AMOR DE SINRAZÓN Hecha de sol, la enamorada vida, de luna la nostalgia, de tibio resplandor, de luz y bruma, de voz enmudecida. Un sonoro clamor, desde la cuna.
Amor a contraluz, de voces desmedida, pletórica de carne, de sangre enfebrecida. Amor de esclavitud, o libre cual locura. Adverbio la razón, de saciedad y gula.
Cordura intransigente, voraz, tenaz cordura, memoria intolerante, que decrece sin más, fiel calentura hirviente. Sensato el corazón, entre la espesa bruma, sembrado de simientes.
Arropa el corazón, a la locura volátil, que en el éter se esfuma, como la espesa espuma, esponjosa e inhábil, que arrebata y abruma. Se viste y se desnuda, se espesa y se diluye.
Siempre construye, la vida en carne viva, sin viles ataduras, sin grilletes con nombre, libre y desnuda. A flor de piel la aurora, en el pecho fruncida, de textura de sangre.
Flor cautiva y presa, en la oquedad oscura, donde se acuna el hambre. Versátil y traviesa, pasión que se desliza, meteoro que arrasa, tormenta que acuclilla, de apariencia perversa.
Amor de corazón, y de amapolas llena, la razón que le expresa. Una leve pavesa, que al viento reta. Amor de sinrazón, y de nobleza.
Pasaré esta noche por la calle de los balcones Recuerdos hermosos, que alegraron nuestros corazones Huidas fortuitas, el clamor que arde de ocasiones Calle de faroles, que alegraban a rabiar sonrientes sensaciones Balcones, que adornaban guirnaldas y flores por montones Ventanas, que dejaban escapar alegres melodías y canciones
Pasaré esta noche de luna llena, de rayos y luces encantadores Rayos, que atravesaban su hermoso cuerpo, bello en sus interiores Cuerpo de mujer, que agitaba el sudor de sus calores Calores llenos de pasiones, la presa atractiva de cazadores Pasión, que agitaba su fogosidad, el rubor de sus pudores Pudor de exhibir su cuerpo desnudo, pesadilla de soñadores Luna, que iluminaba el fragor de olores, de fragancias acogedores
Pasaré por el farol, que una vez le rompieron sus cristales Farol, que alumbraba la penumbra, la rendija de los umbrales Penumbra bendita, que acariciaba sus besos sentimentales Postales de balcones y faroles, de amores infernales Penumbras de la oscuridad, de sombras fantasmales Sombras, que reflejaban su cuerpo, de pasos de sus gemidos sensuales
Me detendré en el balcón de orquídeas de pétalos morados Orquídeas, que le regalé de aquellos tiempos, de amores empezados Y que hoy florecen, escuchando del poeta sus poemas deseados Permanecen hermosas a pesar, que los amores hayan terminado Balcón donde salías risueña, de serenatas en las madrugadas despertada Serenatas, que alegraban la trasnochada de lágrimas y llantos llorados Llantos de mis aventuras, de idilios de nidos presenciados
Pasaré esta noche por la calle que me dio alegrías y sufrimientos Calle de balcones, que presenciaron compasiones y juramentos Lágrimas, que derramaron perdones de soberbias y estremecimientos Calle llena de balcones, que adornaban a la mujer de mis amores Amores de la mujer amada, que se marchó con gritos amenazadores Amenazas de recuerdos y anécdotas, de cobardías de desertores
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga octubre 12-2020
No hay corazón más grande, que el más pequeño gesto, que una vida salve, no hay luces más brillantes, que la luz de un lucero, ni amor que se compare, con la entrega constante, de lo noble y sincero.
La verdad se abre paso, asoma entre los huecos, a zarpazos emerge, repta entre las mentiras, hasta enseñar los dientes, el poder que la impele, va rompiendo estructuras, floreciendo entre ortigas.
De la vida que pasa, como un veloz cometa, susurrando al oído, ideas y promesas. De la luna que mira, el deambular con miedo, arrebatando el ánimo, amando entre recuerdos, sollozando y riendo.
No hay corazón más grande, que el que se entrega entero, como entrega la vida, ante el fuego el bombero. De la vida el respeto, una voz que se funde, con el amor sincero. Un corazón más grande, en el ser más pequeño.
La corriente la arrastra, como a un frágil velero, zarandeando su cuerpo, envolviendo su ego, un destello entre sombras, disfrazada entre miedos, que navega en silencio. La verdad entre las olas, del delicado cuerpo.
Del cariño que nace, del amor que se cuida, y una suave caricia, que vislumbra la dicha. Del derecho que grita, camuflado entre risas, y una leve sonrisa, contagiosa y ladina.
Suave cual terciopelo, recia como arpillera, la mano mata o mima, como un brutal flagelo, o una pluma en la brisa. Una lágrima vívida, que rueda de alegría, o de dolor desliza.
No hay corazón más grande, que no tiene cabida, en el pecho que sufre, ante el hambre y la insidia. No existen corazones, más grandes si no gritan, ante tanta barbarie, que a otro ser sacrifica.
Se ha quedado dormida, soñando en los dobleces, arrebujada en calma, entre sábanas nítidas, viviendo entre los sueños, de realidad ungida. La verdad no despierta, si el corazón se achica.
Hojas en blanco, de inquisitiva ausencia, retadora mirada, que exige la presencia, huecas están sin letras, como vacías ánforas, del manantial sin agua, que la humedad espera.
Del corazón el aire, donde se oculta el aura, solitaria en la estepa, llena de encrucijadas, en guerra sus entrañas, que dudan y que aciertan, hoja en blanco sin nombre, que se vacía y se llena.
Se desnuda y se viste, la esperanza que medra, entre triste y contenta, de transitar la senda. En ciernes la sospecha, en blanco la mirada, de la esperada senda, a lo lejos plasmada.
Como aves migratorias, emprenden las palabras, un camino entre notas, marcando las distancias, un devenir de sueños, que abrumados se agostan, perdidos en la nada, del vacío de las hojas.
El corazón se ha vuelto, del revés, como el alma, que de su ser se pierde, cual volátil mirada. Una sombra se cierne, sobre la blanca hoja, del libro de la calma, de su esperado encuentro.
Soneto tras soneto, amar amando el verso, ha llenado la página, con personal acento, se ha cubierto su cuerpo, de palabras de magia, bailando como elfos, alegres y enigmáticos, rimando al mismo tiempo.
Como queda la hoja, que al vaivén de los vientos, se balancea sin habla, así vaga el recuerdo, que quisiera plasmarse, en la furtiva página. Huye el tiempo que fluye, de la mente inspirada.
Amar sin subterfugios, de la mirada clara, que los ojos destapan, llenando los vacíos, de amores que se marchan. Un destello elegante, inmerso en el refugio, de la sombra adorada.
Si me preguntas como fue que me enamore de ti No sabría decirte, solo sé que desde ese momento no te olvido Que nunca te olvide, a pesar de la distancia Siempre estuviste muy presente en mi mente.
Paso el tiempo y pasaron muchas personas Pero ninguna como tú y aunque tú no lo sabes Siempre fuiste tú desde el primer momento Desde ese momento supe que eras tú.
Espero que si algún día, lees todo lo que te escribo No te enojes, te escribo con mucho amor Cuando inicie, escribiendo en lo único que pensaba era en ti Cada que tomaba mi lápiz, en lo primero que pensaba era en ti, Nadia
Y si algún día el destino quiere que te vuelva a ver Y si tu corazón tiene ganas de escucharme Te confesare lo que siento por ti Y te cantare todas las canciones, que te he escrito con mucho amor, Nadia.
Cerrar el vació que te llama, beber de la conciencia que reclama, sentir de la inocencia, fértil llama, de los amores, digerir su esencia. Así, seguir viviendo en la inocencia, de la temprana vida que comienza. Amar desde el valor, que impele, la vida en su extensión, y su mirada.
Sentado en el pretil de la nostalgia, soñar sin despertar en la espesura, de penar, de amargura y de fragancia. Volver sobre los pasos de la luna, desaprender bebiendo de la cuna. Una gota de luz, un torrente de magia, un manantial de auroras y de albas. El murmullo del agua que te cura, una emoción sentida y espontánea.
La vida en su devenir, de por si extraña, como una extensa y sutil telaraña, entretejida de verdades y añagazas, fiero volcán o apacible mañana. De sortilegios cosida la esperanza, zurcida de colores, variopinta, adornada. Vergel o árido desierto ausente en nada, una sombra fugaz, una profunda calma.
Partir por la mitad, unir las almas, oler y respirar, de placer despertar, sentir la brisa abrazando la cara, aspirar con fruición tierra mojada. Mirar la inmensidad del océano, la Naturaleza dejarte sin palabras. Así el atardecer será mañana, la noche será, cada día más clara.
Doblar la esquina, donde vive el alma, oír los manantiales, en su rumor retándola, retando a la ignorancia y a la rabia. Volver al corazón, ausente a veces, amando cada instante en cada etapa, de la vida que llega y la que marcha.
ODA POÉTICA Vestigio de poetas, flores muertas de colores y olores me recuerdan sensaciones que jamás llegué a conocer.
Dulces versos crudos, profundos que rompen hasta al más duro, romántico para darae besos luego de llorar sin decesos, sin excesos, versos que luego pasan a juegos al ruego, riesgo del poeta, hasta el experto temo que no se salva de sus miedos.
Bestia irreal que hace la realidad juego de perspectiva y crueldad, mariposas que se hacen monstruos si el peor de todos. . . Soy yo. La salvación de los poetas un romance de ficción que el amor ya nos abandonó.
Salvación de poetas creo yo, la más cruel de las historias, la verdad detrás de las rosas poesía con espinas romantiza la sangre de mi melancolía.