Poemas : Cincelando los murciélagos de la soledad |
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Cuando mi cumpleaño ya se iba esta noche de
febrero aulló desnuda, sustrajo todas las letras de secretos impulsados, se nublaron las bases y triplicando indicios escribí una carta donde estrellaba mi vida en un amor gigante, se exaltaba un mundo en una sonrisa y participó la catarsis de las borras del corazón a la hora del destino buscado, observando de esos ojos la verdad, se extraviaron mis guaridas blancas y rechinaron todas las palabras a la orilla de mi lengua, sino apenas el viento murmuraba, merodeó la nube del recuerdo y cruzó un azúl sonido la cabeza despierta, los rebaños atrasaron su paso y el sueño se negó entre colores enroscados que soñaron su boca antes de dormir, en mi mente, donde el mundo envejecía, solo mi pobreza desnuda, y tú, descreyendo de mí, bailaron utopías en silencio y quemaron madrugadas, acaso en la parábola un recuerdo resucite y haga que se hunda la tristeza de mi opaco corazón, ninguno de mis mortales pensamientos me anunció que tu boca me extrañaba, y a destiempo habré sabido del navajazo en la piel y la violencia del mar, qué fue del amor que imaginaba?, de tus besos húmedos?... solo retengo la tempestad del párpado y una víspera incendiada, donde los fantasmas de los malos momentos brindan con el diablo, enceguecida la humildad del pensamiento en un sueño infiel, tras el festín de la agonía, su hombro desnudo y su cabello diluviado, allá donde posan sus libélulas ya no permiten que mi alma se defienda, en la esencia de su ser luminoso anidará esta carta quebrada, para cuando sus oídos necesiten de un poeta y el tropiezo de la vida nos ubique un nuevo escollo, se disparata cada acción porque todo es nostalgia, pues no olvides lo que llevas en tu alma, ... y desde la turbulencia, su voz me suena a melodía, y cincelando los murciélagos de la soledad junto al eco de un suspiro, conviven mis manos con esta piel que las sostiene, acaso traduzcan sus ojos la confesión de su pecho ausente, ataviado con bemoles, cuando irrumpa y duela mi destino después del funeral de mi sol irreverente, será muy sólido el nacimiento de mi muerte, y derretirá mi semántica como descifrando en sueños, quizá un adiós definitivo. Jorge Rosso |
Poeta
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