Todo en ella encantaba, todo en ella atraía: su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar... El ingenio de Francia de su boca fluía. Era llena de gracia, como el Avemaría: ¡quien la vió no la pudo ya jamás olvidar!... Igenua como el agua, diáfana como el día, rubia y nevada como Margarita sin par, al influjo de su alma celeste amanecía. Era llena de gracia, como el Avemaría: ¡quien la vió no la pudo ya jamás olvidar!... Cierta dulce y amable dignidad la investía de no sé qué prestigio lejano y singular, más que muchas princesas, princesa parecía. Era llena de gracia, como el Avemaría: ¡quien la vió no la pudo ya jamás olvidar!... Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar y cadencias arcanas halló mi poesía, Era llena de gracia, como el Avemaría: ¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!... ¡Cuánto, cuánto la quise!...Por diez años fue mía, pero flores tan bellas nunca pueden durar... Era llena de gracia, como el Avemaría, y a la fuente de gracia, de donde procedía, se volvió...como gota que se vuelve a la mar...
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Poeta
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