerdos,
y en la soledad profunda,
voces que llegan confusas,
en pensamientos desiertos.
El tiempo roza las fibras,
más sensibles, sin saberlo,
y atento se agita el nervio.

Voraces noches vigílan,
en duermevelas sin verso,
con el amor en los ojos,
mirando de cerca el tiempo,
chispeando los reflejos,
buscando ente los destellos.
La boca abierta a la risa,
con los ojos entreabiertos.

Amar con pasión, sin prisa,
para detener el tiempo.

A.L. (ángel l. pérez)
NO SOY LO QUE ESCRIBO...SOY, LO QUE TÚ SIENTES AL LEERME
(anónimo).
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23/10/2020
Poeta

Cartas :  Una hora al día
El mejor momento del día, es la hora antes de levantarnos. Si usted es como la mayoría de la gente, se levantará con el tiempo justo para vestirse, desayunar un poco, mirar el avance informativo, y pocas cosas mas.
Sin embargo, si un se levanta una hora antes de estas actuaciones, de repente encontrará tiempo para pasear, establecer la propia rutina, y desayunar de forma relajada...
Hurtarle una hora al día para uno mismo, si no se utiliza para trabajar, es una forma muy efectiva de aliviar el estrés, y empezar el día con buen pie.
Poeta

Poemas :  Desde que te conocí
Nadia desde que te conocí, dejé de vivir y empecé a soñar
Quisiera ver otra vez, esos hermosos ojos
En todos mis sueños yo te vuelvo a ver
Nadia olvidarte no se va poder.

Nadia si me ves en tus sueños, llévame contigo
Que quisiera amanecer en tus brazos
Desde que nos alejamos, yo deje de vivir
Nadia te juro que mi corazón, late por ti.

Nadia yo te he de seguir, hasta el mismo cielo
El cielo será testigo, del amor que te tengo
Te confieso que mi corazón, me reclama cada noche
Por que es mucho tiempo, el que he pasado lejos de ti.

Nadia en todos mis sueños te quiero tener
Solo te pido que si un día nos vemos
Me des la oportunidad de hablar contigo
Nadia déjame decirte, lo mucho que me gustas
Y lo enamorado que estoy de ti, Nadia.
Poeta

Cuentos :  LUZ Y SOMBRAS
Mi finca era muy hermosa: una casona de techos altos, grandes ventanales, pisos de mármol, muebles de madera tallada con intrincados diseños sus techos de teja coronados por cúpulas le daban un aire de mezquita, estaba amueblada y decorada sobriamente pero con buen gusto, las balaustradas de sus balcones miraban a huertos bien podados y jardines coloridos, una laguna de aguas turbias demarcaba los límites, éste es el mundo donde inició mi existencia hace treinta años y del cual salí a los seis años con el fin de recibir mis primeras enseñanzas académicas y a donde regresé cuatro años después, cuando me expulsaron del internado por despertar a toda la escuela con mis gritos a medianoche, ocasionados por pesadillas que no era capaz de recordar. No sé si el ambiente escolar incubó esas pesadillas que salieron en profusión dos meses antes de que me expulsaran, los médicos del internado intentaron descubrir la causa de mis sobresaltos sin resultado, averiguaron que en mi finca yo no era el único niño, pero sí el único hijo del patrón y por los antecedentes de mi madre los peones procuraban mantener a los suyos alejados de mí, razón por la cual no me acostumbré a relacionarme con chicos de mi edad ni a ser partícipe de sus juegos, comportamiento que abarcó a mis compañeros de escuela, a los cuales más bien detestaba con elegancia, no sentía hacia ellos deseos de camaradería, que tampoco yo les inspiraba, mi apatía y mis evasivas me libraron también de ser blanco de ataques y burlas despiadadas o al menos eso creí, lo cierto es que al inicio de las pesadillas ellos fueron los atemorizados, seguramente sospechaban que me encontraba poseído por algún mal espíritu y respiraron aliviados cuando los médicos del internado me hicieron todo tipo de exámenes hasta que decidieron entregarme a mi padre sugiriéndole que mejor me tratara un psiquiatra ya que ningún mal físico fueron capaces de encontrarme, él se enojó, pero nada pudo hacer para que mi aprendizaje continuara en ese lugar y tampoco quiso probar en alguna otra institución, seguramente para evitarse otra vergüenza por lo que decidió contratar un profesor particular con quien terminé la educación básica y acondicionó una habitación como aula y biblioteca, la cual con el tiempo se llenó de diversos volúmenes, entre comprados, donados o rescatados, ese era mi lugar favorito, rodeado de historias donde personajes audaces grabaron su nombre en sus páginas, donde ideas ridículas en su tiempo dieron lugar a avances e inventos hoy cotidianos, había toda una gama de temas con los cuales podía distraerme sin necesidad de cercanía humana por horas.
En la finca las pesadillas aparentemente dejaron de atormentarme, pero empecé a desarrollar una repulsión al anochecer que con el tiempo se intensificó obligándome a dormir con la luz encendida, era como un presentimiento, un miedo a que algo se introdujera en mi sueño, la incertidumbre de que aquéllo pudiera dañarme de alguna manera aprovechando las sombras, era tanto el temor que en algún momento la luz no fue suficiente, también necesitaba sonidos, sonidos que camuflaran la presencia que yo presentía sólo conseguía dormitar unas cuantas horas, papá siempre pensó que con el tiempo, buenas amistades y el aire puro de la finca podría llevar una vida normal, me alentaba, me enseñaba lo necesario para mantener estables nuestras ganancias, así él se distraía administrando y animándome a viajar, a conocer muchachas y formar una familia, pero en mi mente había lagunas, mi niñez parecía sumergida en una bruma de la que emergía cada día un poco más crecido, con poco más de conocimiento del mundo pero sin pertenecer a él, siempre quise indagar más acerca de mi madre, cómo mi padre la había conocido, el por qué no habían celebraciones en la finca, por qué todos los días con sus respectivas actividades parecían una calca del anterior, pero todas esas interrogantes que le caían en cascada le entristecían, y con voz apagada me contestaba que él la había conocido durante un viaje y la atracción fue recíproca, regresaron a la finca ya casados, cosa que ni su familia ni la familia de ella les perdonaron, pues los de él la consideranan inculta y vulgar y los de ella eran demasiado conservadores para aceptar un matrimonio precipitado con un desconocido ajeno a sus costumbres. Pasó el tiempo y mi madre comenzó a padecer una fuerte depresión porque no lograba engendrar un hijo, desafortunadamente cuando lo logró ya su mente estaba perturbada y una noche aciaga se ahogó en la laguna, entonces bajaba la mirada llegando casi al llanto, eso me hacía sentir culpable y prefería ocuparme en alguna otra actividad hasta que después de un rato él me buscaba con su sonrisa de siempre y volvía a ser el hombre alegre y bondadoso que gozaba cabalgando conmigo todas las tardes, yo crea ser feliz a pesar de su ambigua información acerca de mi madre, lo que me quedaba claro fue que la amó profundamente, en las en las escasas fotografías guardadas con celo pude comprobar que fue una mujer hermosa, de grandes ojos negros, piel ambarina y larga cabellera, lucía bellos vestidos que realzaban su breve talle, redondeadas caderas y bustos, sin embargo su mirada era triste y ausente, una breve sonrisa le daba aire de misterio, en mi imaginación le cambiaba el vestuario; a veces como bailarina de ballet, con un primoroso tutú, otras como andaluza, ocultando su rostro hasta la altura de los ojos con un abanico, también como odalisca, como campesina rusa, como india cheyene, como hawaiana pero ninguno le sentaba tan bien como el de gitana, con su paliacate ceñido a la cabeza y su falda amplia que hipnotizaba con el movimiento de sus caderas, podía escuchar sus pulseras al chocar entre sí y una risa amplia, como la que negaba en las fotos, quizá lo que le hacía falta después de todo, era precisamente eso: era trepar en un carromato para recorrer el mundo en ferias populares.
El tiempo corría y creí ser feliz a pesar de mi aislamiento, a pesar de las lagunas de mi mente que comenzaba a borrar los rostros de mis parientes, los recuerdos de sus visitas esporádicas y breves, algunos de los cuales ya habían fallecido o crecido pues desde niño ya no los veía, a veces fantaseaba y confundía a las personas que llegaban a tratar negocios con mi papá o a los vecinos que llegaban a conversar sobre asuntos triviales, reuniones en las que él insistía para que yo estuviera presente y aprendiera a ser hospitalario y cortés. Siempre me consideré una persona muy tranquila, algo desapegada de la realidad pero inofensiva, con posibilidades de llevar una vida recatada y decorosa.
Un día el caballo de mi padre se encabritó inesperadamente cuando rodeábamos la laguna, y él, desprevenido fue lanzado contra una roca, lo que ocasionó su muerte instantánea, yo lo vi tendido, con el hilillo de sangre corriendo desde la nuca, estaba paralizado, sentí la bruma que me envolvía, fría y espesa, congelando el instante, instantes rotos después de un tiempo que me pareció eterno, hasta que algunos peones se percataron del suceso y se encargaron de levantar a mi padre, yo dispuse de su entierro, sin una sola lágrima, y con escuetas y breves palabras durante todo el velorio, ni los abrazos ni las palabras de peones o familiares que asistieron, tal vez con el alivio de cortar de una vez todo lazo pudieron sacarme de ese estado, desde entonces dejé de montar, tenía entonces veinte años y mi temor por las sombras empeoró al grado de buscar compañía nocturna por cualquier medio, no podía tolerar la casona con sus habitaciones oscuras y silenciosas por tantas horas así que organicé veladas por las noches para las pocas amistades con que contaba, los seduje con mi bien surtida biblioteca, música variada, una mesa de ricos bocadillos y vinos y licores de calidad, al principio siempre lograba convencer a alguno de pasar la noche en casa y de esa manera su sola presencia y la luz de mi habitación encendida me daban cierto sosiego, para ese entonces comencé a pensar que terminaría envejeciendo en mi finca sin cura para mi fobia ni con más compañía que la de mis sirvientes, después ya no fue necesario convencer a nadie de quedarse, siempre había alguno con motivos para hacerlo, a veces llegaba acompañado expresamente para ello, a mí eso no me molestaba en absoluto, aunque tenía mucho cuidado de ocultar mis verdaderas razones, después los acompañantes de mis invitados se empezaron a multiplicar hasta que las veladas se hicieron más animadas, para todos menos para mí, yo, siendo anfitrión terminé por deambular de un lado para otro entre grupos desconocidos que me ignoraban cortésmente, pero eso tampoco me importaba, mientras más ruido hubiera mejor, ellos me hacían un favor sin saberlo y todos contentos.
Mi tranquilidad se alteró una tarde cualquiera, yo estaba sentado tomando el té en la biblioteca cuando entró Darío, nada más de verlo supe que se trataba de alguien familiar a quien no veía desde hacía muchos tiempo (mi memoria era tan volátil que no podía retener por mucho tiempo los rostros de las personas); me dio un breve saludo y tomó un libro de geografía, su favorito, no lo esperaba y menos con su descortés actitud, así que le pregunté quién era y donde había estado todo ese tiempo, Darío me contestó sin levantar la vista que su viaje lo había cansado pero ya no se iría más, ello no contestaba mi pregunta así que insistí para que fuera más específico, pues si había tardado tanto en regresar también tendría mucho por contar, pero no me hizo caso y siguió su lectura, en cuanto a mí, que había vivido solo tanto tiempo pensé que me resultaría difícil una invasión a mi intimidad, pues una cosa eran las veladas nocturnas y otra diferente compartir mi espacio durante las horas diurnas sobre todo cuando tengo tan poca; porque fuera de atender la quinta y realizar las diligencias, mis pasatiempos los realizaba en silencio, cosa que mis sirvientes respetaban desde la muerte de mi padre; en cuanto a mis veladas, éstas ya eran muy conocidas y concurridas y mis invitados sincera o hipócritamente las halagan como las más elegantes y amenas del lugar, en lo personal me considero de gustos refinados y procuro tener bocadillos en abundancia, licores y vinos de calidad, en cuanto a la música he logrado combinar sabiamente la alegría, el romance y la nostalgia para conseguir una sensación de pesar a cada invitado que se retira, por lo general cuando ya el sol ha aparecido por completo.
Como he dicho, la oscuridad de la noche me provoca un miedo irracional que no he querido compartir con siquiatras, por la sencilla razón de que ellos nada pudieron hacer por mi madre, papá lo repetía incesantemente, considerándolos a todos como inútiles y ladrones, su muerte es un recuerdo confuso, su imagen pálida flotando sobre las aguas en la bruma y a la luz de la luna llena me persigue durante el sueño, papá pensó que yo no lo presencié y yo nunca se lo confesé, por eso siempre creyó que mis pesadillas no tenían nada que ver con ella, después de todo mamá siempre fue como una sombra en la casa: no sonreía, no se oían sus pasos, hablaba sola en murmullos casi inaudibles y se la pasaba mirando las rosas del jardín, papá a veces se sentaba a su lado y acariciaba su mano, sus mejillas, pero ella permanecía callada y ausente, en cuanto a mí no recuerdo ningún beso o abrazo suyo, a veces la seguía, como un perro faldero, en ese entonces yo no conocía el miedo y deseaba sentarme en su regazo para saber cómo era su voz y mirarle los ojos, pero siempre me evadía por eso pensé que no los tenía, que los suyo eran dos preciosas cuencas vacías que podía rellenar en mi imaginación con relojes de pulso, con carbones encendidos, con canicas, con guayabas, o simplemente dejarlas así, huecas, llenas de una insondable oscuridad donde yo podía meter mi mano y sacar pañuelos de colores o golosinas, otras veces me parecían dos cuevas de donde salían bandadas de murciélagos, enjambres de avispas o ejércitos de arañas que cubrían toda la casa mientras los criados gritaban y corrían a esconderse donde pudieran mientras yo reía y brincaba tratando de alcanzar la plaga en el aire agitando un abanico, un plato u otro objeto si volaban o pisoteándola si eran rastreros. Pues bien, mi madre murió sin que pudiera llamarle conscientemente madre y papá se hizo huraño y sobre protector conmigo, mis tíos y primos fueron frecuentando la casa cada vez menos debido a ello y él siempre parecía estar muy ocupado para visitarlos, yo, a pesar de la vastedad y belleza de la finca sentía una melancolía insondable, más aún cuando me acercaba al jardín de donde sobresalían los cuatro hermosos rosales: uno rojo encendido, otro amarillo pálido, otro rosa intenso y el último blanco como la nieve, para mí mirarlos era a la vez hermoso y amargo, a eso se agregaba un incipiente pavor cuando el sol comenzaba a declinar, siempre he tenido deseos de cortar esos rosales, pero le prometí a papá que no lo hacerlo pues eran casi una réplica de mi madre según él, esa parte no la entendía entonces.
Como he dicho, las veladas al principio comenzaron con algunas amistades del rumbo, luego ellos fueron trayendo a su vez otras amistades hasta convertirse en una muchedumbre dividida en grupos de acuerdo a sus preferencias, y aunque algunas ocupaban su tiempo en orgías discretas no incomodaban a nadie, los temas eran muy variados y entre música y bocadillos se planeaban y desbaratan conspiraciones, se escribían y satirizaban libros, se palpaban y vibraban cuerpos, se reía a carcajadas o se lloraba a mares, mi quinta se hizo el sitio de reunión preferido de los más extravagantes personajes, lo cual era placentero para mí pues la noche transcurría en un parpadeo y podía recuperarme con unas cuantas horas de sueño durante el día.
Irónicamente, para todos los invitados lo más hermoso de la quinta eran la laguna y los rosales, y cada vez que los halagan yo procuraba desviar su atención hacia asuntos menos personales, aunque debo reconocer que independientemente de las sensaciones tan desagradables que tengo de ellos son lugares casi mágicos, las leves ondas de la laguna sólo son interrumpidas por una familia de cisnes llegados quién sabe de dónde y que tampoco me gusta mirar porque me imagino el cadáver de mi madre multiplicado por cuatro flotando inerte como esa noche, sus antifaces negros me recuerdan sus cuencas vacías y si no me atreví a exterminarlos fue para no convertirme en asesino múltiple de difuntos, más de una vez los ofrecí como regalo entre los invitados a quien pudiera atraparlos pero los malditos parecían advertir sus intenciones pues se esfumaban cuando el interesado en turno llegaba equipado con la intención de llevárselos, así pues tuve que tolerarlos como parte de la finca; alguna vez intenté venderla e irme lejos e iniciar otra vida, pero no lo conseguí, los compradores sufrían algún percance antes de iniciar las gestiones y tratándose de mi única posesión me resultaba impensable arreglármelas sin otros recursos que me proporcionaran la vida holgada que siempre había llevado, así pues las veladas fueron mi último recurso para mi problema, y durante un tiempo fue el estilo de vida perfecto para mí.
Poeta

Poemas :  EL PERRO ENAMORADO DE LA LUNA
EL PERRO ENAMORADO DE LA LUNA
Erase una vez, un perro enamorado de la luna, pasaba las noches enteras admirando su belleza, parecía que la luz blanca lo hipnotizaba.

A veces podía escuchar un leve susurro de el hacía su amor la luna
Recostaba su cabeza sobre la barda, como si se acostara en el regazo de su amor lunar

Yo decía que perro más loco, cuando corría y aullaba por la casa, no sabía que me pedía salir a contemplar la belleza de su amor

Y otras veces recostado aullaba de dolor, yo sabía que esa noche no había venido ella a la cita y el moría de amor y hasta la luz de sus ojos se parecía apagar.

Erase un perro enamorado de la luna, erase un perro que me enseño a vivir cada minuto de la vida, me enseñó que hay cosas que no dmiro por hundirme en lo cotidiano de mi vida...

Si ese era mi perro enamorado de la luna!

Autor: NozarocRoma
Poeta

Poemas :  Mujer de miel
MUJER DE MIEL

Instalando alcohol en mi alma,
escribo lágrimas siderales
dentro de silencios artesanales,
clandestino;
antídoto para la cicatriz.

Mis ojos nadando en tristezas
humedecen mi almohada,
y las favelas de mis alegrías
son parodias de fuego y sed.

El fósforo descongelado
pinta flores en el telescopio,
y los faroles del sol
preguntan...
si el humo tiene ojos y olfato.

Mujer de miel,
de pechos tristes,
eres una historia antigua
escupiendo claveles,
dentro de un sueño
fumador de enigmas,
mujer de miel.

Título: MUJER DE MIEL
Autor: Ceuleman Jossimar Villacinda (Guatemala)
Derechos Reservados ©
Poeta

Prosas poéticas :  MI DIARIO: EL MANTO DE AMOR
MI DIARIO: EL  MANTO DE AMOR
*

No puedo decirte, esta es tu sombra, este el color de tus ojos, esta, la alegría de tu alma ignota. Un instante en nuestras vidas, no fue más allá de lo que ofrece tu cuerpo.

No pudiste desde lo hondo de tu pensamiento, deleitarte en el lienzo mágico de mi cuerpo. Visualizar y menos tocar, mis delicados pechos, el cabello ondulado y el vaivén de mis caderas.


¡Te quedaste, con aquella silueta que por instantes cobró vida en el iris de tus pupilas!



A un costado de la avenida de tus propios sueños y ante la hiriente realidad de tu intelecto, no pudiste avanzar. ¡Una ola de fuego te envolvió!

El manto de amor que ondeaba a los cuatro vientos fue solo un sofisma que nubló mi corazón.


Luz Marina Méndez Carrillo/22102020/Derechos de autor reservados.
Poeta

Poemas de reflexíon :  El oro virtual
“Tesoro mental . . .”

Dios me trajo a El Oro,
por eso le imploro
que encauce su fiebre
con manos de orfebre.

Que aquí, en estos lares,
pues, no haya pesares,
se acabó la veta
que estuvo repleta.

Hoy, son los filones
de los corazones,
la gente fiel mina
que no se termina.

Trabajo un lingote,
que nunca se agote,
la vida una piedra
que jamás se quiebra.

El gran socavón
amor con razón,
el más alto tiro
la fe sin respiro.

Rampas, galerías,
pozo de alegrías,
que mayor tesoro
su pueblo que adoro.

Mágico de encanto,
de paz, tierno manto,
suave olor a pino,
seguir un destino.

El mejor metal
ahora es mental,
por eso, . . . al final,
el oro es virtual.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
El Oro, Estado de México, a 29 de nov. 2009
Dedicado a Dalila y Noé Gaytán, ellos en mi corazón están
Reg. SEP Indautor 03-2010-032412383400-14
Poeta

Poemas de esperanza :  JUNTOS VENCEREMOS
Busco profundo hasta el fondo de la nada
esta desilusión que no comprendo,
suerte de pesimismo que separa
nuestros lazos eternos.

Como enjambre las sombras precipitan
llovizna de nostalgia en el reloj,
cada minuto cuenta y se eterniza
en mi pecho este amor.

No pensaré en derrotas ni en dolores,
proseguiré por la senda del encuentro
donde se difuminen los temores
y juntos venceremos.
Poeta

Poemas :  Cuando mi amor se escriba en tu frente (sueños)
Cuando mi amor se escriba en tu frente
y tus tierras secas en mí se humedezcan
entre tu ser y el mío se hará un puente
que permitirá que en nuestros corazones
las esperanzas, las ilusiones amanezcan.

Cuando te preguntes cómo es el amor
que llevo en mi esencia y te ofrezco
levanta tus ojos hacía mi dorado albor
y verás entre las nubes del azul cielo
un musical y alegre viento muy fresco;

allí danzantes entre sirenas y el mar
encontrarás la estela que lleva mi amor
si entras muy lento, en ella verás brotar
ese dorado y rojo que buscas con luz
y que en mi alma y rostro se sabe rebozar.

Penetra profundo con tu mirar mi ser
empapándote de mi esencia lozana
y de mis pasiones que te harán renacer
sintiéndo conmigo el amor de verdad
que de nuestros centros emana.

Ven, y mírame con serenidad
Que tu mirada, las fisuras allana.

Yamila.
Poeta