Cuentos :  EL RENACUAJO Y LA ORUGA
En un bosque tropical, de un lejano país, tenían su hogar, un pequeño renacuajo pardo y una oruga gorda de colores brillantes.
El renacuajo, vivía feliz en un charco muy grande, que se formaba en el suelo, al caer la lluvia; y ella vivía sobre una planta de hojas tiernas, de las que hacia deliciosas ensaladas, y se alimentaba todo el día de ellas.
En el lugar, vivían miles de pájaros, que hacían sus nidos en lo alto de las ramas, y ofrecían conciertos gratuitos para quien los quisiera escuchar por las mañanas.
De los troncos gruesos de los árboles, colgaban orquídeas, flores muy bellas, de colores y formas exuberantes, que saludaban a su paso a cuanto habitante pasaba por ahí, y perfumaban con sus aromas el camino.
En ese bosque, todos trabajaban, cada quien tenía asignada una tarea para que todo funcionara de maravilla. Así, para que cada especie de árbol frutícola, pudiera ofrecer sus frutos, las avispas, las mariposas, y otros insectos, se encargaban de llevar en sus patitas, el polen, que recolectaban en cada flor donde se detenían, y pasarlo a la siguiente que fueran, para que se llevara a cabo la polinización, proceso que sirve para que la flor se pueda convertir después en fruto y los utilizaran como desayuno o comida los habitantes del bosque tropical.
El renacuajo en cuestión, se llamaba Rigoberto, de cariño su mamá, le llamaba Rigo, era un tanto simple: de color negro, una gran cabeza y una larga cola, siempre en constante movimiento. La oruga se llamaba Nidia. Era una preciosa oruga, cilíndrica, de rayas blancas negras y amarillas, que iban como anillos alrededor de su brillante cuerpo. Tenía en su cabeza dos antenas largas, que cuando se reía, se movían de arriba hacia abajo. Siempre estaba comiendo hojitas, muchas hojitas.
Rigo y Nidia, asistían a la misma escuela, en un claro de la selva tropical. En el recreo, mientras el renacuajo nadaba, dentro del cáliz de una gran flor, en la que se juntaba el agua de las lluvias, Nidia se paseaba con su paraguas morado, por el borde de la flor, platicando de sus sueños a Rigo.
La oruga le contaba al renacuajo, que a ella le gustaría tener alas como las hadas del bosque, y volar muy, muy alto, que sus alas fueran como un hermoso vestido de colores, y que mientras tomara néctar de las flores, el Sol, acariciara su espalda.
Rigoberto también le platicaba sus sueños a ella, le decía, que el quería ser un príncipe, y tener por esposa a una bella dama, y, que aunque él tenía un aspecto desagradable, en su interior algo le decía que cambiaría y se le concedería ser un apuesto caballero.
Así platicaban, todos los días…..y el tiempo fue pasando rápidamente.
De repente, un día, Nidia, le dijo a Rigoberto que estaba muy cansada, y que la disculpara, pero que tenía demasiado sueño. Que necesitaba dormir, casi con los ojos cerrados, se despidió de su amigo y se fue a su rama de hojitas tiernas. Se enredó en una cobijita de color verde claro a la que amarró de la rama fuertemente para que no se cayera y se quedó dormida durante varios días.
Mientras, cuando nadaba en su estanque, a Rigo, le sucedió algo que lo espantó: ¡¡¡¡se le cayó su cola!!!
Asustado, buscó a su madre, para preguntarle que era lo que estaba sucediendo, y le dijera el porque, tanto a Nidia como a él, les estaban pasando cosas terribles!!, pues su amiguita, ya llevaba varios días dormida, envuelta en su cobijita verde, a la que el Sol, empezaba a despintar, y ya no salía a jugar con él.
La madre de Rigoberto, una rana verde, se sentó en el borde del estanque y pacientemente le explicó a Rigoberto: -lo que les pasa a ustedes, se llama “metamorfosis”, es un proceso natural, que a ciertos animales les sucede cuando dejan de ser pequeños y pasan a la edad adulta. En ese proceso, tu cuerpo de renacuajo, pierde la cola y verás que muy pronto, te saldrán patas e irás transformando tu aspecto hasta formarse el cuerpo de un apuesto sapo, como tu padre y cambiarás las branquias con que respiras en el agua, por pulmones, para respirar aire, y solo entrarás al agua a nadar o comer, no para vivir como lo hacías anteriormente. Ahora podrás dar saltos sobre la tierra y las piedras del estanque, y comerás cosas diferentes, como hormigas, y termitas. Tu amiga Nidia, también sufrirá una metamorfosis. Cuando despierte de su largo sueño, ya no será más una oruga que coma hojas tiernas todo el día y se pasee por el borde de una sola flor. Casi al final de su sueño, su “cobijita verde”, como tu la llamas, lo que en realidad se llama capullo, será transparente, por eso dices que el Sol lo está despintando, pero no es el Sol, así debe ser el proceso, y tu, podrás observar ahí a Nidia, aunque ella no te verá a ti, porque aún estará dormida, ocupada en su transformación. Cuando sea el tiempo justo, ella empezará a romper su capullo para poder salir. Primero, sacará las antenas, y las patas, después el resto del cuerpo, que se colgará hacia abajo en una ramita, para secar sus aún húmedas alas, y cuando se hayan secado y endurecido lo suficiente para estar fuertes, y poder volar, las extenderá y serán unas alas preciosas, color naranja, con venas negras y algunas manchas blancas, que adornarán con su belleza el bosque, cuando vaya de flor en flor, tomando néctar para saciar su sed.
Rigoberto escuchaba atónito, pero con mucha atención, las enseñanzas de su madre.
Después de unos días, al renacuajo, como le dijo la rana, su madre, le salieron las patas y los ojos le quedaron saltones y muy contento se iba a jugar, brincando de piedra en piedra en el charco.
Una mañana de mucho Sol, cual sería su sorpresa, cuando vió emerger del capullo a su amiga, convertida ahora en una hermosa mariposa Monarca.
Cuando Nidia después de unas horas, pudo extender sus alas, voló un poco por el lugar y regresó, y Rigo, la saludó, con su voz ronca de sapo, la mariposa, se asustó, pero Rigo, riendo le dijo que era él, convertido ahora en un apuesto sapo, y le explicó lo de la metamorfosis, y le dijo que ella lucía hermosa con sus nuevas alas, como era su sueño. Y se fueron charlando por el bosque, Rigoberto brincando de piedra en piedra, y Nidia volando de flor en flor.
Nidia estaba feliz, de ya no comer solo hojitas tiernas, sino que ahora tomaba el dulce néctar de muchas flores de colores como las Zinnias.
Y así, pasaba el tiempo, y seguían siendo buenos amigos y platicándose sus sueños mutuamente.
Pasó el tiempo, y Rigoberto, no se convirtió en príncipe del estanque, pero sí en el sapo más simpático, sobre todo por su sencillez y su alegría, y todas las noches se juntaba con sus amigos para llevar serenata a las ranas más bellas del charco.
Nidia, con el tiempo, emigró y en otro país, se casó y tuvo descendencia, y cada Primavera, cuando llegaba de nuevo al bosque tropical, iba al estanque, a visitar a su amigo Rigoberto, y juntos se contaban lo transcurrido en la vida de cada uno, durante el tiempo que dejaban de verse.

FIN

Claudia Alhelí Castillo
20-11-12
Poeta

Cuentos :  BRUNO Y AGATA
BRUNO Y ÁGATA
Vivía Ágata, en la granja, de un pueblito de calles empedradas, donde todas las casas eran blancas, con techos de tejas rojas, algunas adornadas con jaulas que tenían pajarillos y otras con enredaderas que subían por los balcones.
Ágata, era una ratoncita blanca, con grandes ojos redondos y vivarachos, color miel, a los que enmarcaban unas grandes pestañas.
Vestía faldas, que ella misma confeccionaba, con pétalos de las rosas de su jardín, y las blusas que usaba, parecían bordadas de encaje, hechas con las flores de los alhelíes aromáticos, que temprano buscaba en las praderas.
Así, su ropa siempre estaba en buen estado y con un agradable aroma fresco y natural, como las azucenas.
En el oriente de la granja, cerca de un frondoso naranjo, que cuando estaba en flor, perfumaba con sus azahares, se encontraba la casa de la ratoncita. Para poder llegar hasta la puerta, había que entrar por un caminito que siempre olía a tierra mojada, porque Ágata, salía antes que se despertara el Sol, a barrerlo y a regar las flores que a los lados, ella sembraba y daban la bienvenida a quien la fuera a visitar
Dentro, en la cocina, sobre una estufa de leña, cocinaba Ágata sus alimentos, los cuales tomaba de una gran alacena, donde los tenía almacenados. Ahí se podía encontrar una multitud diferente de semillas, divididas en cajitas, diversos vegetales, algunos trocitos de queso muy bien guardados en frascos con etiquetas, pan dulce en bolsitas, todo en su lugar, muy bien acomodado.
En la sala, había unos confortables sillones cafés y un tapete verde, tejido con musgo, que Ágata, había recogido de un bosque cercano. Del techo, colgaba un hermoso candil, que ella fabricó con cuentas transparentes de vidrio, de un collar que se encontró en la calle, y curiosamente las unió con hilos de telarañas, que le regaló su vecina Carlota, una vieja araña que vivía en un rincón del jardín. Y así, bajo la luz de ese candil, por las noches se sentaban las dos a platicar y a tomar el té, pues hacía tiempo eran muy buenas amigas.
Un frío día, Ágata, fue al campo a buscar unas zanahorias para cocinar un caldo, y encontró una muy grande, tan grande, que cuando la sacó de la tierra… ¡se fue de espaldas y cayó sentada!
Del gran agujero que dejó en el suelo, al arrancar la zanahoria, apareció Bruno, un topo gris, bigotón, sucio, empolvado, maloliente, y con gruesos anteojos.
Frunciendo el ceño, y refunfuñando, se asomó para ver quien había sacado de la tierra, su zanahoria preferida, y que con tanto esmero, había cultivado.
El señor Topo, tenía muy mal genio, decía que la vida era muy fea, siempre estaba renegando por todo, y según él estaba ciego, que no lograba ver nada, hasta usaba un bastón para esquivar los objetos a su paso y no tropezar, (quizá no veía porque vivía en túneles oscuros bajo la tierra). Pero esta vez, afuera de los túneles y con la luz del día, nunca se imaginó ver a la linda Ágata, sentada en el suelo, cubierta de polvo y aún con las hojas de la zanahoria en las manos!
Al verla, quiso soltar una carcajada, pero se contuvo y pensó que estaba mal reírse un caballero como él, de una dama tan bonita, como ella.
De prisa, salió Bruno de aquel agujero, se presentó, y ayudó a Ágata a ponerse en pie, sacudió el polvo de su ropa, (que más la manchó con sus sucias manos), y le dijo que podía llevarse la zanahoria, pero, como la ratoncita se había lastimado un tobillo al caer, no podía llevar la zanahoria y los demás vegetales que había recolectado en su canasta, hasta su casa, y entonces, el señor Topo, como todo un caballero, le ofreció su ayuda y acompañó a la ratoncita hasta su hogar.
Se sorprendió al ver una casa tan limpia y ordenada, llena de flores. Además, desde que vió a Ágata, a través de sus sucios anteojos, le pareció la ratoncita más bella que había en el campo. (A pesar de no poder ver nada… según él). Ágata, agradeció a Bruno el haberla acompañado y haber cargado la canasta con los alimentos hasta su casa y lo invitó a pasar a tomar chocolate caliente y pan, junto al fuego de la chimenea, pues hacía mucho frío.
Al día siguiente, Ágata, muy temprano sin pensar en lo acontecido del pasado día, inició sus labores cotidianas, aunque un poco adolorida de su tobillo.
Pero Bruno…, no dejaba de pensar en ella, en lo bien que olía y en su casita tan limpia y ordenada. Y rápidamente, buscó su escoba y se puso a limpiar toda su madriguera, y a ordenar sus muebles. Hizo tanto polvo, que hasta tos le dio!. Terminó más sucio de lo que ya estaba, y cuando ya estuvo toda la casa reluciente, puso toda su ropa sucia en un costal y se fue por una veredita de helechos hasta el cristalino río.
Al señor Topo, no le gustaba nada el agua, pero pensando en Ágata, y aunque hacía frío, lavó toda su ropa y después, se bañó!!, también limpió sus gruesos anteojos, con los cuales, cuando regresó del río, pudo ver muchas mariposas, unas orugas comiendo sobre unas hojas, pájaros alimentando a sus polluelos y un enorme desfile de hormigas caminando con mucha prisa., y pensó:
!!! que linda es la vida!!
Y colgó su bastón en un árbol de manzanas, pues ya no lo necesitó.
Pobre Bruno, sin saberlo, el amor lo había transformado, y sin querer, se había enamorado de Ágata!
Una tarde, se puso un pantalón azul y una camisa blanca muy limpia y se fue al bosque a buscar una bellas flores de colores , las cuales le llevó a Ágata.
Al llegar a la casa de la ratoncita, se arregló la corbata, se volvió a peinar, se acomodó el saco y tocó en la puerta. Cuando Ágata salió, no lo reconoció, por estar tan bien arreglado, y sin bastón, pero Bruno, ya con sus anteojos limpios y sin lagañas en los ojos porque se bañó, pudo ver que Ágata era más hermosa que un ángel.
Cuando la saludó, la ratoncita supo que era Bruno, y que ya limpio, era un apuesto y juvenil caballero y otra vez lo invitó a pasar a su casa. Bruno le entregó las flores y Ágata se lo agradeció y las puso en un florero en el centro de la mesa.
Platicaron hasta que empezaron a cantar los grillos y brillaron las estrellas en el cielo, se contaron sus vidas y acordaron ser buenos amigos y visitarse mutuamente.
Así, pasaron muchos días y Bruno visitaba a Ágata y Ágata iba a la casa de Bruno, la cual, ahora estaba muy limpia y ordenada y hasta él mismo, horneaba las galletas para merendar, con una receta que le pidió a su abuela Chabela.
Así pasó despacio el tiempo, y una cálida tarde de Primavera, paseando por la orilla del río, Bruno, le agradeció a Ágata, el haberlo hecho un topo alegre, limpio y ordenado y le pidió que fuera su esposa, a lo cual la ratoncita accedió feliz, y ella le agradeció por su compañía, por las bellas flores que a diario le llevaba y por quererla tanto.
Y cuando el Sol se estaba ocultando en el horizonte, sellaron su compromiso de amor… con un gran beso.

FIN

Claudia Alhelí Castillo
18-11-12
Poeta

Poemas de tristeza :  SOLO ENTRE LA GENTE
La soledad es fiel compañía,
En el deambular de la vida,
Consuelo en la tristeza y alegría,
De largas bajadas y subidas.

Solo entre la gente
Que vela por sus intereses
Que sin estar, esta presente
Entre nopales y cipreses

El frío acoge su cuerpo
Que yace yerto en la soledad
No, no está muerto
Sólo cansado de la sociedad.

Sociedad que te lleva al arrebato
Sin importar si eres bueno o malo
Experto o novato
Simple renacuajo o robalo.

Duele verte solo entre la gente
Buscando un aliciente en la luna
Envuelto entre miradas indiferentes
Sin cariño, amor ni fortuna.

No estás solo, mira a tu alrededor
Las flores y los pájaros están contigo,
Por favor, sana tu interior
Aquí tienes a un fiel amigo.

Autor: Edwin Yanes
Poeta

Poemas :  LEVANTANDONOS
Debes creerme,
y en todo lo que decidas hacer,
debes creer que volvere contigo,
ten paciencia.

Todo saldra bien,
no te des por vencida,
tu y yo juntos,
saldremos adelante.

La vida es descubrir,
el amor que creamos,
la vida es un misterio,
que tenemos que adoptar.

Nos levantamos juntos,
seguimos el paso hacia la vida,
un misterio que tenemos que aceptar,
un enigma que tenemos que resolver.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas de amor :  QUEDATE
Dices solo lo que quiero escuchar,
dices que hablo así todo el tiempo,
y pensé que lo que sentía era simple,
y pensé que no me pertenezco,
y ahora que me estoy yendo,
sé que hice algo mal,
y te extraño.

En verdad no puedo estar sin ti,
extraño tus besos,
algunas noches,
siento que no puedo verte en persona.

Solo quiero amarte,
besarte y abrazarte,
extraño esa sensacion,
de calidez en tu alma.

En realidad,
quiero quedarme contigo,
quedarme en tu corazon,
seguir amandote.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas de amor :  CHICA DE LA FLOR DEL CEREZO
No quiero ser tímido,
no puedo soportarlo más,
sólo quiero decir 'hola'a la chica que amo,
a la chica de la flor de cerezo.

No quiero esperar mas,
no lo soporto,
ella es mi angel,
mi musa enamorada.

Me siento mal todo el día,
de no estar conitgo,
sólo quiero salir cada vez,
por la noche por un tiempo.

Eres mi chica de la flor de cerezo,
mi amante y confidente,
busco en cada rincon,
en cada lugar,
hasta el final.

No puedo decirte mas,
en verdad te amo,
eres mi angel,
mi chica de la flor del cerezo.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas :  Yovana
[img align=left width=300]http://www.blogcdn.com/www.tuvozentuvida.com/media/2012/02/estudio-el-amor-duele-599so082911-1329153700.jpg[/img]Yovana, yo no quise lastimarte
yo quería ir a buscarte,
me desperté y vi que ya era tarde
no pude volver todo lo que tuve y ya no tendré.

Yovana, la vida no es igual,
ya he perdido la realidad,
realidad que me hizo despertar
y darme cuenta que sin ti no puedo continuar.

Yovana, tengo una gran ansiedad de volver a verte
me muero tanto por mi vida entregarte,
me doy cuenta que nada vale si tu no estas,
te busco cada noche entre mis sueños
y cada día te quiero mas.

Yovana, si pudiera verte y volverme atrás
te diría que lo nuestro fue lo que no será,
Yovana, eres como el viento,
que va a ningún lugar y vuelves cansada
y cuando te veo no te quiero dejar escapar.

Yovana, eres fuerza, paz y realidad.
Yovana eres belleza, ternura y amistad.
Yovana, eres locura, cordura y bienestar.
Yovana yo no te quise lastimar...
Poeta

Poemas :  XXXIII
Amiga, mi larario está vacío:
desde que el fuego del hogar no arde,
nuestros dioses huyeron ante el frío;
hoy preside en sus tronos el hastío
las nupcias del silencio y de la tarde.

El tiempo destructor no en vano pasa;
los aleros del patio están en ruinas;
ya no forman allí su leve casa,
con paredes convexas de argamasa
y tapíz del plumón, las golondrinas.

¡Qué silencio el del piano! Su gemido
ya no vibra en los ámbitos desiertos;
los nocturnos y scherzos han huído...
¡Pobre jaula sin aves! ¡Pobre nido!
¡Misterioso ataúd de trinos muertos!

¡Ah, si vieras tu huerto! Ya no hay rosas,
ni lirios, ni libélulas de seda,
ni cocuyos de luz, ni mariposas...
Tiemblan las ramas del rosal, medrosas;
el viento sopla, la hojarasca rueda.

Amiga, tu mansión está desierta;
el musgo verdinegro que decora
los dinteles ruinosos de la puerta,
parece una inscripción que dice: ¡Muerta!
El cierzo pasa, y suspirando: ¡Llora!
Poeta

Poemas :  Historia del Pensamiento
Cuando a su nido vuela el ave pasajera
a quien amparo disteis, abrigo y amistad
es justo que os dirija su cántiga postrera,
antes que triste deje, vuestra natal ciudad.

Al pájaro viajero que abandonó su nido
le disteis un abrigo, calmando su inquietud;
¡oh! Tantos beneficios, jamás daré al olvido
durable cual mi vida será mi gratitud.

En prueba de ella os dejo lo que dejaros puedo,
mis versos, siempre tristes, pero los dejo asi;
porque pienso, a veces que entre sus letras quedo,
porque al leerlos creo que os acordais de mí.

Voy, pues, a referiros una sencilla historia.
Que en mi alma desolada, honda impresión dejó;
me la contaron... ¿Dónde?... es frágil mi memoria...
Acaso el héroe de ella... o bien, la soñé yo.

Era una linda rosa, brillante enredadera,
tan pura, tan graciosa, espléndida y gentil.
Que era el mejor adorno de la feliz pradera,
la joya más valiosa del floreciente abril.

Al pie de ella crecía un pobre pensamiento,
pequeño, solitario, sin gracia ni color;
pero miró a la rosa y respiro su aliento
y concibió por ella el más profundo amor.

Mirando a su querida pasaba noche y día.
Mil veces ¡ay! Le quiso su pena declarar;
pero tan lejos siempre, tan lejos la veía,
que devoraba a solas su pena y su pesar.

A veces le mandaba sus tímidos olores,
pensando que llegaba hasta su amada flor;
pero la brisa, al columpiar las flores,
llevábase muy lejos la pena de su amor.

El pobre pensamiento mil lágrimas vertía,
desoladoras lágrimas, de acíbar y de hiel,
mientras la joven rosa, sin ver a otras crecía,
y mientras más crecía, más se alejaba de él.

Llega un jazmín en tanto a la pradera bella,
también él a la rosa al punto que la vio;
pero él fue más dichoso, pudo llegar hasta ella,
le declaró su pena, y al fin la rosa amó...

¿Comprenderéis ahora al pobre pensamiento,
al ver correspondido a su feliz rival?
¿No comprendéis su horrible, su bárbaro tormento
al verse condenado a suerte tan fatal?

Después lo transplantaron; vivió en otras praderas
indiferiencia, olvido y hasta placer fingió:
miraba flores lindas, brillantes y hechiceras,
pero su amor constante y fiel compareció.

Por fin una mañana, estando muy distante,
el céfiro contóle las bodas del jazmín;
él escuchó sonriente, y ciego y delirante,
loco placer fingiendo, creyó olvidar al fin.

Pero al siguiente día con lágrimas le vieron
las flores, e ignorando su oculto padecer;
"Tú lloras, pensamiento, tú lloras", le dijeron:
"No es nada, contestóles, es llanto de placer".

...

Ved la sencilla historia que os ofrecí contaros,
acaso os entristezca pero la dejo así;
adiós, adiós, ya parto; me atrevo a suplicaros
que la leáis a solas y os acordéis de mí.
Poeta

Poemas de amor :  SI YO FUERA POETA
SI YO FUERA POETA

Si yo fuera poeta, tendría inspiración…
Las palabras a mi mente se volcarían
Como mariposas en un jardín,
Capaz que en tus pétalos me detengo
Sólo por tus colores y la seda de tu piel.
Pero seguro me envolvería
En tus aromas y tu miel.

Cuando yo tenga inspiración
Quisiera escribir para ti…
Un bello poema como la mañana,
Pero que te haga soñar conmigo.
Quisiera el arte del sol en mis manos
Y el mágico pincel que posee
Para pintar translúcida tu hermosura.

Ser yo quien pincele los trigales en tu pelo…
Bañar de luna tu cuerpo
Y poner matices en tus mejillas
coloreándolas de manzanas.
Robarle colores al cielo
Para en tus ojos dejarlos,
en el brillo de tus pupilas

Quiero a las madreperlas…
Conchitas de tonos níveos
Para adosarlo a tus manos,
a tus dedos como palomas
revoloteando de cuerda en cuerda,
Que me pulsen una chacarera
O un tango si así quisieran.

Si yo fuera poeta, todo eso y más haría
Si tuviera inspiración…
Tal vez hasta hacerte pudiera, un poema
que lo lleves guardado en tu corazón
Y hablarte cuando estés sola.
No sé qué haría por vos,
… si yo fuera poeta…


Delalma
Viernes, 11 de noviembre de 2011
Poeta