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HERMANO DE NEPTUNO
Vivía el gesto elástico y venerable anciano. El tiempo doblado y esférico. Pitágoras programable. Vibración en unidad y disco duro reblandecido Una constancia razonable por las arañas y sus redes.
Ese venerable anciano era un gran fluir de sueño. Que domaba los torbellinos y corregía el curso de los días. Y con solo transmutar una calma y obediencia al tiempo. Y respirando armonía y sosiego avispado.
Su pensamiento vigoroso de Titán, sin hundirse como el mágico, transatlántico de vacíos ricos y retorcidos carbones. A través de las escotillas y los senos sagrados enormes. Lagos subterráneos de las vírgenes, sacrificadas y acuosas.
Ese anciano se volvía joven a voluntad. de espejo y reflejo. Y a cada nuevo espejo introvertido interrogaba. Floreciendo...Recapacitando...Meditando. ¡La pestilencia y podredumbre, del humano codicioso absurdo!.
No esperaba más, y simplemente contemplaba, y contemplaba. Hipócritas. Arrogantes. Retorcidos e Improvisados directivos vanos. Y seguí y seguí al venerable anciano. Y en cada tiempo enfermizo, pensaba osado.
Como un sano oso, como una luz que carece de sombra. Y su venerable cordura invitaba a todas las cautelas. Vivía tolerando las orillas, los caos y anarquías. Y simplemente se tornaba transparente.
Agua de nube. Arena de playa y fuego. Leyenda y coyuntura escala fluyendo. Regios misterios ostentosos, carne de ignorantes. Mundos subatómicos, en espacios indeterminados.
Y con la energía de su masa salían los fotones. Y con la antimateria se bañó sonriendo. Animando las entrañas de su esencia. Silencia elocuencia emergía maravillosa.
Con cada gesto, elástico y como liga cada templo. Plegaria auténtica de la nobleza, templanza y honor. ¡Sin exhibición!, Siempre un esplendoroso arrojo sin cerrojo. Ojo celeste ciego al dolor humano desalmado solitario.
Un infinito frío de caverna y un amén perpetuo y sanguinario. El venerable fue anciano, joven contemplación verdadera y atractiva. Un día con acierto se tornó invisible. Y ahora. ¡Oh, esté ahora su presencia sin ausencia permanente!.
Sé que vivía en cada gota en las lluvias del océano. Y que era el venerable hermano eterno con el agua.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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La molécula del mal Hace muchos, muchos siglos en la vibración violácea de un poema está representada la misma longitud de onda con las nociones de violencia, agresión y amargura de una época del tercer milenio, antes de la gran des- trucción desoladora e irreparable de la cons- ciencia humana, que se había iniciado como un minúsculo neoplasma. social invasivo, y aún los oncólogos sociales fueron incapaces de abor- dar el problema con efectividad, a causa de la falta completa de cooperación internacional.
La leyenda según me la contaron, no se permitió fijarla en ningún medio material indeleble. Y partió de un viejo monasterio transparente hecho de los especiales campos energéticos de fuerza espiritualmente evolucionada en el alma de éste personaje, más allá de la comprensión racional habitual. Y fue... ¡Qué...! Caminando por la esquina de un viejo sueño se le ocurrió mirar el lado que brotaba de los ecos pe- dregosos desfigurados del dormitorio paralelo a la ventana cerrada. En el microcosmos del inconsciente colectivo era evidente el desequilibrio peligroso, las campanas imparables emitían insospechados capítulos del fracaso incuestionable del progreso, en los millones de turbias pretensiones enmascaradas de las manos en la espalda. El tiempo y el espacio se fusionaron en una especie de plasma antimaterial desconocido hasta ese entonces, dentro del cual estaba reconstruyendo los sutiles modelos teleológicos en el campo teórico, en la escala subatómica. Ahí las hipótesis más plausibles encontraban la punta matemática infinitesimal del cálculo geométrico... ¡Sabiendo qué no podría decirlo!. En el ambiente había una luz mortecina como la carne que se deseca y se momifica de alguna manera a pleno sol. Los resultados apuntaban en la dulce dirección de los electrones producidos du- rante la descomposición de la glucosa al pasar la
barrera hematoencefálica y con los enlaces covalentes inestables se posaban en amplias zonas del sistema límbico, deteriorado y sin control.
Era sorprendente. ¡Por la vía aeróbica y proliferando los más primitivos impulsos destructivos, en los más perfeccionados modelos filogenéticos. Inquieto, pálido, con quince kilos menos de su peso habitual, su pensamiento dirigía el análisis a la nutrición. ¡Oh! Ese inmenso complejo mecanismo metabólico multisistémico tan mal comprendido en las esferas directivas espantosamente carcomidas y agusanadas incurables. La llamó nutrición Holozóica Ciberespacial (HC), si bien, la nutrición saprótrofa (NS) es de importancia clave, sobre todo, en las etapas seg- mentarias de históricos conflictos consignados en múltiples documentos, en sus particulares descubrimientos por la lógica simbólica. que utilizó como método ese día.
Sudoroso, incapaz por el momento de comunicar sus resultados, de alguna manera, el pensamiento sentía humillado y aterrorizado por la insensibilidad global progresiva. Entonces por el piso vio el mundo de varios años, las calles tapizadas. frescas y cadavéricas, enrojecido el asfalto, cientos de automóviles per- forados, vidrios por todas partes, rotos los rostros y lágrimas, inundando los edificios de las tristes chozas.
___¡Ayer será un día difícil de analizar mañana en la imagen hecha jirones!. Y la del centro, aún más, por la indiferencia de los papeles carbonizados más digitales. Oprimió el botón holográfico de pronto desnudo en la pared enmarcando un ángulo insólito en la mente en blanco en esa vigilia convenida asomando, no importando la excusa ni la hora menuda por los mosaicos estremecido. Y recordó el escrito como un poema de fondo. Intitulado que aparecía.
Por la ausencia que reflejan las sombras en la distancia en la voz del desaliento el dolor qué huele al odio el eslabón desfilando aleteante ¡Bóveda qué clamorosa muerde! Al estanque removiendo, las ropas al aroma del ahondarse, los barrancos sembrando aplacan. ¡Mustias ascuas a raudales!. Mustias Ascuas ¡A raudales íntimos dardos combatiendo!. El atropello del metal fangoso, la redonda limpidez manchando, al brutal precipicio acompañando, las arrogantes hachas de la hierba, huracán dilatado de la cumbre. ¡Talando las heridas entreabiertas!. Como, sin decir. Como... Algodones sedientos bajo la tierra. ¡Arena sin remedio lóbrega rama!. ¡Erizados medran cielos!. Agrandando hambrientas yuntas, entre los martillos espumosos parpadeantes. Y pensaba, letra a letra los mensajes de las estrofas combinadas, verticales, en zig-zag, en lecturas ascendentes y asimétricas, ahí estaba el misterio del pensar adherido a la memoria y la emoción colectiva percibida año con año, siglo a siglo, en unas cuantas horas ondulando.
Sin embargo, se decía en el fondo. ___¡Nada funcionaba en el destino fabricado con el dinero mutilado del azúcar radiactivo en la red del sistema activador ascendente!. Los instintos desvestidos anidaban ya el aire de los bolsillos y los vientres de los humanoides maleables y metálicos depredadores millonarios. ___Pensaba en los resultados teóricos definitivos, y por lo irrealizable de la prueba cubría sin notarlo sus rodillas adoloridas al embalsamarse dentro del sueño de creer vencer al mal reinante. ¡Como si fuera la molécula aislada!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ARACNOIDEO SORTILEGIO
Llegó afilando el fondo de la quebrada penumbra, alguien inasible, jugaba con ese silencio, alado, al salir del anillo eléctrico, obstinado, la fábrica confidencial de las arañas, haciendo talleres, en toneladas cálidas.
Y en ese presente demorado, año con año, el papel velado construía una revista.
Interiormente la noche moría recostada en la luna tejiendo estrellas inundadas de fisuras amontonadas en la corteza de la semana anterior. ¡Arañas moleculares!. Instrumentos lectores de sueños y pesadillas, desenredando eléctricos impulsos neuronales, biopartículas misteriosas, en las pantallas.
___ ¡Y el muy perro me soñó como un gato!. Dijo el canario transeúnte más enfrascado, sondeando los rincones, de las camas, apetecibles, recolectoras, sedantes, tardes mendigando. El aire sudaba gotas de luna esa vez, en la pared clavada del reflejo encima del foco iluminando al débil camastro las palabras esbeltas corriendo el vidrio en la extraña escena de aquél joven accidente atónito paréntesis cotidiano.
___¡Fuera de la cama!. Era decodificado el mensaje procedente del año luz previo, al descomprimirse los fotones teñidos de antimateria... Más allá, la vela escondía su rostro céreo con la flama entusiasta de las multicolores fantasías, y en los procesadores virtuales transmembranales del aviario. Si, como un papagayo instalado en un parque azulado de metálico césped coloide.
La cápsula había derramado el rústico polvo convertida en una inmensa laguna flotante justo dónde el letrero luminoso dejó de serlo cubriendo al cuerpo al fondo impalpable dejando la humedad del mediodía.
En las masas mesas nubes grises vistas a lo lejos de los solitarios meses sin eludir la censura cultivando mosquitos entre las ventanillas de las bocinas idealizadas quedaba ensortijado el extraño incidente, y en el recuadro un trozo de memoria.
Representaba no más de cincuenta años, en la granja metabólica de la tradición, semejante al cabrestante nanométrico de la séptima generación, discretamente teleférico... Y no eran sólo los años comprimidos entre los sistemas entrecruzados. No, no, eso jamás lo hubiera visto.
Y menos en aquélla época, con los retorcidos mecanismos perversamente electrónicos en la inversa biomecánica relativista, tan llena de ilusos, de disimulados proyectores radiales entre la nueva maleza del sintético satélite de moda.
Lo recordaría. ¡Muy vagamente!. Acaso, invisible, de no haber sido así. Y nada podría contar ahora, de este suceso intersubjetivo, ¡Hubiera necesitado una almádena para la memoria! Pero no es así. En cada uno de los días grabados en ése anillo, el tiempo eléctrico quedó atrapado en telarañas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Termogénico tercero
Nada parecía distraerlo, y abandonó el planeta. Pensó en los minutos elongados y la energía desatada por el gránulo intermitente... En los cuerpos en conjunto en ruinas. En la sangre misma asustada del eclipse por el abuso atrincherado de las armas en las almas arrodilladas a los dioses empapelados. De vez en cuando, vestía con luz su tercer cuerpo en las interioridades del instante con gran nitidez proyectando mil nimiedades en los antiguos quarks desconcertantes. Con la humedad de los ánimos neblinosos entre las hambrientas inconsciencias. Esta vez, caminando por el rayo blando pronunciaba cálidas palabras al vendedor de las mentes... En los submundos, cruelmente invadidos por el acoso de los disímbolos mensajes transdérmicos con los impulsos del teledirigido temperamento hostil y al momento de perder peso la medianoche. ___ ¡No es posible volver a la tierra!. Y sentía cargar los depósitos de las penosas ausencias devoradoras de la memoria nítida. Sepultadas entre millones de palabras traicioneras y deformes ingentes. ___¡Una vez atrapado! La culpa realmente se enroscaba y desenroscaba en los ácidos nucléicos en forma de serpientes impacientes con las abruptas espinas de redes subatómicas. ___Nadie lo sospechaba a cien años luz había descubierto lo inimaginable, la desaceleración volitiva supuestamente imposible del tiempo curvo y el espacio plano contráctil...
Lo cierto es qué había desarrollado un método infalible de diseño plasmático con los viajes extracorporales instantáneos, al probar individualmente los ancestrales conocimientos de la física teórica de la humanidad degradada en la escala axiológica más primitiva...
Fue al distribuir su energía al fondo del último agujero negro qué anteriormente lo había bloqueado indefenso. Pero ahora... Las cortinas impenetrables solo eran remolinos sumergidos en la penumbra del plasma íntimo acogedor pequeño de la ignorancia del pensamiento deteriorado por el instinto.
A lo lejos el espacio aparecía sombrío, el azul era el mismo engaño del cielo entre lúgubres retinas desérticas y absortas en el poder efímero de los metálicos abusos sobre los débiles. ¡Con toda la silueta de las partículas desnudas del escombro!.
___¡Ser y no ser, en el mismo espacio simultáneo!. Entre la maldad dispersa en expansión y esperar del mal obtener el bien... ¡Vaya buena inteligencia perversa!. Más aún querer aniquilar la maldad transitoria con el perdón eterno... ¡Bonita fiesta de la infinita ignorancia!.
___En fin, el espacio desaparece empalmando una cosa sobre otra, la causa y el efecto son sincrónicos e irreversibles a menos que. ¡Bueno, ya no lo haría otra vez!. El segundo cuerpo había experimentado la extinción abiótica y el recuerdo aún dolía. Más ahora, en la interestelar misión el contacto físico era completamente ininteligible al nivel molecular arcaico que había logrado reproducir en el sonido del cero absoluto al abolir el pensamiento.
___Dejó el primer cuerpo latente en la fantástica irrealidad inmóvil, en los párpados incubada obscuridad, en lo divino en las fauces premonitorias de los hilos estupefactos al emerger de las profundidades aletargadas y fue un volverse diacrónico y transversal impulso prolongado extensible. Bien lo sabía, en el mismo fondo qué callaba enquistándose, ensimismándose más allá de las estrellas tenebrosas imágenes, con la certeza de otros tiempos, dónde el abismo era incomprensible y sólo a veces traspasado por el genio iluminado del vacío real, y en el tabique de las coordenadas ficticias desintegradas. ___Pero ahora, fuera del cuerpo como explicar el mecanismo inefable por el haz de luz oculto, a la humanidad esquelética devorada casi por completo por los instintos desenfrenados. ¡Termogénico tercero!. Repetía el eco grabado en el rostro del espacio-tiempo. Y... Así fue al final en el espejo infinito la obscuridad fue reflejada más allá de la mente y de la luz. En El Venciéndose a sí mismo en los tres cuerpos. ¡Del fuego originalmente desconocido!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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HISTORIA DE UN CUENTO
Desde el vientre de una diminuta pluma antes, quetzal era su madre solo en la mano aunque no con mucha frecuencia del principio al fin entre las hojas, ramitas, frutos a veces volando, cuando empezó a salir muy pequeño pero muy visible, con unas letras tiernas balbuceando... En los renglones imaginarios de las blancas hojas recicladas. Luego marchaba, torpe y lento, como gateando cuatro verbos y el sujeto, a veces caminaba en un pie pues le dolían los adverbios y alguno que otro artículo de taciturnas frases entre largas y cortas oraciones.
A poca distancia bajo una vieja y desteñida gorra estaba su padre cultivándole sueños, reales o alegóricos [/font]ensueños gráciles, en los intrincados caminos de grises y blancas substancias amables e imaginativas circun- voluciones que ascendían inocentes hacia ahí, a ese lugar especialmente secreto, desde la región reticular del tallo de los deseos del despertar y de la protuberancia sutilmente.
El día avanzaba sin piedad, entre nublados melancólicos, sin duda de carácter débil, pues aún atormentados, la sequía continuaba.
Esa vez, su madre fue tomada amorosamente por la misma mano de su padre qué lo había engendrado, bajo la sombra del árbol, qué caía sobre la gorra, y le indicaba suavemente plasmar en letras confortables a los imagina- tivos ojos qué tal vez leyeran.
Al principio, recordaba él, no se escribía. Hilo contado parecía y seguía, y muchos lo pasaban de boca en boca como a él, que recordaba muchos, de sus abuelos, mitos, fábulas, leyendas... Estaban en su memoria varios, desde los Vedas Hindúes, hasta los de Sherezada seguidos de una interminable lista de épocas y lugares..
Tras su confinamiento en aquél cajón polvoriento y pálido estaba plasmado, pasmado a veces sobre unas letras irregulares. Había viajado en sobres, bolsas, cajas, maletas, carpetas, en fin una vez le cayó agua de un techo y por poco y se ahoga. ___Así se sobrelleva el embate del destino, se decía, bosquejándose tiernas arrugitas del papel amarillento donde estaba___ ¡Y del qué misteriosamente desapareció!. Esperanzado pensaba en lo inmaterial del tiempo inmemorial, diciéndose: Algún día alguien me verá con buenos ojos abriendo sus ventanales creativos, y podrá reconstuirme, encontrarme quizá, en la
misma fibra de su vida, coloreada entre realidades, fantásticas, o doloridos vientos susurrando, multiforme ideas y estilos. Y me verá correr, sonriendo moralmente serio, extraño artístico y despeinado, fumando filosofía, ó cazando historias hechas o por hacerse, entre sabores románticos y olores mágicos, o en las infinitas formas y esencias qué mejor les acomode. Aunque por éstos tiempos, esperaba, invisible, hasta cierto punto creación en germen, y solo dialogaba con algunos de sus hermanos textual- mente físicos y muy variados electrónicos digita- lizados increíblemente antiguos.
No obstante, vivía latente en blandas mentes, en el fondo espiritual de corazones razonables, en el mismo ser encarnado del relato... Y solo esperaba. Esperaba salir de nuevo, al espacio psíquico multicolor trascendente tal vez algún día.
___Para hacer su propia historia y contarla__
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EL LECTOR "X"
Léase qué leía... La música empezaba a desvestirse, empalideció en el rincón y quedó inmóvil, el silencio derramó la puerta del fondo serenamente, con las sábanas tibias de la brisa, al borde de los senos, enteramente dí- ferentes al caer. Los ojos de la noche.
Había cruzado esa dimensión, flotando temblorosa la espiral, del cuerpo dejado atrás como ceniza, como una gota, arena, grano. La tierra muda de sorpresa ya no existía en los mapas estelares, según la fuente de los rumores casi contra- dictorios en la Caología Teórica de la Metafísica Ondulatoria.
Léase que leía... A veces, nada más para confirmar el mantenimiento hipotético de la humedad en los bosques de Venus, posterior a la introducción del valor inverso del cilindro en la Ley Corpuscular de correspondencia.. El lector "X"... Conocido en los anales de la Mecánica Clásica de los cuerpos blandos y en los descubrimientos termodinámicos aplicados a superficies elásticas. Estaba preocupado en su más reciente experiencia, sobre todo en el campo transcibernético de transporte extracorpóreo.
Si bien, era matemáticamente probable en la Lógica Simbólica de características sagradas, él llegó a seberlo por cuenta propia.
En esa dimensión, los trasplantes de alma eran una cosa sencilla, y los espíritus podían elegirlas. Ya no eran solo rumores, tenía evidencias subjetivamente interiorizadas, y convenientemente materializadas para dejarle convencido de ello. Pensaba y pensaba, letra a letra, en los diferentes lectores qu le servían de apoyo, ópticos, lasser, biomoleculares, trans- dérmicos, de microimpulso neuroeléctrico y demás.
En su nuevo traje invisiblemente brillante se llevó la cabeza a las manos y trató de elegirse un alma apropiada, sin muchas vidas superficiales,y de pecados abolidos, recubierto de apariencias insubstanciales, de reproches a la gramática cuántica, se decía un tanto incómodo, entre la notable expansión desinformativa del hiperespacio. Y la fractura dimensional en el campo transcibernético, que hacía esencialmente raquítico el banco almogénico sacro-celeste, en esa dimensión de su experiencia. Léase qué leía... El lector "X", carbonizado entre las urnas fantasmagóricas de mercuriales cenizas plasmogénicas y etritrocíticas ingenuidades. No obstante... El eco de la voz retrocedió a la dimensión previa, y decodificado el mensaje convenientemente, de manera objetiva significaba. Un... "Ustedes los hombres creen qué ésto es muy fácil, uno debe elegir su alma, con el pasado y el futuro fusionados, y con la esperanza limpia de culpas, por los inframundos angustiados, aún después del viejo truco, y del azul celeste de su cielo" Pero... Nada de dientes apretados. Ni de llorar soles. Entre lágrimas verdes de nubes. Ni de cultivar sueños. ¡Aquí la realidad devora cualquier pesadilla y no hay a quién echarle la culpa del infortunio!. (Los chivos expiatorios no existen y no se crean). La causalidad es geométricamente esférica y el espacio inmanente se calcula en la autodestrucción, programada desde lo extracorpóreo del área vitalmente compartida.
El lector "X". Léase qué leía... Pero en lugar de analizar el común denominador como un poseído, leía... Y, Z, W, XXX... Después de todo, la inercia contemplativa construía una intimidad compacta entre los ruidos indescifrables, rugosos y calambres, al cerrar la puerta al mundo. En el fondo, el lector "X", sabía que pasaría largo tiempo renglón tras renglón, antes de comprender los fenómenos anteriormente descritos.
Esta vez, estuvo observando sospechosamente el sonido de aquél idioma incomprensible, a primera vista, con giros monosilábicos y guturales unos, y en otros graves y aglutinantes galimatías...
Por lo menos, así le parecían en la imagenología acústica que había desarrollado, al haber cruzado los campos dimensionales por una teleolisis trascendental. ¡Y abundantes estados alfa acumulativos en el tallo cerebral y sistema límbico neoformado por estimulación transcraneal.! El caso es que, él lector "X", encefalizado emotivamente, sentía pensar, abstraído en la neumática del impulso vital, sin un propósito definido radicalmente, en que quedaría incorporado finalmente al universo energético, al margen de cualquier fantasía planeada. En X o Y... Previamente y claramente. Urnificado en diamantes sintéticos, y un rubí óxido, sería una seria advertencia a la transformación del plomo en la poliédrica inconsciencia colectiva. Leía repitiéndose dudoso.En esa dimensión, continúa edificando el subsuelo de los sótanos inconscientes , y tiende puentes conceptuales para remodelar comprensivamente los cambios de irradiaciones helicoidales, en su alma herida con metástasis demonogénicas, esperanzado en la reconstrucción del futurismo que profesa. Si bien, se llevó toda la ceniza inmemorial a la urna Z,Y,W, al paso rítmico de una quietud deliberada, quería elegir su nueva alma, pues la que tenía había enfermado irreversiblemente, y en esa dimensión, los trasplantes de alma fueron la mejor alternativa en los planetas agónicos. Aunque nadie concebía que hubiera patología del alma, y mucho menos intercambios axiológicos deteriorantes hasta la misma profundidad subatómica de los neurotransmisores,los receptores ontológicos nunca habían sido reprogramables.Así lo había evidenciado, la última tendencia de la prostituida estadística, en las encuestas de los gusanos de una enana blanca de la constelación del sombrero. Después de haber hecho el cálculo infinitesimal, con la piedad pulsátil apropiadamente diseñada para tal efecto.Tal vez, la solución era un trasplante de alma. Y.. Cruzó la dimensión antes de concluir la lectura de su vida, "X", y se transformó en el lector cósmico. ¡La suprema leyenda!.Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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FANTASMALMENTE
Erase una vez un hombre sentado en la esquina de su luna, donde estaba, ligeramente vivo en atención a sus temores de no morir completamente en los complicados conceptos de la biología espacial, intergaláctica, en las versiones intradérmicoleosas.
Pensaba en astrobiología microscópica, y en los virus informáticos, bacteroides, y en...las algas de una vecina oruga que oscilaba todavía en su cápsula supersónica, sin sentir qué la llama del mechero y en los tubos de ensayo, la flama de la vida no necesita de testigos, es decir, papel testigo de que la esterilización del material ha sido llevada a cabo, al vapor o con presión simple, y calor metabólico de las hormonas endorfinoides, transpiernosas por fricción, de carácter suave y complementario. En ocasiones, la fantasía fantasmal recorría las pequeñas arteriolas, teledirigidas en sus aspectos volitivos, ausente entre artificios, insensibles, no así. En las porciones más didácticas de la vitalidad reversible. ¡Claro!. En aquéllas circunstancias propositivamente delicadas, y en el sigilo más prudente y decente. En el aire unos destellos fosfóricos contenían varios miligramos de forasterina para inmigrantes, y un aframbuesado sabor desconocido en ese mundo. Érase además, que las conversaciones le daban cierta singularidad frente al espejo, en el retrovisor de aquélla cabina elástica con la mejor voluntad de comprender el texto reciente, reluciente de tapas transparentes, como eran los metaloides transuránicos y blandos. En el frente del mismo, se encontraba el título, aunque no siempre, de la misma manera, podía ser trasladado con un movimiento del dedo suavemente. Si bien, lo importante del contenido textual, trataba del asunto que le preocupaba. ¡Nada menos qué la teleología en el campo de la biología molecular!. "Un...¡Telar ocular desnudándose lentamente!"
Recuerdo cuando lo vi por primera vez, ligeramente pálido, y despeinado, se frotaba pañuelo en mano, la frente, un poco mareado, dentro de una camisa arrugada, traslúcida del tipo intercambiable de valina y leucina sintéticas. Desde cierta distancia, la luz tornasolada quedaba como plateando unos ojales, asimétricamente colocados bajo unos botones esmaltados, con interesantes dudas, y ligero temblor en algunas partes íntimas, en la consciencia geométrica de aquél triángulo.
Cuando miró hacia atrás, todavía estaba el reflejo de la imagen, fingiendo que aún estaba ahí, observándolo. __Bueno, todavía no soy fantasma.__Pensó, para tranquilizarse, ya que de improviso salí de su campo de visión un poco estrecho tras los cristales de alta graduación, casi siempre acoronelados, y de plástico flexible, ajustable entre ceja y ceja. Insistía. A poca distancia, en el crepúsculo, aún límpido, aprecié la luna, casi llena, de vagas notas que parecían un laberinto, de calles estrechas, desiertas, silenciosas, entre la vida y la muerte, como precisamente había pensado que serían los virus entre las algas amablemente prestadas, para reproducirse un buen número de feromonas naturales, con suficiente imaginación en un acolchonado labora- torio espacial, diseñado para el efecto génico.
Y desentrañar los misterios de la biología reproductiva más placentera a nivel microscópico, y en el interior de la consciencia cibernética, se decía, no obstante, preocupado por definirse la vida, particularmente abiótica a temperaturas de cero absoluto. Pero, aún ahora, que ya soy el fantasma de ese lugar, donde habito, tampoco he logrado saberlo, hasta ahora, en esta nueva mente fantasma. ¡Mal qué bien, tal vez!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EN LA CIUDAD FLOTANTE
Nunca se sabe cuando las noches lejanas vienen del futuro tras de ti, tan violentamente lentas son las... películas diminutas qué guardas en la... memoria de la cámara refinada, digitálica, con las rodillas en el micromotor lumínico alrededor del pasado, pálido lamento inútil.
Salían las palabras mecánicas, sin ritmo, ni entonación, frágilmente seductoras, blandas, en una lágrima brillante, restaurada, por la mejilla, metálica, de una arruga tierna, y en las caderas transparentes, oleosas, firmes. Así fue. En la ciudad, qué flota por los tiempos, en los espacios de húmedos sueños dócil, flotante, antes relegados por las cumbres, analógicas, entre dos elementos opuestos, en una síntesis de procesos inductivos. Se Veía, imaginando, los mínimos orbitales saltando cuánticos latidos en el bajo vientre vertical, pulsando. En el espejo cóncavo y cuadriculado del fondo, flexible, en el borde ajustable del encarnado traje.. Seguí mirándola a medida que avanzaba, y pensé, creo, en la irrealidad de la... sonrisa... En una isla, solos, con la energía, fotónica, abotonada, desnudando tres lunas, en la fresca miel de fresas noches, entre las botellas, añejas, del placer, libremente endodérmico, pleno, morfinesco, en cada molécula móvil y termoestable, acompañados de brisas juguetonas, en la piel de las olas. Como eran espumosos, los montes de Venus, en un elixir concentrado de "Afroditas y Mauinas", al volverse instantáneos los universos quedaban fundidos, en una enorme fisión, en cadena desencadenada, y el tiempo se contraía y el espacio en expansión, aparecía pequeño, en este momento, aparecía diciendo. Ginecoide, casi humana. ¡En el momento qué usted lo desee!. Solo piense en ello y suspire profundo. Es un viejo truco, electrónico y minúsculo, pero teletransferido. ¡Qué registro, ecográfico y micrométrico!. Y el mecanismo automático se autolubrica. Usted sabe. Durante el breve viaje apenas intercambiaron palabras y algunas frases convencionales. Las relaciones biomecánicas, humanoides juveniles y las termogénicas androides, no eran tan rápidamente ensamblables. A pesar de sentirme impulsado a ser tierno con ella___Pensaba, bueno, creo, qué pensaba, ó sentía el aceite multigrado en un tono enrojecido, cercano. Y especialmente para que en sus profundos circuitos de recubierta endorfínica auténticamente humana en su origen, no se sintiera desamparada.
Entonces fue cuando escribió él. El último renglón.. En un telón del teatro nebuloso, le temblaban las manos, el aliento ardía, en el vientre bajo un volcán submarino, polar y estrellado, fijo en los puntos del cosmos conocido... Y dejó, respetable la colección de... "Astroerótica ficción androide".
¡Yo no creo en Venus, ni en Eros!. ¡Solo soy un ingenuo Cupido cibernético!. Con todo lo flotante de esta Ciudad, sin nombre, perdida entre microscópicos teleféricos dementes. Y creo, voy a contarles, tal vez lo entiendan. ¡Creo recordar, ó localizar el archivo en la llamada perdida!. Éstas. Pulsátiles. Líneas. Versátiles. Datilescas. En ese microcósmico y orgasmático instante. Lo escrito."Los universos quedan reducidos a fuego. Volcánico Al instante derramando Se esculpe La eternidad anhelada Cuando La sonrisa nieva insaciable Y en el fuego helado el vapor renace En La belleza bajo una flor madura En Lo agudo. ¡Queda invisible reposando!. El amor inmaterial. Dónde... ¡Las transparencias, destilando, arden" Y cibernéticamente el Nuevo Cupido, regresó a la pantalla. ¡Nunca se sabe, en la ciudad flotante, las noches lejanas... Vienen del futuro tras de ti.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EN LA DIMENSIÓN CATATÍMICA
Solo el aire suprimía la discordancia de los tiempos, lógicas contradictorias de infancias añejas pero válidas en su espacio, y las fluctuantes, periódicamente, al ritmo de las tendencias existenciales, en la investigación empírica, en la soledad más teórica qué pura. Cruzó a ésa dimensión. Entre la ficción helicoidal el corpúsculo giraba, grácil, auténtico, sin periodicidad, tan alegre como infructuoso, dónde los dígitos irregulares dejaron de verse, en la trayectoria del lápiz...
¡El espacio se doblaba, la luz perdía velocidad, y una obscuridad brillaba bajo la cama!.
Y tanto, más especulativo qué espectacular, la tarde cobijaba el solo arrullo del parque cercano, por el aire, mientras reflexionaba, ondulando los ruidos de las hojas secas.
Se decía, y algunos despistados lo llegaron a creer, la iniciativa audiovisual logró editar virtualmente, el interior de aquélla época, imaginaria de un desequilibrio ligero de acordeones, en los últimos años luz, según la teoría de las cuerdas de la nueva guitarra, con una regularidad notable, y sobre todo, por el efecto ámbar, y la sirena incontenible atrás de la ventana.
¡El ánimo cambia, el pensamiento brilla y nubla, el sentimiento deja de ser hielo y vuela!.
Pensaba en el efecto, ámbar del techo al piso,
vibrando en la catatimia transparente, en la dimensión a la vuelta de la esquina, redondeando los agudos planes de plenas planicies en escarpados bosques matemáticos y un sabor a geometrías nuevas...
Leía en pausas la nueva revista y la pantalla penetraba su ser imaginando, en papel y lápiz... Ahí... Sentía cansados los párpados en las ondas frías de la playa, últimamente descrita en Urano, de la que se había enterado en su viejo trabajo. ¡Sí, ahora estaba seguro!... Era una especie de curioso efecto, qué a mayor velocidad le restaba energía... (Sonreía al pensar en una tableta azul de rara forma). Y en unos momentos, volvía seriamente a pensarlo. Tal vez sería la taquicardia última fantasía del corazón biomagnético colocado en su hombro derecho en aquel microchip subdérmico...
___Se decía, tranquilizándose.
No así, en la profundidad encefálicamente noble.
Dónde parecía ser tan débil la señal del axoplasma, movido con una voluntad suave y tenaz. ¡Debía controlar, bueno, más bien regular razonablemente los taquiones, y éstos a su vez, uno que otro latido, extemporáneo se salía del oscilómetro!. Sin bien, la cabeza dolía con frecuencia y el mar mecía olas entre sus cejas como un barco sin velas, le velaba la visión cegando lunas y estrellas fijas, al limpiar el telescopio cercano.
Pero, he aquí, lo de importancia suprema. ¡Ya no era el mismo, dentro de sí mismo, en esa dimensión, espiral, pulsátil, agridulce, ácida! Sin embargo... En el fondo, al reposar, la energía de su vacío no era mínima, y podía fabricar, y lo hacía... Un nuevo espacio-tiempo, propio, individual, compartible a voluntad... En distantes y paralizados campos, con un pequeño impulso sin causar su decadencia... Luego, ¡zaz! y el campo energético relucía de sueño a sueño en realidades materializadas...
___De pequeño, dejó de creer en espectros, pero ahora, en el espacio electromagnético, en las geometrías No-Euclidianas, en el interior adolorido y enfermo de su vieja alma enferma. ¡No había logrado gran cosa!. ¡Le quedaban aún otros recursos, lápiz, papel, plumas, y treinta toneladas deseosas de cambiar la realidad adversa!.
Cerró lo ojos, y la condensación de los taquiones por fín había logrado. Y después, todo fue tan diferente. Entraba y salía, en la dimensión catatímica, a voluntad, regulada, autoconsciente, como lo hacía con las realidades fragmentarias qué chocaban a su alrededor en las personas que lo conocieron.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EN LA CRUZ VIDRIO
Había dejado toda su arena en un granito. Por las turbas degolladas, de renglones, pálidos, de mostaza en una época, de muchos, de jóvenes sacrificados con flores y al amor de goma, y gas naranja, libres protestaron. ¡Libres fueron solo de morirse como ahora!. ¿No está ya escrito?___Escuchando a veces el viejo rock, en grandes avenidas a go-go... En el vidrio, en la ventana, al frente, había una cruz atravesada por muchos olores de otros tiempos. ¡Qué a repetirse vuelven!. En el bosque, siluetas de roble, pajas de un ojo, semillas plantadas sobre asfalto y metal de plomo ardiente penetrando carne humana, por las órdenes de los cíclopes nuevos. ¡Antropoides!. Fabricando una enorme calenda. En la cruz, bonanza de lápidas, tiernas tardes. Hay, vidrio, pensaba, como un viejo plástico, antes del reciclado desbordante despeñadero. En las sombras perfumadas, frescos murmuran, las revistas, libros viejos, historias cocidas por el agua parpadeante de los puntos rojos con los pómulos hinchados, como un lagarto que se zambullía una y otra vez, en la pobreza desayu- nando hombres inmutables ya en las bibliotecas, oxidados se arremolinan las cabezas que los re- cuerdan, solamente de niños, al fondo de manos curiosas. ¡Años de colores, pelo largo y mini-falda!. No, ahora no es igual. En la red las estrellas son opacas, se protesta con un dedo, se controla el universo con un "click", que retumba en una cabeza hueca, y des-almada pródiga, que alimenta fantasías llenando los bolsillos del saldo que hace del aire al tiempo, y las memorias. ¿Qué son?. Nuevos dispositivos, más allá del disco duro, portátiles, volátiles, se compran, se venden, se llenan de virus y a veces... Por pequeñas fallas se localizan en alguno que otro cerebro humano, que es habitante virtual del espacio inexistente, con la virtud más elevada, en la soledad menos que electrónica, en esa soledad que corre más libremente frente a una pantalla, y demás espejismos de avances que sufren en segundos, y lloran por una cucaracha.
¡Vidrio!. Vaya nombre, pero esa había sido la voluntad de la abuela al registrarlo, como su hijo de 75 años.
En la Cruz, el poblado más cercano, tras la puerta del cuarto que a veces funcionaba como oficina y otras, era una cantinilla ingenua, que confusa hacía la misma perilla de esa puerta. En la mesa, en el ciberespacio fantasmagórico, un viejo ratón, la música, la presencia desnuda del monstruo del cuello blanco, asesino multiforme, plaga, enredadera en las entrañas de las paredes y los puentes al inframundo menudeaban. ¡Es obsoleto morir naturalmente!.
¡Hay qué estar actualizado, secuestrado, extorsionado, y sobre todo aterrorizado, así se logra controlar hasta el último cabello si quedara algo más allá del hueso pensante!.
¡Cruz, cruz!. Decía vidrio, que se vaya todo el plástico y regrese la madera reciclada. Era uno más, millonario del desastre, cientos de veces, miles de ausencias fingiendo olvidar.
Y culpando, al pterodáctilo organizado, en rebaños, en recuas, en parvadas, organizado en bancos, de peces, en las fauces de ballenas, sin recato, en la cruz de mantarayas. Vidrio, sí, él, el Vidrio, como un heliotropo infunde
esperanza. Pero... El silencio es porcelana en camisa cargada de malos presagios, en las castidad de los fantasmas. ¡Creyendo en las urnas que guardan cenizas!. ¿Sirven acaso para guardar otra cosa, o dar esperanzas de otra vida cuando ya no se tiene?. Y botan solo las pelotas en las infancias yertas, al elegido del cementerio.
Vidrioso tiene cada ojo la paja y la viga aplastó un camello al entrar sin pedir visa en una aguja. ¡Y todo por el amor de un click!. Casi pensaba con las rodillas, en las botas, solo las pelotas botan, compradas, por un rato, por las más grandes ratas, aunque luego de desinflarse las urnas de las cenizas. ¡Los pterodáctilos eran organizados culpablemente almendrados! Y en la cruz, se calman, con unas bellas flores, una caja brillante o una pequeña urna de barro, bota la arena dentro de un hoyo tierno de olvido. Y después, de las urnas, recogen sus cosas los reptiles de los comicios, y la bondad de verdades absolutas cubiertas de plomo hemoglobínico al que
lo dude por un pequeño pelo. ¡Vidrio, plastificado!. Parece lo que nunca ha sido.
En la cruz, vidrio, hay borregos hambrientos, lagartos, hienas dulces, sapos blancos y langostas en los campos minados y el dinero escasea sin mucho trabajo, solo en unos cuantos que se pudren en él, como podrida el alma y toda la piel de una sonrisa vana y ávida. En la calle, ofrecen medicinas a los cadáveres, pensando, quince minutos antes de iniciar la nada, o la escuchan, pocos, en la venganza del plástico, del vidrio en la cruz, que esperaba su madera de los bosques arrasados, de los amos de la vida de otros esclavos, explotados, desarmados, ignorantes encerrados, con sus redes, aislados, más asociales que nunca, y quién lo diría, muchos enormemente antisociales humanitarios de un dedo en un solo click... Con toda la tristeza bajo la piel y la violencia en ágiles dedos salvando al mundo, ingenuos de nuevo cuño.
Los pterodáctilos atacarán de nuevo, en las películas, de caricaturas en la isla que piensan los olvidados harapos. En la unión de las urnas, ¡Solo cunde la ceniza!. ¿ Qué esperaban?. Un ataúd brillante sale enormemente caro y todo lo demás... Bueno, botan las pelotas, botas raídas. Pero, la honestidad. ¡Hay de ella, nadie la conoce!. Y nadie fue acribillado ayer. Sin embargo, quedan muchos otros nadies. En la cruz vidrio piensa. ¡Pero, sé que nadie duerme, y quisiera morirse en otro lugar, sano, tranquilo, tomado en cuenta, respetado por los corderos balando lobunos y coyotescos!.
Pero nadie, bota su pelotilla, aún piensa que será alguien alguna vez, el primar nadie de la historia que se fabrica clones de algo más. ¡Jamás será nuevamente engañado, imposible, en su ancianidad ya tendrá una jubilación a los sesenta y cinco años después de fallecido desde el hijo al hermano con muchos nietos. La cruz, vidrio lo recordará por siempre, si antes el pterodáctilo organizado no lo secuestra, o provoca un eclipse en su misma alcoba, o teje una capa de ozono, con las manchas solares al derrotar los virus de la influenza, y la peste pide perdón, en fin, el pterodáctilo organizado es un fabuloso ser que todo abarca. ¡En la cruz, vidrio se creyó plástico!. Y desde esa época vive en las tarjetas, victorioso.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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