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Cierto es que un día te vi. Sola en tu terraza, ensimismada fumabas...
Caminos de ida y vuelta donde tus labios presumen el descaro cuando él te dedicó su único poema y fuiste la diva de su célebre retrato.
Tú, amante febril del incauto viento vendiste tu pasión sin desconsuelo al ladrón carnal del placer, del deseo. Y en tu sangre del mundo más mundano ardientes besos aún laten, palpitan en tu cuerpo cual recuerdo más secreto.
Caminos de ida y vuelta donde tus labios presumen con descaro el silencio de vertiginosas noches, de inevitables días mutilados.
Y en tu sangre la ilusión del beso ajeno impotente, se encabrita al no poder apagar este descocado, infatigable, íntimo fuego....
Inspirado en la canción "Stalingrado" de Joaquín Sabina. Muchas gracias por su atención. Un abrazo muy fuerte.
La borrasca se aproxima, de lágrimas bien cargada, dentro de si la violencia, de notas desafinadas. Ruge como la tormenta, eléctricamente airada, y va descargando piedras, de proporciones inmensas.
La borrasca se aproxima, lleva en su voz agrietada, de su gritar la amenaza, y va desgranando furias, manotazos que desguazan, ecos de las felonías, de la agresión que la enturbia, de la consciente ignorancia.
Se que los tonos son tristes, que ni alivian ni consuelan, que no sofocan ni animan, que no aplauden ni dan pausa, más de nosotros depende, que sea menor la condena, que se despejen las mentes, y que tomemos conciencia.
La borrasca se aproxima, pero podemos vencerla, con el respeto a la Tierra, que nuestra vida sustenta. De nada sirve la inquina, la rabia nada solventa, más que salvar aniquila, no frena la ira la afrenta.
Amor las entrañas gritan, verdad chillan las cabezas, las razones se despiertan, de pieles falsas cubiertas. Las voces claman justicia, las voces que aman y piensan, y ya se ensanchan los pechos, contraídos en las gargantas.
La borrasca se aproxima, de inusitada violencia, y no frenan los acosos, a la verdadera ciencia. Circula airada la sangre, mientras el amor se entrega, la hambruna sin pausa sigue, eternamente desierta.
Que no se rinda el humano, que no destroce la Tierra, que no se convierta en barro, de la carne sus esencias. Que el amor sea el escenario, la verdad quien interpreta, y en el tiempo y en los años, quede la razón impresa.
La libertad se diluye, si se frena el pensamiento, se va enquistando la esencia, del valor de los derechos, y la vida se adormece, queda la mente en barbecho, la luz, torna mortecina, y el raciocinio se pierde.
Al borde de la locura, vaga el soñador sin rumbo, entre vapores y efluvios, de febril asintonía, demudado rostro vahído, sensaciones que se agolpan, como rimeros de vidas, como repetidos versos.
Se pierde la libertad, si se pierde el compromiso, va cayendo el sentimiento, se retuerce el idealismo, se hace a un lado la verdad. Las ideas se sacrifican, si vive el ser sin principios, si ensalza la vacuidad.
Se fue perdiendo lo ingenuo, el cinismo se hace el dueño, y van cayendo las hojas, del libro de los secretos. Las voces ya no son cálidas, no hay ternura en el encuentro, creciente la soledad, del sentir que vive dentro.
La libertad se oscurece, niebla espesa que subyuga, con el temor de los cánticos, va creciendo la locura. Amar deja de ser mágico, y oculta el sol lo que dura, la pasión su empuje pierde, si el egoísmo perdura.
Candiles en el zaguán, donde la libertad se desnuda, y de enriquecer su afán, quiere traspasar la duda, la puerta entreabierta está, para abrirla sin mesura, luces que al vivir titilan, buscando un punto y final.
“La Danza de los Viejitos” bastones, máscaras, mitos, con su traje peculiar lucen, brillan a radiar.
Que lindos esos atuendos dignos de hombres estupendos son por todos admirados los “uarharis” encorvados.
De Jarácuaro su alma, usan sombreros de palma, les cuelgan varios listones de Michoacán son pendones.
Gabanes rojos colores, grecas negras, ¡son señores!, es pulcra, limpia, la lana que al punto los engalana.
Muy vistosa tal franela, ¡qué toquen “Flor de Canela”! y luego “La Golondrina”, esa pieza es su madrina.
Camisas de manta blanca, calzones de poca zanca, los finos caros bordados se aprecian harto labrados.
Su calzado es incansable la suela tan admirable de duro cuero o baqueta resuena, al compás, coqueta.
Un bastón que no se quiebra parece hasta que celebra la madera tiene un don bueno, fino ese bordón.
Son expertos danzarines bien escuchan los violines, contrabajos, las vihuelas, aunque carecen de muelas.
Tienen mucha resistencia que bailen “La Competencia” p’urhépecha melodía que alegra la luz del día.
Para éllos su gran edad es poca, una nimiedad, no hay fatiga en el danzar nunca quieren descansar.
Sus achaques y temblores hablan de tantos amores, en máscara la sonrisa porque no les corre prisa.
Su patrón el Niño Dios jamás les dará un adiós, “t’arhepitis” lo han querido desde muy recién nacido.
Benditos están sus pies pocas veces un traspié, ¡qué pegue fuerte el huarache contra el piso que retache!
Que sacudan la polilla son toda una maravilla es verdad están longevos, ¡pero, le echan muchos hue . . .!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Morelia, Michoacán, México, abril del 2010 Dedicado a mi ahijado José Alexis López Gabriel Reg. SEP Indautor No. 03-2010-102913333100-14
Con la vida en la mochila, plena de errores y aciertos, va camino del destierro, los pasos se difuminan, y en un alarde de ensueño, camina, siempre camina, creyendo su andar eterno, un final como en un sueño.
Lejos se vislumbra el día, que son los grises los dueños, transitando entre la umbría, de los oscuros recuerdos, repletos van los caminos, de atajos y vericuetos, y la sombra se desliza, buscando el día con denuedo.
Niñez de juegos y risas, de aprendizajes creciendo, vienen y van los sollozos, caprichos y algarabías, brilla en los ojos la vida, mientras se estiran los huesos, y entre mocos y alborozos, no es la ternura un antojo.
Lleno el baúl de reliquias, objetos que evocan sueños, realidades que palpitan, en los tapices del polvo, juegos de infancia queridos, restos pintados de moho, ropajes de carnaval, disfraces de héroes y osos.
Viva, la nostalgia anida, que sin permiso renace, como un rescoldo que yace, y en un soplo se reaviva. Recuerdos en el zurrón, ahíto de viejas cuitas, que acompañan en el viaje, pesadamente gravitan.
Recuerdos del temporal, de exaltación y diatribas, de gozos en el morral, que perduran de por vida, siempre ágiles al caminar, de vitalidad y prisas. Amor que llega y se va, carcajadas que cautivan.
La vida sobre los hombros, que pesa más cada día, e ilusiones que en el viento, viajan buscando la cita, volviendo a la realidad, cuando el calor torna en hielo, el sueño aplaca y suaviza, sino torna en pesadilla.
Amores en el desván, imágenes siempre vivas, que entre las sombras discuten, que en el polvo se maquillan.
Ojos que se humedecen, inyectadas pupilas, pestañas mariposas son redes que deshilas, tejida en un chinchorro se apresa una tragedia, Janitzio se sorprende por mi alma que te asedia.
Tormenta, lluvia negra, cual nube se adivina, bañado en propias aguas de espuma blanquecina me queda poco tiempo, llegué tarde a tu vida, mas, tengo la esperanza mi ser en ti se anida.
Sin brújula naufrago, el vigor ya fracasa, te pido que me salves ven pronto en tu barcaza flotante, cariñosa, con cadencia de amor tus remos multipliquen las ondas del candor.
Soy el pescado blanco que agónico se queja, acuoso ser plateado que nadando se aleja, ¿seré por siempre, yo, con toda mi entereza p’urhépecha de estirpe, fiel linaje de alteza?
Sueño con un estanque pausado y redimido con aquellos paisajes que recobren sentido, que emerjan de sus entrañas lindas primaveras, que ecología y naturaleza sean verdaderas.
¡Qué mi llanto colme la inmensidad del lago, qué mis lágrimas tristes sean salado empalago!; han muerto atardeceres fugaces que fluyeron ocasos palpitantes de brisas que se fueron.
Temprana oscuridad frágil tenue espesura, deseo besar tus labios la miel de su dulzura, tal vez alguna noche vagando en la ribera comprenderá la luna a este ser que te espera.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Isla de Janitzio, Lago de Pátzcuaro, Michoacán de Ocampo, México . . . Reg. SEP Indautor No. 03-2016-070109301200-14
Tú sabes dónde buscarme, Tú sabes cómo encontrarme, Ven y róbame nuevamente el corazón Y haz de mi alma tu tibio cobertor.
Pronto dejarás de ser El ardiente sol de verano, Que aunque ahora, aún quema la piel, Se pierde anodino en el atardecer…
Ven y descansa tus alegrías y pesares Sobre el mar inmenso de mi pecho, Te estaré esperando para contener, Tus ardientes rayos en mi cuerpo anochecido.
Ven y rodea mi cuello con tus brazos Para escuchar cantar al violín, al chelo Uniendo voces con el arpa y la guitarra, Oirás tu nombre, en grata melodía.
Amarnos, será perdonarnos Y brillarás eternamente, Con tu carita de luna llena, En el cielo de mi amor.
Voló la canción sin rumbo, en busca de un libre espíritu, desgranando notas mágicas, flotando en el infinito. De emoción impregnó el mundo, con la numen de su ritmo, y su clamoroso ímpetu, ahuyentó lo más insípido.
Sintió el poeta en su alma, el dolor que se derrama, se desborda el corazón, se rinde el ego al espíritu, y se deshojan los versos, como de auroras racimos, la garganta se reseca, de la profunda emoción.
Traspasó el umbral el miedo, preso en un lugar secreto, y muescas profundas deja, en la carne y en los huesos, mientras bebe la armonía, de las melodías que brotan. El huracanado amor, borró el temor sin saberlo.
Poeta que al viento acude, para libar de su aliento, su empuje aspirando a ciegas, para bordar sus secretos, y el aroma que transporta, a los sentido seduce. Poeta que al ritmo vive, de la verdad y el misterio.
Livianas hojas que bailan, aterciopeladas brisas, miradas enamoradas, de las rosas y las vidas, tonadas de los jilgueros, que con la belleza riman, y majestuosas águilas, que van retando a los cielos.
Caminos por construir, magos que plasman bosquejos, en los desvaídos lienzos, en las vidas por vivir, al final de sus comienzos, amores que precipitan, de puro prístinos locos, de puros mágicos versos.
La canción volcó sus notas, sobre enquistados cerebros, y alimentó las neuronas, de bellos y sabios versos, dio sintonía al corazón, a la razón y al respeto, y el amor como argumento.