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Desde hace tiempo que me dedico a cantarle a luna,
cantos de tristeza y de melancolía, cantos que esconden secretos,
cantos que se van alejando al compás de la brisa.
Allá a lo lejos, en el horizonte, allí donde los marineros se perdieron,
donde naufragaron sentimientos, donde una vez percibí una nítida
sonrisa de sirena, allí donde dejé anclados los temores.
Cuando mis manos se estremecieron, cuando mi corazón
se encogió en su caparazón, cuando mis labios susurraron
un nombre que prometieron que jamás iban a pronunciar,
cuando de mis ojos brotaban las primeras lágrimas de ausencia,
cuando mis lágrimas cayeron sobre la madera, volví a hacer un pacto
con el corazón, hice que me prometiera que no volvería a enamorarse.
En un instante me convertí en cristal y sentí que era débil, frágil,
que en cualquier momento me caería del barco. Mirando a un punto
fijo, sin saber muy bien qué hacer, qué decir, si volver o dejar que
la marea me llevara al puerto más cercano, donde empezaría una nueva vida.
Sin fuerzas, cansada, sin ganas de nada, sin querer tener contacto con nadie,
cogí el remo que estaba a mi derecha y empecé a remar hacia el horizonte.
A medida que remaba se iba haciendo de día, amanecía, los rayos de sol reflejaban
en el mar, parecía melancolía.
Cada vez que remaba más me cansaba, me planteé volver, mis labios
decían un 'vuelve' por lo bajo, mi corazón 'inténtalo', mi cabeza 'sigue remando'.
Indecisa, mirando fijamente al sol me pregunté algo: ¿Y si aún me quería?
Podía intentarlo, nada perdía, pero fui yo quien dijo que se marcharía y que no volvería,
fui yo la culpable de mis propias angustias, de mi tristeza, de mi ira, de que ahora estuviera
remando en círculos por el mar de la suerte.
Deseé tener alas y volar lejos, al sol tal vez, a un sitio donde seguro no me encontrarían,
aunque por otra parte quisiera dar vuelta otra vez, volver a casa, volver a la rutina.
Ahora ya no te encontraría, ahora ya estarías en algún otro lugar, aunque parte de mi corazón se fuera contigo.
Regreso, reencuentros, puede que esperanzas, puede que ilusiones, puede que pasión,
puede que te vuelva a buscar en los ojos de la noche, puede que vuelva a escribir tu nombre
en mi diario, puede que ya todo sea agua pasada.
Al final todo se convirtió en un naufragio, en un naufragio interno, me hundí en mis propias
lágrimas, salir me parecía imposible, estaba sumergida en mis recuerdos, en mi dolor, en todo aquello
que en su momento me hizo llorar. Me vi a mi misma reflejada en mi mar de lágrimas, pero no era yo,
era mi alegría atrapada en lo más profundo de mi alma. Vi a mi capacidad sometida por mis inseguridades,
vi a mi pasión retenida por la razón, me vi a mi intentado destruir al corazón.
Me di cuenta de que debía salir de allí, pero mi cuerpo casi no respondía, se dejaba llevar, como si todo fuera normal, como si ya no importara nada. Pero cuando creí que ya me iba, una mano me sacó de aquel mar y me llevó de nuevo a donde pertenecía. Vi una nueva cara, unos nuevos ojos, una nueva vida.
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Poeta
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