Los campos divinos, se llenan de llantos el Monte Parnaso, morada sagrada las musas alegres, perciben sus cantos es la oda a la muerte, funesta balada...
la lira dorada, lamenta el deceso del cisne finado, le espera Caronte la muerte segura, un aciago suceso lamento de azur, un olímpico monte
Les traigo estos serventesios esprondaicos, inspirados en una leyenda griega, el canto del cisne.
Gracias porque puedo volver a entrar en mi pagina Perdi el telefono y no he podido seguir publicando Ni poder leeros No se como he entrado en este monento y pido a los que lo lleven Me digan como puedo entrar si he olvidado la contraseña y nombre Y donde pone olvidado contraseña tampoco me llega al email para cambiarla. Esto ha sido un milagro Que no se si volvere a poder entrar. Asi que aprovecho a saludar a todos los compañeros. Y espero de la direccion se ponganen contacto con mi email. Mil gracias
Permitirme, seguir siendo fiel a la promesa de ser lo que quiero ser. Las palabras vacías y sin fuerza, no nos harán desistir en crear nuestro propio camino. No hay que detenerse, hay que vivir en espiral, evitando que te ofendan con el que dirán. La masa amigos míos, no suele pensar, es fría e inconsecuente. Sus tabúes como vicios, son perjuicios que en ocasiones, nos evitan avanzar. Debemos vivir nuestra verdad, continuar hasta el fin, y no renunciar nunca... ¡Avanzar bajo este cielo, -debe ser nuestra letanía- con verdadero espíritu de halcón!!. No debemos olvidar jamás, que en algo tan diminuto como una lágrima, cabe algo tan grande, como es el sentimiento verdadero.
Día y noche se fusionan, de abrazo fetal preñadas, anocheceres y auroras, de vorágines reposan, de amores y odio impregnadas. Sutiles encrucijadas, donde luna y sol se acoplan, guerra y paz mudan y tornan.
Tibia luz tornasolada, de matices irisada, sutiles son la miradas, que de reflejos se embriagan, penumbras que quieren ver, con la luz de la mañana, y despertar las sospechas, que acechan aletargadas.
Clamor que llama y reclama, de sutilezas variadas, rumor que acude y se agranda, tornando voz en soflama. Hay voces que como espadas, cercenan, rajan y matan, el clamor muta y exclama.
De sol a sol la siembra, manos de puro acero, surcadas de penurias, de luces y aguaceros. Preñada está la tierra, de sangre de los dedos, de cicatrices múltiples, de cada aliento nuevo.
Día y noche de la mano, contemplando al humano, con los ojos perlados, del rocío de los vicios, amores en los dedos, en el rostro los rictus, de pasión o de enojo, de ternura o suplicio.
Se va yendo la aurora, dando la espalda al mito, de soslayo mirando, de los sueños sus hijos, un ráfaga de aire, un paternal suspiro, una emoción cambiante, amor en el solsticio.
Amores entre luces, en las sombras translúcidos, como estatuas de bronce, se han quedado sus mimos. Una fracción de tiempo, un cariño infinito.
El estilo de las sombras que disfrazan el ayer, van goteando ilusiones, que perdimos sin hacer. Los eneros tan sombríos de alegrías, solo dan paso a los meses, que alejan a nuestras vidas.
Y en el ciclo bullicioso, de pensar sin encontrar, solo frustra la esperanza desmayada de tristeza; Voy de camino al otoño preguntándome que cosas, en la vida comprendemos el daño de algunas rosas: Sigo pensando en ti, me pregunto si el futuro cada vez más limitado, promoviera ese encuentro, me lamento, luego pienso, que el destierro del amor se ha convertido en eterno.
Hay veces no quiero pensar, pensando si vale ese empeño, de seguir pensando en ti; Desafiando esos vientos, elementos naturales, de olas y mares fieros, de millas, y de ese encuentro... Yo sigo pensando en ti, y ojala no deje de hacerlo, pues corro el enorme riesgo, de olvidar quien me creó, y eso es error funesto.
Y ahora en esa espera de eneros y de esos vientos, se me antoja preguntarte, si piensas tú, en la sangre que lanzaste para el tiempo.
Escrevi mil poemas de amor, sem rimar ao correr do pensamento. Amei de verdade, dentro do pequeno saber e sentir. Esperei com ânsia e temor por ti. Vivi intensamente e fui feliz ao estar nos teus braços. A esperança foi enorme sem vergonha sem sentir idade ou vergonha. Tempos que passaram, mas que são os mesmo de hoje sem o ser. Definho cada dia que passa nesta solidão e temor do covid, perdida entre quatro paredes, nem olho pela janela. A frieza da nudez das ruas, a chuva feita lágrimas, a proibição de sair, dar uma volta estar com pessoas, falar e conviver. Sinto que pararam a minha vida. Tirando a felicidade de não estar só, pouco nada mais tenho. Sem querer, tenho vergonha de escrever poemas. Penso nos que sofrem, que morrem, que com desespero estão sós. Queria ser imensa, poder ajudar, saber acabar com tanta incerteza e dar esperança a quem de tanto chorarem, não poder limpar-lhe os olhos e devolver-lhe a vida. Momentos que nunca imaginei viver. Momentos que são uma eternidade, momentos em que vejo claro o insignificante que é um ser humano. Espero ter forças para aguentar esta corda áspera que me aperta a minha liberdade. Muitas vezes senti que havia excessos, exageros, imoralidade, que o mundo estava mal. Talvez aprendamos alguma coisa com este castigo. Tudo o que é demais é erro. Agradeço a Deus poder dormir sem pesadelos, só precisava de mais um pouco de força para voltar a sorrir como fazia.
Porto,15 de novembro de 2020 Carminha Nieves (secreet50)