Busco el número cuarenta en el calendario y no domino el imperio... dejándote escapar de mi presente, en el momento que las luces duermen en mi habitación tu silueta inyecta el dolor.
Sueño que estoy jugando a desnudar tu alma la caja de pandora perdió la ilusión tú eres el único medicamento para remediar mi corazón, por la edad el deseo caduco.
En la última página de las paredes de mi habitación, moldeo tu nombre; con esmalte de tu quimera y el ánfora de tu sed, el cerillo del afán lo aspiro tu cansado recuerdo.
Tus huellas dactilares en el puente de mi espina dorsal, quemando mi piel a cinco segundos por hora, ella cuarenta, yo dieciséis.
Me dicen loco, porque le escribo a alguien que nunca me leerá Porque les cuento a todos, de tus hermosos ojos Pero ellos no me ven, les cuento que te sueño cada noche Aunque tu te encuentras lejos de mí.
Me dicen loco, porque te compongo canciones Que nunca escucharas, solo me queda la esperanza de verte de nuevo Para que pueda cantarte mis canciones Que solo hablan de ti.
Me dicen loco, porque te sueño todas las noches En mis sueños cuando apareces soy muy feliz Pero a la ves es un castigo porque hay despertar Cuando sueño contigo, sueño que te tengo entre mis brazos.
Me dicen loco, porque mi ilusión más grande eres tu Cada noche al escribirte, me ilusiono cada vez más y más En mis historias, plasmo lo maravillosa que eres Soy loco porque he de amarte toda una eternidad, Nadia.
Mientras unos se revuelcan, entre fortunas y dádivas, otros viven en la hambruna, donde ni la luz se acerca. No cree el poderoso en nada, que no sean sus riquezas, ni en el hambre, ni en el frío, ni en quienes ni techo tengan.
Cuando el corazón se cierra, se va pudriendo su esencia, se endurecen sus latidos, su materia torna a pétrea, y va poniendo cerrojos, en el sentir que se gesta. Los sentimientos se enquistan, y el rencor, habita y medra.
Abrid ventanas y cercas, que se aireen las cabezas, que se hinchen los corazones, de valores sin reservas, las voces salgan al aire, rompiendo muros y rejas, y la verdad no se agriete, pudriéndose bajo tierra.
Que el corazón lata firme, que no sea como veleta, que al aliento de los aires, cambie el rumbo cuando quiera, que marque el ritmo preciso, para que el amor se crezca, y no se apaguen los pálpitos, que dan a lo feo belleza.
Que no se rindan los buenos, que los necios no florezcan, que no nazcan más mentiras, vestidas de verdad íntegra, que el corazón sea el aceite y el motor sea la cabeza, la mirada sea la fuente, donde el amor se alimenta.
Que no se calle el cantor, ni enmudezcan los poetas, no se doblegue el amor, ni sea la pasión de cera. Que el respeto sea el perfume, que impregne la vil materia, aromas de libertades, olores de buenas nuevas.
Que no sea solo el reloj, quien dicte la vida entera, y sea dueño el sentimiento, del caminar en la tierra. Que el amor sea la bandera, y no un pedazo de tela.
Odio, olvido… Nos juzgamos ¡esta cama y yo nos juzgamos! Ahora somos inexistentes, tuvimos la existencia y la dejamos partir. Ahora no soy yo, esta cama tampoco es cama, somos torpes puertos que a medias aprendieron su labor. Ahora, nos merecemos estos corazones repentinos, esclavos renacidos que martillan y martillan al odio, al olvido, como dos rocas que se agigantan en cada golpe de inútiles martillos.
El sueño dentro del sueño, el poder de ver sin ver, sentir sin tocar ni oír, y sin pensarlo gozar, por el hecho de existir.
La flor sin sentir inspira sentimiento a quien la mira, y va emanando su olor, bello aroma que transpira, seduciendo a quien respira. El mar sin saberlo mata, y sin saberlo desata, arriesgadas travesías.
Soñando quedó el poeta, inmerso en su calentura, vagó entre los sentimientos, entre las dudas se inspira, y soñando que soñaba, dejó en sus trazos la vida, senderos que transitar, a quienes sin verlo, miran.
Así, destapando velos, el sabio en su soledad, bucea en los entresuelos, en las simas del dudar, y soñando sin soñar, va desvelando señuelos, desentrañando secretos, dando sentido al pensar.
Voces quedas como gritos, miradas como puñales, y sueños que son reales, versos que derrumban mitos. La vida a bandazos sueña, despierta soñando sigue, siendo rica su existencia, no goza con lo que vive.
Amor desea quien camina, dejando huella tras huella, y en su soledad anhela, una sonrisa sincera. Sueña quien quiere aprender, que es sabio entre pesadillas, y piensa quien amar quiere, que es la vida una vigilia.
Amores en el desván, donde existen las reliquias, donde quedaron los sueños, las nefastas pesadillas. Amores en el salón, humanizando las prisas, y una mirada que brilla, una palabra sin voz.
El tiempo va jalonando, los pasos que da la vida, marca el paso cual soldado, secretos va desvelando, así, descubre el carácter, da calentura a la sangre, y en su sentencia constante, marca el destino sin prisa,
Sendas que nunca se hollaron, simas negras insondables, cerebros inescrutables, caminos que se borraron, y metas que se alejaron, mientras se acerca el destino. Se diluye la memoria, entre recuerdos desvaídos.
La faz de la Tierra cambia, como la piel se avejenta, que el fiel tiempo desentraña, va mutando pelo y cara, plata, transparente y nácar. Surcos de hollar sin descanso, buscando una nueva estampa, e invisibles cicatrices, que surcan sin ver el alma.
Un nuevo mapa se extiende, sobre el rostro que se escapa, señalando cada ciclo, cada pasión alcanzada. La voz se torna aceitosa, más grave, más matizada, y el cabello se desprende, como una lluvia de plata.
El tiempo altera y confunde, clarifica y adelanta, va avanzando o se retrasa, según la fuerza que emana, y va dejando regueros, por el sendero que marca, con los ojos entreabiertos, concentrando la mirada.
Canción que señala el tiempo, con cada nota que aguarda, a la audaz nota siguiente, que reemplace su tonada. Así, viran como el viento, los signos del pentagrama, dando armonía a los acentos, y sentido a quien lo canta.
La voz va quedando huera, de tanto empeño en usarla, y va derramando arpegios, matices en sus palabras, el tiempo templa la nota, de la curtida garganta, y tensos lo labios vibran, como cuerdas de guitarra.
Amor de exquisitos gestos, de vivas muecas que hablan, que el tiempo marca y sentencia, inapelable su marcha. Un juez sin jurisprudencia, que a su albedrío dicta y plasma. Amor que unido a la senda, entre atajos vive y anda.
Aunque siempre lo niegues Y digas que ya no me quieres, El brillo en tus ojos, está hablando por ti Que en tu corazón, yo sigo presente.
No podrás olvidarme y quizás Hasta quieras volver a tenerme, En cada momento de tu sano juicio... Pues el destino, a veces saca de quicio.
Tu risa nerviosa acusa y sentencia Lo que sigues sintiendo día tras día Cuando te hablan de mí, bien lo sé Porque nadie te ha dado lo que yo te di.
Nadie más tiene el mirar de mis ojos Como estas miradas con las que te adoré, Ni el sabor de mis besos en tus dulces Como aquellos que a ti te entregué..
Desde que tú te marchaste Mis ojos y labios quedaron sellados, Nadie más ha acariciado mi cuerpo Ni ha dormido en tu almohada.
Y aunque parezca grosero, Decirte que aun te quiero, ruego que nos perdonemos, y Si tú quiere volvemos.
Del vórtice del ciclón, nace la fuerza inaudita, donde arrastra la pasión, en un brutal torbellino, al poder casi infinito, locura que precipita, brutal golpe del destino, a un enorme corazón.
Carrusel de las ideas, que sin fin revolotean, como ágiles mariposas, entre las mentes curiosas, que persiguen su camino. Giran como remolinos, entre las luces y sombras, en busca de su destino.
Como pavesas al viento, se deslizan vapuleadas, por la brisa y las tormentas, por el calor, por el frío, en cada bandazo pierden, en cada caricia ganan, y así, caen y se levantan, como tentempié de feria, las gentes que andan y andan.
Poderoso es el placer, que pletórico se afana, como derrocha el poder, quien nace en cuna de plata, pero solo es oropel, que brilla más se decapa. La fuerza en la vida está, en la mente que destapa, la mugre que esta tapada.
En el centro se condensa, en el corazón se agranda, y en el cerebro se afinan, los latidos que se aman. La potencia esta en el vértice, en la cúspide que aguanta, en la verdad que se extiende, como una infinita manta.
Amar, amor de materia auténtica, vestida de verdad y alma, de carne y mística esencia, de sangre febril y humana, bordadas en el respeto, de realidades plasmada, perfumada de emociones, de sensaciones cuajada.