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FUNEBRIDAD FOTÓNICA
La luz se ha escondido en un cepillo, y la obscuridad ya no es verde. Por pocos siglos los párpados se fueron secando con el azulado suelo encima y, las piedras blandas por el nuevo río. A pesar de todo, la esperanza conservaba la belleza en formol y luego en nitrógeno líquido. Recuerdo aquel gesto de las calles asustadas saliendo de los dientes de los cadáveres sentados escribiendo del magnífico orden y la paz excesiva emanando del reluciente pavimento cultivado con los más tiernos eritrocitos.
Sin embargo, el aire se enrarece, es un silencio ondulante cayendo de algún árbol con la impavidez de la luna desnudándose los embragues, y unas lágrimas más osadas sin ningún prejuicio se secan en la inmemorial demencia destellando una sonrisa.
Solamente yo destejía confundido el absurdo que vivíamos saboreando entre las arterias más petrificadas de la última versión de piel qué cubre una porción carcomida del viejo espíritu en la distorsionada y reciente pseudoconsciencia.
Pero para entonces ya no decía nada la noche que busca extrañamente mi silencio entre los alambres pajareados innombrables, con la identidad de las metálicas palomas enroscadas con el código encriptado y enredado.
Además, el frío danzaba en los techos. Abierto al exterminio del soplete, y la seguridad del alquimista vendedor de helados amorfos, por la tarde que iba y venía en todas direcciones, apoyado por el más honesto azufre, penetrando, al parque para explicar la geografía del alma, en las cuatro puntas del viento de pétalos ardientes que abren grietas entre la soledad indomable de las más modernas nanopartículas.
Se detuvo, en el propietario absoluto del reflejo dónde cada curva corresponde con perfecta exactitud a las líneas y curvas del otro.
Descubrí su movimiento, he hizo lo necesario para que no lo reconociera, pareciéndole perfectamente legítimo, aún en el supuesto de que fuera una imitación del original. Sabía que no lo soportaría temiendo envejecer prematuramente. Y ésa era la cuestión. El amanecer más temprano que de costumbre importa poco de tener un doble. ¡Sí, sí, un doble!.
Y le sorprenderá verme volver tan pronto sin quitar la vista del infusor de tiempo vibracional inverso. Como una trágica sombra que da miedo. Y ahí donde se proclama lo superfluo de la miseria ajena de civilizaciones extrañas en las últimas estadísticas del monitoreo espectroscópico.
En cierto modo, lo llamo con mis palabras sin escucharme, fingiendo una insolación bajo la obscuridad tibia y perfumada, como dos ciegos tantean el camino sonriendo en la penumbra, en la irradiación invisible de un espejo.
De las esferas cae un vapor esparciendo un tenue resplandor, y arriba de la tercera luna en que se va adhiriendo, aparece un violáceo transparente y puro, muy atrás del campo de fuerza protector de milenios compactos, y las peores interrogantes en los inmensos almacenes de memorias inútiles.
La tierra se ha convertido en el primer museo de la galaxia, y las visitas son esporádicas.
Al llegar al punto medio dónde las moléculas intercambian electrones en la superficie, siento escalofríos, al estar suspendido sobre el abismo. Y ahí se ríe y me dice que siga, que no tenga miedo. ¡Triplicado, multiplicado al infinito!.
De pronto y de alguna forma sé que no aparecerá más. Y es así como reconocí, la esencia de no ser nadie.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EL ÚLTIMO HÍBRIDO
Todo esto sucedió hace mucho tiempo, y desde entonces, la tierra es inhabitable, los humanos, si así puede llamárseles, olfatean por todos lados y reptan.
Y acaso yo hubiere ido, hubiese viajado teletransportado a otro planeta, y explorado lejos otras lunas y conocido lugares entre los asteroides menos hostiles y hubiese olvidado las victorias de unos pocos que sólo fueron las derrotas para la mayoría. Pero no, ahora que me descongelaron después de ciento cincuenta años, no puedo acostumbrarme aún a vivir en esta insatisfacción que tal vez irá suavizándose con las décadas siguientes entre los monitores macromoleculares y las vibraciones antigravitatorias espirales.
Sí, y esto es posible, aún lo creo, bueno, más bien quiero que así sea, y ser apenas un malestar en el recuerdo, no demasiado insoportable que me impida trabajar, al menos en la fantasía creativa del coloide psicocibernético de las analogías humanoides. Y hasta desplazarme por las líneas de tiempo concentrado en las fibras neuronales artificiales, que me han colocado cuidadosamente los diligentes nanorobots de las ondas ultrasónicas transgénicas.
Afuera de la cápsula, el polvo radioactivo estaba empañando el fuego carmesí del tercer sol, y el inmenso lago flotante era absolutamente estéril, ocultaba la perversidad cibernética del último siglo en el castaño opaco de la superficie áspera y viscosa.
Tú no eres tú, ni humano ni androide, tú eres sólo nadie y tu ira una simple chispa sin precedentes, olvidado, malherido en el alma, del golpe fiero del carbón podrido y oxidado, del infame nitrógeno caduco entre el hidrógeno tóxico de la naturaleza humana incapaz de cambiarse por la voluntad razonable del menor sentimiento de humanidad auténtica.
¡Éso me decía!. Vaya pensamiento ingenuo en la cándida esperanza del mañana puede ser mejor, si así lo queremos de corazón. Pero ¿Cuál?... Ningún corazón pensaba racionalmente, estaba atrapado en palpitar solo ante la sexualidad vulgar, la muerte hecha negocio, la violencia gratuita y barata. Y los híbridos solo metaloides de teorética desteñida.
Si tan solo una vez se hubiese querido de verdad, ahora se tendría un cierto consuelo con sólo apreciar que algo se puede cambiar de la naturaleza humana destructiva, de la cobardía sin paredes, de la piedra hecha pensamiento, en lugar de tantas cruces y hombres muertos en el fondo del pecho y donde las lágrimas no alcanzan.
No, uno no puede menos que darse pena cuando ve su interior expresado en otros hambrientos de sentimientos genuinos de comprensión y hermandad. Pero después del gran conflicto, estaba en las peores condiciones posibles.
Mis circuitos fueron inútiles. Si bien al principio creí que teníamos la oportunidad, y como híbridos no podíamos negarnos a cruzar las barreras impuesta por la cruel manipulación de las masas inermes. Con el espíritu indefenso, con la consciencia amorfa, solo el lodo de las ancestrales leyendas de muchos planetas y lunas.
Pues bien, uno tiene la mirada fija en los siete pares de ojos laterales y el analizador emotivo regulador de conductas implícitas, como el ámbar que florece en un vergel. Y por eso no se da cuenta de lo que pasa a su derredor. La misma historia de abusos, y atrocidad inhumana indiscriminada del grande sobre el pequeño, del lagarto con el cuerpo de hombre, de los gusano habitantes en el fondo de la más mínima consciencia.
Así sucedió que las más grandes y populosas urbes del mundo conocido, se hallaron al fin, sumidas en un silencio profundísimo, inusitado y paralizadas en el íntimo juicio. Pues la información masiva se hizo a tal grado psicotóxica que prácticamente nadie quedaba al margen, ésta solo era una masa dañina de sexo excesivo, armas y privación de la vida, la violencia como negocio, y las leyes, solo ruido de herramientas gastadas oxidadas en las mismas esquinas del aire.
Ese es hoy mi problema. ¿Qué voy a hacer?. Hace varios años que no puedo distender las fibras del espectro electromagnético, y clonar el sueño ancestral del reposo espiritual prolongado.
Me siento culpable. Y la cortina electrónica es incapaz de filtrar las microvibraciones negativas del pasado solidificado en la mancha macilenta de las nubes diluidas de los pocos humanos, que aún se resisten a morir, en el fondo diáfano de la brillante geometría del casi extinto humanismo, por más mínimo que sea.
Sin embargo, mi yo ha quedado reducido a algo, ¨algo indefinible¨, no hay analogías moleculares en las sensaciones, ni dolor, ni placer, ni frío...ni angustia.
La cápsula se detuvo, pero antes de la desintegración creí pensar que alguna cosa estaba transformando, era una extraña percepción lumínica, comprensiva, total, una especie de fusión inefable... Muriendo vivo en universal movimiento. Y es por esto, que partí al infinito. Y pasar a ser quién soy... ¡El último híbrido!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EXISTENCIA PARALACTICA
En ella..... La tarde se estremece, se conmueve, ondula en la punta, dentro, los claroscuros de un rumor se deslizan bajo la puerta rutinariamente lánguidos y un olor aceitoso requemado. Encendió un recuerdo al momento en qué la memoria se detuvo. Después de dibujarse vio con inquietud como el aliento se le escapaba por el borde de un ventanal estrecho.
Dio media vuelta a la sombra rodeando el viejo espejo al lado del sombrero gris. ¡Vaya nebulosa!. La acarició suavemente. Su mirada clavada en las últimas páginas, de ausencia demorada, capítulo tras capítulo que con el sentimiento mataba sus miedos en pausas. Los veía caer en un profundo agujero negro y desintegrarse dentro de un relámpago.
Apoyándose sobre el codo, trató de mantener la vista quieta evitando recolectar más huecos abriendo las alas, alejándose del sol a través del cristal y las fisuras de esas paredes cuando perdió las hojas el último invierno. ¿Quién pensaría en la existencia paraláctica, quién quién hay qué hasta ahora no la haya notado? En ella. Veía por la multidimensionalidad del ventanal, tornasolado y fosforescente pulsátil entre las fuerzas paralelas oscilantes, que los sentidos son iguales y contrarios simultáneos, y entre ellos, todos los tipos cristalinos qué bien se conocen y experimentan de la holoedría y hemiedría paramórficas de cada sistema vital estático con sus elementos de simetría en el centro de actividad superficial. Y sobre todo, ahora.
¡Ahora, sí, ahora!. Cada vez qué se libera de las obligaciones que imponen su pobre, abundante y excitante aislamiento en la multitud solitaria, en esa interioridad ignorada en el indiferente e insípido individualismo, donde se huye de las cadenas de la cruda fantasía mercantilista que enajena el pensar y meditar genuino, nadie ha visto esta existencia tan real como ignorada. Y sin embargo, es el refugio, la zona sin espacio ni tiempo, es... ¡La última verdad de la primera realidad!.
En ella... ¡Vaya pues!. Sí, se va con la muerte, y su encantador desorden, que espera la contemplación con el propósito de salir con la consciencia tranquila empalmando un cosa sobre otra como si fuera a explotar.
La voz se quebró en un ligero sollozo, la ilusión se desvanecía y se encontró de nuevo muriéndose en el momento menos esperado. Pensando, sintiendo. En este paraláctico existir, desusado, ignorado. Sueño soy de una mariposa, una vieja mariposa sin nombre, que nada entre nubes serias, graves y vigilantes de sus añoranzas que la siguen con miradas de reproche.
No es que aquí abunde más la felicidad, y los placeres apetecibles. Quienes habitan estas zonas de realidad paralela, son recolectores de sueños perdidos, vagos gustos, desperdicios de aficiones, habilidades desconocidas y virtudes desplazadas.
¡El segundo inframundo está libre de todo movimiento vivo!. Ésto, en otro lugar sería inadmisible; Pero no aquí... El anfibio ya no muestra sus últimas dudas acerca de la muerte, se levanta y emprende el vuelo. En la existencia paraláctica ha dejado de morir. En ella la tarde es... La primera dos veces y el final repetido entre los momentos que se unen, se desplazan, se entrelazan y son indispensables entre las realidades paralelas. ¡En la primera verdad de la última realidad!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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GENTE COMO UNO Salí, Salí, ya anduviste con esa negra mugrienta !...Fue el rechazo espantado de su madre, cuando Carlos, al llegar su casa aquella noche, amagó saludarla con un beso. El olfato de Cesarina, su madre, era uno de los sentidos de los que hacía ostentación. .- Yo debo ser cruza con perro perdiguero. Solía decir. Aunque el perfume que usaba Yoly, era tan agresivo y persistente, que no necesitaba esa cualidad para ser detectado a varios metros de distancia.. Para taparse el olor a rancho. Pensaba, decía y agregaba: .- Andá a bañarte y vení a comer, haber si se te va esa baranda... .- A negra sucia. Completo Carlos, que ya estaba acostumbrado a las comentarios agresivos y discriminatorios de su madre por su relación con Yoly,. La personalidad de Cesarina era contradictoria, Hablaba con orgullo de su humilde origen, de ser hija de esos inmigrantes analfabetos, padres de siete hijos que habían sido criados en un estado de pobreza lindante con la indigencia. .- Pobres pero honrados. O, pobres pero limpítos. Como parodiaba Carlos, cuando contaba la repetida historia de su infancia. De su conchabo como sirvienta, apenas salida de la niñez, en la estancia de los Reynal Ayerza, donde la patrona, era en oportunidades una cruel explotadora con rasgos sicópatas, para mutar en una sensible mujer que .- Me quería como a una hija. Quien la educó con todas las virtudes de una señorita de la sociedad, de la cual se enamoraron, hombres apuestos, cultos y adinerados que frecuentaban esa casa. .- Porque yo, cuando era joven, era muy bonita, y por mi personalidad me confundían como miembro de la familia. Fabulaba, ante el asentimiento socarrón de Carlos, que había escuchado esas anécdotas cientos de veces. En realidad Cesarina, Toda su vida había trabajado .- Como una burra. Ejemplificaba. .- Para que vos y tu hermana tengan lo que nosotros no tuvimos. Y era verdad, había logrado que él, hiciera el secundario y comenzara una carrera universitario, " su hijo el doctor "que le abriría las puertas de un ascenso social hacía una clase a la que ella nunca pudo acceder y que conoció como sirvientita en lo de "los Reynal Ayersa", a los que odiaba y admiraba simultaneamente. Esta falsa conciencia de clase, a la cual quería pertenecer, era la que se manifestaba en su repulsión contra Yoli, y todas esas "chirucitas calentonas" de atrás de la vía, tan blancas y descendientes de tanos inmigrantes como ella, pero no eran lo que su hijo y Cesarina, se merecían. Las vías, en los pueblos del interior eran, y son, la frontera que separa a las clases sociales. Las características físicas de un lado y del otro, en este caso, eran similares por su mismo origen europeo. Pero "los de atrás de las vías", son los pobres, son los sucios, o sea, son los negros y esto hace que las personas, adjetivadas como tales, se preocuparan mucho por que el sol no les diera color a su piel, razón por la que se las veía en los calientes veranos, cubiertas de pie a cabeza. Yoly, era la única que lucía un permanente color bronceado, como una provocación a la tilinguería pueblerina. Así era Yoly, Carlos no creía estar enamorado de Yoly, en sus proyectos no figuraba ninguna relación que pudiera, ni a largo plazo, llevarlo al matrimonio, ni por amor ni conveniencia. Pero entre todas las fugaces relaciones que había tenido, esta era la que más se arrimaba a un sentimiento. Yoly tenía algunos atributos que la diferenciaban, aparte de su innegable belleza física, que la convertían en la más bonita y deseada del pueblo, tenía una personalidad equilibrada, inquietudes e ideales similares a los suyos y profundo orgullo por su condición social. El sabía que a ella no le atraía su futuro titulo profesional, ni su posible éxito económico y esto se evidenciaba en como lo estimulaba en las actividades vocacionales, que tenia por las artes. Esa era Yoly,hermosa, espontánea, orgullosa, libre, apasionada. .- Yo sabía que esto iba a pasar. Se dijo Cesarina derrotada.
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LO QUE NO PUDO SER Para no rastrear en historias muy lejanas, les cuento que mis potenciales abuelos maternos nacieron en el Piamonte, ya ni importa el lugar, ni las circunstancias en que lo hicieron, pero de acuerdo a los comentarios de aquellos que los conocieron, eran el uno para el otro, la misma clase social e idénticos gustos y sensibilidad. Chiquín era para Romina su principe azul, el hombre que reunía física intelectual y sicológicamente todos los atributos que ella buscaba en un hombre, en tanto para él, Romina corporizaba su ideal de mujer, su rostro su figura estaban en sus sueños y proyectos de vida, como una parte esencial de su propia existencia. Supongamos que Chiqín y Romina vivían en el mismo pueblo, pero no necesariamente, solo hacía falta que un día se encontraran casualmente, cuando ella caminaba hacia el mercado y él estaba saliendo de su casa. O tal vez no en ese momento, porque cuando Chiquín subió a su bicicleta, ese día a esa hora, tenía la cubierta desinflada y cuando salió de su casa, ella ya había pasado y el encuentro no se produjo, por lo cual debió ser de otra manera. Entonces digamos que Romina era amiga de Julietta y Julietta era amiga de Roxana y esta era la novia de Peppino y una tarde que Peppino iba al mercado se cruzó con Chiquin que salía de su casa, pero como no se conocían, siguieron de largo sin mirarse, por lo cual las circunstancias anteriores no tuvieron ninguna incidencia en la vida de Romina y Chiquin, pero ocurrió que Peppino y Chiqun habían sido compañeros de colegio y se dieron un abrazo al encontrarse, Hablaron de los tiempos compartidos, se contaron parte de sus vidas y quedaron en encontrarse alguna tarde para charlar y compartir un vino. Pero Peppino debió marcharse a Roma y nunca se produjo aquel encuentro. Así fue que Chiquín siguió su vida, trabajando de albañil junto a su padre quien lo llevó a la casa de Roxana, donde estaba construyendo un par de piezas y ahí se entera que Peppino había muerto en la guerra. Los jovenes se hacen muy amigos unidos por el recuerdo del ausente. Ella fue quie un día le presentó a Julietta en una baile. Julietta había acordado con Romina ir juntas, pero a ultimo momento esta no pudo concurrir debido a una indisposición diarreica que le produjo una sopressata en mal estado. Esa fue la última oportunidad que tuvieron de conocerse. Meses después, ya recuperada de la afección, se casó con un chino, que no tenía un supermercado, por lo cual se fue a vivir a Hong Kong. Chiquin se embarcó hacia America, se radicó en un pequeño pueblo del Oeste de la provincia de Buenos Aires, Blaquier, donde siguió ejerciendo su oficio de albañil, formo pareja con Giuseppe , un iTaliano del sur., con el cual no tuvo hijos ni nietos. Y yo no nací, por esa pinchadura de mierda.
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Sin saberlo...
Se lanzó a las circunstancias en las posibilidades del horizonte. Pues aquel mismo día lo supo, encadenado a la semana entre los meses y años del destino agolpándose una y otra vez en la certidumbre que iba a morir de arriba abajo, buscando escapar a la fatalidad que lo acechaba, sin ningún propósito definido en la más firme conjetura atravesando un bosque obscuro, levantando la cabeza más cerca que antes, en la chimenea de aquella cabaña, solitario en su timidez confidencial empuñaba en un pañuelo el brillo perdido entre los ojos.
La tarde ha cerrado todas sus puertas y el sol corrido los cerrojos entretejidos con estrellas y nublados.
Tenía razón, afuera las cosas siguen igual, esperando que vuelva la vida con la nueva luz, más regular, más calmada, quitando las barreras que aprietan con desesperación el cuello duro de caminar con problemas y el espectáculo monótono de su creación con la mal disimulada impertinencia.
Se sentó, movió la cabeza, sintió un poco el frío suelo donde apoyó la espalda un día soleado en la sombra más agradable sin esa camisa que le ceñía los brazos temblorosos, como se refería a la falta de tiempo al fin de cada mes con mucha gente.
¡Ya no tengo tiempo!.
Pensaba en las luces rojas en los límites de las promesas y en los desengaños que se desparraman sobre todo cuando es tan fácil hacer cualquier cosa más complicada en las menguadas comodidades que van de la prosperidad a la indigencia como una realidad alucinante.
El cuadro ya no era remedo de ruina en un muro del que cautelosamente penden unas llaves en el rito funerario que tiembla del desempleo del que intenta levantarse, y el óleo expresa en el marco de una especie abstracta, en una pintura en que nadie quisiera aparecer para admirarse desconcertado.
Como ya es sabido y sobado, salado. ¡Ahora se encuentra detenido!. El cargo: Daño irreversible a la libre expresión. Hechos materiales: Destrucción masiva de todos los relojes. Y de testigos entre las manecillas los segundos han pasado a ser los primeros.
Y así... Se le encuentra encerrado en sí mismo, tratando de capturar la historia en las asperezas de la naturaleza humana, propulsora del olvido en el collar camuflado de los años. Según dicen las mil nimiedades sobre las que charlan en su ausencia.
¡Se encuentra detenido!___ Sí, en él, en él...
Espejo del tiempo, reflejo ingrávido, sin el menor indicio de haber recobrado la razón... Y...¡Lo peor!... Sin saber el motivo que le obligó a salir del espejo donde la imagen del tiempo se rompe, y los relojes golpean el espacio sin energía.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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LAS MESAS DE CAFE
En épocas remotas, los cafés bares o pizzerías del barrio eran el lugar de un encuentro ritual de amigos, cuasi amigos o conocidos circunstanciales que alrededor de una mesa se reunían, no para arreglar el mundo, como dicen peyorativamente algunos, sino en una comunión de historias de vida, creencias, conocimientos, ignorancias de gente común. o no tanto, que desde el atardecer hasta la madrugada, arrimaban sus sillas para participar de ese debate democráticodeideas. Aunque han quedado crónicas bastante fidedignas de esta actividad social,desaparecida con la invasión desculturalizante de la televisión, la que cumpliendo la profecía científica de Julio Mafud, hizo que el hombre de nuestro tiempo, dejara de vivir su vida para vivir la de los demás, esa, que a través de la pantalla lo convierte de protagonista en espectador, en el mejor de los casos en observador, de una historia en la cual no participa. Pero el objetivo de este spiche, no pretende ser un divague sociológico, digno de una mesa de café, sino poner sobre ella una polémica que ocupó horas de intensos debates en los foros cafeteriles, donde no había un tema programado, sino que surgía espontaneamente. Bastaba con que alguien dijera, por ejemplo: .- Es el destino, dió la casualidad o accidentalmente , para que nos engancharamos en la polémica. El que la comenzó aquella noche fue el Chivo, que cortó los diálogos con un intrascendente .- A qué no saben lo que me paso hoy ?... Al pique la chanza de Beto, que siempre le echaba leña al fuego . Che, alguien compró la sexta?... Haber fijate en el horóscopo que le pasó hoy al Chivo. El aludido ignoró la chacota, sabiendo que si se enganchaba iba para largo, y lo que él quería era contar, así que continuo.- Ayer encontré a la Turca, se acuerdan de la Turca ?...Voy a tomar el 37, en Rodriguez Peña y Corrientes, me pongo en la fila. Delante mío una mina y no se porqué me dije, yo a esta la conozco. no le veía la cara, fue un flash, yo a esta mina la conozco. Pero lo obvie, es común que en la parada haya alguien que venga para el barrio. Pero mirá vos, no era la parada del 37, me equivoqué de palo era, la del 128. Entonces haciendome el gil, para verle la cara le digo, perdón, acá para el 37 ?... se da vuelta y a quien me encuentro ?...A Elena... .-Para loco, la Turca no se llama Elena. Lo interrumpió el Gallego, Que era el único que le prestaba atención .- Che beto, vos te acordás como se llamaba la Turca ?... .- Alcira se llamaba. .-. Si ya sé, pero yo encontré a Elena, la de la panadería, que estaba esperando a la Turca en la parada del 128, está claro ?...Pero lo que quiero contarles es que no se si fue el destino, la casualidad o que carajo fue, que justamente un día que salgo más temprano del laburo y me equivoco de parada, encuentro a la mujer que hace diez años que no veo y que nunca me pude sacar de la cabeza. Y porqué ? porque delante mío habia una mujer, que no se porqué, me pareció que conocía... .- Por el culo sería, es inconfundible. Acotó El Rafa, con su habitual grosería. .- Ya salió Corona, siempre tan finoli...Lo que yo sentí es que la vida me daba el vuelto. Cuando la vi, como si no hubiera pasado el tiempo, con esa sonrisa, los ojos negros... .-Y los bigotes, porque era peluda la Turca, linda pero peluda. Dijo el Rafa que no perdía oportunidad de chacotear. .- Si se lo van a tomar en joda, la dejo acá. Amenazó el Chivo, pero continuó .- Yo no se si a ustedes le pasó, pero muchas veces pienso que el azar es el hecho más determinante de nuestras vidas. Que una sucesíón de hechos fortuitos se convinan de forma tal que en un segundo nos cambian la vida. Les decía que había salido más temprano del trabajo y saben porqué...porqué apareció una rata en la oficina, se armó el desbande y se llevaron por delante la escalera en que estaba subido sacando un bibliórato. No me partí la cabeza de pedo, que si caigo mal, a la Turca la iba a encontrar en el otro mundo, pero fue uno de los hechos que hicieron posible el milagro. Me entienden porque digo que fue la casualidad ?... .- La casualidad no existe. Afirmó un chapero que estaba haciendo un curso de sicología social. .- Cagamos, ya salió el pequeño Freud ilustrado !..... .- Froid. Corrigió el diletante. .- Ah, también hablás alemán, vos ?. Dijo molesto el Chivo, que no se lo bancaba y continuó.- Como sabía que en algún momento ibas a saltar, me tomé el laburo de leer un poco, y sabés... leíste poco y entendiste menos, Freud opinaba así con respecto a los fallidos sicológicos pero no tiene nada que ver con los hechos objetivos de la realidad. Es todo lo que quería decir. Dijo el Chivo y abandonó la mesa con un gesto triunfante. neco perata .-
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DESDE EL ANONIMATO
Por el resquicio rugoso de mi rincón preferido, no sé cuanto tiempo un fantasmal recuerdo me observa silencioso a través de seca neblina... Quieto, expectante, se siente desconcertante brillando. Solo le interesan los rayos verdosos del tapete y nada de las violetas cortinas.
Arriba el techo cambia el opaco mañana apiñando ayeres dispersos; un olor a luna desciende, y al salir la tarde, él se inquieta frente al piso y no huye cuando el rojo ruge agudo y permanece a pesar de ello.
El tiempo extrañamente se detiene al doblar la esquina una aurora gentilmente extendiéndose en la hojarasca parda.
Observando se reclina suavemente y en sus contornos vibran minúsculos resplandores del cuello a sus rodillas solo, pues más allá hay solo unos viejos cojines sedosos paralelos a su inespecífica estatura.
¡Dime qué temes menos a la materia del ensueño qué anidas... Toma este asiento desierto. Habla del atardecer qué palidece, de la primavera deslizándose celeste, de la púrpura espuma girando!.
Cuenta como el cuerpo se siente sin ser esclavo del alma, un estuche libre del polvo. ¿Escuchas la sed del laberinto soñoliento de un cocodrilo asustado, ves las joyas vacilantes desprendiéndose de las consciencias temblorosas de los abismos del hombre, de los lagartos del metal cultivando brumas?.
¡Dime si lo sabes acaso!.
Encima unas lámparas arrodillaban la noche atando claroscuros de marfiles colores y el granito entre sirios antiguos desnudos en la luz lejana de abanicos moteados.
¡Ven!__Ven, vamos a buscar donde yacen los alfileres abandonados en los restos de las tristes piedras y en los himnos de los lirios que flotan.
Tiéndete en estas últimas claridades amarillentas de las paredes que gritan y callan invitando al descanso de serpientes emplumadas errantes sobre las gotas del trigo escarlata.
¡Ven, ven!. Ven en fin y toma asiento si quieres y reposa en este silencio sepultado hecho trizas y abrumado de vítreas lágrimas perennes, donde la misma verdad vigilante duerme y al engaño soborna.
Y mi rincón desde ese día ya no es el mismo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EN UNA ARISTA
Un día nació redondo en el calendario más cuadrado con el deseo de triangular un momento separado de cualquier instante. Y marchó por el bosque submarino para buscar esa gota, pues solo eso podía ser una gota sin el tiempo atrapada. Pero el desierto estaba absorto en cada nuevo espejismo.
Y muy cerca el sonido penetraba coronado de silencios con sus cuerdas púrpuras en las manos de una estatua veloz. Colocó el dolor que nunca muere al lado del placer enrojecido y sudoroso. Dentro y fuera perlas espinosas, líquidas antorchas en los labios de una oruga, el vestíbulo pintado en jade y en las tumbas flores de fuego.
El mismo vestía un traje de relojes en llamativos colores en las aguas que brotaban del espejo reflejado y muchos espacios se abrieron donde una mirada termina en los pedazos que devuelven las pasiones en las graníticas caravanas del desierto y la seda. Pero el día no terminaba con el cielo despejado y recortaba las negras hojas al viento.
Hora tras hora cabalgando el desdén fabricando su aliento entre los aserraderos montañosos donde guardaba los tiempos de viejos amores secretos de la realidad que se aleja y los cultiva en la fantasía que cuelga de los techos. Y el día, solo era el mismo, un día simple y sencillo, pero en sí diferente en las paredes andando junto al corazón que palpita, y grita a los fantasmas taciturnos que nunca existieron.
¡Ah!___Semana a semana corría tras los meses, los años, los siglos, y en su esencia pintando pajaritos al alpiste encendiendo al alba noches y tardes. En el fondo, su camino a la sombra del tiempo circular con frecuencia tomaba espirales escarpadas del polvo sonoro al color del relámpago dejando en el cristal de su memoria minutos henchidos de dogmas en la mitad de una orgía por la indignación de la guerra hecha negocio de pocos en la propia degradación de su borrasca indiferente alfombrando el piso de muertes y engaño. ¡Sólo el pasado vive en el efímero presente qué nunca termina de hacer el futuro cierto equitativo y bondadoso en todo humano!. Vaya carne de Cronos del infinito fracaso permanente...
Aunque tres veces heredó la misma arista que ahora sentía más suya que nunca, se dijo a sí mismo en cada segundo, en cada minuto de sus veinticuatro horas bien que mal pasadas en la eternidad que a lo lejos indiferente sabía que nada era fuera de ella. No obstante, ahora. ¡Ah!__Su corazón de día íntegro, esencial y transitorio, no toleraba el después de la noche grotesca ni los gestos haciendo cabriolas.
Al fin, se arrodilló y arrojó su deseo por la ventana, entrando como siempre se había hecho antes de ser el día un día como cualquier otro fuera del tiempo o el espacio imaginado antes de todo antes.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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POR LA VENTISCA
Por fin se puso a tocar algo en el aire. Ahí, dónde se inclinan las sonrisas de los perfumes y flores de excusas enredadas entre los dedos. Antes de subir las escaleras agradecido del zenzontle trepado en su canto de rama en rama... Beatífico y radiante. Esa mañana le miraba de reojo. Tomaba la primera sombra su descanso fresco aferrado a la dulce tarde qué recordaba. Hacia el final de mayo esa sinfonía tocaba a su imaginación, terminada... Necesitaba solo unos retoques de brisas intermedias y pulir el frío de los silencios breves, blancos copos flotando entre las estrofas que con su suave presencia estrechaban sorpresas de serena influencia conmovedora. En la letra combinaba letras, olores, texturas. ¡Una maravilla que asustado, tímido pocas veces dejaba escapar de las grandes y pesadas experiencias amargándole la naturaleza sensible en sus preocupaciones alegres!.
En esta ocasión el mejor papel para envoltura que pudo conseguir no le pareció suficientemente bueno para su propósito... Confiaba en creer animar el aire mismo, en un cabalgar atinado nubes y nieve. Y entre vacilaciones y dudas se colocó por encima del clima, templado como un patrón de sastre y cortaba sus reflexiones bajo una oleada de palabras sin expresar la consoladora esperanza de la casa imperceptible símbolo dispuesto en la hora que detuvo la conferencia sin remuneración. ¡Vaya humo virtuoso!
Esa vez, dijeron qué tenía un brillo extraño en la mirada, pero no así en los dedos serenos de un color definido ignorando la realidad herida incapaz de comprenderse al fondo de la más sencilla explicación qué vuelve todos los días más confusos por la búsqueda desesperada de una sola certeza.
Se sentó al costado de una ventana y no dijo palabra. Con los ojos entrecerrados sorbió un poco del té frente al cuadro impresionista en la imaginación qué le parecía infinita y a veces lo comparaba con una mariposa tejida de sueños y angustias, ó lo contrastaba con la pequeñez de una luciérnaga que se acomoda al obscuro silencio iluminándolo y proyectando visiones en los últimos rayos del sol callado a ratos. Con las noches de raigambre catastrófica del repelente engendro del sillón previo.
¡Se trata de una lucha perdida!. Dijo entredientes dando una extraña tonalidad al momento. La cara del cuadro nos miraba sin decir palabra desde la pared dispuesta a saltarnos. ¡Es difícil decirlo!. Y decirlo en letras fijas, tan pobremente vestido y calzado de música ávida tocando las montañas que refulgían en la nieve a lo lejos débiles y superficiales los susurros sin tener en cuenta la tibieza creativa que alumbraba el huésped en sus ropajes humanos... ¡Sí muy difícil decirlo!. Sobre todo sin recordar el silencio de esos cinco minutos detenidos en el fondo del reloj dónde se pierde la noción del instante.
Y volvió a tocar algo en el aire. Pero esta vez descartó el papel de cualquier objeto. Y se envolvió en su creación lentamente desapareciendo... Y cada vez que lo recuerdo Vuelve a tocar algo en el aire.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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