Mi dolor dormita entre cartones En el rincón olvidado de una calle Llena de cuerpos, de pisadas sin huellas; Pobladas de ojos que nunca miran a ese lado. Mi dolor es tan hondo como el hambre Como la ausencia de sonrisa o de un abrazo. En una noche fría de lluvia y sin motivos, Es descamisado y descalzo. Tiene olor a tropiezo, a golpe, a regaño; Anda interrogando su suerte Acurrucado en una banca de un parque sin nombre en el centro de cualquier ciudad. tiene color de olvido, de angustia, de ala rota, de astilla encarnada en la mirada indiferente. ¡Y me duele, me duele, me duele, tan hondo… tan hondo!.
Es un hipopótamo que agoniza aquí en mi pecho, un ave zancuda enredada en mis entrañas que me quita el aliento.
¡ Y me duele, me duele, me duele. Crudo, Crónico, agudo; tan visceral y prolijo!
Mi dolor te siente, siente tu lágrima, tu silencio, mi silencio, los silencios preñados de silencios de lágrimas sin nombres ni apellidos. siente tu mirada esquiva, la extensa curvatura de tu extraña intención; tu desierto, mi desierto. Ese océano de pétalos marchitos y abismales.
Mi dolor siempre está alerta a tus pasos truncados a la mudez de tu garganta Y cabalga sin brios cada pena.
Y me duele y me duele, duele con dolor antiguo, histórico y rebelde
Mientras una bala corta el futuro de algún sueño Y el sonido de su horror rompe la risa para habitar con sangre en el oído;
Mientras tu corbata anuda tu denuncia y le quita el azul que tanto necesitan beber todas tus obras. ese azul que tanto falta.
Mi dolor se hace más oscuro y más largo. Como la noche que cae con la ausencia Como el recuerdo que no enciende las pupilas Y te duele y me duele y duele más Mientras más intenta acurrucarse temeroso de sí mismo en el rincón de siempre En el rincón que no quieren mirar aquellos hombres Que tienen por oficio mirar a todos lados En el rincón que saben que más duele Porque es el rincón donde se esconden todos.
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Poeta
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