Sólo,
en el olvido del recuerdo
del recuerdo inexistente,
de aquél sueño inalcanzable,
nadie me recordara.

Llorando a solas,
en un rincón de mi corazón,
yace el olvido
lleno de agonía y desilusión.

Abrigado por las sombras,
abrazado por la niebla,
el melancólico de roca
nunca fue abandonado,
pues siempre estuvo sólo.

Prisionero del fracaso,
desterrado por el mundo,
con la tristeza atrincherada,
siempre en busca de venganza.

Preparo mi muerte,
me quito la vida.
Sabor gris ceniza,
viento en contra mía.

Y el toc de mi corazón balbucea:
"Lo siento.
Perdón por decir te quiero."

Abrigado por las sombras,
abrazado por la niebla,
el melancólico de roca
nunca fue abandonado,
pues siempre estuvo sólo.

Infarto al corazón,
donde muere la razón.
Estado de inducción,
el nunca comenzó.

Los sueños nunca mueren,
solo muere el soñador.
Y por desgracia yo soy el soñador.

Realidad es pesadilla,
el sueño es ilusión.

Lagrimas del cielo,
abrigadas por el suelo,
favorecen la inconciencia,
adormecen la conciencia,
desvanecen la inocencia .

Los sueños nunca mueren,
solo muere el soñador.
Y por desgracia yo soy el soñador.

Vidrios en el pavimento,
carcomiéndose mi cuerpo,
lacerando a mi vida.

Talento desechado,
palabras nunca dichas,
reblandecen la mentira.

Ya no puedo sentir,
ya no puedo escuchar,
ya no puedo mirar,
he perdido la voz,
he perdido el calor.

Y una lágrima es lo único que tengo,
para poder decir,
te quiero.

Los sueños nunca mueren,
solo muere el soñador.
Y por desgracia yo soy el soñador.

Un día apareció en la tarde a despedirse,
llegó cuando la luz del sol se terminaba
y en los árboles las hojas comenzaban a dormirse,
triste aquel atardecer cuando el amor culminaba.

Esa tarde se acercaba para decirme…
Ni siquiera le parpadeaba la mirada,
sus ojos resplandecientes, los míos humedecidos.
Un fluido de nostalgias de las pupilas saltaba.
Mis sentidos temblorosos despedían al adiós indefinido.

Le dejé ir…
Cada uno de sus pasos me quebraba el corazón.
¡Duele la sangre en el alma más que la derramada!
Furtivas lágrimas quedadas absorben la desazón
y laceran en la angustia como una puñalada.

No supliqué, no le pedí que se quedara,
y se fue …
Y que partiera en el cenizo de aquella tarde enramada,
ya que el destino decidido había llegado a condenarme.
En silencio todavía escucho el eco de su voz acalorada.

Esas palabras hirientes del crepúsculo envenenado
dejaba el ser adorado en mi mente perturbada,
lloraba el amor ofuscado ¡no de rabia ni por lo pasado!
Lloriqueaba al enterarse, al sentirse con el alma abandonada.

Julio Medina
13 de febrero del 2012

Me alcanza la lluvia que atraviesa
el manto encantado de la noche,
turbia por el ruido del tiempo
lluvia de pesares…
¡Cuánta más tristeza viene de sorpresa!
Inundas el alma con esos desbordes
de angustia y cantares.
¡A quién interesa!

¡Cuánta más llovizna soporto en mi cuerpo!
Empapado y frustrado,
fría es la aventura bajo el aguacero
danzo y me destapo…
Navego en el agua remando ligero
y te vas tornando en lluvia que atrapa,
me sigo mojando,
en esta tormenta ya nada me tapa.

Tropiezo en la noche con charcos de agua
que son la salida que tú me propicias,
lluvia de nostalgias
te traes al pasado en leves caricias,
dejan agonía…
¡Las cosas que fraguas!
En esas goteras no me mojaría
si tú te alejaras.

Julio Medina
16 de mayo del 2012

La barca anhelada del amor
se cruza con la tormenta que tiene el alma,
el oleaje enardecido por el dolor
azota con furia arrastrando la calma.

Esa barca desplazada a la deriva
busca llegar a salvo al puerto de tu corazón,
el mar bravío con imponencia agresiva
lo fustiga sin importarle razón.

Sigue la barca en el vaivén de la marejada
sosteniéndose para evitar naufragar,
así me encuentro yo, mi dulce amada
conteniendo lágrimas para no llorar .

Julio Medina
6 de febrero de 2012