Si se detiene el beso, se queda sin aliento, la entristecida boca, el aire ya no baila, en el labio de aurora, se quedarán llorando, las rojas amapolas, y el viento será oscuro, dando voz a la sombra.
Se quedarán sin Luna, las noches de los sueños, cantarán las cigarras, en áridos recuerdos, y el corazón sin mácula, olvidará el secreto, de aquel amor de ensueño, que escapó de su encierro.
Volverán las nostalgias, abrumando entre velos, ladinas y acrobáticas, llenando los espacios, que se quedaron hueros. Las duermevelas mágicas, recordarán el tiempo, de la alegría plácida.
Si se detiene el noble, se quedan la verdades, en el aire sin dueños, las razones vagando, cual vagabundos ciegos, y sembrarán las almas, cizaña en vez de anhelos, la lluvia será ácida.
Al borde del abismo, nacerán nuevos tallos, brotes nuevos sinceros, amores en racimos, de valores de acero. El día será lúcido, de libertad sin miedo, y cantarán sin pausa, coloridos jilgueros.
Amor como el diamante, de esponjoso cerebro, de corazón de pálpitos, que late sin recelos, y en las noches calladas, donde se acuna el tiempo, susurrarán las sábanas, palabras de consuelo.
Si se detiene el tiempo, un amor ha nacido, como un brote de enebro, y una luz estentórea, reclamará su acento, serán versos los gritos, el amor será eterno.
Un corazón que no late, una sonrisa de hielo, un pensamiento que yace, una mirada de acero, los ojos entrecerrados, como rendijas, sin brillo, y un cerebro como ido, labios, como un fino hilo.
Cuando el corazón se ensancha, nace el sentimiento auténtico, aunque sea la realidad, poco menos que un infierno. El necio a sus anchas campa, ausente de lo que pasa, y ante nada se detiene, si tiene llena la panza.
Mira a su ombligo el cobarde, el estulto mira al suelo, mientras miran de soslayo, el necio y el embustero, se creen sobrados de ciencia, de poder van presumiendo, pero su rostro rebela, el vacío que va por dentro.
Amantes quiere el poeta, amores que lleguen lejos, que no se enrarezca el aire, que no se pudra el aliento, que la mirada sea grande, que mire al fondo de todo, que sea libre el pensamiento, no amarrado a otros deseos.
Bruñir de esencias las notas, de su atrevido talento, que el corazón lata fuerte, que la sonrisa sea un gesto, que alivie el dolor ajeno, con los ojos bien abiertos, y que no miren tan solo, que vean más allá del tiempo.
Cascabeles en los labios, bellos sonidos sinceros, que emitan palabras sabias, que suenen como sonetos, que surja la carcajada, si va la risa a su encuentro, y nazca en el corazón, el amor que abarque todo.
El fin no se justifica, con el sacrificio de otros, y tan solo la nobleza, mejora al sabio y al tonto. Que el vértigo no se aferre, ni a la vida ni a los órganos, y no se rindan los buenos, ante el verdugo y el bobo.
Amor quieren las entrañas, el corazón y los ojos, y que se infiltre en las venas, como en su caverna el topo, no se doblegue el poeta, ni al poder ni al poderoso.
Te he visto bajar serena En mis tardes solariegas, Mojándome lentamente El rostro y el abrigo. En otras sin embargo, Con vertida en aguacero, Torrencial, arrasadora, Te has llevado los sueños y la vida De aquellos que ansiosos te esperaban: ¡Lluvia! Mas tu fuerza creadora Ha limpiado las larvas de los campos, Los hierbajos del camino; Has regado las sedientas tierras Con tus lágrimas de vida, Y has abiertos surcos, Como las heridas de mi alma Donde el trigo ha crecido, Como mis esperanzas crecen. ¡Lluvia!
Un maremoto, en un dedal de agua, estruendosa catarata, de lágrimas en los ojos, de un microbio una gran plaga, ventisca de un solo soplo, un huracán de agua y viento, en un aguacero solo.
La voz, como un luengo trueno, que brama de horror y gozo, de ideas un terremoto, en la corriente de un pozo. Una cascada de besos, en un beso intenso y corto, y en un suspiro tan solo, un aliento del dios Eolo.
Si el destino adivinara, ajustaría los antojos, correría mil peligros, más laxo sería el andar, más gozaría del reposo, y en las artes del amar, sería más meticuloso. Iría mas lento o más rápido, dependiendo del amar.
Tromba de agua, en un reducido vaso, torrente en un parpadeo, un berrinche en un solo ojo, de una lágrima un manantial, de una mirada, un sollozo. De una tos un terremoto, de una risa un carnaval.
De un pálpito un mar de fondo, y de tan solo un enojo, el bramido de un volcán. De una letra una pasión, un verso como un ciclón, y en el vórtice de todo, un amor que abarque todo, un ciclópeo corazón.
Un mundo en solo un jarrón, y un universo en un bote, toda una orquesta en un solo, y en solo un dedo el amor, en todo el inmenso espacio. Y así, en tan solo una mirada, amar la vida , que no es poco.
Pretendí ignorar el riesgo y conviví en el mismo espacio, fue como quemarse únicamente hasta calentarse la piel, ¿cómo, qué tiempo, hasta cuándo?… así fue tenerte, sentirte, tan cerca.
Es que el suplicio más desafiante, fue tu boca, tu sediciosa boca, que cuántas y tantas veces… besé, con la mirada… con mis ansias de recorrerla y sentirla cierta, en toda su jugosa carnosidad.
Lo hice en vehemente silencio, con pasión, lascivia, con ternura, muy lentamente, hasta soñar y despertar sin tu presencia… creo que hasta podría, sin esfuerzo, recorrer de memoria, cada palmo de tus labios, dientes, tu lengua…
Ojalá hayan llegado al menos uno de tantos de esos besos evocados, los ansiados y a ratos desesperados; tengo la absoluta certeza, que muy, muy adentro, habrán estremecido, hasta la última fibra de tu alma…
Pero que te besé… te besé, desde el anonimato, sin compasión, habría desgastado tu boca, habría… bebido tu saliva, tu esencia, tu ser; si esto acusa algún nivel de demencia, bienvenida la locura, por recorrer, desde mis ojos esa exquisita gruta, de belleza, de delicias, de delirios…
El verso nace y se hace, vive la rima cautiva, que para ser liberada, apela a la melodía. La estrofa camina erecta, desgranando sus teorías, así, transforma el poema, así, canta la poesía.
El duende sueña y trasciende, mientras el mago cautiva, sus pases mágicos sienten, el soñar de quien le mira. La magia así se transforma, por mor de la fantasía, en un delirio constante, que atraviesa sueño y vida.
Verso que sabe a canción, rima que al tiempo cautiva, palabras que profundizan, bordadas de alma y reliquias. Verso que habla y enajena, que reaviva el corazón, rima cual acordeón, que se acorta o que se estira.
El verso, es como un halcón, que ve el mundo desde arriba, oteando cada partícula, cada hoja, cada esquina, cada escondido rincón, ojos de sabiduría. Despliega su majestad, más allá de las colinas.
Verso que crece naciendo, del corazón que respira, mente y órganos unidos, para sangrar por la herida, de las vivencias pasadas, del caminar día a día. Como hoja en la brisa vibra, como un brote va creciendo.
El tiempo espera a la rima, que va brillando a su encuentro, rima y tiempo se acompasan, para dar al verso acento. Se queda en trance la voz, entre los labios latiendo, unos labios con sordina, late el pulso, nace el día.
Ese país que suspira, entrecortados respiros, en vilo los sentimientos, realidades contrapuestas, en arrítmicos latidos. Faz de muecas contrahechas, vacilantes rictus tímidos, en inciertos pensamientos.
Despierta el sueño dormido, entre plumas de almohadones, desoyendo los rumores, desatendiendo los ritmos, entre espejos constreñidas, las inquietantes versiones, de reflejos siempre vivos. Despiertos quedan los niños.
Nacen corazones íntimos, en los vientres generosos, de la vida en su materia, carne viva de los gozos. Pasión que despierta viva, de los profundos rescoldos, del fuego que dentro anida, de amores que amamos todos.
La senda abierta respira, sombra y luz entre los ojos, una recurrente herida, que la verdad cicatriza. Senda de frutos jugosos, de nostalgias que palpitan, fuerte aliento que suspira, sendas limpias de rastrojos.
Despierta el nervio atrevido, despierta el dormido gozo, y en la sangre y en las tripas, la emoción baila a su antojo. La fuerza en las venas vibra, buscando el centro de todo, mientras el amor cautiva, de los feo, lo más hermoso.
Despierta dijo al oído, el tiempo al amor dormido, y se abrieron las fronteras, para los cerrados ojos. Brotó en el sueño la hoguera, de los reprimidos gozos, y fue despertando el día, desperezando los rostros.
Despierta susurró el viento, al oído generoso, y penetraron las brisas, abriendo huecos sin prisa, en el corazón de todos.
Resiste, gritó la vida, con inequívoca urgencia, y semejante exigencia, quedó en el viento perdida. Forjó en el yunque la idea, con esmerada paciencia, y semejante insistencia, logró la precisa idea.
Herrero de recias manos, que con tal fuerza moldeas, el duro hierro que forjas, en otras formas recreas. En el crisol vive ardiente, la materia que se crea, y de nobles manos recias, surge el arte de la idea.
Resiste, gritó la ausencia, que en arcanas noches medra, y quiere hacerse visible, quiere plasmar su presencia. Verdad escondida en el núcleo, donde las fuerzas culminan, y su atronadora voz, no solo brama, suspira.
Labriego que amas la tierra, con inusitada ciencia, bebiendo de arcanas voces, que trascienden las fronteras, de boca a boca pasando, eco, que nunca escasea, que jamás para o se esconde que eterno en vida se entrega.
Resiste, grito el amor, que vio al mundo con muletas, descosiendo sus costuras, cuajado de hambruna y grietas, lloran sus gélido ojos, de mirar, sin ver siquiera, mientras el amor se abraza, a la vida que le queda.
Poeta, que al tiempo gritas, para que el amor se extienda, y con sus humildes letras, vuelque el sentir que le aprieta. El marchamo de sus versos, va señalando la senda, amor en cada latido, sangre ardiente de sus venas.
Resiste, gritó la vida, para que nos demos cuenta.
La borrasca se aproxima, de lágrimas bien cargada, dentro de si la violencia, de notas desafinadas. Ruge como la tormenta, eléctricamente airada, y va descargando piedras, de proporciones inmensas.
La borrasca se aproxima, lleva en su voz agrietada, de su gritar la amenaza, y va desgranando furias, manotazos que desguazan, ecos de las felonías, de la agresión que la enturbia, de la consciente ignorancia.
Se que los tonos son tristes, que ni alivian ni consuelan, que no sofocan ni animan, que no aplauden ni dan pausa, más de nosotros depende, que sea menor la condena, que se despejen las mentes, y que tomemos conciencia.
La borrasca se aproxima, pero podemos vencerla, con el respeto a la Tierra, que nuestra vida sustenta. De nada sirve la inquina, la rabia nada solventa, más que salvar aniquila, no frena la ira la afrenta.
Amor las entrañas gritan, verdad chillan las cabezas, las razones se despiertan, de pieles falsas cubiertas. Las voces claman justicia, las voces que aman y piensan, y ya se ensanchan los pechos, contraídos en las gargantas.
La borrasca se aproxima, de inusitada violencia, y no frenan los acosos, a la verdadera ciencia. Circula airada la sangre, mientras el amor se entrega, la hambruna sin pausa sigue, eternamente desierta.
Que no se rinda el humano, que no destroce la Tierra, que no se convierta en barro, de la carne sus esencias. Que el amor sea el escenario, la verdad quien interpreta, y en el tiempo y en los años, quede la razón impresa.