Éste es uno, de tantos mis pensamientos donde cuestiono los sentimientos donde invento cuentos, milagros, de realidades que no han de ser...
El embuste del sol
Tal vez un ave, quizá un delfín, o algo irreal como un unicornio quisiera ser. Un tiempo aparte, un otoño sin retorno, o un lugar aparte de todo. Pero no hay consolador en la soledad, ni compañía en el consuelo, un poco de terquedad, no destruye el silencio, tumbada en la cama mirando un paisaje escueto, lo absurdo, no me es ajeno, en la realidad de un sólo cuerpo, se, que pertenezco a un mundo ambiguo, con aquel sacramento hay quien me perdona, sin embargo, llora solo una tentación. Un cuerpo, pero en él, no pienso ahora, tiempo me sobra. La verdad me dio su nombre: ¡Mentira! en penurias de ira y con la jaula abierta, la bestia descansa, es tabú salir por la puerta, mejor aguarda. Las cadenas de la noche se arrastran solas. ¡Qué parodia interpretan! Cada animal piensa en sí mismo. ¡Cinismo! Sin duda alguna con pulcritud de gato, grandes atavíos y fútil el alma, arrancan las horas. ¡Ya es hoy, parece nunca! Lo que soy, sospecha burla. Se apremia la llegada que el eremita busca, a donde no hay ni principio ni final. Con miedo camina la historia, parece escoria; ¡Huye! Ya no está. A falta de piedad, nos envilece la vanidad, ni con hojas de parra cubren el pecado original. ¿Quién sabe, lo que él hará? ¡No sé si es, el que no está! O si lo que invento, por más que grite. No escucharan jamás.
En mi humilde condición, de peregrino del tiempo, voy descubriendo caminos, que son casi siempre ajenos. Entre el follaje deambulo, apenas la luz encuentro, y a medida que me adentro, más dudas surgen de nuevo.
El corazón se hace añicos, al comprender lo que pienso. Seductores o atrevidos, camuflados entre pliegues, que va doblegando el tiempo, pensamientos que claudican, arrebatando recuerdos, y en ciernes, nuevos proyectos.
Trasiego de vaguedades, que como zombis deambulan, soslayando realidades, de fantasías y utopías, tal vez sea o por si acaso, de ideas inalcanzables, y llegando hacia el ocaso, se apilan días y días.
El tiempo lo borra todo, dice el dicho popular, pero solo se mitiga, lo que va quedando atrás. No por menos caminar, se hace el camino más corto, si el viajero llega lejos, más sabio será el andar.
La mirada se diluye, en los flecos del pensar, va vidriando la mirada, pupilas como el cristal, que la lágrima cautiva, en lo que mira, atrapada. Seducen las melodías, que acuden como aludidas, que palpitan o arrebatan.
En mi humilde condición, de viajero del pensar, abro el pensamiento al verso, que sin pausa se desliza, entre la duda y lo cierto, mientras la estrofa se anima, dando fin, a su pesar, pues la reclama Morfeo.
Estallido de las hojas, aplauden vivas al viento. Sonoras palabras mágicas, de los atrevidos ecos. Entre las ráfagas de aire, castañetean las albarcas, pisando el barro y el cieno. El agua seduce al grano, de la enamorada playa.
Abanican las pestañas, dando a la pupila viento, iris espejo que baila, con la sigilosa lágrima. Brilla atenta la mirada, fundiéndose con la pátina, y va escalando sin celos, mira al abismo que llama.
Piensan los labios jugosos, la esencia de los adentros, manantial entre los ojos, boca sedienta de besos. Dice lo mismo la mueca, hablando muda lo cierto, y se rinden los matices, al sentimiento y al gozo.
Baila la sombra en la tierra, hollada por su gemelo, acompasada la danza, de la vida y su reflejo. El amor destierra al odio, con caricias y zarpazos, y se enamora la vida, de lo auténtico que alcanza.
Van llamándose los años, como peregrinos locos, buscando el siguiente paso, camina el tiempo azaroso, marcando el ritmo a su antojo, y van quedándose atrás, sin mirar huellas y enojos, conquistas y desengaños.
Se balancea la esperanza, péndulo eterno del tiempo, sentidos alborotados, sentimientos que se abrazan, temores en el subsuelo, mudos, atentos, sin ojos. Amores en la semblanza, de sus caprichosos modos.
Calma chicha en la mirada, serena tarde de otoño, placidez de la templanza, en el lago de los ojos, infinito en la entrañas, mente que llena vacíos, promesas que cuelgan fatuas, vacuas voces de alabanza.
El Sol con la Luna baila, en la danza de la vida, mientras el amor se encarga, de edulcorar sus andanzas.
En tristeza andante se convierte su vida y su sonrisa en una eterna pulcritud sabiendo que los momentos vividos ya la olvidaron; viniendo el tiempo
con nubes grises que no disipan el dolor hondo del corazón y menos esos intensos aromas con rimas en los que en su amplio mundo vivió.
Se entonan canciones que ya sonaron trayendo los momentos de amor y las penas que recorren el alma van retumbando como amarga canción.
La noche es larga y los días se asemejan a un alma que no tiene color con las heridas infringidas en el pasado no puede respirar, todo en ella culminó.
Volver a pensar en la ilusión no quiere menos atarse al amor por el que lloró se sumerge en la bruma densa y oculta que se desliza en su mundo, tapando su sol.
Andar sus caminos desolados quizás en sus manos una flor que le mantenga el alma perfumada y con sus versos armar el amor.
Camina despacio y segura que dio su alma con convicción entregando todo con la blancura que da por única vez el amor.
Aún lleva en el alma sus sueños con esperanza y devoción.
De la fuente, que mana sin pausa, hasta el río, que en el mar se baña, a la lluvia, de nubes preñada, cuyas gotas, semejan ser lágrimas.
De la boca, que al aliento se abre, a los vientos, que impulsan con saña, la palabra, que en el vientre nace, crece en la garganta, de voz sustentada.
De la vida, que amanecer quiere, de voz aflautada, a la herida, que cerrarse quiere, que a sanarse aguarda, a la sangre, que al latido ama.
De la huella, que deja la ausencia, al fugaz impacto, que el presente deja, la volátil bruma, que llega y se aleja, a la fiel presencia, que siempre se queda.
De la fuente mana, la voz de la boca, de la vida el ser, huella es la pisada, la fuente es la vida, que a la vida salva, la boca el aliento, que el latido arranca.
Vida, boca y fuente, huella que se plasma, de la fuente vive, que la sed aplaca, de la boca sabia, la sabia palabra, si las cuatro se aman, el alma se agranda.