Poemas :  DATE A VOLAR
Anda, date a volar, hazte una abeja,
En el jardín florecen amapolas,
Y el néctar fino colma las corolas;
Mañana el alma tuya estará vieja.

Anda, suelta a volar, hazte paloma,
Recorre el bosque y picotea granos,
Come migajas en distintas manos
La pulpa muerde de fragante poma.

Anda, date a volar, sé golondrina,
Busca la playa de los soles de oro,
Gusta la primavera y su tesoro,
La primavera es única y divina.

Mueres de sed: no he de oprimirte tanto...
Anda, camina por el mundo, sabe;
Dispuesta sobre el mar está tu nave:
Date a bogar hacia el mejor encanto.

Corre, camina más, es poco aquéllo...
Aún quedan cosas que tu mano anhela,
Corre, camina, gira, sube y vuela:
Gústalo todo porque todo es bello.

Echa a volar... mi amor no te detiene,
¡Cómo te entiendo, Bien, cómo te entiendo!
Llore mi vida... el corazón se apene...
Date a volar, Amor, yo te comprendo.

Callada el alma... el corazón partido,
Suelto tus alas... ve... pero te espero.
¿Cómo traerás el corazón, viajero?
Tendré piedad de un corazón vencido.

Para que tanta sed bebiendo cures
Hay numerosas sendas para tí...
Pero se hace la noche; no te apures...
Todas traen a mí...
Poeta

Poemas :  CANCIÓN DE AMOR PARA UN CORAZÓN HERIDO
Estoy en una forma concreta,
el viento sopla hacia el norte-noroeste,
huele como las arenas de la isla sur,
cuando un gato negro se cruza en mi camino.

Las cosas se vieron mal,
en mi perfil social estoy solo,
no se porqué,
pero a veces quisiera que me tomaras en cuenta.

Camino en círculos,
sin salida alguna,
solo se que no te tengo,
ya lo se,
pero mejor lo superaré.

Poco a poco,
un gato negro se cruza en mi camino,
mala suerte,
o tal vez no,
solo no se a quien le pertenecerá,
solo me sigue a donde voy.

Jugaste conmigo,
no lo entiendo,
fuiste sincera una vez,
ahora te vas y me dejas,
abandonado y sin ilusiones.

Pero lo dejaremos así,
estoy cambiando mi estatus social,
soltero y solitario,
ya sabré quien se enamora de mi,
de mis poemas y mis proyectos,
esto se acabó,
adiós por siempre.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas :  HOJAS SECAS
I

Mañana que ya no puedan
encontrarse nuestros ojos,
y que vivamos ausentes,
muy lejos uno del otro,
que te hable de mí este libro
como de ti me habla todo.

II

Cada hoja es un recuerdo
tan triste como tierno
de que hubo sobre ese árbol
un cielo y un amor;
reunidas forman todas
el canto del invierno,
la estrofa de las nieves
y el himno del dolor.

III

Mañana a la misma hora
en que el sol te besó por vez primera,
sobre tu frente pura y hechicera
caerá otra vez el beso de la aurora;
pero ese beso que en aquel oriente
cayó sobre tu frente solo y frío,
mañana bajará dulce y ardiente,
porque el beso del sol sobre tu frente
bajará acompañado con el mío.

IV

En Dios le exiges a mi fe que crea,
y que le alce un altar dentro de mí.
¡Ah! ¡ Si basta no más con que te vea
para que yo ame a Dios, creyendo en ti!

V

Si hay algún césped blando
cubierto de rocío
en donde siempre se alce
dormida alguna flor,
y en donde siempre puedas
hallar, dulce bien mío,
violetas y jazmines
muriéndose de amor;

yo quiero ser el césped
florido y matizado
donde se asienten, niña,
las huellas de tus pies;
yo quiero ser la brisa
tranquila de ese prado
para besar tus labios
y agonizar después.

Si hay algún pecho amante
que de ternura lleno
se agite y se estremezca
no más para el amor,
yo quiero ser, mi vida,
yo quiero ser el seno
donde tu frente inclines
para dormir mejor.

Yo quiero oír latiendo
tu pecho junto al mío,
yo quiero oír qué dicen
los dos en su latir,
y luego darte un beso
de ardiente desvarío,
y luego. . . arrodillarme
mirándote dormir.

VI

Las doce. . . ¡adiós. . .! Es fuerza que me vaya
y que te diga adiós. . .
Tu lámpara está ya por extinguirse,
y es necesario.
-Aún no.-
Las sombras son traidoras, y no quiero
que al asomar el sol,
se detengan sus rayos a la entrada
de nuestro corazón. . .
-Y, ¿qué importan las sombras cuando entre ellas
queda velando Dios?
-¿Dios? ¿Y qué puede Dios entre las sombras
al lado del amor?
-¿Cuando te duermas ¿me enviarás un beso?
-¡Y mi alma!
-¡Adiós. . . !
-¡Adiós. . . !

VII

Lo que siente el árbol seco
por el pájaro que cruza
cuando plegando las alas
baja hasta sus ramas mustias,
y con sus cantos alegra
las horas de su amargura;
lo que siente pro el día
la desolación nocturna
que en medio de sus angustias,
ve asomar con la mañana
de sus esperanzas una;
lo que sienten los sepulcros
por la mano buena y pura
que solamente obligada
por la piedad que la impulsa,
riega de flores y de hojas
la blanca lapida muda,
eso es al amarte mi alma
lo que siente por la tuya,
que has bajado hasta mi invierno,
que has surgido entre mi angustia
y que has regado de flores
la soledad de mi tumba.

Mi hojarasca son mis creencias,
mis tinieblas son la duda,
mi esperanza es el cadáver,
y el mundo mi sepultura. . .
Y como de entre esas hojas
jamás retoña ninguna;
como la duda es el cielo
de una noche siempre oscura,
y como la fe es un muerto
que no resucita nunca,
yo no puedo darte un nido
donde recojas tus plumas,
ni puedo darte un espacio
donde enciendas tu luz pura,
ni hacer que mi alma de muerto
palpite unida a la tuya;
pero si gozar contigo
no ha de ser posible nunca,
cuando estés triste, y en el alma
sientas alguna amargura,
yo te ayudaré a que llores,
yo te ayudaré a que sufras,
y te prestaré mis lágrimas
cuando se acaben las tuyas.

VIII

1

Aún más que con los labios
hablamos con los ojos;
con los labios hablamos de la tierra,
con los ojos del cielo y de nosotros.

2

Cuando volví a mi casa
de tanta dicha loco,
fue cuando comprendí muy lejos de ella
que no hay cosa más triste que estar solo.

3

Radiante de ventura,
frenético de gozo,
cogí una pluma, le escribí a mi madre,
y al escribirle se lo dije todo.

4

Después, a la fatiga
cediendo poco a poco,
me dormí y al dormirme sentí en sueños
que ella me daba un beso y mi madre otro.

5

¡Oh sueño, el de mi vida
más santo y más hermoso!
¡Qué dulce has de haber sido cuando aun muerto
gozo con tu recuerdo de este modo!

IX

Cuando yo comprendí que te quería
con toda la lealtad de mi corazón,
fue aquella noche en que al abrirme tu alma
miré hasta su interior.
Rotas estaban tus virgíneas alas
que ocultaba en sus pliegues un crespón
y un ángel enlutado cerca de ellas
lloraba como yo.
Otro tal vez, te hubiera aborrecido
delante de aquel cuadro aterrador;
pero yo no miré en aquel instante
más que mi corazón;
y te quise tal vez por tus tinieblas,
y te adoré, tal vez, por tu dolor,
¡qué es muy bello poder decir que el alma
ha servido de sol. . .!

X

Las lágrimas del niño
la madre enjuga,
las lágrimas del hombre
las seca la mujer. . .
¡Qué tristes las que brotan
y bajan por la arruga,
del hombre que está solo,
del hijo que está ausente,
del ser abandonado
que llora y que no siente
ni el beso de la cuna,
ni el beso del placer!

XI

¡Cómo quieres que tan pronto
olvide el mal que me has hecho,
si cuando me toco el pecho
la herida me duele más!
Entre el perdón y el olvido
hay una distancia inmensa;
yo perdonaré la ofensa;
pero olvidarla. . . . ¡jamás!

XII

¡Ah, gloria! ¡De qué me sirve
tu laurel mágico y santo,
cuando ella no enjuga el llanto
que estoy vertiendo sobre él!
¡De que me sirve el reflejo
de tu soñada corona,
¡cuando ella no me perdona
ni en nombre de ese laurel!

La que a la luz de sus ojos
despertó mi pensamiento,
la que al amor de su acento
encendió en mi la pasión;
muerta para el mundo entero
y aun para ella misma muerta,
solamente está despierta
dentro de mi corazón.

XIV

El cielo muy negro, y como un velo
lo envuelve en su crespón la oscuridad;
con un sombra más sobre ese cielo
el rayo puede desatar su vuelo
y la nube cambiarse en tempestad.

XV

Oye, ven a ver las naves,
están vestidas de luto,
y en vez de las golondrinas
están graznando los búhos. . .
El órgano está callado,
el templo solo y oscuro,
sobre el altar. . . ¿y la virgen
por qué tiene el rostro oculto?
¿Ves?. . . en aquellas paredes
están cavando un sepulcro,
y parece como que alguien
solloza allí, junto al muro.
¿Por qué me miras y tiemblas?
¿Por qué tienes tanto susto?
¿Tú sabes quién es el muerto?
¿Tú sabes quién fue el verdugo?
Poeta

Poemas :  A CH. . .
Si supieras, niña ingrata,
lo que mi pecho te adora;
si supieras que me mata
la pasión que por ti abrigo;
tal vez, niña encantadora,
no fueras tan cruel conmigo.

Si supieras que del alma
con tu desdén ha volado
fugaz y triste la calma,
y que te amo más mil veces,
que las violetas al prado
y que a los mares los peces;

tal vez entonces, hermosa,
oyeras el triste acento
de mi querella amorosa;
y atendiendo a mi reclamo,
mitigaras mi tormento
con un beso y un "yo te amo".

Si supieras, dulce dueño,
que tú eres del alma mía
el sólo y único sueño;
y que al mirar tus enojos,
la ruda melancolía
baña en lágrimas mis ojos;

tal vez entonces me amaras,
y con tus labios de niño
mis labios secos besaras;
y cariñosa y sonriente
a mi constante cariño
no fueras indiferente.

Ámame, pues, niña pura
ya que has oído el acento
del que idolatrarte jura;
y atendiendo a mi reclamo,
ven y calma mi tormento
con un beso y un "yo te amo".
Poeta

Poemas :  ODA
(Leida en la sesión que el Liceo Hidalgo
celebró en honor de Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda.)

De los tres cielos que recorre el hombre
de la existencia en la medida impía,
cuando la gloria me enseñó tu nombre
yo estaba en el primero todavía.
La pena que del pecho
hasta el abismo lóbrego desciende,
y del cadáver de un amor deshecho
finge flotando en derredor del lecho
la aparición bellísima de un duende;
la sombra a cuyo peso aborrecido
muere el placer y el alma se acobarda,
tratando de evocar en el olvido
el recuerdo dulcísimo y querido
de los besos del ángel de la guarda;
todo eso que en la frente
deja un sello de luto y desconsuelo,
cuando en el alma pálida y doliente
no queda ni la fe que es del creyente
la última golondrina que alza el vuelo
todo eso que de noche
baja hasta el corazón como una sombra,
y que terrible y sin piedad ninguna
sus ilusiones todas despedaza,
aún no era sobre el cielo de mi cuna.
Ni la pálida nube que importuna
se levanta enseñando la amenaza.
Dichoso con la dulce indiferencia
del que al amor de su callado asilo
ha vivido a la luz de la inocencia,
acostumbrado a ver en la existencia
la imagen de un azul siempre tranquilo,
yo entonces ignoraba
que, más alla de aquel humilde techo
que sus caricias y su amor me daba,
clamando al cielo y suspirando en vano
desde el rincón sin luz de la vigilia,
hubiera en otro hogar una familia
de la que yo también era un hermano...
Mi amor no sospechaba que existiera
más ilusion ni cariñoso exceso
que la mirada dulce y hechicera
de la santa mujer que la primera
nos anuncia a la vida con un beso...
Y hasta que al ducle y mágico sonido
del arpa que temblaba entre tus manos,
dejé mi rama, abandoné mi nido
y te segué hasta ese árbol bendecido
donde todos los nidos son hermanos,
fue cuando despertando de la calma
en que flotaba la existencia mía,
sentí asomar en lo íntimo de mi alma
algo como la luz de un nuevo día.

Tu voz fue la primera
que me habló en la dulzura de ese idioma
que canta como canta la paloma
y gime como gime la palmera...
las cuerdas de tu lira,
como la voz de la primera alondra
que llama a las demás y las despierta,
fueron las que al arrullo de tu acento
sonaron sobre mi alma estremecida,
como si siendo un pájaro la vida
quisieran despertarlo al sentimiento...

Tu nombre va ligado en mi cariño
con los recuerdos santos y amorosos
de mis tiempos de niño,
con los placeres dulces y sabrosos
de esa época sonriente
en la que es cada instante una promesa
y en la que el ángel de la fe aún no besa
las primeras arrugas de la frente;
tu nombre es la memoria
del pueblo y del hogar adonde un día
fue a estremecerse el eco de tu gloria
y el trino arrullador de tu poesía;
la evocación de todo lo más santo
en medio de mis noches desmayadas,
que aún tiemblan a las dulces campanadas,
de aquellas horas en que amaba tanto...

Y así, cuando yo supe
que abandonada a tu dolor morías,
y que en tu muda y lánguida tristeza
renunciabas a ver junto a tu lecho,
quien, al rodar sin vida tu cabeza,
recogiera el laurel de tu grandeza
y el último sollozo de tu pecho;
cuando yo supe que en la huesa insana
te inclinabas por fin pálida y sola,
sin que el adiós de tu alma soberana
se enlutara la cítara cubana
ni gimiera la cítara española;
al darte mis adioses, los adioses
de la eterna y postrera despedida,
sentí que algo de triste sollozaba
de mi dolor en el oscuro abismo,
y que tu sombra que flotaba arriba,
al extinguirse y al borrarse iba
llevándose un pedazo de sí mismo,
y entonces al poder de los recuerdos
borrando la distancia
tendí mis alas hacia el nido blando
de los primeros sueños de la infancia;
llegué al rincón modesto
donde tus dulces páginas leía
a la fe y al amor siempre dispuesto
y allí de pie frente a la blanca cuna
donde en sus flores me envolvió el destino,
busqué en su fondo alguna
que aún no cerrara su oloroso broche,
y en él hallé dormida,
ésta con la que el alma agradecida
viene a aromar las sombras de la noche.

Deuda en mi cariño
contraje desde niño con tu nombre,
esa flor es el cántico del niño
mezclada con las lágrimas del hombre;
esta flor es el fruto de aquel germen
que derramaste en mi niñez dichosa,
y que al rodar sobre la humilde fosa
donde tus restos duermen
entre sus piedras ásperas se arraiga
recogiendo su jugo en tus cenizas,
y esperando en su cáliz a que caiga
la gota de los cielos que le traiga
la esencia y el amor de tus sonrisas.
Poeta

Poemas :  AMOR
¡Amar a una mujer, sentir su aliento,
y escuchar a su lado
lo dulce y armonioso de su acento;
tener su boca a nuestra boca unida
y su cuello en el nuestro reclinado,
es el placer mas grato de la vida,
el goce mas profundo
que puede disfrutarse sobre el mundo!
Porque el amor al hombre es tan preciso,
como el agua a las flores,
como el querube ardiente al paraíso;
es el prisma de mágicos colores
que transforma y convierte
las espinas en rosas,
y que hace bella hasta la misma muerte
a pesar de sus formas espantosas.
Amando a una mujer, olvida el hombre
hasta su misma esencia,
sus deberes mas santos y su nombre;
no cambia por el cielo su existencia;
y con su afán y su delirio, loco,
acaricia sonriendo su creencia,
y el mundo entero le parece poco...
Quitadle al zenzontle la armonia,
y al águila su vuelo,
y al iluminar espléndido del día
el azul pabellón del ancho cielo,
y el mundo seguirá... Mas la criatura,
del amor separada
morirá como muere marchitada
la rosa blanca y pura
que el huracán feroz deja tronchada;
como muere la nube y se deshace
en perlas cristalinas
cuando le hace falta un sol que la sostenga
en la etérea región de las ondinas.
¡Amor es Dios!, a su divino fiat
brotó la tierra con sus gayas flores
y sus selvas pobladas
de abejas y de pájaros cantores,
y con sus blancas y espumosas fuentes
y sus limpias cascadas
cayendo entre las rocas a torrentes;
brotó sin canto ni armonía...
Hasta que el beso puro de Adán y Eva,
resonando en el viento,
enseñó a las criaturas ese idioma,
ese acento magnífico y sublime
con que suspira el cisne cuando canta
y la tórtola dulce cuando gime,
¡Amor es Dios!, y la mujer la forma
en que encarna su espíritu fecundo;
él es el astro y ella su reflejo,
él es el paraíso y ella el mundo...
Y vivir es amar. A quien no ha sentido
latir el corazón dentro del pecho
del amor al impulso,
no comprende las quejas de la brisa
que vaga entre los lirios de la loma,
ni de la virgen casta la sonrisa
ni el suspiro fugaz de la paloma.
¡Existir es amar! Quien no comprende
esa emoción dulcisima y suave,
esa tierna fusión de dos criaturas
gimiendo en un gemido,
en un goce gozando
y latiendo en unísono latido...
Quien no comprende ese placer supremo,
purísimo y sonriente,
ese miente si dice que ha vivido;
si dice que ha gozado, miente.
Y el amor no es el goce de un instante
que en su lecho de seda
nos brinda la ramera palpitante;
no es el deleite impuro
que hallamos al brillar una moneda
del cieno y de la infamia entre lo oscuro;
no es la miel que provoca
y que deja, después que la apuramos,
amargura en el alma y en la boca...
Pureza y armonía,
ángeles bellos y hadas primorosas
en un Edén de luz y de poesía,
en un pensil de nardos y de rosas,
Todo es el amor.
Mundo en que nadie
llora o suspira sin hallar un eco;
fanal de bienandanza
que hace que siempre ante los ojos radie
la viva claridad de una esperanza.
El amor es la gloria,
la corona esplendente
con que sueña el genio de alma grande
que pulsa el arpa o el acero blande,
la virgen sonriente.
El Petrarca sin Laura,
no fuera el vate del sentido canto
que hace brotar suspiros en el pecho
y en la pupila llanto.
Y el Dante sin Beatriz no fuera el poeta
a veces dulce y tierno,
y a veces grande, aterrador y ronco
como el cantor salido del infierno...
Y es que el amor encierra
en su forma infinita
cuanto de bello el universo habita,
cuanto existe de ideal sobre la tierra.
Amor es Dios, el lazo que mantiene
en constante armonía
los seres mil de la creación inmensa;
y la mujer la diosa,
la encarnación sublime y sacrosanta
que la pradera con su olor inciensa
y que la orquesta del Supremo canta,
¡Y salve, amor! emanación divina...
...¡Tú, más blanca y más pura
que la luz de la estrella matutina!
¡Salve, soplo de Dios!...
Y cuando mi alma
deje de ser un templo a la hermosura,
ven a arrancarme el corazón del pecho
ven a abrir a mis pies la sepultura

Enero de 1869.
Poeta

Poemas :  Ya verás
Dolora (imitación)

Goza, goza, niña pura,
mientras en la infancia estás;
goza, goza esa ventura
que dura lo que una rosa.
-Qué, ¿tan poco es lo que dura?
-Ya verás niña graciosa,
ya verás.

Hoy es un vergel risueño
la senda por donde vas;
pero mañana, mi dueño,
verás abrojos en ella.
-Pues qué, ¿sus flores son sueño?
-Sueño nada mas, mi bella,
ya verás.

Hoy el carmín y la grana
coloran tu linda faz;
pero ya verás mañana
que el llanto sobre ella corra...
-Qué, ¿los borra cuando mana?
-Ya verás cómo los borra,
ya verás.

Y goza mi tierna Elmira,
mientras disfruta de paz;
delira, niña, delira
con un amor que no existe
pues qué, ¿el amor es mentira?
-Y una mentira muy triste,
ya verás.

Hoy ves la dicha delante
y ves la dicha detrás;
pero esa estrella brillante
vive y dura lo que el viento.
-Qué, ¿nada mas dura un instante?
-Sí, nada mas un momento,
ya verás.

Y así, no llores mi encanto,
que mas tarde llorarás;
mira que el pesar es tanto,
que hasta el llanto dura poco.
-¿Tampoco es eterno el llanto?
-Tampoco, niña, tampoco,
ya verás!
Poeta

Poemas :  Mentiras de la Existencia
Dolora

¡Qué triste es vivir soñando
en un mundo que no existe!
Y qué triste
ir viviendo y caminando,
sin fe en nuestros delirios,
de la razón con los ojos,
que si hay en la vida lirios,
son muchos mas los abrojos.

Nace el hombre, y al momento
se lanza tras la esperanza,
que no alcanza
porque no se alcanza el viento;
y corrre, corre, y no mira
al ir en pos de la gloria
que es la gloria una mentira
tan bella como ilusoria.

¡No ve al correr como loco
tras la dicha y los amores,
que son flores
que duran poco, muy poco!
¡No ve cuando se entusiasma
con la fortuna que anhela,
que es la fortuna un fantasma
que cuando se toca vuela!

Y que la vida es un sueño
del que, si al fin despertamos,
encontramos
el mayor placer pequeño;
pues son tan fuertes los males
de la existencia en la senda,
que corren allí a raudales
las lágrimas en ofrenda.

Los goces nacen y mueren
como puras azucenas,
mas las penas
viven siempre y siempre hieren;
y cuando vuelve la calma
con las ilusiones bellas,
su lugar dentro del alma
queda ocupado por ellas.

Porque al volar los amores
dejan una herida abierta
que es la puerta
por donde entran los dolores;
sucediendo en la jornada
de nuestra azarosa vida
que es para el pesar "entrada"
lo que para el bien "salida".

Y todos sufren y lloran
sin que una queja profieran,
porque esperan
¡hallar la ilusión que adoran!...
Y no mira el hombre triste
cuando tras la dicha corre,
que sólo el dolor existe
sin que haya bien que lo borre.

No ve que es un fatuo fuego
la pasión en que se abrasa,
luz que pasa
como relámpago, luego:
y no ve que los deseos
de su mente acalorada
no son sino devaneos,
no son más que sombra, nada.

Que es el amor tan ligero
cual la amistad que mancilla
porque brilla
sólo a la luz del dinero;
y no ve cuando se lanza
loco tras de su creencia,
que son la fe y la esperanza,
mentiras de la existencia.
Poeta

Poemas :  Adiós
A...

Después de que el destino
me ha hundido en las congojas
del árbol que se muere
crujiendo de dolor,
truncando una por una
las flores y las hojas
que al beso de los cielos
brotaron de mi amor.

Después de que mis ramas
se han roto bajo el peso
de tanta y tanta nieve
cayendo sin cesar,
y que mi ardiente savia
se ha helado con el beso
que el ángel del invierno
me dio al atravesar.

Después... es necesario
que tú también te alejes
en pos de otras florestas
y de otro cielo en pos;
que te alces de tu nido,
que te alces y me dejes
sin escuchar mis ruegos
y sin decirme adiós.

Yo estaba solo y triste
cuando la noche te hizo
plegar las blancas alas
para acogerte a mi,
entonces mi ramaje
doliente y enfermizo
brotó sus flores todas
tan sólo para ti.

En ellas te hice el nido
risueño en que dormías
de amor y de ventura
temblando en su vaivén,
y en él te hallaban siempre
las noches y los días
feliz con mi cariño
y amándote también...

¡Ah! nunca en mis delirios
creí que fuera eterno
el sol de aquellas horas
de encanto y frenesí;
pero jamás tampoco
que el soplo del invierno
llegara entre tus cantos,
y hallándote tú aquí...

Es fuerza que te alejes...
rompiéndome en astillas;
ya siento entre mis ramas
crujir el huracán,
y heladas y temblando
mis hojas amarillas
se arrancan y vacilan
y vuelan y se van...

Adiós, paloma blanca
que huyendo de la nieve
te vas a otras regiones
y dejas tu árbol fiel;
mañana que termine
mi vida oscura y breve
ya sólo tus recuerdos
palpitarán sobre él.

Es fuerza que te alejes
del cántico y del nido
tú sabes bien la historia
paloma que te vas...
El nido es el recuerdo
y el cántico el olvido,
el árbol es el siempre
y el ave es el jamás.

Adiós mientras que puedes
oír bajo este cielo
el último ¡ay! del himno
cantado por los dos...
Te vas y ya levantas
el ímpetu y el vuelo,
te vas y ya me dejas,
¡paloma, adiós, adiós!
Poeta

Poemas :  Não sei mais nada
Você não sabe como estou...
Sinto-me um barco à deriva.
Nessa luta de amor,
estou sem esquiva.

A cada golpe, só apanho.
Já não me acompanho.
Sou um estranho
neste desafio.

Não sou mais o rio
em busca do mar...
Não sei mais sonhar,
não sei mais nada...

Não sou estrada
e nem caminho...
Sinto-me um mar
em desalinho.

A.J. Cardiais
13.09.2005
Poeta