Crónicas : BORRARTE |
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Estoy borrando todas tus huellas posibles, los vestigios de tu presencia hasta en los más delicados intersticios donde se guardaban tus perfumes y también tus furias, tus desesperantes celos de gata veleidosa, tu manía de virgen perseguida, el sosiego brusco de tus silencios, tus fuegos y tus alturas de reina indómita. Voy tachando fechas, quitando los festivos y los duelos, ocultando nostalgias inverosímiles porque te estoy olvidando a como de lugar. Estoy deshaciendo los nudos y los entuertos que me ahogaron con la tibia imposibilidad de tus manos, anulando ciertas voces, cierta imagen, raspando la verisimilitud de un sueño atiborrado de incertidumbres, de pequeñas pesadillas, de huidas imprevistas y retornos cotidianos. Estoy despintando un paisaje de tantos colores que se nos habían perdido los matices del gris y ya no sabíamos cuando era noche en su oscuro ni día en sus altos soles cruzando de ti a mí con sus retrasos. Voy desfigurando tu imagen con las agua de todos los ríos que socavaban mis orillas de arenas en reposo con la turbulencia de tus regaños y arrebatos inquisidores en el delirio de bajante furiosa según la inundación o sequía que atrapaba tu alma intranquila. Voy corrigiendo las biografías no autorizadas, las memorias apócrifas, los relatos de los amores de ultratumba. Estoy modificando la tensa ansiedad de las mañanas, extirpando tu nombre, tus nombres, del ahora aciago ventanal que da a las lluvias sobre el jardín donde florecían los rosales de tu recuerdo. Estoy impugnando los decretos por los que reinabas en tu reino de mi desesperación constante, derogando tus leyes estrictas e injustas con que gobernabas las mareas de tus furias instantáneas. Estoy desbaratando los castillos de arenas de cuarzo, los muros de obsidiana sajante, quitando tus ojos de las cosas que miro, enterrando en cada mañana los restos fúnebres de tus ausencias impredecibles. Estoy rectificando la palabra camalote para que signifique nada más que jacinto de agua de hojas verde brillante y flores lilas o azules, y no tenga el peso de tu historia ni la connotación del río de aguas zainas, ni me traiga el aroma de un delta que nunca veré contigo en un atardecer ya perdido, y ahora le llamo aguapé o aguapey como un guaraní asustado escondido en las breves selvas de tus islas. Te voy borrando a contrapelo, en contracorriente, a pesar de plenilunios y solsticios. Y te aviso maldita que también estoy borrando con el codo todo lo que escribió mi mano, así que lee pronto esta envenenada carta de mortal despedida antes que te ciegues tú misma los ojos porque tú sí que no podrás borrarme. Vale.
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Poeta
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