Contigo al frente, removeria por completo el silencio que trajo su ausencia inmediata; y desenvolveria tantos misterios, como los de su mirada perdida; y el balance perfecto entre su figura desnuda y mi sombra curiosa.
Contigo a la espalda, volverian de nuevo las guerras por amor, en defensa de su risa, de su voz, de su calma, su alegria, su alma, su vida.
Contigo a lo lejos, volverían las almas perdidas, las quimeras caóticas, las lunas de abril, los santos y viejos remedios del insomnio, el triste atardecer sin su abrigo, las horas descontadas de la vida desesperadamente y la esperanza de un beso jurado.
Contigo al frente, contigo a la espalda, contigo lejos, contigo ahora, contigo siempre.
Estoy solo Nadie me mira, más que Dios Tengo la lapicera fundida en la hoja Y la tinta que antes no cantaba Ahora resulta ser que no deja de sanar Y lo que alguna vez resulto perdido Fue encontrado para no perderse nunca más.
Haddar el hombre bueno que se volvió malo cuando tuvo palacios, mujeres, alhajas y un huerto imperial.
Quiso que su pueblo de arena levantina se edificara, que de piedra fuese. Piedra fue: inexpugnable muralla, tiendas para acampar a la sombra de estrellas en medio del desierto.
Haddar construyó bonitas casas para la gente humilde, llevaba a los hombres modestos a probar de sus manjares, aunque era el hombre malo que antes fue bueno.
Un día los que lo odiaban se volvieron peores, fueron malos también, mucho más perversos que el huracán, los tifones y maremotos juntos.
Arrasaron su pueblo, destruyeron su aposento, quemaron hasta la última palmera para destruir a Haddar, el hombre bueno que se volvió malo.
No tuvo más escapatoria que convertirse en rata de cañería para tampoco escapar.
Haddar fue cazado, martirizado, asesinado con el mayor tormento que se pudo imaginar, porque era un hombre bueno que se volvió malo.
Cuando muera mi cuerpo renaceré en la misma alma en un sueño alto y certero que arrullará el alba.
Reviviré con flores en el cuerpo con sus aromas hechos flamas las que calentarán el amor interno el que canta y baila, sobre escarcha,
deslizándose entre las almas formando entre ellas una inmensa charca donde naden los amores con mirada franca y se empapen de dulzura, con palabras sabias.
Cuando muera mi cuerpo mi alma tendrá grandes alas para llegar hasta donde quiero y expandir el amor, con perfumadas dalias;
dejando una estela envolvente que a las penas deshaga; cuando muera mi cuerpo no me importa, tendré alas;
con ellas volaré el tiempo ido sobre mi mar, donde las risas se alargan y donde estará siempre ese nido que a mis ideas y sueños plasma.
Cuando muera mi cuerpo volaré, hasta donde tu amor me abraza.
No sabe la locura de las penas, envuelta en los vapores de la mente, no sabe de conjuros quienes penan, ni sabe de traiciones la inocente. Sabe de complacencias el ausente, que de lejos indolente solo mira. No sabe lo que exhala quien respira, ni el beso por si mismo lo que siente.
Corren los tiempos, veloces como efímeras estrellas, caminos tachonados de querellas, de prisa envueltos, en furia empaquetados. Una rosa perlada se abandona, y ajada se conmueve, y se despierta, la voz apasionada que destella.
Con la luz necesaria, entre las sombras medra, un verso en primavera, que progresa, un amor suspendido, la vida intransigente, que se agrava. El templo de la vida derruido, piedra a piedra, componiendo la falacia, y piedra a piedra construido.
Verde oliva en las praderas, vida y sangre preñadas, auroras desarboladas, entre la bula y la hambruna. Tenor de tonos de altura, que entre vidas van sonando, las penas y las fortunas. Mientras, quedan segregadas, las miserias, una a una.
De traiciones no sabe el animal, si de nobleza, que no es noble quien bosteza, mirando de reojo a quienes penan. De rojo se ha vestido la pereza, de rojo de vergüenza. Más sabe más el sabio sin pensar, que mil necios en la escuela.
No sabe el amor, tan solo ama, sumergido en su existencia, pasajeros del tiempo, viajan los amores, en primera, mientras quedan los odios, en profundas trincheras. Si sabe la vida que nos lleva, del cuerpo que a sus hombros lleva.
Amar sin compasión, y con pasión asceta, que sabe el corazón de melodías, y sabe de tristezas.
Todo lo que hacemos, incluso los actos más insignificantes, generan consecuencias que afectan a nuestro entorno y acaban regresando a nosotros. La idea inicial, parte de un proverbio chino: "El aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo"., cuya variación moderna es: El aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York. Hace referencia a una dinámica continua de causa -efecto, que siempre permanece activa, aunque no seamos conscientes de ello. Tal vez quien mejor plasmó este hecho fue Ray Badbury en su cuento "El ruido de un trueno", que se refiere justamente al efecto mariposa. Está protagonizado por unos cazadores, que logran viajar a la prehistoria, donde pisan un insecto sin darse cuenta. Al regresar a su época, se encuentran con un mundo totalmente diferente debido a esa muerte minúscula que ha desencadenado enormes cambios en toda la historia. La enseñanza de este relato de ciencia ficción, es que debemos cuidar los detalles, porque lo pequeño acaba generando lo grande. Bajo el caos aparente del universo, existe un orden infinito del que todos participamos. Por eso es importante prestar atención a las coincidencias cotidianas, ya que a menudo son mensajes llenos de significado.