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Varios Muchachos de diezyseis años Desnudos dan Latigazos a un Jesucristo Desnudo de diezyseis años en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Y entonces los Pavos Reales desplegaron sus Colas.
Estaba el niño Dios desnudo hermoso de sagrados verdugos rodeado, y a su espalda, a su torso nacarado, Versalles relucía fabuloso.
Era sobre su cuerpo esplendoroso un tormento de látigo morado y los niños verdugos desolados le atacaban violentos y viciosos.
Todo era un tormento de rubíes, reflejaban espejos carmesíes el cuerpo del muchacho adolescente.
Y los azules pavos reales machos contemplaban al lirio del muchacho beberse un vino verde tan ardiente. …........................................................ Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Mariconada Total.
Cuatro Muchachos desnudos le dan Latigazos con Plumas de Avestruz a un quinto Muchacho desnudo. En el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles.
Una antorcha de oro indescriptible rodea a los muchachos de diamante, multiplican espejos el instante de un tormento de azúcar insufrible.
Ya la pluma se alza inmarcesible sobre la espalda preciosa del amante, y los niños, los niños de diamante, a su amor lo laceran imposibles.
Cae la pluma sobre el dorso amado, brillan los penes entre las estatuas, y duplican los falos los espejos.
Y son blancos los torsos nacarados, y prueba vino verde y verde agua el chaval al que hiere su reflejo. ….................................................. Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Recorreré todo tu cuerpo sin prisas, mientras corre en el reloj las horas, quiero tener todas tus delicias, al contacto de caricias turbadoras. Beberé todos los jugos de tu sexo, en pasional entrega que provoca, en ese espacio entre cóncavo y convexo de placeres se llenará mi boca. Déjame penetrar tu cavidad, deseo que esta noche seas mia, escribiré en ti un poema carnal, un poema de pasión:de mi autoria.
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JÓVENES DORMIRES Sin duda, amarfilado amarillando Sin duda, adiamantado ardiendo Todos Elefanteados delfineaban Cabalgando camellos ¡Desmelenados y enselvados! Sin duda, así fue... ¡Alejándose! Todo...
Un sueño, acastillado, esmeraldeado Poco a poco Un esponjoso y acangrejado retroceso Poco a poco Un enrojecido azuleaba sus verdores Poco a poco Un insomnio acielaba sus recuerdos Poco a poco...
Ya después, despierto, quedó Fabricando encristalados los fantasmas Abordando las almohadas y noches Con el hondo asomo de un secreto ¡Luz deshilada de recuerdos atigrados! Serpentéandole un pasado adolorido ¡Peregrino saciando lirios tiernos! ¡Quedó enfrutado, engargolando muslos!
Indudablemente Por el aroma duraba el danzar Indudablemente Por el alma dura el gozar ¡Plataneando embriagado con los frutos! ¡Lechoso y almendrado con los huertos! Sueños húmedos, diamantes y topacios Por la vida y por los años... ¡Sin duda!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Muchacho Aterrorizado por la Luna.
Pasaba, moreno y rubio, por la vieja calleja, Cisne de cuerpo débil, lirio, clavel, durazno, Y preso de luz salvaje, y preso de marasmo, Vio a la luna salir entre las negras tejas.
La presencia de plata le erizó los sentidos, Y una arista afilada se le clavó en la espalda, Y cuando vió la luna, sola, sin esmeraldas, Acudió a su garganta un tremendo alarido.
Huyó por las callejas evitando la luna, Y mientras, en su sangre, hervían mil demonios, Y no miraba al cielo con un pavor terrible.
Pero la luna estaba, y no había ninguna, Forma de cristal puro, Iglesia o Manicomio, Donde poder huir de su brillo increíble. ............ ......... ......... ......... ......... ......... ......... .... Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchacho Aterrorizado por la Luna. (Versión al Mediodía).
En pleno mediodía surgió el brillante arcángel, Y llevaba la luna, la luna de su mano, Pequeñas, diminutas, las flores del manzano, Y herido de pavor contempló luz y ángel.
Fue tan sólo un segundo de luna en el espejo, mas sintió todo el mar en su gota de nieve, era la luna blanca, era el ángel de Febe, era el rayo de plata, el oro y su reflejo.
Sintió que una clepsidra la sangre le medía, Y huyó por las callejas evitando la luna, El sol estaba ebrio de tanto mediodía.
Y al doblar una esquina no entró en Iglesia alguna, Y cayó deslumbrado, y una lila y ninguna Le arrancó el corazón si acaso lo tenía. ............ ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ....... Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchacho Aterrorizado por la Luna y Cáliz de Oro lleno de Absenta.
Surge la Luna blanca de un fondo de ámbar puro Y golpea con saña a un chaval a las nueve, Una amapola blanca brota en la fría nieve, Y en la copa de oro brilla el ajenjo oscuro.
Deslumbra el ángel verde, alzado sobre el muro, Y el muchacho, cobarde, huye por las callejas, Y en la copa de oro la luz otorga un duro Brillo de negro cuervo y de absenta perpleja.
Llega la noche oscura, la luna está erizada De espejos diamantinos, pero el muchacho huye, Y en la copa de oro brilla el verde lascivo.
Y en el cáliz de oro el líquido que ebulle Refleja luna y cielo y noche desatada Y muchacho terrible que corre fugitivo. ............ ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... .. Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchacho Aterrorizado por la Luna. Cielo Verde. Copa de Oro. Y Lilas.
Era el muchacho hermoso como un clavel galante, Y en sus ojos oscuros dos víboras de fuego Contemplaban el cielo, verde e impresionante, Y en sus labios había escorpiones ciegos.
Pero surgió la luna como un cisne brillante, Toda ella de nácar, diamantinos espejos Al chaval persiguieron por donde fuera antes El dueño de una copa de oro y su reflejo.
En la copa dorada había vino verde, La luna salvajemente le rodea y le muerde, Y el muchacho que huye tiene en los labios lilas,
Y arde la luna clara como un blanco granate, Y el agua desemboca en diez mil arriates, Y vierte sangre verde que la luna destila. ............ ......... ......... ......... ......... ......... ......... .. Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchacho Aterrorizado por la Luna y Copa de Vino Azul.
La Copa rebosante llena de vino azul, La luna en todo el cielo, como rosa en la brea, Un Mercedes de plata y una gardenia fea, Y un muchacho que huye, y un clavel andaluz.
Un Cristo hecho de espinas aterido en su cruz, El brillo de una sierpe y el brillo de mil teas, Alguien que ve la luna, la teme y la desea, Y un arcángel de nieve huyendo de la luz.
Un arcángel de nieve, otro arcángel de fuego, Ritmo de serpentera y de crótalos locos, Y una estrella que tiembla, sobrecoge, o titila.
Y un muchacho que huye de mil eclipses ciegos, Y la ciudad enorme como un inmenso zoco, Y flautas tan azules como un cielo de lilas. ............ ......... ......... ......... ......... ......... ......... ....... Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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DIANTRES DISFRUTES
Diantres diagonales y diatérmicas Las orugas arrugadas Limpieza rancia del membrillo Y la lechuga peregrina... ¡Diantres!
Del hogar frutal---Naranjas Del verde crepitar--Bellota Del azahar licor---Castaña Del monte tierno---Durazno
¡Cuánta piel anudada en los corazones!... Nuevos, gélidos Y.. Apergaminadas sierpes.
¡Flácidas estalactitas! Abiertas granadas pintadas De frente planchadas Y... ¡Amadas!
Llamaradas, amadas, amor.
Seremos Faroles de grillos Diagonales monturas Y del nácar cinturón---Peces comedidos. Un cuchillo de lirio---Clavel de seda.
Suenas hermosa, dalias al aire Tibias Manzanas, platas en jaspe Eres Posible, lecho al agua Espejo Eco, limón en miel...
¡Diantres!... ¿Olvidarlo? ¡Olvidarlo!... ¿Cómo?
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Jesús Atado a la Columna en Pleno Salón de los Espejos del Palacio de Versalles Recibe los Latigazos.
Hermoso el muchacho divino y ardiente atado a la columna, con rosas en la boca, a sus pies los lirios de la blanca roca, exhala en sus labios perfume inclemente.
Versalles reluce como un ascua de oro, doradas las antorchas repiten los espejos, y el ojo arañado se irrita al reflejo del látigo impío del soberbio foro.
Al muchacho hermoso le hieren la espalda, relumbran doradas las lámparas gualdas, la sangre purpurea, carmín, va al espejo.
Y exquisitamente sus morados labios prueban zumo verde, verdísimo y agrio, y pájaros azules se oscurecen lejos. …............................................................ Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Jesús Atado a la Columna en Pleno Salón de los Espejos del Palacio de Versalles Recibe los Latigazos. II.
Atado a la columna los espejos brillando como un ascua de oro, las estatuas preciosas, con la noche en los ojos y en la boca las rosas, el látigo furioso su espalda lacerando.
Aves del paraíso doradas reflejando, carmín y grana puro de su espalda gloriosa, y pájaros azules sobre el mar emigrando, la pasión del muchacho sublime, fastuosa.
El látigo de púas le hace daño en la espalda, brillan sobredoradas y hermosas las estatuas, y Versalles reluce como insólita ermita.
Todo es malva, granate, esmeraldino, gualda, el muchacho se bebe vinagre verde y agua, y las lámparas de oro en los espejos gritan. …............................................................ Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Jesús Atado a la Columna en Pleno Salón de los Espejos del Palacio de Versalles Recibe los Latigazos. III.
Corcheas de sangre, laberinto de espejos, diez soldados romanos al Divino apalean, es rojísima y púrpura la perfecta pelea, colibríes de oro vuelan verdes y lejos.
Versalles radia en oro como limpio azulejo, y es granate y violeta la desangrada brea, al muchacho laceran con impostura fea, Ay el látigo curvo, y el oro circunflejo.
En la espalda de Cristo manantial de rubíes, gotas de sangre roja en los limpios espejos, las estatuas doradas son un testigo mudo.
Bebe un zumo muy verde el muchacho perplejo, beben zumo muy agrio sus labios carmesíes, todo es oro a su cuerpo torturado y desnudo. ….................................................................. Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Varios Muchachos de diezyseis años Desnudos dan Latigazos a un Jesucristo Desnudo de diezyseis años en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles.
Cisnes y gallos, apolos diamantinos, querubes de bellísima figura, con látigos de púas cristalinos, a Jesucristo laceran y torturan.
Al divino muchacho lo desollan, y Versalles, en un éxtasis morado, relumbra con todos sus dorados, con estatuas de oro que descollan.
Los muchachos son bellos y son crueles, en sus labios hay rosas y claveles, son sus falos preciosos, tremebundos.
Y Jesucristo se bebe un vino verde, mientras los látigos de púas muerden, y hay vencejos azules y fecundos. ….............................................................. Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Varios Muchachos de diezyseis años Desnudos dan Latigazos a un Jesucristo Desnudo de diezyseis años en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles.
Rodeado Jesús de ángeles malos, sufre la púa del látigo furioso, y la espalda chorrea generoso sangre, hay largos, largos falos.
Y Versalles fulgura como un halo de santidad sobre el chaval desnudo, pasan azules los vencejos mudos, muerden los látigos como los escualos.
Brillan doradas estatuas, los espejos duplican carmesíes las figuras, hay colibríes muy naranjas lejos,
los muchachos son bellos y son crueles, y espléndidas de oro y amargura el chaval saborea verdes hieles. …............................................. Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Varios Muchachos de diezyseis años Desnudos dan Latigazos a un Jesucristo Desnudo de diezyseis años en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Y entonces los Pavos Reales desplegaron sus Colas.
Furioso látigo, púa, espalda sacratísima, adolescentes de tobillos finos, ojos verdes, tormento esmeraldino, y granate, y púrpura violentísima.
Y lámparas de oro preciosísimas, y el muchacho tan dulce como un cielo, y resbalando naranja por el hielo, un espanto de agujas tan finísimas.
Y fulgurando Versalles un tesoro, y todo a su cuerpo cristalino oro, y desnudo entre desnudos torturado.
Y bebiendo vino verde el buen muchacho y un terror de pavos reales machos, diez mil crisoberilos reflejados. …......................................................... Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Varios Muchachos de diezyseis años Desnudos dan Latigazos a un Jesucristo Desnudo de diezyseis años en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Y entonces los Pavos Reales desplegaron sus Colas.
Oro puro Versalles, Versalles oro puro, exhibían sus colas los pavos reales, y un tormento de púa, un tormento muy duro al hermoso muchacho le daban sus iguales.
Eran espejos verdes espejos sensuales, al hermoso muchacho lo tenían desnudo, y sin decir palabras, magníficos y mudos, cíclopes de oro verde se alzaban irreales.
Al muchacho le pegan, azotes carmesíes le dan otros muchachos con látigos terribles, mil vencejos azules, mil colibríes granas
pasan sobre su espalda teñida de rubíes. Versalles brilla en oro, en un oro irascible, y el muchacho se bebe zumo de manzana. …........................................................... Francisco Antonio Ruiz Caballero..
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Siento correr por mis venas un mar de pasiones provocadas por el ardiente deseo de amarte una y otra vez sin descanso.
Cierro los ojos y te contemplo la lujuria se apodera de mis sentidos al adivinar el océano de sensualidad que existe en tu ser, hagamos el amor sin frenos, ni medida que sean nuestros placeres desatados quienes le den ritmo al amor.
Que mis manos sean como las del escultor que al deslizarse por la arcilla de tu cuerpo moldee con suavidad tus formas convirtiendo tus senos en volcanes de pasión tu vientre en depósito de pasión encendida y tu vagina en la salida de la lava húmeda para que mi miembro entre con suavidad y estalle con luces de colores la cópula llena de amor y deseo.
Es la hora, tu volcán se enciende fogosamente la lava bordea el crácter de tu vagina acompañada de la fuerza de la pasión los quejidos van y vienen y con cada gemido me excito más y más la abrazo quiero hacerla totalmente mía, ella gime, se queja, parece una ola encrespada entre mis brazos y yo la abrazo posesivamente se ha consumado el amor.
delfin
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Me dirijo a usted, desconocida transeúnte urbana y primaveral de la clásica ciudad de Tucumán, para representarle mi desazón por sus caderas insinuantes, que atiborraron mi mañana de ritmos dormidos, traspapelados entre mis carreras administrativas.
Quiero presentarle una queja formal por la incitación a la lujuria que ha provocado con su pecho asomado a los besos del sol y sus ojos, cautos para detectar las miradas, pero recatados para responderlas.
Usted cruzó por la plaza, quizás hacia un cajero automático, quizás venia de dejar a su pequeño hijo en el jardín, un viaje casual pero irreverente, lleno de sensualidad, que desplegaba por el parque un murmullo de violetas.
Agresiva en su indudable belleza, usando con displicencia y relajo esa piel canela encandilante, usted transgredió intencionadamente los limites y me dejo sintonizado a las fantasías que vino sembrando, cimbrante y lúdica por mi vereda, dejando esa estela inocente e incendiaria, que me ha hecho olvidar mis cabildeos sobre el big bang o las especulaciones sobre los destinos de Wall Street, anulando mi concentración necesaria, destapando aromas del Caribe, en la liviana cobertura del algodón blanco ajustado a sus piernas, empinadas en esos tacones rojos como el fuego de sus ojos almendrados.
Incitación a la lujuria que ha trastornado mi mesura y que me obliga a representarle mi profunda molestia por su belleza, desbocada como gacela sobre mis frágiles convicciones. Lo cual me obliga a demandarla por el perjuicio irreparable de no saber ni su nombre ni su historia, con lo que queda marcada a fuego como un símbolo ardiente del eterno femenino, que hace temblar mis sueños en un deseo trunco que no tendrá destino.
Tucumán, primavera/2008.
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Mi adicción es al cepaje agridulce de tus besos que saben a licor de selva y burundanga.
Toda mi voluntad se desvanece en la liturgia del embrujo, desnuda te me vienes al pecho y te recibo con mis manos como timbales, recorriéndote, apretando tus hombros, tu espalda y tus misterios.
En tu ombligo, el centro de la galaxia, me detengo, soplo tu piel y siento la proyección de mis caminos madrugados, crezco hasta la gloria, ciego, me revuelco en ti con embeleso.
Las mareas de tu cuerpo desafían mi impronta de corsario, llevo el ritmo cadencioso, me cuelgo a las garcias de tu pelo, respiro profundo las fantasías de tu boca, increpo tu pasado, ardientemente peco.
El éxtasis de tus muslos golpea mis orejas, sucumbo en tus volcanes, mi represa se rompe en tus gemidos, como un monstruo prehistórico, fluyo.
El sudor nos empapa y en el agua nos desvanecemos para salir juntos en un sueño a revolotear el no tiempo, en el relajo profundo, de placer satisfechos.
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Caligrafías de amor, 02 Marzo 2011.
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