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Palabras escritas, teoremas de amor ingenuos placeres de cándida pluma. No todos los seres conocen la bruma ni todas las citas producen dolor.
Tras gozos y cuitas, recuerdos en flor de tantos quereres bañados de espuma y luego te mueres atado a la suma de tantas benditas traiciones al cor.
Audacias asiduas , tenaz osadía repites historias de vanos afectos. Angustias residuas sin clara valía
empañan memorias, producen efectos de penas espurias y vana aflicción. Buscando lujurias hallé perdición.
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Poeta
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Ecuórea fantasía de pleamares, en tus versos que el piélago recita, revive la pasión que en ti palpita la suave calidez de tus cantares.
En todos los auténticos lugares en que este corazón se precipita, encuentro la emoción que nos invita la lluvia de ilusiones singulares.
Y es que aunque me rodeen brazos tiernos no creo ya en edenes ni en infiernos , ni creo en las tinieblas del olvido.
Sí creo en el dolor que ha corrompido con llanto de camelias y de rosas la furia de claveles y de fosas.
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Poeta
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Soy un alma que busca la certeza de Dios, nada queda en el mundo que me pueda agradar ni me siento ya oriundo de este basto lugar y me irrita y me ofusca lo que tarda mi adiós.
Soy la sombra pardusca, denodada y en pos de un saber más profundo que el saber escolar; y segundo a segundo ya me acerco a un altar que el pecado chamusca, que acrisola mi tos.
Soy mi vana sentencia, mi latido final una llama ya extinta desde un fuego servil; solo pido licencia para un vuelo jovial
que no sea falsa finta sino viaje gentil hacia sitios distantes, hacia orbes serenos con aromas fragantes y con cantos amenos.
Ya no aguanto más frenos: Solo ruego al edén que reciba mi andanza y deshaga el vaivén que al infierno me lanza.
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Poeta
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Yo que abrazo mis penas y el dolor que las viste, te regalo un acaso, te prometo un quizás, porque llueve en mi ocaso tu fulgor; además que me enciendes las venas y me quitas lo triste.
En mis ansias resuenas como brisa que asiste al silencio Pegaso con su suave compás y en su vuelo repaso lo que no callarás cuando las cantilenas me retiren su alpiste.
Me dirás: ¿no comiste ya bastantes engaños? Te diré: ¡solo pido la pasión que me das!, el amor forajido que me ofreces sin más
y el fragor que escondiste en mis huesos huraños. Te diré que mi duelo se consume en tu alteza y no hay verde en mi suelo sin tu gracia y belleza.
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Poeta
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Pasarás a la historia sin saber que pasaste; entrarás al parnaso de los dioses que escriben, llegarás con retraso de poemas que viven de tu pluma notoria; del fulgor que abonaste.
Y será con tu gloria que el barniz y el contraste hallarán su repaso de dolores que inscriben los amores de ocaso que en tu verso reviven; como luz purgatoria de tu agudo desgaste.
Estarás en secreto, dormitando en las nubes. El clamor que acedaste con denuncia sincera; y el sentir que afirmaste con delicia guerrera
te darán el respeto de los lindos querubes y el amor de las ninfas y el silbido del viento, mientras libas las linfas del cabal firmamento.
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Poeta
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Regreso de la muerte bañado de infinito y traigo de equipaje; misterio de arrebato, los golpes que me diera un mundo tan ingrato que pide realidades y da tan sólo un mito.
Regreso de la muerte, un viaje tan bonito que siendo yo un turista gozaba a cada rato de luces sin penumbra, de sombras sin recato de varias osadías y un sueño de erudito.
Regreso de la muerte sin extrañar medida y vuelvo a respirar contándole a la vida que vida y muerte son dos caras de lo mismo.
Y miro esperanzado, ya lejos del abismo los dones que Dios presta a toda su creación llenándome de dicha y de nueva inspiración.
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Poeta
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Ya basta de condenas impuestas por mi mismo; no acepto letanías sembrándome dolor ni quiero agorerías de interno acusador; ya basta de cadenas vertiéndose en cinismo.
Luchando en las arenas del viejo conformismo me asedian apatías que dejan mal sabor, me atacan baterías de fuego abrasador, me cubren las gangrenas que evocan masoquismo.
Y es que la voz que escucho no dice nada bueno: del auto sabotaje soy víctima paciente, tal vez falta el coraje de ser mi confidente.
Volverme diestro y ducho de ambages de galeno buscando la solvencia de aquesta situación es pues la referencia, tal vez la solución.
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Poeta
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¿Es pecado; Dios mío, el quererla besar? Con su talle de musa, con su boca de rosa y esa voz con que acusa su tersura fogosa, sacudiéndome el frío con tan sólo pensar.
¿Es pecado que el río se retire hacia el mar? Cuando miro su blusa me parece una diosa que mi abrazo rehúsa con malicia preciosa y en mi tímido hastío se me quiere espejar.
¿Es pecado que el agua riegue surcos en flor? En sus piernas bruñidas y en sus ojos lluviosos se detienen las vidas de dolores cargosos.
Y en su vientre de fragua se acrisola mi amor cada vez que el destino nos da tregua y razón, allanando el camino para nuestra pasión.
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Poeta
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Feromonas que se instalan en mis bulbos olfativos excitando mi hipocampo con pasión y sin piedad provocándome erecciones que no tienen libertad y estimulan mis deseos fuertemente conflictivos.
Endorfinas que aparecen en momentos intuitivos regalándome alegrías en honor a la verdad y la fiel adrenalina que, en pequeña cantidad me produce dulce euforia con sus bellos incentivos
Prodigiosa dopamina que me das satisfacción y con la serotonina me suprimes la aflicción. Solidaria oxitocina que destruye enemistades
hermanando a las personas con profundas amistades. Entre tantas estructuras hormonales, definidas por la química y sus leyes, hábilmente producidas
las hormonas del placer son mi asombro y mi delicia pues evocan emociones placenteras, deliciosas, y de gratas soluciones.
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Poeta
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Laberintos que aparecen de la nada construyendo recovecos imposibles, sin esquinas, sin salidas admisibles, son atascos de una mente desahuciada.
Laberintos que se forjan cual balada de silencios, por demás, inaccesibles. Atascados en momentos impasibles no vertemos ni una lágrima callada.
Laberintos de tendencia al infinito que se esconden, contingentes, tras de un mito a la espera de las luces de esperanza.
Desengaño persistente que se afianza en las sendas de ilusiones consumidas como ortigas, como hiedras absorbidas
Se retuercen como sierpes venenosas las paredes de este vasto laberinto y no quedan ni razón ni ciego instinto que me saquen, finalmente, de estas fosas.
Y entre limbos, y entre lógicas facciosas se debaten las censuras de un precinto cuyo sello no parece tan distinto a las luces de quimeras fantasiosas.
Lobreguez que no disipa su existencia ni siquiera ante la luz de la conciencia. Y es en esta oscuridad que me extravío.
Laberinto tenebroso, duro y frío como eterna pesadilla que no cesa. Laberinto en que mi mente queda presa.
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Poeta
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