Haddar el hombre bueno que se volvió malo cuando tuvo palacios, mujeres, alhajas y un huerto imperial.
Quiso que su pueblo de arena levantina se edificara, que de piedra fuese. Piedra fue: inexpugnable muralla, tiendas para acampar a la sombra de estrellas en medio del desierto.
Haddar construyó bonitas casas para la gente humilde, llevaba a los hombres modestos a probar de sus manjares, aunque era el hombre malo que antes fue bueno.
Un día los que lo odiaban se volvieron peores, fueron malos también, mucho más perversos que el huracán, los tifones y maremotos juntos.
Arrasaron su pueblo, destruyeron su aposento, quemaron hasta la última palmera para destruir a Haddar, el hombre bueno que se volvió malo.
No tuvo más escapatoria que convertirse en rata de cañería para tampoco escapar.
Haddar fue cazado, martirizado, asesinado con el mayor tormento que se pudo imaginar, porque era un hombre bueno que se volvió malo.
Cuando muera mi cuerpo renaceré en la misma alma en un sueño alto y certero que arrullará el alba.
Reviviré con flores en el cuerpo con sus aromas hechos flamas las que calentarán el amor interno el que canta y baila, sobre escarcha,
deslizándose entre las almas formando entre ellas una inmensa charca donde naden los amores con mirada franca y se empapen de dulzura, con palabras sabias.
Cuando muera mi cuerpo mi alma tendrá grandes alas para llegar hasta donde quiero y expandir el amor, con perfumadas dalias;
dejando una estela envolvente que a las penas deshaga; cuando muera mi cuerpo no me importa, tendré alas;
con ellas volaré el tiempo ido sobre mi mar, donde las risas se alargan y donde estará siempre ese nido que a mis ideas y sueños plasma.
Cuando muera mi cuerpo volaré, hasta donde tu amor me abraza.
No sabe la locura de las penas, envuelta en los vapores de la mente, no sabe de conjuros quienes penan, ni sabe de traiciones la inocente. Sabe de complacencias el ausente, que de lejos indolente solo mira. No sabe lo que exhala quien respira, ni el beso por si mismo lo que siente.
Corren los tiempos, veloces como efímeras estrellas, caminos tachonados de querellas, de prisa envueltos, en furia empaquetados. Una rosa perlada se abandona, y ajada se conmueve, y se despierta, la voz apasionada que destella.
Con la luz necesaria, entre las sombras medra, un verso en primavera, que progresa, un amor suspendido, la vida intransigente, que se agrava. El templo de la vida derruido, piedra a piedra, componiendo la falacia, y piedra a piedra construido.
Verde oliva en las praderas, vida y sangre preñadas, auroras desarboladas, entre la bula y la hambruna. Tenor de tonos de altura, que entre vidas van sonando, las penas y las fortunas. Mientras, quedan segregadas, las miserias, una a una.
De traiciones no sabe el animal, si de nobleza, que no es noble quien bosteza, mirando de reojo a quienes penan. De rojo se ha vestido la pereza, de rojo de vergüenza. Más sabe más el sabio sin pensar, que mil necios en la escuela.
No sabe el amor, tan solo ama, sumergido en su existencia, pasajeros del tiempo, viajan los amores, en primera, mientras quedan los odios, en profundas trincheras. Si sabe la vida que nos lleva, del cuerpo que a sus hombros lleva.
Amar sin compasión, y con pasión asceta, que sabe el corazón de melodías, y sabe de tristezas.
A donde van mis ilusiones, cuando te buscan en mis sueños Donde vas que no te encuentro, te busco en mis noches Pero nada que te encuentro, donde vas cuando te pierdes Dime donde vas cuando te pierdes, dime donde te has metido.
A donde van mis sueños, que no te encuentro en ellos Donde van todas mis noches, te busco entre la luna y las estrellas A donde te llevas mis ilusiones y mis ganas de seguir pensando en ti Donde te encuentras, todas las noches buscándote entre sueños.
Dime donde puedo encontrarte, donde buscarte dime Necesito encontrarte para poder abrazarte Quiero sentir tus brazos y que tu sientas los míos Para que te des cuenta de lo mucho que estoy enamorado de ti.
Donde estarás quien te llevo, quien te aparto de mi Dime como puedo encontrarte, te busco en mis sueños y no te encuentro Te busco en mis pensamientos, pero no encuentro señal de ti Quizás no tenga que buscarte, quizás tu te des cuenta donde estoy yo.
Suspendido del dolor paso las horas, ya comienza a satisfacerme esta locura: la vivo con holgura de hambriento sin pan, con laxitud de lascivo impertinente, impenitente ante la norma y despreocupado de los juicios morales.
Ya quisieran muchos saltar esta barda donde el riesgo de obsolescerse es proporcional a la inevitable caída.
Como las hojas que de otoño en otoño caen lívidas.
Como las aves que de cielos nublados historias tienen.
Historias que nadie considera necesarias como este dolor de niños mutilados, ancianos abandonados, mujeres femicidiadas, y ustedes que no sienten.
Las noticias seducen con sus malas nuevas: extorsión, especulación, agiotismo, libre mercado, anatosismo, antagonismos somos diversos: Vencer esta anomia es imposible sin ti fundiéndote en un beso, diluyéndote en un suspiro cuando rozo tus labios con mi ideología.
Luna vieja, nueva luna, plata sagrada que abruma, pintada y soñada es, criatura que se acuna, amor que en su seno alumbra, pasión bajo su mirada, en una noche aceituna, reflejos de pura nácar.
Se diluyen las promesas, aire inútil que se esfuma, pálpitos que se declaman, simples palabras efímeras, que vuelan como pavesas. La fina línea se apura, saltando al submundo priva, en airadas controversias.
La bella aurora se espesa, nubes de encendido néctar, alboradas de caricias, entre sábanas de estrellas. La luna vieja se duerme, brilla ardiente luna nueva, un interruptor silente, sortilegio que refleja.
Amor sin voz en la cara, que se oculta tras la luna, bailando entre sus reflejos, luna nueva, vieja luna. Sabor a plata bruñida, líquidas voces que riman, en la desbordada sombra, sabia y cálida, ambarina.
Beso que nace sin prisa, crece el ritmo en su partida, latidos que se aceleran, como palpita la luna, mirando al ser se embelesa, roza el rayo plateado, el nacarado legado, deja en el vientre la luna.
El sol se asoma a la luna, para pedirle permiso, fuego eterno brilla nítido, de la mano van unidos. Llama el amor a la puerta, luna vieja, nueva cuna, cuajado de albores vívidos, se aleja la vieja luna.
El cariño se apodera, de la luz, retando al sol, y la luna nueva y fresca, acompaña al resplandor. El amor así se acuna, nuevo sol y vieja luna.