Poemas : Allá cercano |
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ALLÁ CERCANO Hubo una vez, que vino, añejo, un allá de aspecto manso. ¡Tinto recuerdo de miel!. Enfrascado, interminable, relámpago, con el poder agridulce de un mordisco. Allá Cerca No. De un allá cargado de esperanza. ¡Justo estremecimiento del querer!. Al anochecer un rubor ligero, luminoso fluir bugambilia, espaciado, en blanda frescura. Cerca No Allá. Un allá, venerado, en la cicatriz, de un domingo no deshecho entre los lunes, lidiando, vengativo, el frío, periódico, en el asiento del ferrocarril un peregrino, chismoso, de falsas intimidades. Allá No Cercano. Al cabello que sacude. ¡Todavía verde!. La piel de la champaña. ¡En una lata!. Más allá cercano. ¡Cerca la cerca, qué acercando, cerca!. Ese allá de futuros prestados, al negar, el ánimo que naufraga océanos, gratificantes, del paraíso mediocre. ¡Lujo de servidumbre y doradas nimiedades!. ¡Un allá, del alarido de la raza!. Un allá. Cercano, allá, cuando menos sea esperado. ¡Allá se acercará y cercará!. Verdadera residencia de los mendigos, de las monedas repartiendo medicinas, doblando cautamente, la sequía cada vez, cada vez, menos tortilla, y más engaños, dulces golosinas, más nada de más. Cerca, cercando. La cerca se acerca. Tan allá, muy allá, desde su desierto. ¡Dónde hubo uvas, jugo de secos higos!. Infinitamente. ¡Unión, ustible, urticácea, humareda!. ............................ Así la historia, culpable de la calle, al fondo, sería de nuevo un recuerdo, menos lento, más enorme, minúsculo allá, ligero, al volver goteando los ojos, la cabeza inclinada, las rodillas, las escalinatas, el allá sorpresivamente, borrado, pidiendo al espejo reflejos, imposibles, anteriores al supermercado, de verdolagas grises, carnosos quelites, espinosos, calabacitas hijas de armadillo. ¡Y nopales semilludos parientes del cangrejo!. Canto, canto. ¡Nuevo canto!. (Pálido sabor de transgénicos olores). ¡Allá nadie se muere de hambre!. Nunca, nunca. Sin embargo.... (Nadie... Pensaba... ¡Asustado!). ¿Nunca?. Aunque... nadie ...convivía con hambre,
el hambre lo amaba, ella, con lenguaje. ¡Sabor gruñir, se negaba a ignorarlo!. En verdad. Nadie.¡Era tomado en cuenta!. Y nadie, satisfecho, deseaba aquél allá, allá cercano que lo cercaba. ___ ¡Pero acá!... En este lado___ ¡Sí vivía!. Para él, para su hambre que lo amaba, y aún vivía. Pero Nunca, detrás de sus castaños, ojos, de ajada piel morena, se fue al otro lado, y nunca regresó, con dinero en cada palabra, extraña, entraña de un lenguaje, mezcla de marmasa, acasia, lobelina. ¡Qué cicatrizaba! Y nunca, se regresó, pero. Ahora con un vacío mayor. ¡El mismo engendro del... original hueco!. Vestido, con las huellas de ayeres inexistentes, dando brincos, al encuerarse con las raíces en la garganta seca. Allí, atado a las paredes de allá. Cercano allá, que cerca acercando, cercas. Pero nadie, se sentía feliz, invertía en acciones del cielo, etéreo, ingrávido, primordialmente metálico, desfilaba el alma enferma, donde la bondad misma se compraba, y el verdadero mal, se transformaba en absoluto bien, por un buen precio, a crédito y con toda la razón armada. Lista para usarse. Pues había una vez, leído esta historia, de mitos y leyendas, del todos fueron felices, y colorado frijolito en labios de buitres, desayunándose una lombriz en abundante cosecha de rapiñas. Allá cercano, allá cercano. Hubo una vez que ya no vino. De un añejo allá. Nunca, satisfecho, de caminar ausente. Nunca con trabajo y dinero a crédito, en un pedazo de cuerpo el alma había, enfermado, y terminó invadiendo, infernal mente, la menor esperanza de la higuera. ¡Clonando olivos en el más allá cercano!. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez |
Poeta
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vino añejado y distinto sorprende al paladar, saludos
papajumed: Gracias siempre por su valioso tiempo y sus amables comentarios. Con amistad y respeto por usted siempre.