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Francisco Ruiz, o sea yo, quiere hacer un poema titulado “Muchacho que se Masturba y Jarrón con Lirios” en una Oficina a menos de veinte grados centígrados de Temperatura y con los pies congeladitos.
La sala está fría, Francisco está helado,
sus pies con el frío a penas responden,
el sol está lejos, los lirios se esconden
muy lejos, oscuros, sublimes, malvados.
Arde en la ventana el sol nacarado,
mas sus rayos, lejos, no llegan al verso,
quisiera un muchacho, caliente, perverso,
Francisco en haciendo su verso sagrado.
El muchacho se toca su verga absoluto,
los lirios exhalan zigomorfos, frescos.
Garfio rosa carne, y uña sobre seda.
Salvaje es el crío, feroz, prostituto.
Francisco hace el verso, soberbio, grotesco,
eyacula el niño. Pero el frío queda.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero. (o de las Dificultades de hacer un poema ardiente en una habitación fría).
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Poeta
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Muchacho que se Masturba y Jarrón con Lirios.
Atleta con fiebre el chaval lascivo
de si mismo extrae el placer ardiente,
y pasan vencejos añiles, calientes,
toca el arpa uña de Dios punitivo.
Onán está acaso disfrutando vivo,
es el chaval bello, maligno, candente,
no hay rosa en la estancia, la rosa está ausente,
sublime tortura se da adversativo.
Los lirios amables exhalan feroces,
panterazo el crío ardiente se entrega
y rasga la seda del pétalo el garfio.
Zigomorfos lirios basculan atroces,
omega con alfa y alfa con omega,
es dulce la muerte y el placer es agrio.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchacho que se Masturba y Jarrón con Lirios.
Flamenco precioso, delgado el alambre,
más allá de Sirio, más allá de Marte,
más allá y más lejos de ninguna parte,
con sed en la boca, con sed y con hambre.
A punto de darse lascivo calambre,
tan frío, tan frío que podría helarte,
con lirios violetas ocupando el arte,
transido nenúfar, pistilo y estambre.
Se araña la cuerda del arpa con gusto,
el muchacho obsequia su cuerpo con nieve,
arden las entrañas de diez mi felinos.
Panterazo el niño, zarza sobre arbusto,
colibríes rosas pasan breves breves,
la muerte es soberbia, el placer, divino.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchacho que se Masturba y Jarrón con Lirios.
¿Qué desea el ángel en la rama oscura?,
perfumar su alma con candelas fuertes.
Está el lirio rosa de su rosa muerte
y gotas de nieve hay en su hermosura.
Perfecto es el talle y bella la natura,
la piedra en azures sobre el lirio inerte
contempla al muchacho en su bella suerte
extraer la nata de su arquitectura.
El tendón del cuello y la nuez divina
del escorzo macho del chaval transido
y el lirio zigomorfo, violeta, amarillo.
Pantérica belleza, corrupta, asesina.
El Angel se hiere, claveles heridos,
orgasma el arcángel, orgasma el chiquillo.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Poeta
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Muchachos de Veinte Años, Delgados y Desnudos, con Collares de Esmeraldas en los Cuellos, se Pasean por El Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Y entonces los Pavos Reales desplegaron sus Colas. El Salón de los Espejos tiene esta vez varios Coches Mercedes Benz negros.
Opulento el palacio deslumbra con su oro,
los muchachos desnudos tienen cobras salvajes,
hay máquinas irascibles en el perfecto foro,
varios Mercedes Benz hay en ese paisaje.
Exhiben las gallináceas su esmeralda plumaje,
los chavales desnudos tienen fresas de oro
en sus labios suaves, hay cuatro negros toros
en forma de Mercedes de endiosado tatuaje.
A Príapo ofrendan sus largas vergas duras
los muchachos de un Versalles imposible
lleno de coches último modelo.
Los Mercedes muestran su envergadura.
Versalles reluce pleno de ira terrible.
¡¡¡¡¡Entre pavos reales viva imagen del cielo¡¡¡¡¡.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Poeta
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En la Tienda de Plantas.
En la tienda de plantas hay un olor suave
de exóticas gardenias y aspidistras de fuego,
¡¡¡¡¡¡¡qué profundas esencias tiene la bella nave
entre rojos claveles y amarillos dondiegos¡¡¡.
Los lirios tienen toques de esmeriladas fuentes,
hay una dulce menta flotando inmarcesible,
el vendedor corta airado una rosa terrible.
Tiene en la mano un curvo alicate demente.
Frescos los amarilis exhalan su perfume.
La mañana, que es fría, su perfección asume
con el toque transido de un gladiolo violeta.
Y una rosa amarilla tiene un pétalo rojo,
y yo sobre un jacinto deposito mis ojos,
¡¡¡¡¡valen mucho las flores, nada vale el poeta¡¡¡¡¡¡¡.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Poeta
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Palomas, Cuchillos, Colibríes, Armonios. (poema para el Día de mi muerte, Sexta versión).
Yaceré como una estatua demolida,
la herida en mi garganta será cierta,
y a mis pies una paloma muerta
sus alas depondrá, yerta, transida.
El cuchillo estará en la mesilla
de noche, el vaso de agua estará muy fresco,
el signo de azahar de un arabesco,
y el barco hundirá su negra quilla.
Estaré muerto como los desiertos,
colibríes de diamante, pavos verdes,
y de mi cuello la sangre a borbotones
saldrá atestiguando que me he muerto,
muerde la luna y el armonio muerde,
y tendré diez y seis mil razones.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Poeta
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Francisco Jugando con el Fuego.
Francisco jugaba con el fuego,
pálidos atardeceres, llamas de hoguera,
chispas amarillas de la primavera,
estaba medio loco y medio ciego.
El fuego serpenteaba entre las rosas,
Francisco a las llamas se arrojaba,
las cálidas penumbras le mojaban,
noches de plenilunio misteriosas.
Jugando al fuego probó de los venenos,
elixires de menta y de frambuesa,
nata y maracuyá, cuán bello el ángel.
Los trópicos eran pero no eran buenos.
Sorpresa era el fuego, el fuego era sorpresa.
¡¡¡¡¡¡Cuánto fuego para tan poco arcángel¡¡¡¡¡¡
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Poeta
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Cascabeles negros, flor de la umbría. Serpentinas negras y acrisoladas. Lirios crucificados con agujas, flautas de sangre.(poema para el día de mi muerte).
Ya titilan los negros cascabeles,
y la flor de la umbría gime, exhala,
tiene el dolor exuberantes alas
y hay serpentinas negras en las hieles.
Acrisoladas serpentinas crueles,
zigomorfos lirios crucificados,
agujas para clepsidras fieles
a flautas rojas, a cisnes morados.
Verde colibrí relampaguea ebrio,
y mariposa de cuchilla fina
su filo de azúcar y de almíbar clava.
Serio alacrán de escorpiones serio,
Iris cristal, y orquídea nacarina,
yo estaba muerto ¡¡¡¡¡Ay qué muerto estaba¡¡¡¡¡¡.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero. (poema para el día de mi muerte).
Armonios, Violines, Flautas, Clarinetes, Lilas, Estrellas frías, y Lirios negros. (para el día de mi muerte).
Sonará el armonio de la luna
y el violín de la lluvia y la flauta
y las lilas sin fín darán la pauta
de una cosmogonía entre las dunas.
Los clarinetes azules tendrán una
oportunidad de estrellas zahirientes
y el negror de la noche de aceituna
morderá con agujas inclementes.
Brotarán lirios negros en mi carne
de gusano horadada, fría y muerta,
y no estaré ya, y fín de todo.
Y sonarán las campanas de la alerta
y mi carne ya no será mi carne.
Y crecerán asfodelos en el lodo.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Reloj, Gardenia, Garza, Flamenco, Clepsidra, Armonio, Ventana, Tiempo. (poema para el Día de mi Muerte, tercera Versión).
Se detuvo el reloj, paró su hora.
Ya estaba yo muerto a las seis de la tarde.
Arde una gardenia. El horizonte arde.
Ya fui ángel, y Cronos me devora.
Ya fui ángel, el lirio que se seca
sabe que en mi costado hay ortigas,
y los ojos están llenos de hormigas,
peca una garza y un flamenco peca.
Clepsidra era el Tiempo y lo bebiera
ya solo pertenezco a las panteras
de los gusanos que mi carne comen.
Suena un armonio por la luna lila,
¡¡¡¡estoy ya muerto¡¡¡¡, ¿no veis crisoberila
estrella en la ventana?, ¡¡¡¡dejadla que se asome¡¡¡¡¡.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Arlekines, Serafines, Caballos, Lilas. (Poema para el Día de mi Muerte, cuarta versión).
Arlekines con máscaras venecianas
mi muerto cuerpo mirarán transidos,
habrá un rumor de serafines idos
y una estrella solitaria en la ventana.
Terciopelo negro será la noche grana,
toda llena de lirios, juncos, nidos,
caracolearán jinetes sin sentido
sobre yeguas de seda, felpa, y lana.
Estaré muerto tan profundamente
que mil gritos darán por despertarme
pero no se abrirán mis ojos a las lilas.
Y en mi se mirarán terriblemente
los espejos rotos por llevarme
hacia una mar de aguas crisoberilas.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Colibríes, Armonios, Alacranes. (poema para el Día de mi muerte, quinta versión).
Colibríes lilas en mi crucifixión
avisarán al mundo de que he muerto,
tendré el pecho lastimado, abierto,
mostrando un destrozado corazón.
Sonará un armonio negro por lo yerto,
horrible cactus crecerá de los desiertos
sin flor alguna salvo lirio muerto,
todo alacrán azul, verdugo experto.
Mi agonía será Francia desnuda,
verde la luna, detenida y muda,
noche de borrachera, cardo, orquídea.
Y en mi crucifixión de no muchacho
un millar de pavos reales machos
allá en lo alto, sobre la luna nívea.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Poeta
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Muchachos de Diez y seis años Desnudos, Buceando en un Mar de Corales, entre Bombas Submarinas Antibarcos de Oro Macizo y Peces de Coloración Naranja.. Como en Trainspotting pero con Ewan Macgregor desnudo. Es un poema muy mediocre pero es que yo soy muy mediocre.
Corales rojos, corales azules, corales verdes, corales turquesas. Muchachos desnudos.
Ellos son hermosos como ciervos de nácar,
fosforecen sus brazos como perlas de nieve
y hacia un mar que rodea su cintura de cisne
se lanzan como arcángeles sin alas enfurecidos.
Delicadas umbelíferas exaltan sus flores vivas,
orquídeas camarones brillan iridiscentes,
extraños equinodermos de púrpura enloquecen,
raros pianos rosas de teclas esmeriladas
se mecen por la mano invisible de las medusas.
Sus nalgas de nácar puro son como panzas de sapo
y sus cuerpos de serafines violentan morenas crueles.
Ellos son delfines antropomorfos,
lascivos como la menta en un mar de Zargazos.
Son los poseedores del tesoro de la naturaleza,
con los labios morados temblorosos de frío
son atletas sublimes sobre las holoturias,
sobre las rojas ascidias, oh búcaros exquisitos.
Pocamantidos naranjas no ocultan sus largos falos,
en la selva marítima llena de peces vivos.
En sus labios violetas hay un vino salado.
Son atletas de plata sobre oásis esmeraldas.
Corcheas de rosa puro siniestras chocan con soles,
naranjas vivísimos se agitan en el césped,
las anémonas destilan un ácibar amargo
para los peces payaso tricolores y frágiles.
El líquido elemento tiene erizos de oro,
brutales explosivos no rozan esos arcángeles,
coronados de fuego exhaustos en las playas
emergen como los dioses de un Olimpo soberbio.
Chiquillos de ámbar dorado bucean como delfines,
lirios de mar violetas esconden ostras con perlas,
en sus labios perfectos hay una absenta roja,
un tóxico de amor para enloquecer a sus adeptos.
Oh malvados niñatos de esplendoroso desnudo,
arrojados al mar, entre rosas de carne,
parecéis como arcángeles desalados y libres
bajo un sol que transparenta sus rayos en las aguas.
Espejismos soberbios buscan ojos de lilas,
anémonas violetas ocultan cangrejos de oro,
orquídeas camarones, langostas espinosas,
todo en vuestra belleza es oro y es peligro.
Y cuando del mar emergen estos dioses oscuros
el mar siente que pierde posesión de belleza,
blancas oceánides han sido burladas.
Reid, verdugos crueles, la esquizofrenia gay.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero. (QUE CONSTE QUE NO SE BUCEAR). JA JA JA .UNA MARICONADA ABSOLUTA. AHORA, PENSAD QUE SON MUJERES.
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Poeta
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Muchachos de Diez y seis años Desnudos, Espolvoreados en la Piel con Polvo de Oro, con Coronas de Zafiro en la Cabeza, entre Estatuas y Bustos de Emperadores Romanos de Cristal Azul, y Cobras de la India de Oro macizo sobre Pedestales de Plata.
Heliogábalos de vidrio lapizlázuli
heréticos pronuncian severas maldiciones,
Calígulas de cristal azul turquesa
casi enloquecen al paso de los chicos.
Las Cobras de la India relucen sobre sus pedestales,
se alzan fastuosamente, venenosas, hieráticas,
los muchachos de oro llevan grandes zafiros,
sus ojos, aguamarinas, son grillos en la noche.
Son los chavales de oro, estatuillas finas
de débiles tobillos y labios de mandarina,
coronados de zafiros parecen emperadores.
Y monstruosos Marco Aurelios de vidrio
miran la delgadez de los preciosos cisnes
en todo sus esplendor y toda su soberbia.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchachos de Diez y seis años Desnudos, Espolvoreados en la Piel con Polvo de Oro, con Coronas de Zafiro en la Cabeza, entre Estatuas y Bustos de Emperadores Romanos de Cristal Azul, y Cobras de la India de Oro macizo sobre Pedestales de Plata. Con Guacamayos Índigos.
Juegan los muchachos con sus penes dorados,
procaces y debilmente criminales,
panterazos de una selva con estatuas
de Calígulas locos, azules, enfermizos.
Mórbidos los atletas, son arcángeles de oro,
nenúfares de un estanque de vino,
las estatuas azules chillan en silencio
y ordenan persecuciones de cristianos salvajes.
Hermosos los chavales, esplendentes de oro,
coronados de zafiro, entre cobras serpientes,
se deleitan en un juego de cerezas rojísimas.
Sus labios mandarinas tienen gotas de almíbar.
Índigos guacamayos alzan sus bellas alas,
relampaguean los ojos de los adolescentes.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchachos de Diez y seis años Desnudos, Espolvoreados en la Piel con Polvo de Oro, con Coronas de Zafiro en la Cabeza, entre Estatuas y Bustos de Emperadores Romanos de Cristal Azul, y Cobras de la India de Oro macizo sobre Pedestales de Plata. Con Guacamayos Índigos. Bajo Luz Ultravioleta.
Bajo la luz negra están los chicos de oro,
de oro puro rubísimo, de una azul impostura.
Heliogábalos turquesas chillan rabiosamente
en el rictus silencioso de sus rostros de vidrio.
Los zafiros brillan negros sobre las cabezas de oro,
son los efebos cuerpos de un paraíso violeta.
Panterazos divinos, son felinos de esmalte
los débiles muchachos de labios de nectarinas.
Los Guacamayos negros, los índigos guacamayos,
alzan sus alas lilas, sus negras alas nocturnas.
Las cobras venenosas en una ese quieta
parecen morder el aire, ¡¡¡¡¡los Calígulas rabian
ante el dorado negro de los chavales furiosos.
Hay espejos de níquel reflejando la noche.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Lo malo es que no me he dosificado. Y he puesto tres poemas de golpe cuando podía haberlos puesto de uno en uno cada día, mañana resulta que no tendré nada sobre lo que escribir. Y no he dado tiempo siquiera a que se leyeran los otros tres poemas que hice ayer. Que eran también estupendos. MIRADME EL HISTORICO PARA QUE DESCUBRAIS LA BELLEZA SUMERGIDA.
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Poeta
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Muchachos de Diez y seis años Desnudos, con Collares de Rubíes en el Cuello, entre Estatuas y Bustos de Emperadores Romanos de Cristal Rojo, Motores de Coches dorados o de plata, y Cuadros con Bombas Atómicas Explosionando. Los Cardenalillos de Venezuela en sus Jaulas pían. Hiroshima y Nagasaki.
Apolos de Praxiteles, claveles la cadera
llevan, y en el cuello, rubíes electrizantes,
sus ojos que son lilas, son pálidos diamantes,
torsos de nácar puro, perfecta primavera.
Cesares de cristal rojo con aspecto de fiera,
los muchachos son juncos, angelitos feroces,
panterazos de felpa, sus uñas son atroces
en las masturbaciones, y en los cirios de cera.
Los Púrpuras Calígulas los observan desnudos,
muchachos de flor alta, labio bello, querubes.
Los Carduelis cuscullata chillan estremecidos.
Sus labios cantimploras son bebederos mudos
donde beber un vino. Y explosionan las nubes
de un espantoso atómico hongo pavorecido.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchachos de Diez y seis años Desnudos, con Collares de Rubíes en el Cuello, entre Estatuas y Bustos de Emperadores Romanos de Cristal Rojo, Motores de Coches dorados o de plata, y Cuadros con Bombas Atómicas Explosionando. Los Cardenalillos de Venezuela en sus Jaulas pían. Hiroshima y Nagasaki.
Los motores de acero brillan rabiosamente.
Los muchachos lastiman sus penes blandamente.
Hay en sus ojos lilas que delicadamente
se abren a un paraíso de pájaros dementes.
Los Calígulas rojos gritan odiosamente,
los Marco Aurelios púrpuras odiosamente gritan,
y la bombas explotan termonuclearmente,
panterazos divinos se arañan y se excitan.
Son los chavales bellos como tallos de rosas,
llevan en la mirada mares profundos rojos,
bermellones estatuas escancian granadina.
Son granates las sedas y son las rosas rosas,
qué cruel es la mirada qué serpiente los ojos.
Los Carduelis heridos el dolor adivinan.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Muchachos de Diez y seis años Desnudos, con Collares de Rubíes en el Cuello, entre Estatuas y Bustos de Emperadores Romanos de Cristal Rojo, Motores de Coches dorados o de plata, y Cuadros con Bombas Atómicas Explosionando. Los Cardenalillos de Venezuela en sus Jaulas pían. Hiroshima y Nagasaki.
Arden bellas antorchas entre Césares púrpuras.
Hieráticos Sénecas rojos severos desaprueban.
Los muchachos se tocan y se beben los sexos.
Los rojos Cardenalillos en sus jaulas voltean.
Los motores de oro con sus altos cilindros
proclaman la victoria de los Fórmulas uno,
explosionan violentas las bombas nucleares.
Panterazos los niños prueban a devorarse.
Bellos adolescentes como blancos jacintos,
narcisos amarillos, rojos narcisos bellos,
al cuello llevan fatuos cristales purpurísimos.
Calígulas bermellones gritan enloquecidos,
con un rictus de amargura soberbia, brillan rojos,
los capullos sublimes en las serpientes escupen.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
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Poeta
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