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Todo amor nuevo que aparece nos ilumina la existencia, nos la perfuma y enflorece.
En la más densa oscuridad toda mujer es refulgencia y todo amor es claridad. Para curar la pertinaz pena, en las almas escondida, un nuevo amor es eficaz; porque se posa en nuestro mal sin lastimar nunca la herida, como un destello en un cristal.
Como un ensueño en una cuna, como se posa en la rüina la piedad del rayo de la luna. como un encanto en un hastío, como en la punta de una espina una gotita de rocío...
¿Que también sabe hacer sufrir? ¿Que también sabe hacer llorar? ¿Que también sabe hacer morir?
-Es que tú no supiste amar...
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Poeta
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"¡Donc bon soir, mon mignon et a demain!"
(Palabras que Ana me dejó escritas una noche en que tuvimos que separarnos.)
¡Buenas noches, mi amor, y hasta mañana! Hasta mañana, sí, cuando amanezca, y yo, después de cuarenta años de incoherente soñar, abra y estriegue los ojos del espíritu, como quien ha dormido mucho, mucho, y vaya lentamente despertando, y, en una progresiva lucidez, ate los cabos del ayer de mi alma ( antes de que la carne la ligara ) y del hoy prodigioso en que habré de encontrarme, en este plano en que ya nada es ilusión y todo es verdad... ¡Buenas noches, amor mío, buenas noches! Yo quedo en las tinieblas y tú volaste hacia el amanecer... ¡Hasta mañana, amor, hasta mañana! Porque, aun cuando el destino acumulara lustro sobre lustro de mi prisión por vida, son fugaces esos lustros; sucédense los días como rosarios, cuyas cuentas magnas son los domingos... Son los domingos, en que, con mis flores voy invariablemente al cementerio donde yacen tus formas adoradas. ¿Cuántos ramos de flores he llevado a la tumba? No lo sé. ¿Cuántos he de llevar? Tal vez ya pocos. ¡Tal vez ya pocos! ¡Oh, que perspectiva deliciosa! ¡Quizás el carcelero se acerca con sus llaves resonantes a abrir mi calabozo para siempre! ¿Es por ventura el eco de sus pasos el que se oye, a través de la ventana, avanzar por los quietos corredores? ¡Buenas noches, amor de mis amores! Hasta luego, tal vez..., o hasta mañana.
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Poeta
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Jesús no vino al mundo de "los cielos". Vino del propio fondo de las almas; de donde anida el yo: de las regiones internas del Espíritu.
¿Por qué buscarle encima de las nubes? Las nubes no son el trono de los dioses. ¿Por qué buscarle en los candentes astros? Llamas son como el sol que nos alumbra, orbes, de gases inflamados... Llamas nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas? Globos son como el nuestro, iluminados por una estrella en cuyo torno giran.
Jesús vino de donde vienen los pensamientos más profundos y el más remoto instinto. No descendió: emergió del océano sin fin del subconsciente; volvió a él, y ahí está, sereno y puro. Era y es un eón. El que se adentra osado en el abismo sin playas de sí mismo, con la luz del amor, ese le encuentra.
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Poeta
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¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste? Se extinguió en el poniente el manso fuego, y tú que me decías: "Hasta luego, volveré por la noche"... ¡No volviste!
¿En que zarzas tu pie divino heriste? ¿Que muro cruel te ensordeció a mi ruego? ¿Que nieve supo congelar tu apego y a tu memoria hurtar mi imagen triste?
¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso, de mi balcón atalayando vivo el campo verde y el confín brumoso.
Y me finge un celaje fugitivo nave de luz en que, al final reposo, va tu dulce fantasma pensativo.
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Poeta
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Tú que piensas que no creo cuando argüimos los dos, no imaginas mi deseo, mi sed, mi hambre de Dios;
ni has escuchado mi grito desesperante, que puebla la entraña de la tiniebla invocando al Infinito; ni ves a mi pensamiento, que empañado en producir ideal, suele sufrir torturas de alumbramiento.
Si mi espíritu infecundo tu fertilidad tuviese, forjado ya un cielo hubiese para completar su mundo.
Pero di, qué esfuerzo cabe en un alma sin bandera que lleva por dondequiera tu torturador ¡quién sabe!;
que vive ayuna de fe y, con tenaz heroísmo, va pidiendo a cada abismo y a cada noche un ¿por qué?
De todas suertes, me escuda mi sed de investigación, mi ansia de Dios, honda y muda; y hay más amor en mi duda que en tu tibia afirmación.
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Poeta
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Fazer amor é muito bom, quando fazemos no mesmo tom.
A.J. Cardiais
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Poeta
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En lo mas profundo de mi mente, estas en mis pensamientos, en mis sueños, en todas partes.
Mi mente sigue perturbada, que quieres de mi, me quieres destruir, o tal vez salvarme.
Confundido, perdido en el camino, sin decir nada, algo deseas.
Mi corazon late agitado, cada segundo, solo me besas, sin saber el motivo.
Erick R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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Juro que não faço questão de ostentar o título de poeta, se ser poeta for somente esta exibição vazia...
Tenho, na poesia, uma língua afiada. Não corta, não fura, nem nada. Mas fere, quando denuncia.
Não aguento ver meus irmãos de barriga vazia e os hipócritas no poder...
Isso me causa furor. Por isso costumo dizer: Poesia, não é só falar de amor.
A.J. Cardiais
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Poeta
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I AMOR
Baja del cielo la endiablada punta Con que carne mortal hieres y engañas. Untada viene de divinas mañas y cielo y tierra su veneno junta.
La sangre de hombre que en la herida apunta florece en selvas: sus crecidas cañas de sombras de oro, hienden las entrañas del cielo prieto, y su ascender pregunta.
En su vano aguardar de la respuesta las cañas doblan la empinada testa. Flamea el cielo sus azules gasas.
Vientos negros, detrás de los cristales de las estrellas, mueven grandes masas de mundos muertos, por sus arrabales.
II OBRA DE AMOR
Rosas y lirios ves en el espino; juegas a ser: te cabe en una mano, esmeralda pequeña, el océano; hablas sin lengua, enredas el destino.
Plantas la testa en el azul divino y antípodas, tus pies, en el lejano revés del mundo; y te haces soberano, y desatas al sol de tu camino.
Miras el horizonte y tu mirada hace nacer en noche la alborada; sueñas y crean hueso tus ficciones.
Muda la mano que te alzaba en vuelo, y a tus pies cae, cristal roto, el cielo, y polvo y sombra levan sus talones.
III PAISAJE DE AMOR MUERTO
Ya te hundes, sol; mis aguas se coloran de llamaradas por morir; ya cae mi corazón desenhebrado, y trae, la noche, filos que en el viento lloran.
Ya en opacas orillas se avizoran manadas negras; ya mi lengua atrae betún de muerte; y ya no se distrae de mí, la espina; y sombras me devoran.
Pellejo muerto, el sol, se tumba al cabo Como un perro girando sobre el rabo, la tierra se echa a descansar, cansada.
Mano huesosa apaga los luceros: Chirrían, pedregosos sus senderos, con la pupila negra y descarnada.
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Poeta
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Señor, mi queja es ésta, Tú me comprenderás; De amor me estoy muriendo, Pero no puedo amar.
Persigo lo perfecto En mí y en los demás, Persigo lo perfecto Para poder amar.
Me consumo en mi fuego, ¡Señor, piedad, piedad! De amor me estoy muriendo, ¡Pero no puedo amar!
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Poeta
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