Cicatrices en las carnes, de las heridas pasadas, heridas que irán llegando, cicatrizando mañana, surcos en la piel caliente, de cada ilusión truncada, flecos en el corazón, de las cosechas sembradas.
Poco a poco o velozmente, como un suspiro, una brisa, un instante o una prisa, una fracción que se acaba, un momento que termina, la levedad de la risa, la instantaneidad del habla, la transcendencia precisa.
Reguero de sueños vacuos, como lágrimas sin brillo, posesos de los escándalos, de alocados estribillos, dormida en sueños la calma, vacía de amor la soñada, y duermevelas de ensueño, para aliviar a quien ama.
Heridas en las costuras, de noches atormentadas, pavor en las pesadillas, que retuerce las entrañas. Amor que asoma y se esconde, porque se apaga la brasa, enfebrecidas la voces, que ante la tormenta callan.
Cicatrices en las manos, de aferrarse a lo que agrada, diluyéndose en la piel, las caricias ya pasadas, guarda memoria la piel, de las heridas causadas. Amor de pálido a etéreo, apasionado e infiel.
Un paraíso que se fue, una aventura que pasa, aquella mirada fiel, de aquella clara mañana, aquel hermoso vergel, ahíto de frescas viandas, y amor que viene y que va, escrito sobre la nada.
Heridas que no cerraron, impresas con un troquel, que cada mañana sangran, un abismo sin tapar, profundo, negro y sin alma, ese vacío que abduce, que a su oscuridad te arrastra, no cicatrizan las llagas.
Amor de plausibles notas, de mágicas filigranas, en sus bordes de algodón, amores que nunca sangran, temores que se disipan, como niebla en la mañana, amor que llega y se queda, cuando encuentra libre el alma.
Sorprende la mirada, de miedo, que subyuga, en unos ojos tiernos, que no saben que pasa. Numen que desata, indignados sentidos, un torrente de lágrimas, un sentimiento íntimo.
Un poder que arrebata, lo más noble de lo ínfimo, un brillo que relata, un suspiro de alivio. Palpitantes las alas, del brutal sacrificio, la dignidad robada, un mazazo asesino.
La atmósfera pesada, del sudor que la empapa, la ira de lo injusto, que el corazón aplasta. Se dilatan los poros, de las pieles que hablan, y se mastica el aire, espeso, que ahoga el alma.
Unos ojos bañados, de lluvia de las lágrimas, gotas de sentimiento, de la agria amenaza. El terror se ha adueñado, de las pupilas que hablan, con el silencio humano, del miedo que atenaza.
Prisionero del tiempo, el amor se desplaza, entre los sentimientos, presos en la mirada. Un inaudible ráfaga, de un amor sempiterno, una corriente mítica, de sutil esperanza.
El sendero es estrecho, no cabe una mirada, el amor, como el agua, a las carnes se adapta, y en el horror sin nombre, la vida se levanta.
Fotografía que no miente ¡la felicidad se siente! que dichoso, que buen mozo, su nombre: Germán Gayoso.
Época del siglo veinte su fortuna es ascendente, año del cuarenta y dos en su camino está Dios.
Premiándolo con amor en sepia, sobrio color, vivencia de la armonía estampa de antología.
Invitado va a una fiesta su alegría es manifiesta, parece que está bailando un minué acompasando.
Anda de muy buen talante bien boleado y elegante, pavimento en que se posa digna pose candorosa.
Juventud que sale avante la bonanza por delante, los edificios testigos, zaguán, ventanas, postigos.
A flor de labio sonrisa esa suerte tiene prisa, el poste, la cruz su vigía, ¡la prosperidad . . . lo guía!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Cantina “La Reforma” (hoy, “La Covachita de la Reforma”), Col. Narvarte. México, D. F., a 07 de diciembre del 2012 Dedicado al Sr. José Antonio Gayoso Sáenz (QEPD) Reg. SEP Indautor No. 03-2013-051712171201-14
Sinuoso camino, que al final lleva, cargado va el viajero, de vida y de promesas, al término se duerme, escaso ya de fuerzas, y se asombran las sombras, de tamaña proeza.
Corazón palpitante, que a golpes se recrea, señor de los latidos, que la sangre bombea, errático y nostálgico, vacilante y sentido, con la carne bailante, que da vida y respiro.
Sortilegio de gestos, prematuros y etéreos, enarbolando enseñas, que atraviesan el verbo, amor de los destinos, con los brazos abiertos, soñadores de ensueños, adornando los sueños.
Tenebroso pasillo, que conduce a la nada, amante entretenido, que en los rincones habla, voz que emite susurros, como furtiva llama, arrogante en las formas, tímido en las palabras.
Arduo y tenaz sendero, que conduce al destino, donde la noche es reina, de lo noble y sencillo, armoniosas presencias, de cálidos delirios, y las gotas que ruedan, en las mejillas tímidas.
Retrato de la noches, de soñada existencia, cabalgando entre sombras, se ha asomado la ausencia, precursora de miedos, de probada experiencia, y unos ojos veloces, de mirada serena.
Movimientos telúricos, que palpitan y piensan, en las mentes pensantes, de febril apariencia, amor entre los ojos, vacilante navega, en las miradas cómplices, de cómplices que medran.
Amor entre las hojas, que la vida deshoja, y escribe en su diario, cada matiz que brota. Amor entre las notas, de una vida sinfónica.
Siete y ocho de diciembre, noche de velitas, de faroles y emociones Noche de júbilo, que late a rabiar en nuestros corazones Pidiéndole a la Virgen María, que nunca nos abandone Plegarias y rezos, llenas de fe en nuestras oraciones Fiesta religiosa católica, de intenciones y sensaciones Familia unida alrededor de las velitas, armonía de reuniones Noche de fiesta y afecto, plagada de consideraciones
Noche de alegría y regocijo, del Arcángel Gabriel con su revelación Fiesta de la inmaculada concepción de la Virgen María, con su protección Concebida sin pecado original, sin mancha, llena de comprensión Sin mácula de cuerpo, alma y entendimiento, el llanto de su exclamación Mujer, que siempre estuvo unida y al servicio de Dios, con su adoración En eterna alianza, con la luz esplendorosa de su inspiración
El Pontífice pio IX, proclamó a la Virgen María, como mujer adorada y bendita Con su Bula Ineffabilis Deus, se dio la noche universal de las velitas El 7 y el 8 de diciembre, se iluminó el cielo y la tierra con luces exquisitas Desde el año 1854 se iluminaron los hogares, las noches y las mañanitas Noche que se le reza y se le pide a la Virgen María, todo lo que la persona necesita Desde el cielo, la Inmaculada Concepción nos riega de bendiciones infinitas
Siete y ocho de diciembre, noche de luces, de velas y faroles multicolores Noche de antorchas, que iluminan hogares, el cuerpo y sus interiores Noche esplendorosa y fascinante, a la Virgen María, todos los honores Rayos de luna, de luces y de pasiones y amores encantadores Calles, andenes de ciudades y pueblos, se iluminan con los pabilos de sus resplandores En honor a esa maravillosa mujer María, el fulgor de sus adorables clamores Madre de Jesús y madre nuestra, la venia y la bendición de sus admiradores
Noche de velas, de faroles, de rezos y súplicas de agradecimientos Noches, que nos llenamos de amor maternal y de sentimientos Noche de apertura de las festividades navideñas, llenas de acontecimientos Familias reunidas alrededor de las velas, en oración a la Virgen con sus razonamientos Noche de alegría y júbilo, de reconciliación y ofrecimientos Noche de velitas y faroles, que iluminan las almas y los corazones, que sonríen alejando enfermedades y sufrimientos
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga diciembre 07-2020
Fantasía que arrebata, realidad que sobrecoge, magia que el gesto embellece, pasión que ensalzando mata. Amor de elevados tonos, que la belleza delata, dolor que a la carne ofende, ola que rompe la calma.
Se va quedando obsoleta, la imagen que torna y cambia, y va deshaciendo el tiempo, que la erosiona y desgasta. Temor del sueño que agita, y en pesadillas atrapa, volver hacia atrás la vista, para entender el mañana.
Queda diáfano el camino, para transitar en calma, naufragio de las ideas, cuando las brozas las tapan, obstáculos que se cruzan, cual saetas envenenadas, tropiezos de los sentidos, que atrofiados se anonadan.
El sol abraza la sombra, para así fagocitarla, y se disuelve lo negro, dando claridad al karma. El sentimiento es cautivo, del amor que le reclama, y un resplandor atraviesa, las tinieblas más cercanas.
Sobre la página en blanco, de las vidas que la aguardan, se grabaran las cosechas, de las ideas sembradas. Amores y contratiempos, logros, conquistas y anhelos, escritas a mano alzada.
El amor vive al detalle, en la minúscula llama, en la hoguera que se cierne, cual cenital llamarada, la flor bordada en las notas, del cántico que le llama, y unas fulgurantes luces, irradiando la mañana.
Fantasía que arrebata, con su faz enamorada, realidad que sobresalta, con su enorme bofetada. Pasiones que se apoderan, de la más sutil fragancia, y amor que rompe las normas, aunque se digan sagradas.