Cuentos :  Pequeño Cuento Comunista. Tercera Versión.
Pequeño Cuento Comunista. Tercera Versión.

Francisco Ruiz y Jacinto Pérez ganan lo mismo, tienen los dos un sueldo de 800 euros. Durante diez años Francisco ha estado comprando periódicamente videos en un Centro Comercial de su ciudad, mientras que Jacinto Pérez se ha gastado el mismo dinero en Marihuana. La casa de Francisco Ruiz, al tener tantos videos, todos ordenaditos, parece la de un rico. La casa de Jacinto Pérez, en cambio, parece una cochiquera llena de mugre y piojos. Resulta que las casas de ambos personajes están muy deterioradas por el tiempo por lo cual tanto Francisco Ruiz como Jacinto Pérez deciden pedir un crédito al ayuntamiento para reparar los tejados. Los servicios sociales del ayuntamiento, regentado por comunistas, deciden visitar ambas casas. Cuando visitan la casa de Francisco Ruiz ven que parece la casa de un rico. Y se niegan a darle el crédito porque suponen que Francisco tiene dinero. En cambio cuando los servicios sociales visitan la casa de Jacinto Pérez ven que es una cochiquera e inmediatamente deciden concederle el crédito. Con el paso del Invierno las goteras caen sobre el salón de la casa de Francisco Ruiz. Una gotera cae sobre el aparato de video de Francisco Ruiz y al ir a enchufarlo Francisco Ruiz se electrocuta y se muere. En cambio Jacinto Pérez es superfeliz con toda su casa nueva recién rehabilitada y sigue fumando Marihuana. Además como Francisco Ruiz no deja herederos los servicios sociales comunistas deciden dar sus videos a Jacinto Pérez. A Francisco Ruiz lo entierran en un botijo porque no tenía dinero ni para la tumba. Y Jacinto Pérez se queda con una casa nueva, La Marihuana, y los Videos, y además aclamado como el mejor ciudadano del barrio. Un ciudadano modélico comunista.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero. Puto comunismo de mierda, hacen daño hasta cuando hacen las cosas bien. Hoy están los hijos de puta jodiendo al Betis de mala manera, pero en tercera, en segunda, o en primera, Bético hasta que me muera.


JOSE LUIS MORENO.

LOS ROJOS VAN A POR JOSE LUIS MORENO, El ventrilocuo. LOS ROJOS DE MIERDA, ASESINANDO COMO SIEMPRE, QUE ES LO UNICO QUE SABEN HACER, ASESINAR. AHORA VUELVEN A ENTRAR EN EL CHALET DE JOSE LUIS MORENO Y LE QUIEREN VOLVER A DAR LA PALIZA QUE LE DIERON AL POBRE HOMBRE PARA QUITARLE LOS MILLONES. COMO LAS RATAS DE CLOACA, LOS COMUNISTAS SON COMO LAS RATAS DE CLOACA.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

HAN PEDIDO LA IMPUTACION DE JOSE LUIS MORENO EN EL CASO BARCENAS. LOS ROJOS ASQUEROSOS, SON RATAS DE CLOACA, SON RATAS ASQUEROSAS COMO LAS QUE ENTRARON EN EL CHALET DE NOCHE Y LE DIERON LA PALIZA. AHORA VUELVEN A ENTRAR PERO CON LA MALA LECHE DE LOS ABOGADOS. QUÉ COSA MÁS IMPUDICA DE HIJOS DE PUTA COMUNISTAS ASQUEROSOS.

CUANTO MAS CONOZCO A LOS COMUNISTAS MAS ASCO ME DAN. QUE DESVERGUENZA.

EL DIA QUE ENTRE UN ROJO EN MI CASA LE ECHO VENENO EN LA COMIDA.
Poeta

Cuentos :  Descontado... (Pseudoanticuento)
DESCONTADO
(Pseudoanticuento)

__¡Largo de aquí, cuento infeliz!.
La tristeza en maceta ya se siente jardín. Bien sabemos que carga el mar,
con las pestañas en las alas, y las noches frente al espejo quebrado.
Y a lo lejos está el cielo que cuelga como el milagroso ungüento... Más las
espadas blandas son ante las cósmicas entrañas hurañas como las noches
sin marido, en la luna enloquecida con el fervor espumoso del piélago ligero.
¡Ah, cuento sin principio, historia inexistente, fraude vil a conveniencia!

___¡Ondas ingenuas que entre sus muecas perece!. Sí, sí, mira con atención:
Allá está la luna montando la tarde, y recorriendo tardía la calle curiosa,
por no haber aceptado el sombrero ofendido, empecinado en agacharse
contando las estériles monedas con sus íntimos gusanos. ¿Y lo cuentas ficticio?.
___ No, solo es una oferta. Real fantasía para los incautos... ¡Oh, albergue pobre
de la gris materia!. Pálido recuerdo perdido poco a poco, en la urna helada de
los bolsillo ajenos.
__Pienso, me dices, aunque lo dude con frecuencia... Que quizá sea el momento
donde se sienten cercanas las fronteras del silencio que tratan de recoger todo
el contacto preocupado por el cambio... Por la ciencia desnuda con sus metálicas
veredas, en la humana estupidez que con ironía se regenera, y fabrica la insigne
inocencia huyendo.

___ No lo cuentes con calma!... Me dicen los silencios y las sombras que nada sé
de ellos, que nada es igual de peor en la mínima falsedad transformada en elixir
veleidoso de lo verosímil sólo... ¡Qué no lo cuente quitándole!. Ni ofertado.

Las gotas en la tormenta se elevan con el sol que se expresa desamparado en luz,
suplicante, y en la danza ritual de los gestos. ¿Qué estoy diciendo?.
Dices callando. ¿Acaso que he dicho algo?. Y sobre todo, bajo esas figuras.
En los claros muros que murmuran, sin duda, y sólo a veces durante unos instantes
en los nidos de nieve que vuelan bajo el hielo con virginal rubor en las ánforas de arcilla
del aliento que se tiende acariciando lo que no se cuenta, lo que se quita de verdad,
lo que se confunde con gracia y se enreda sutilmente.

___ ¿Qué tipo de vida hace la escena mortal del abuso más lleno de armonía?.
___Me dicen que digo, que la libertad de matar al débil y engañar a los ilusos, en
la razón incólume del engendro sin freno que se agita porque nadie lo quiere... Y que
sólo nadie debería contarlo, quitándole poco a poco la esencia que le evidencie en
la maceta que se ha creído jardín. Pienso, casi creo sentirlo, porque escucho que
en la lejanía lo dicen las montañas en la opaca quietud donde duermen los campos
de rodillas en la penumbra incierta que decora las ventanas abiertas.

No obstante, en este cuento, y no contando con mi ausencia momentánea que hace
bien a las cosas ya dichas, y que parecen iguales para que podamos distinguirlas
en cuanto están lejos los subterráneos urgentes, y que del sudor un trozo se derrumbe
como un sueño que se seca en las pasiones cotidianas, prolongadas y perennes.
__Dices sobre todo cuando duermes y no sueñas, y lo callas destejiendo los silencios
en el ramaje sonoro de los anónimos... ¡Un simple pórtico de las puertas falsas realmente colosales en el abismo de los rumores inventados en la impúdica certeza! .

Hacía frío bajo la frente cálida de una vigilia pescadora de linternas. Y pensó: ¡Tal vez
es mejor no contarlo!. Desdecirlo con desdén y desdoro, desdoblarlo hasta hacerlo
repugnante, como se pugna por descuajar la más mínima razón que esté en desacuerdo...
Se sentó, hizo un gesto que viajaba en un agujero angosto excavando cuatro horas en el techo
y luchaba a sus espaldas el terreno con la palidez de los obscuros fulgores.

Al final se fue feliz, soñando no haber dormido, tan despierto como la razón del último siglo.
Y muchos supieron que estuvo ahí nadie, como siempre, obligado a no decir nada.
¡Y fue el mismo nadie de siempre!. El que calla cuando la ausencia lo escucha y el que habla en la presencia de la nada.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Dragones.
Dragones.

Dioses, sedme propicios para que no se ría de mi nadie. En una selva esmeralda, rodeado de libélulas azules, entre colibríes de fuego naranja e hibiscos de ensangrentadas corolas corre libre el Dragón Verde. Su mirada es profunda y enigmática como un atardecer junto a las pirámides. En cada uña de sus piés verdes hay un crisoberilo turquesa, y sus colmillos de oro devoran bueyes negros y tigres de pupila soberbia. Le acompañan libélulas azules, sus escamas de oro verde, irisadas, brillan en el atardecer entre los flamboyanes rojos y entre las acacias amarillas, y cuando vomita su profundo rencor de fuego salobre suenan tambores de guerra, marciales y estrepitosos, que despiertan las aldeas dormidas. Tiene el corazón verde de cristal y topacios y dicen que quien se lo arranca y se lo come vive diez mil años sobre la tierra. Los negros rabiosos le persiguen y le arrojan flechas envenenadas porque se ha comido vivo un niño recién nacido en el mismo momento del parto, pero él no teme a los negros porque su llamarada es inmortal. Conoce por su nombre a un Dragón azul.
Un Dragón azul duerme en una cueva de oro apresado por un gigante que murió hace mil años. Tiene los ojos violetas y un aliento terrorífico. Sueña con otros dragones azules que habitan praderas de margaritas, que juegan y corren libres y se persiguen jocosos sobre la hierba, y vomitan un fuego terrible que incendia las salvajes hondonadas, son feroces animales de durísimas e irisadas escamas, sus uñas rompen caparazones de tortugas de carey, y sus corazones de oro curan la lepra al que se los come, por eso los cazan los guerreros de Persia con flechas y con lanzas y dicen que San Jorge cazó uno tan bello que los ángeles del cielo sintieron envidia de su cadáver herido y lo arrojaron al mar.
En la cara oculta de la Luna, ajeno al mirar de los astrónomos, hay un Dragón de plata pura que juguetea entre los selénicos heliotropos. Brilla como el acero, como el aluminio, como la nieve, como la plata, y sus ojos son rojos como dos carbones encendidos. Está siempre rodeado de mariposas negras. Mariposas de la Luna, negras y brillantes como espejos, que adornan su manso andar de buey magnífico. Es una dragón y una pantera soberbia, vomita un fuego blanco, que hiela como la nieve, y es avaricioso. Guarda un tesoro de diamantes en una de las cuevas de la Luna, y tiene siete dragoncitos de plata, sus pequeños cachorros, que asustan terroríficos a los selenitas. Los Selenitas tienen una escultura de él gigante, a la que arrojan ofrendas de sangre y delante de la cual hacen dantescas orgías. Y es enemigo a muerte de las hormigas, que han prometido devorarlo en un juramento sagrado.
En el sol, rabiando de fuego e ira, hay un Dragón colosal de oro puro, que vomita un fuego rojo como la sangre, y que vive entre tremendas llamaradas. Sangran sus fauces un fuego tan terrible que deja ciego a quien lo mira. Los habitantes de Sirio han jurado cazarlo, porque su piel sana las quemaduras. Es brutal, elefantiásico, deshonesto, taimado, y visceral, y arde de ira en cuanto se le provoca. Soberbio se acompaña de demonios de fuego de ojos verdes, y tiene más de un millón de años de vida.
Hay un Dragón Transparente en el Palacio de Jade del Rey de Siam. Habita los salones inmensos de ese palacio. Catedral y laberinto. Vomita un fuego de cristal por la boca. Lo aman los campesinos que van a pedir justicia al Rey. Todos se arrodillan ante su majestad menos él, que impávido y casi invisible observa las audiencias del monarca. Es el protector del reino. Y el rey le tiene miedo. Es pavoroso pues se introduce en los sueños de la gente y mata. Conoce donde están enterrados todos los asesinados por violencia. Y es el primer arma en la batalla cuando el soberano se dirige a la guerra. Dicen que no tiene corazón y que por eso es inmortal.
Más allá de donde muere el arcoiris hay un Pais de Hombres de mirada azul que cazan Dragones violetas. Que cazan dragones rosas. Son los Dragones fucsias, terribles asesinos, ostentosos mastodontes de ira coagulada, pétreos y fuertes, rotundos como encinas, y hermosos como joyas, de su sangre derramada se obtiene una ambrosía deliciosa, tan dulce y tan salada que hace olvidar todos los manjares de la tierra. Matan y destrozan las casas de los hombres, tienen la mirada terrible como la muerte, son viciosos, venenosos, lascivos, crueles, cuando torturan a un hombre lo hacen con paciencia, no desesperan en el tormento, saben desgarrar la piel y las entrañas, y su fuego es negro.
En mi jardín del Oeste, entre los lirios zigomorfos, los hibiscos naranjas, y los pensamientos violetas, oculto entre los zarzales de las rosas, tengo un Dragoncito negro que echa chispas eléctricas. Está cargado de electricidad como los conmutadores, y es cariñoso, y fiel, y bonito. Y me acompaña a todos lados. Mueve la colita cada vez que me ve. Bebe de una fuente de ámbar puro y es agradecido y todo ternura. Echa chispas de electricidad como un alternador de Tesla. Y no sabe nada del mundo y sus maldades. Sería la misma imagen de mi alma si no la hubiese vendido hace mucho a los diablos.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero. Matando el Tiempo la madrugada de un Lunes. Espero que los Dioses me hayan sido propicios.



Dragones Pequeñitos en mi Jardín.

En mi jardín tengo siete dragones pequeñitos.
Los veo jugar entre ellos a echarse fuego.
Se echan fuego y se queman levemente y luego
Saltan, y se persiguen, y dan volteretas, y se muerden las alas.

Son unos dragones muy bonitos.
Uno es azul irisado y brilla al sol. Otro es verde, como un escarabajo.
Otro es fucsia. Otro de plata, y hay uno que es transparente.
Hay uno que es enteramente de oro. Y echa un fuego muy rojo por la boca.

El transparente es surrealista y mágico, y echa fuego transparente,
Vomita un fuego transparente que quema como el orujo de uva.
Y hay uno negro que se recubre de electricidad.

Las tapias de mi jardín son muy altas para que nadie me los robe.
Beben de una fuente un agua muy fría que está llena de libélulas.
Surgieron todos de mi corazón apasionado.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

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Poeta

Cuentos :  LUISA
LUISA.
Luisa, es la hija mayor de Pedro y Amalia, ellos viven en una humilde casita hecha, de ramas y madera, que construyo Pedro que se dedica a labrar la tierra y cuidar de sus animales, Amalia como toda ama de casa, esta al cuidado de su vivienda, y de sus otros tres hijos que son más pequeños que Luisa.
La casita que habitan se encuentra a orillas de un rio, el lugar se ve agradable lleno de árboles y flores silvestres, aunque es un gran peligro en temporada de lluvias, afortunadamente nunca les ha pasado nada.
Esta muchacha, como toda adolescente tiene sueños, pero está segura que nunca serán cumplidos, pues hay tantas carencias en su vida familiar, ella va a la escuela secundaria, la cual queda a kilómetros de su casa, se va caminado todo los días, llora porque le pide ropa y calzado a sus padres y ellos se preocupan porque no pueden dársela, dada la situación tan precaria.
Luisa les dice, –– siempre me pongo la misma falda zurcida y las mismas sandalias viejas y rotas, en la escuela todos se burlan de mí, porque mis pies están cenizos y agrietados, si ya de por sí, le da sueño en la clase por la falta de alimento; Luisa sueña con ser algún día maestra de primaria.
Cuando va camino a la escuela, va pensando y hablando en soliloquio, diciendo– ojala tuviera un hermoso carro con un chofer, así, no tendría que caminar hora y media y no llegaría tan cansada. Y cuando regresa a su casa, se fastidia y piensa mirando fijo a su derredor, –ojala tuviera una casa preciosa con servidumbre, con una gran recamara para mi sola, con una cocina llena de comida y frutas dulces, con una enorme alberca, y no este rio maloliente y lleno de basura.
Cuanto dolor y amargura alberga en el alma de Luisa, tan joven y tan bonita; porque además de soñadora es muy bonita, de facciones finitas, de ojos cafés claros y grandes, cabello oscuro, su figura es grácil, su piel morena aunque descuida; ¡Ah!, pobre Luisa, ¿qué irá, a ser de su vida, con tanta inconformidad?
Un día cuando regresaba de la escuela, camino a su casita, desde lejos, pero muy lejos, avisto un gran resplandor que encandilaba, y entre más se acercaba, era más intenso, cuando llego al lugar, vio como el brillo subía al cielo, era una moneda, y junto a ella una gran roca, entonces Luisa se preguntó, ¿cómo puede ser, que de esta moneda emane tanta luz?
Ella se inclinó para tomarla en sus manos, y de pronto se sintió un extraño viento, pero no era cualquier viento, porque traía consigo una dulce voz que le dijo, – cuidado Luisa, si recoges esta moneda, te dará todo lo que has soñado, pero a cambio, te quitara algo de lo más preciado que tienes; y está inquieta adolescente, no le importo; porque pensó que nada, de lo que poseía, era de valor para ella.
Al tomarla en sus manos sintió sueño, sus ojos se le cerraban involuntariamente, entonces, se sentó en el suelo recargando su cabeza en la roca, y poniendo sus manos con la moneda en su pecho, se quedó profundamente dormida.
Cuando de pronto, empezó a llover a cantaros, el rio empezó a desbordarse, las casitas que estaban en las faldas del rio se las llevo la corriente, y la vivienda de Luisa, no fue la excepción, Pedro, que se encontraba, pastoreando a sus animales, vio como irremediablemente el agua se llevaba, la casita con su esposa Amalia y sus tres hijos, y sin poder hacer nada, sus animales también los arrastraba el rio, el padre de Luisa, gritaba su desgracias a los cuatro vientos, arrancándose el alma de tanto llorar por la pérdida de lo que más amaba, el fruto de su esfuerzo y trabajo, pero sobre todo su familia, a la que no recuperaría más.
De pronto Luisa, despertó abriendo sus ojos sobresaltada, ignorando, por cuanto tiempo había estado dormida, abrió sus manos y se sorprendió al ver, que ya no era la moneda que recogería sin importarle nada, sino que era una tapa de lata oxidada, la arrojo de lado, se sacudió la ropa y se fue corriendo, hasta llegar con su familia, se paró en la puerta, mirando a su derredor, pidiéndoles perdón a Dios y dándole las infinitas gracias, porque toda su familia se encontraba bien, que solo había sido un mal sueño, y comprendió, que esa era su vida y que jamás la cambiaría por nada, ni por nadie.
Al poco tiempo, el gobierno reubico a todos los habitantes de dicho lugar, porque si, era un peligro latente, en caso de que llegará a desbordarse el rio. Les dieron facilidades para obtener viviendas dignas, para una vida mejor, cerca de escuelas y la ciudad, en donde Luisa con los años, alcanzó su logro; el de ser maestra de primaria y ayudar a su querida familia, la cual, después de aquel espantoso sueño, pero que gracias a él, supo entonces apreciar lo que Dios le había dado en la vida.
Autora:
Mónica Lourdes Avilés Sánchez.
SEP-INDAUTOR
Registro de Obra No. 03-2013-062812453200-01
Poeta

Cuentos :  Un arcano heterogéneo
UN ARCANO HETEROGÉNEO

Quería volar, y se fue de leopardo vestido
con el presentimiento de que el medio
esponjoso quedaría asombrado en las retinas.
Hacía varios días que estaba muy tranquilo.
Ni él mismo sabía lo que describían los timbres
postales falsos terminados en casa.
Ni de las lágrimas petrificando sueños presos.
De vez en cuando, por un momento, el espacio
crecía y se achicaba entre resortes sorprendidos
al salir de las realidades alternas, retrasando el
destino con descuido, como la mirada de un ciprés
al cielo que ha mandado parar al sol alerta y puro.

Otras veces caminaba asido a circunstancias incandescente,
ensimismado, deslizándose en los velos despojados de la música perdida, en un claro enrejado bajo las nubes provocando un torbellino con la disciplina de las generaciones por venir,
inclinando con su peso la llanura de sus pupilas.
Quería imponerse, a fuerza de ignorar las excursiones masivas a las interioridades ajenas, abriendo y cerrando las ventanas
triangulares y sus palcos. Que caminan sobre el dorso de las olas.

__¡Lo mejor es no pensar en ello!__
Se dijo calladamente al empezar a brotarle el par de alas negociadas
en la noche por el largo camino de las nubes.

Estuvo mucho tiempo sumergido en la cabeza de la estatua colosal,
ahí donde vio dibujado su rostro con inscripciones destruidas por terremotos y mareas. Algunos las explicaban desparramando
promesas de saberlo por haber desatado misteriosas correspondencias.

Conocedor de la profundidad del absurdo, y decorado además por las nítidas paradojas rechazando amablemente la acusación de los celos
profesionales. Como los bosques ignotos bajo el cabello cano y escaso.

Los días siguientes no fueron diferentes al mes anterior, en la vorágine
incesante del espacio mínimo comprado en las calles como historias verdaderas, a los rostros anhelantes en el cementerio de los pozos.
Parecido al fruto de una huerta de casa embrujada, acompañado del tiempo sin fin, con el dulce placer del deseo todavía en espera.

Todo había andado excesivamente bien como el alfabeto fonético más
antiguo que se conozca, desde la pintura rupestre de los perturbados
caracoles marinos creados por las corpulentas bacterias sin tomar en
consideración la edad en forma de pirámide que salta evocando a los parásitos por el desconcierto de la imagen mencionada.

Pero todo ello solo duró unos minutos,
fue un vértigo verdoso en un claro de selva nadando en el aire.
Como el ritmo rotundo de múltiples piruetas, apretando en la garras un cerebro potente que electriza su espacio y maravilla la tierra.

Súbitamente, la roja luz lunar perdió mucho de su intensidad.
En ella aparecieron visiones apacibles mecedoras de penumbras en una especie de preámbulo magnánimo, representando la sonrisa doblada por los años con las llamas de la espalda a los talones.

___¡Claro qué les diré todo lo qué pasó!___
Pues los vidrios de las ventanas se han fundido liberando las
escaleras que permiten llegar al fondo del lago escondido en la piedra de la que sale la voz, y agita la luz intensa en el hervor general de la
nieve, en el inmenso territorio inacabado del resto de la vida.

Por otra parte, ya no quiero volar, y mucho menos vestido de leopardo con el par de alas baratas cinco horas después de aquel suceso
que claramente he olvidado por ver el oxígeno atómico eliminando el hollín de las pinturas de mis memorias antiguas, resultado del buen cuidado que me dan en este museo, ahora mi hogar permanente.
__¡No obstante, hablaré esta noche con Seth!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  FALLA TECNICA
FALLA TECNICA

Aquella mañana, como de costumbre, Juan se despertó con el encendido del televisor, en el mismo canal y a la misma hora. Se quedaba remoloneando un rato con la medía luz que proyectaba, veía el noticioso, se enteraba del pronóstico del tiempo y se iba vistiendo sin prisa. Tenía todo programado,
simultaneamente en la cocina se había encendido la luz, la cafetera eléctrica y el otro televisor. Su dormitorio daba a un pasillo que lo comunicaba con la cocina y el baño, cuando llegó a este, la puerta se abrió a su paso. Caminó hasta el inodoro, se levantó la tapa, y al retirarse volvió a bajar a la vez que se descargaba el depósito de agua que perfumó a lavanda el ambiente. Luego lo cotidiano, lavarse manos, cara y dientes, afeitarse. Estas eran una de las pocas cosas en las cuales, Juan, prescindía de la automatización. Su afición por la misma, no era maniática, era su especialidad en su profesión de ingeniero. Cuando el se recibió casi todo era mecánico, ahora todo era cuestión de utilizar los componentes adecuados para el fin determinado y él se había, casi obsesivamente, dedicado a darles un uso que liberara al hombre de las actividades manuales repetidas e irrelevantes, para usar ese tiempo en pensar en como podía aplicarlas a su propia vida, en soledad. Porque Juan, desde la muerte de su mujer, de esto hacía muchos años, vivía solo en ese cómodo departamento de dos ambientes. Donde convivían con la más moderna tecnología, enseres y muebles, algunos de los cuales lo habían acompañado durante sus ochenta años de vida. Como su cama de siempre, donde decidió morir un jueves a las 9,15 de la mañana, cuando al encenderse el televisor, lo fulminó una descarga eléctrica,que no había programado, para ese día.

neco perata
Poeta

Cuentos :  El Relojero Fantasma
EL RELOJERO FANTASMA

Cada mañana regresaba cargando el futuro
demasiado tarde para contarlo en el pasado
antes qué ahora, dónde ni siquiera un valeroso
reloj se hubiese aventurado atravesando las
dimensiones del instante, parte a parte,
sin romper el aislamiento qué callaba gris e
impresionado pudiendo permanecer así mucho
más qué indefinidamente desmesurado.

El mar se agitaba inerte al apuntar el alba
cuándo el viento aconsejó suavemente la
rebelión de las olas del mismo verde rígido
y frío sin encontrar ni la menor huella de la
sal desordenada en sus latidos en la playa
tosca y bárbara dónde pasó el último invierno
el sol sin decir nada de la tarde en un coro
mecánico incapaz de hacerle mal a nadie.

Según dicen que eso hubiera sido un cuento
de nunca acabar, pero la cosa es que decidió
irse al extenderse en el espectro brillante de
la piel del aire, y desde entonces no se acerca
de improviso dónde es imposible detener las
gotas del relámpago en la cama obscura que
suele llegar al dejar las cosas deslizarse por
el abismo unos cuantos pasos en la eclosión
qué se avecina incendiando tenuemente la
noche menos dura con la puerta de la blanca
habitación qué se abre más allá de la pequeña
esquina de los volcanes. Entre trasgo y quimera
midiendo al tiempo entusiasta celosa aparición.

Cabalgando unas inquietas nubes llegaban,
y le traían el mundo de afuera, el desconocido
y feliz mundo al que ya no pertenecía dando la
impresión de que querían ponerlo en aprietos
debido al color del alboroto al abrir la ventana
sin saber lo que querían con la misma luz
en la esperanza qué llovían solo sequías.

Antes de la crisis cualquier ausencia tejía ilusiones
de nuevos paisajes dentro de una esfera raramente
placentera, justamente al mediodía, verdaderamente
excitante por tanto sosiego que invita a pasar un rato
como si fuera una persona con vida sin disimulo estando
vestida en ropa interior, y salir sin decir nada hasta subir
el tono de voz fumando un anticuado silencio.

Aquella mañana probablemente no iría hasta ver al día
siguiente satisfecho por haber vuelto del bosque a pie
más bien por aburrimiento qué por curiosidad dando
vueltas cada vez más largas en la penumbra extraviada
para decir todas las cosas qué dicen los cementerios
sepultados haciendo un gran esfuerzo por pasar ignorados
medio paralizados continuamente en las plataformas
abrumadas de piedras.

__¡Cuándo se carece de cuerpo las palabras
viajan solas luego de escribirlas con la voz
adecuadamente teñida!.
Pensaba convencido de su propia irrealidad
vacilando sobre la manera de expresarlo.
__Sin cuerpo...¿Qué duele?.
Solo los recuerdos sostenidos por el tiempo que impacientes
esperan ser descubiertos por el equilibrio inolvidable
ajustado, sin aspaviento, en la inercia inmutable qué de todas
maneras retorna llevando las cosas, y cobrando las deudas
a pesar de sentir alivio ya caminando lejano del hiato y fisura.

Estuvo callado toda la noche, me exasperaba que creyera
qué existía una ley indestructible como algo sólido a qué
aferrarse, seguro en los momentos difíciles, cómo al
salva-vidas qué no necesitaba, y encaminándose sencillamente
hacia el techo dando vueltas a la pieza en la manifestación
ficticia del asco a la vida por las calles vacías, y diciendo
maquinalmente ya todo está en paz, al cabo de cinco minutos
de ignorarlo, y forcejear con el olvido con arrojo.

En la mañana se fue sonriendo con turbación diciendo...
___¡No tiene importancia!. No son ahora más
que relojes encarnados abrazando perdones.
_____La próxima vez que aparezca espero que usted
ya no esté siendo el segundo primero.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  TE CUENTO UN CUENTO, DE PICO, PICOTUENTO....
TE CUENTO UN CUENTO...

Los que leen mis cuentos, saben que escribo desde la memoria, en algunos pocos, desde el presente. Aveces se me mezclan pasado con presente y todo se ficciona. También lo hago a partir del final, se que quiero llegar a Roma y tomo cualquier camino, eso sí, no me detengo a mirar las margaritas, las aves en su vuelo, ni las deposiciones de los peregrinos. Esto me recuerda que en una oportunidad, vacacionando con mi mujer, en las cataratas de Iguazú, nos quedamos extasiados ante un ramillete de mariposas multicolores que estaban en nuestra senda. Al aproximarnos, volaron, dejando al descubierto, una suculenta torta de excremento humano. La moraleja es, que no siempre aquello que admiramos, tiene carácter transitivo.
Pero sigo caminando, rumbo a Roma.Porque no quiero que me pase lo que pasó con los bueyes de Tito, tal vez el primer cuento que escribí, antes de esta adicción a escribir cuentos. Sucedió en mi pueblo, Blaquier, cuando ya no se llamaba Colonía y Villa del Principe de Piamonte. La cosa es que alguien llevó a la feria de ganado de Carrica y Garmendia dos bueyes. Como pasaba el tiempo y nadie los compraba, se los regalaron a Tito Madrid, que no los quería para nada, pero si a caballo regalado no se le miran los dientes, a bueyes regalados menos, dijo, y se los quedó. Los dejaba sueltos por el pueblo, mansamente pastando por la plaza. Donde estaba el pasto alto, allí estaban los bueyes cumpliendo su misión. De tanto en tanto los ataba a una rastra y salía a lucirse en la vuelta del perro. El pueblo era tan chico como ahora y nunca pasaba nada que rompiera la rutina de de su vida, si no hacía frío ni calor, o no había sequía ni inundación, la gente no tenía motivos para hablar y todo se limitaba a un saludo, a un. -Como andás?.....-.-- Bien .- Y ahí se terminaba la conversación . Se habían culturizando como gente de pocas palabras, lo que les daba cierto prestigio sobre los pueblos vecinos, a los que tildaban de charlatanes. Pero un día la historia cambió, los dos bueyes de Tito desaparecieron, nadie podía decir su paradero. Se descartaba un robo, porque no tenían ninguna utilidad, ya que habían sido desplazados por el tractor, aparte, si por algo conocían al pueblo y a Tito en cien leguas a la redonda, era por esa yunta de bueyes inservibles. Se hicieron asambleas, se se formaron piquetes, se efectuaron rastrillajes, y la gente comenzó a hablar. Decían haberlos vistos camino de Ameghino, para el lado de Medias Lunas, o cerca de la Quince de Agosto, como yendo para Villa Zaboya, llamaron a videntes y radomantes, hasta José de Zer estuvo, y ni una pista, como si se los hubiera tragado la tierra, o los extraterrestres, como dijo Fabio Serpa. Algunos se lamentaban que no estuvieran marcados o que no le hubieran colocado un chip, como dijo mi tío Cachila, que era un visionario y nadie lo entendía. La cuestión es que los bueyes se perdieron, nadie volvió a saber de ellos. Y el pueblo siguió hablando de bueyes perdidos.

No se si me entendés lo que te digo ?...
Poeta

Cuentos :  CASI GARDEL
CASI GARDEL

Supongo que todos tenemos un modelo, un referente, un ídolo. muchos a través de su fama o logros en alguna actividad, deportiva, artística, política o delictiva. Algunos lo son de muchos, otros de algunos pocos, pero todos tienen algo en común, la admiración que despiertan en un semejante. En la actualidad la mayoría son productos mediáticos, estos suelen tener tantos que los admiran, como que los odian, "lo que para uno es bandera para otro es trapo", decía el Gringo. Así lo conocíamos, como "el Gringo". No es que no supiéramos su nombre de pila, se llamaba Simón Ottazzi, pero llamarlo por su sobrenombre nos daba el prestigio de pertenecer a sus íntimos. Porque el Gringo era nuestro ídolo y había nacido y crecido en nuestro mismo y pequeño pueblo, unos ocho años antes que yo, pero sus méritos y su fama, habían comenzado en mi adolescencia. Era un ídolo local y de unos treinta kilómetros a la redonda, traduciendo a habitantes, diría de alrededor de cinco mil personas. Solo para cuatrocientos era el Gringo, para el resto era el Gringo de Blaquier. Y está pertenencia nos daba un orgullo y un prestigio que nos impulsaba a ser como él. Nos pelábamos a cero, imitábamos su forma de caminar, hablar, sonreír y todas las virtudes que enriquecían su personalidad.
En el fútbol, no digo que fuera Messi ni Maradona, en tenis, no era Del Potro, Nabaldían, ni Vilas, ni Loche, ni Ginnobili. Pero era todos ellos juntos , porque a lo que jugara, al billar, paleta o a la bolita era el mejor.no tenia maestro, ni entrenador, ni una mierda, aprendió solo. Hacía magia con todo lo que fuera redondo, a veces pienso que de haber sido astronauta, hubiera hecho jueguitos con la luna Por eso lo admiraban los de afuera, pero no era solo eso. Recuerdo que salíamos de serenata y el que cantaba era él, para nosotros era Gardel. Nunca nos acompañaba toda la noche, siempre se perdía en alguna ventana. Un depredador el Gringo, no les hacía el novio, ni el verso, solo y furtivo como un gato, saltaba tapiales y alambrados pero nadie sabía donde entraba. Aveces, en noches de verano, nos juntábamos a charlar en la plaza, y él nos hablaba de la vida, de los códigos de hombres y los amigos, entonces era el maestro,pero nunca sentencioso ni soberbio. De igual a igual, sin alardes, no chapeaba. Humilde, hasta en sus sueños.Tenía su filosofía, hay que ser, no querer ser, nos decía...Disfrutar del desafío, no del resultado, ni del triunfo. Porque el Gringo no tenía ambiciones, jugaba con la vida. El pudo ser Gardel pero no quiso. Un señor el Gringo...Su nombre y su historia son leyenda. Su gloria, el amor de su pueblo. Yo soy uno de ellos.
Poeta

Cuentos :  ¿Porqué nada es mejor?... (Anticuento)
¿Porqué nada es mejor?

Llueve su angustiante soledad la noche, cuando las aves no cuentan las nubes, y se van apagando.
Las flores en sus aguas al finísimo azul después
de morirse el sentido en la distancia... Nadie
tenía en el lugar la túnica del color del enebro.
Era marzo de un tirón, por más que la causa de
su oficio no dejaba lugar a dudas al año. Con el
moño el invierno puntual se tiende sin ser verde
ni admitir réplica, sin darse apenas cuenta de lo
qué hacía al miedo al verlo matar su hielo en él,
¡Sí!...En el corazón de una gota. Seca una antorcha encendió el ruido en mil pedazos incluidas las huellas con sus tintes lozanos no sin gran pesar. El vacío en su vasto territorio señalaba el camino de regreso...

Se veía el silencio moverse un paso afuera de los
hogares qué se alejaron más allá de las estrellas.
Tan cierto, cómo aquél que en el rostro dibuja la
cobardía midiéndole los pasos al olvido... Carente
de palabras en una extraña expectación.... Pusilánime y arriscada, en el vestíbulo vespral, en el ápice sinuosa con la vicisitud jaspeada, y el incienso de la genuflexión agreste, desgarbada, por la prosapia del varapalo.

¿Recuerdas el tiempo aquéllo?... Cuando nada de esto sucedía en el largo coloquio marmóreo que se reconoce de repente ahora... Y no me remonto soñando a otro... Hemisferio, como el cándido cordero en la pereza, ni a los mástiles de los rosales desnudos en el tedio de una
fofa neblina... Tú me dices que sí, y qué si sabes de la penosa y constante travesía que guarda en sus párpados sedeños la boca ingenua...
Pues verás...

El desierto acusaba a esa lluvia de ladrona dónde la humedad ahogaba las casas con las lágrimas asustadas por la elegancia de las urnas, y los minutos ocupados en el silencio menos distante, en el más llamativo, en ese que vomita su publicidad, llueve y llueve suave, sin saberse bien...

La había estado observando, veía gota a gota como trepaba entre las nubes. Reconocía la humedad sin pretextos, y guardó sus cacerolas, ollas, cubiertos todos en sus arenas llevándose los puños paños de tormentas agotadas bajo un sol de madera con la certeza del florero de cristal cortado entre las manos del me excuso ante la multitud, y hago desaparecer al primero que proteste de inmediato cumplir con el encargo de la suciedad y la incuria, como si no estuviera realmente al tanto de los propios asuntos celestes... Y del azul contravenir
al marrón indecoroso, con el atributo de viandante embaldosado, y desde el introito menospreciado preponderante...
¡Vaya umbrío caligine azaroso, el verdete vernáculo ribetea al tergiversar mismo!.
Por allá dónde la dulce lumbre, no es precisamente, dulcedumbre, ni en la cumbre se vierten los abrojos, y menos por la mañana, el lóbrego horizonte, con el ademán del puñal en la mirada, y el rojizo brocado de la esperanza mancillado...
¿Porqué nada es mejor?... Me dices, cuando, cuándo... La lluvia bebe bajo la tierra cataratas que muerden los sueños hechos polvo.... Y... Porqué llueve su soledad la noche en cada calle
.


Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
Poeta