Lleva en las venas la esencia, río rojo se derrama, como corrientes de magia, en la mente de la ciencia.
Subyuga su desmesura, presa en su fiel ignorancia, y no repara en argucias, en domar a la criatura. Así se olvida la ciencia y se desprecia la magia. Como desprenden sus hojas, el otoño de la vida.
Libro en blanco de ternura, invisibles líneas blancas, escritas en la textura, de la piel de las caricias. Fibras que tiemblan sin pausa, besos que tiemblan y vibran, temblores ente las sábanas, de las entregadas vidas.
Poder que somete al pobre, esclavo que justifica, patrón que bebe la sangre, del vergel que le sublima, sabor agridulce y ácido, del odio que cronifica, sumisión a la avaricia, de ricas ropas vestida.
Se descuelgan los placeres, se desprende la desidia, lágrimas que lentas fluyen, como palabras sencillas. Corazones en el aire, en la tierra pesadillas, almas prendidas de nubes, de rostros en carne viva.
Lluvia de amores que bañan, cadenciosamente mágica, repartiendo sensaciones, entre reales y fantásticas. El viento azota los márgenes, donde vive la alegría, pero tozuda se salva, armoniosamente viva.
Lleva en las venas la lucha, impregnadas de verdad, en las arterias confianza, de claridades las dudas, versos en la oscuridad, para escribir la esperanza. Lleva en las venas la vida, preñadas de realidad.
A cierta distancia me dominas muchachita. El leve olor de tu velo me anula las fuerzas. Un hilo de tu cólera hala mis huellas a tu guarida En ella no tengo triunfo Ni sangre Ni raíces Ni espinas. Soy solo forma de ceniza. Paloma ruda, ¡Qué haré para ser olvido!
De todas tú eres, de la que yo estoy enamorado Por la que me desvelo, todas las noches A la que pienso todos los días, a todas horas La que esta en mis sueños y pensamientos.
De todas eres la más importante para mí Con la que quiero estar, todos los días La que mas me gusta a mí, la que me vuelve loco Eres tu la dueña de mi corazón, solo tu estas en él.
De todas eres tú, quien me tiene enamorado Solo eres tú, la que aparece en mis sueños Eres lo que mis ojos, al verte anhelan tanto Eres la única que me trae, un poco loco, solo por ti.
De todas eres la más especial para mí Eres la única que quiero que este en mi vida La que me hace sufrir, con su indiferencia Pero de todas tu eres, de la que yo estoy enamorado, Nadia.
Inviolable la alegría, impertérrita la sombra, inacabable la vida, que en si misma se transforma. Inalcanzables las horas, que transcienden cada día. Son más certeras si nombras, sin nombrar la vida íntima.
Recuerdos de la niñez, volver el rostro hacia atrás, sentir el viento en la nuca, el vendaval que te empuja, la brisa que te acaricia. Remembranzas de las risas, que bailan en la memoria.
Gira impasible la noria, gobierna el timón el tiempo, crujen desgastados huesos, como oxidados reflejos. Chirrían viejos conceptos, chocando con nuevos celos, y se desnudan las ganas, de caducados recuerdos.
Mar que atraviesas el mundo, bañando de sal su cuerpo, purificadora esencia, alentando los anhelos. Aventuras en los ojos, vestidos de la cordura, que la locura desnuda. Luces en el inframundo.
Canciones en el desván, reliquias entre los dedos, como madejas se hilan, los intratables deseos. El grande pisando al chico, el reto que vive dentro. Noches aciagas de sueños, entre las mieles y el cieno.
Se van quedando sin pan, los que se miran de lejos, vientres sonoros que gritan, bocas abiertas al cielo. La voz quedándose sola, pues solo suena por dentro. Salvas de fuegos dañinos, reptando por el respeto.
Reparte amores el tiempo, con tentáculos de hierro, y va desgranando sueños, como quien guarda un secreto. Amor que impregna de júbilo o seduce sin saberlo.
Yo he pisado el cielo y el infierno Tengo talones de marinero Con leves pasos sobre la mierda Con duros pasos los cementerios. He caminado cientos de ríos Por la sed humana se marcharon El campo minado de tu ombligo Arriba de tu alcoba, también debajo. Cruzo las calles para besarte Sorteo el tráfico del bien y del mal Piso el frío clandestino de la tarde Sólo por decirte hola…que tal. Persigo la senda de mis erros Sigo las huellas de mi cansancio Sí, he pisado el señuelo de mis detractores Quieren envenenar lo que voy sembrando Yo he pisado el cielo y el infierno Voy descalzo, nada temo. Todos los charcos y fangos de la tierra O son espinas o son fuego.
Los silencios de la noche son el eco de la nada la penumbra es la postal de una ciudad que dormita con sus calles tan vacías donde deambulan fantasmas por esa vieja costumbre de recorrer las distancias. Ya con la noche extendida se regalan a sus almas entre música y poesía con acordes de guitarra o algún piano melodioso poniendo fondo a palabras y la voz del algún poeta con su magia al recitarlas mientras las musas inquietas... aspiran con los acordes exhalan con las palabras ofrendando sus destrezas cuando ejecutan sus danzas. Con la noche cediendo paso se va acabando la calma la calle se hace murmullo y empieza a clarear el alba los fantasmas se despiden bajo un árbol en la plaza y se van a los vergeles donde refugian sus almas hasta la noche siguiente que vuelven a las andadas.
Cada que te recuerdo, una sonrisa aparece en mi rostro Como aquel primer día, que te conocí y vi por primera vez Recuerdo tu hermosa sonrisa, y esos ojos tan coquetos Sin saber porque, extraño esa manera en la que me veías
No importa la distancia. Ni el dolor No importa lo que digan, y lo que opinen los demás Cada día y cada noche, crece lo que yo siento por ti Nadie podrá hacerme cambiar de opinión.
Me pregunto si algún día, podre verte de nuevo Yo si quiero verte de nuevo, pero no sé si tú a mi si Por favor Nadia, léeme y escríbeme Dame esa oportunidad de hablar contigo.
No sé si algún día sabrás, que te llevo conmigo Otra ves me dieron las tres de la mañana pensando en ti Nadia en todos mis sueños, yo te vuelvo a ver Quisiera despertar del sueño profundo en el que estoy y verte a ti Nadia.
La vida sigue cayendo, la luz se arrastra tras nuestra espalda sin su ritmo, sin el profundo efluvio, la naciente primavera medita, la noche preclara amanece temprano y la nocturna sombra corre entre tus pasos marcados en la grama, el alba clama la dulce melodía donde tu corazón a la planta toca y sin más a mi alma invoca.
Tantos besos vacíos secaron mi garganta y la hicieron asechar otros ojos diferentes a los míos sin nada, sin excusas con el frio de unas manos que acarician sin sentido la nada misma llenas de lamentos.