Cuentos : Corazón de flor |
|
---|---|
CORAZON DE FLOR
Lo conoció, no era el mismo ya, y mucho menos, ningún otro, el color de clorofila, entre los latidos. Pétalos de tiempo, olor, olvidos en espirales, ahí. Tan cerca del círculo, pálido y triangular de lejos. Leía entre las pupilas, lilas, las lunas, los meses, meciendo, a veces, suaves terciopelos puntiagudos. Y muchos soles, corrían bajo su suelo. Esa vez. Al colgar del techo las estrellas que soñaba. La noche, corriendo las cortinas lentamente, adornadas, entre una montaña doblada. Florecía, marchito del alto fondo. Palpitando. Pero no era el mismo, y lo sabía el reflejo al salir del agua, seco. Más, ahora, que estaba, ausente. Solo, como una vieja sombra, fantasma, tan dulcemente ácido filtraba el color castaño. ¡Quién lo dijera!. Tras el cristal... Esa vez. Paladeaba la tristeza, su piel, empapelada, vegetal, plástica y vieja tinta de una memoria, que salta en la ventana de tiempos idos, de tiempos que regresan, unos cuantos. Recuerdos, de relojes olvidados en el tiempo amarillento, de las tardes, anudadas en aquéllos años. Tal vez, se soñaba jardinero, en el fondo solo clavel, admiraba, sintiendo palpitar, en las faldas nocturnas de las almohadas, una afilada sonrisa. No obstante, al margen, la depresión teñía, sus hojas y las ramas escribían, los recuerdos, del tallo, del polen, día tras día... Pero, ahora... ¡No era lo mismo!. ¡Claro que no!... En el cuarto, en una esquina arrugada, donde la vieja plancha, detuvo la marcha, del calor, evaporado, al cortar las humedades, las sequías del día. Su corazón. ¡De flor!. Redondo y superficial, el horizonte nada tenía. El jardín de instantes era solo, ese momento, un descanso bajo la puerta, un trabajo sobre la ventana y nada más. De nuevo, el espacio se cerraba, deteniendo al tiempo, al abrigo venidero de la calle. Y él, corazón de flor, cultivó jardines en los desiertos. Y tormentas en una gota. Esa vez, con el eco en cada pétalo, un latido un día, tal vez perdido, cuando el tiempo lo detuvo. Y lo dejó, cristalizado. Siendo lo que era, flor del desierto. ¡Petrificada al sol!. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
disfruté la tristeza que emana tu poema, preciosos
versos, saludos
Papajumed: Gracias por sus estimables comentarios.
Y es mayor el gusto mío si ha sido de su agrado.