Sobre la arena, el misterioso aroma, preludio de pasión, en la tarde temprana, que los instintos libra. Una ráfaga de aire, se amontona, una versátil ola, una gaviota grita, en la atmósfera cálida.
Navega el pensamiento, entre emociones vibra, batel que abraza al mar y se alimenta, de la olas que baten, su incierta travesía. En un soplo de vida, la frágil criatura, emerge del sentir, como un lamento.
En un fugaz momento, la larga singladura, en un instante, al volver la locura, se fue muriendo, como se extingue el viento. Recóndito misterio, que padeciendo duda, en un alarde de cordura, huye del cementerio.
Tórrida bruma, que en un rictus escénico, su faz oculta, bajo un manto de sombras, se acurruca, vital momento. Una luz vespertina, como un veloz destello, a la bondad alumbra, amor sin freno.
Se ha quedado sin habla, confinado en su encierro, nota tras nota grita, en un mudo silencio, que el ánimo acoquina. Vuelto hacia el interior, como un pellejo vuelto, buscando el yo, en su indeciso espejo, mirando en derredor.
Amor que flota, cual fugitiva nota, de un etéreo instrumento. Nota tras nota, se derrama sin miedo, como un espeso viento, que peina los aromas. Un atrevido beso, que el destino te otorga, como un febril deseo.
Amor de primavera y de verano envuelto, de invierno ensimismado, en el cálido otoño, de ocres cenicientos. Una aurora primera, una segunda ola, que altera el sentimiento. Amor primero, un incipiente tallo.
Se fue corriendo, de su encierro enrejado, errante espíritu, que atraviesa el tiempo, libre ráfaga de aire, un suspiro, un aliento, una nerviosa risa, de su interior saliendo. El sabor de una lágrima, derramada en el verso.
Bebe de la ilusión, de aquel momento, sutiles fantasías, bellos intentos, de embellecer la vida.
No sabe el corazón de condiciones, sabio en pasión y en emociones, de viejas sensaciones se alimenta, es terco, radical y latiendo atormenta, hasta la locura puede amarlo todo, galopar desbocado cual corcel loco. Un solitario lobo ajeno a las razones, un mar embravecido o generoso.
Amor sin techo, sin puertas ni barreras, amor desesperado envuelto en la marea, de canas adornado o voraz como un fiera, amor transcendental y apasionado, amor sin Luna y Sol, entre tinieblas. Amor furioso, celoso impenitente cuando se une a la afilada mente , gigante poderoso, derriba las fronteras.
Abraza el corazón al inocente y al desvalido sin dudar se ofrece, crece el latido si el sentimiento crece, se agranda al contemplar como amanece. Su voz es el tañer de una campana, golpeando el campanario de su pecho, es más puro el amor cuando está lleno, de ternura y pasión siempre latiendo.
En desacompasada letanía late inmerso, en un universo de penas y alegrías y a veces, queda preso en la armonía, en los compases de lejanos recuerdos. Transita en los lugares más recónditos, sin miedo y sin pudor, su latir vibra, como ebrio bailarín baila y se alivia, en las sábanas de su deseo insatisfecho.
Corazón enarbolando su desprecio, ajado en su interior como un pellejo, odio interior prestado sin remedio, por envidias y celos, terror y miedos. Eterno vagabundo, errante por el mundo, viajero impenitente en un leve equilibrio, sin mediar condición a otros sigue, a otro corazón inmerso en su delirio.
Rebelde corazón que se alimenta, de amor y de pasión, de magia y de quimeras, como un acordeón se ensancha y mengua, de sobresaltos y de locuras tiembla, como en un vendaval una pavesa. Amor, que sin piedad, al corazón abrazas, con la fuerza de un dragón, que en llamas habla, órgano musical cuyas notas se alteran.
De sangre corazón o de madera, de amor forjado o esculpido en piedra.
Alzó el vuelo majestuosa, alas como dos veleros, batiendo enérgicamente, entre sus plumas el viento. Voló desafiando al aire, como enérgico guerrero y retó a la gravedad, que le ciaba hacia el suelo.
Águila de plumas grises, ojos de múltiples velos, timón que orienta la meta, cola que dirige el viento, henchido plumaje de aire, sedoso cual terciopelo, vuelas libre como el verso, exhalado contra el tiempo.
Amor que vence y abate, al más diestro de los diestros, destruyendo la armadura, con el latir de su aliento. Da la espalda a la cordura, en aras del sentimiento y practica la tortura, cuando se atenúa su acento.
Canta el ruiseñor sin prisa, trinos que hablan de conciertos, voz aflautada y sentida, llamando al entendimiento. Agita su frágil cuerpo, sobre el viento que palpita y en su canto la belleza, vida propia presta al viento.
Mudó su piel como el hielo, torna a líquido elemento, para que la carne brille, reflejando como espejos, la pasión que vive dentro. La sangre no se detiene, corriente como un reguero, que hierve o hiela los huesos.
Clamor entre los silencios, ensordeciendo secretos, ave que nunca desvela, hacia donde va su vuelo. Amor que detiene el tiempo, con la fuerza de su verbo.
En un lugar, donde la luz se duerme, vuela la sombra, que sobre ella se cierne. Sutil volar, de una vida que viene, de un latido que siente.
Primavera de amores, entre bailantes sombras, amapolas durmientes, bailarinas que flotan. Una suave corriente, se desliza silente, entre las suaves rocas, de las silentes mentes.
Adiós a la nostalgia, sumergida en recuerdos, que en el tiempo se pierden, como ligeras notas, de un instrumento inerte. Morriña que se adhiere, a la carne y el vientre, como al mago la magia.
El inmenso Universo, donde pace el misterio, nacen astros y estrellas. Inmensidad siniestra, silencio atronador, roto por recias tormentas. Inhóspitos vacíos cósmicos, donde el secreto es materia.
Etéreos sueños fugaces, en el espacio infinito, que vuelan como recuerdos, en el vacío perdidos. La aurora no da permiso, para dar luz a la sombra. Sombra y luz son dos amantes, por el infinito unidos, hablan en el mismo idioma.
Majestuosa en el éter, despliega sus alas mágicas, retando frío y corrientes, viento, aguaceros y nieve. Como cenitales focos, sus ojos rajan el aire, penetrando en lo más hondo, del más espeso follaje.
La vida observa a la vida, la mirada penetrante, de unos ojos que iluminan, como luces delirantes. Hasta el infinito alcanza, la vista en la que subyace, igual que siembra recoge, pionera entre días y noches.
Luces y sombras caminan, junto a la vida que nace. Mente mágica y ladina, que a todo mira y conoce.
A.L. (ángel l. pérez)
NO SOY LO QUE ESCRIBO...SOY, LO QUE TÚ SIENTES AL LEERME (anónimo). NO GUARDO MÉTRICA ALGUNA...SI ASÍ SUCEDE, ES PURA FORTUNA
En el centro de la duda, nace la verdad desnuda, como fagocita el sueño y alerta la pesadilla. Se cubre de nieve el huerto, como un manto que le cuida y en el mar de los deseos, los desamores se agitan.
Se va achicando la luz, que se pierde en las orillas, de la inmensidad azul. El viento torna a ser brisa y en el borde del talud, baja la Luna sin prisa. El silencio cobra vida, en la sombra y en la luz.
Sangra la tierra desnuda, ríos y arroyos circundan, su cuerpo terroso y recio, venas sinuosas la cruzan, como extraños vericuetos, en su núcleo se concitan, brasas, bramidos y fuego, hermosa esfera terrícola.
El humo cegó los ojos, del universo que mira, nebulosa en sus pupilas, bruma cegadora y fría. Mares de sueños circundan, las encarnecidas vidas y van dejando regueros, de tibias gotas de vida.
Las tinieblas se disipan, cuando el amor ilumina, la sombra tétrica y fría. Flotan radiantes las notas, de sus armoniosas rimas, dejando nidos ardientes, en cada cuerpo que anida, con sus sentidas simientes.
Lame el tiempo la ilusión, que entre atajos se desliza, amor que dobla la esquina, para encontrar otro amor. Calma chicha en la pasión, que arde en el corazón, sabor a fuego y cenizas, arrebatos en la voz.
Va abriendo camino el Sol, como se acerca a la vida, el retoño que nació. Sollozos en el amor, cataratas de alegrías, inusitada ilusión, sin control y sin medida, unas lágrimas vertidas.
Entre la noche y el día, los corazones titilan, forjando nuevas pasiones, nuevas y latentes vidas. Se va la sombra suicida, renunciando a su color.
Voltea el tiempo a la vida, con la fuerza de un ciclón, dando tumbos cual caída, de un saltimbanqui burlón, igual que rueda resbala, con estridente pasión, a la esperanza se abraza, como el pulso al corazón.
No presume de sapiencia, el sabio en su soledad, ni señala diferencias, por el color nada más, solo en la existencia piensa, tan solo ofrece su voz, si lo requiere su ciencia, no se para en el rencor.
Bosque profundo y frondoso, hojarasca entre los ojos, follaje espeso y pastoso, en la siniestra trinchera. Caminos intransitables, de tupidas duermevelas, puentes rotos, como hebras, desprendidas de cejas.
Sabiduría en las maneras y en el alma sin quimeras, el saber de la conciencia. Deambular como volutas, desprendidas de la tierra, donde se pisan los años, que van marcando la senda, las entrañas se avejentan.
Atención siempre a las muecas, a los amores sin metas, vivir con un pie en la tierra y otro que al aire flotando, soñando se enseñorea. Levantarse del zarpazo, que el tiempo impone y asesta, ver de lejos y de cerca.
El pelo brilló en el sueño, la faz preñada de afecto, amando libre y atento, sin freno que le detenga. No hay contratos ni firmantes, solo la verdad que alberga. En silencio se desliza, como el sudor en las cejas.
Amor sin mitos ni reglas, que aprisionen su belleza, con un pie entre las nubes, otro palpando la tierra.
Crueles bridas que aprisionan, férreas rejas que coartan, muros que como fronteras, a la libertad atrapan. El miedo cruzó la puerta, invadiendo la conciencia, el raciocinio amputado, mente esclavizada y rea.
Un revuelto mar interno, azota los sentimientos, corazón que se desboca, en las crines del silencio. La sed acucia los órganos, se deshilachan los nervios. El viento de los recuerdos, en galerna se hace eco.
Emociones en los párpados, reflejos entre los dedos, bailando entre las pupilas, los enamorados dentro, como racimos de vidas. Tormenta que se arrodilla, ante los fuegos internos, finas palabras que vibran.
En el aire los recuerdos, giran como molinillos, gestos que compran caricias, con los rictus del cerebro. La caverna de los dientes, late buscando los besos. En el sol de las pupilas, acarician los deseos.
Negras sombras en las luces, fogonazos en el tiempo, claridades en las simas, bordadas de sentimientos. Amores en huracanes, en lagos grises de espejos, sueñan coloridos lienzos, retratos de viejos tiempos.
En el sorteo de la vida, el amor no siempre toca. Nacen destinos premiados y mueren por el camino. Se va posando la aureola, en los pensamientos íntimos, rozando las maravillas, de viajes al universo. La suerte es ciega y sin verso.
Escapó entre los vapores, en la atmósfera de hielo. Mar adentro entre gigantes, de su líquido elemento. Amor rompiendo cadenas, rejas, grilletes y miedos.