Poemas eroticos : Esa sutileza deliciosamente sexual |
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Estoy parado en el barranco de la tarde,
mi cuerpo espera por ti y se deshace, una sola penumbra dentro tuyo se refriega en soledad meditante al tiempo que me erizas, todas las letras son un vacío ancestral cuando te abres para mí al borde de la espera, y dónde está el pudor cuando el amor nace si los hijos del amor se recluyen en ti?... y dónde se ocultan las aguas de tu cuerpo cuando mis labios lo recorren con sentencia?... esa tintineante piel desflecada y entregada a la sola pasión de nuestros sexos desnudos, todas las arterias se degüellan estrepitosamente entre caricias hasta el punto del indicio, tu, devoradora del pecado, has hecho de mí, un hombre de nada ni nadie, has permanecido asida de mi sexo y de mis muertes, y aquí estoy porque he latido, despertando en el interior de tus tormentas, impregnado de ti y dentro tuyo, hermanando el polvo de tu sexo que derramaste en mis encías, una sola multitud de voces me llama desde el centro de tus senos tambaleantes y traduces con los ojos este enjambre de piel, ardiente el sendero de tus nalgas húmedas, vacilantes, cual si fuesen crepúsculo de sangre que irrumpe entre mi sangre, a la vuelta de un día viven todos los recuerdos, y a la vuelta de tu cuerpo se derrama mi esencia contenida, sosteniendo la voz de la trompeta, toda la miel dispuesta entre tu vulva, sin obstáculos ni gritos, sin sonrisas sumergidas, solo mi lengua transparente en tu clítoris erecto y las nubes incendiadas, tus pechos en mis muslos, tu boca en mi sexo, gimen los minutos en la garganta del diablo y divulgan la fiebre calcinada, a toda marcha, compañera desnuda, la carne del amor desata las formas tuyas y mías enclavando sus mástiles en un punto por donde se ausentan soles, las lenguas se entrelazan como ausentes a todo, las manos merodean la piel en sentido endemoniado de lunas y de vientos, los sexos se inmiscuyen en aquellos rincones donde no se admiten los secretos, todos mis pliegues tuyos, todo tu llanto mío, y los cuerpos mecidos anocheciendo propósitos lentos, imprudentes, en este cielo de principios incesantes he bebido todos los jugos de ti, y habrás calmado tu sed con mis fluidos, habremos ceñido las frentes y apretado los ojos hasta incentivar un granate estremeciendo la piel de los silencios, mis dedos habían ido por tus ríos de fiebre al comando y a la orden del gesto inmaculado, y a la hora de cruzar nuestros espasmos no tardaría un amanecer más, hemos vivido uno en la desnudez del otro, habrán penetrado tu cuerpo partes de mí, hasta nacerse en algún camino fronterizo, canta aún mi corazón entre tu carne y entre el reloj y el calendario vive nuestro mundo consumido de orgasmos, todo el mar arrasado por nosotros cuando ya trepa por la lluvia la luz original. Jorge Rosso http://www.flickr.com/photos/conejo721/ |
Poeta
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