Prosas poéticas : Un Patio Vacío. |
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Un Patio Vacío.
No hay ningún minotauro de cuernos colosales. Ni fuente preciosa de agua fresquísima. Ni limonero florecido. Ni estatua. Tampoco se asoma al patio ventana alguna ni celosía discreta permite una mirada. Es tan solo un patio vacío. No hay cadáver, ni fantasma, ni hormiga. No tiemblan diapasones cristalinos bajo un sol iridiscente. Ni mariposa se posa en su zócalo de mármol sin mancha. Quisiera tal vez tener un ladrido de perro rabioso, pero tampoco hay eso, ni se columpia el aire en la rama de ningún almendro florecido. No repta la sierpe de cascabel, ni crecen los cactus furiosos asesinando el aire entre sus pinchos. Tampoco hay un oculto farol rojo para alumbrarlo en las noches sin lunas. Ni bajo el suelo se esconde el esqueleto de una niña muerta. Ni siquiera lo han andado los pasos meditabundos de un loco. Ni ha temblado la hojarasca inexistente bajo las pisadas del curioso. No se abren arcos góticos para visitarlo. Es un patio cerrado. Sin vida. Quizás está exigiendo la percusión de un violín de plata para ocultar su desvergonzada y quejumbrosa desnudez. No hay maceta con aspidistra verde. Quizás está requiriendo el toque de una trompeta de rubíes. Pero el músico no llega. No llega tampoco el gato nocturno a atravesar la pared que lo separa del tejado vecino. Ni han anidado las golondrinas o vencejos. Pasan las nubes sobre su cuadratura inmaculada, y lo dejan mojado las lluvias que no fructifican. Pero no lo visita ningún niño de ojos verdes. Atruena el granizo, y al fundirse, la solitaria alcantarilla se traga el esfuerzo realizado. Podríamos llenarlo de dragones de fuego verde, podríamos llenarlo de panteras amarillas, o de caballitos rosas, que caracolearan fantásticos en sus poses de curvatura maravillosa, pero está vacío. Podríamos pintar sus paredes con una escena de fantasía celeste, o con el guarismo y algoritmo de una firma cúbica, pero sigue impoluto. He decidido que tengo que reformar este patio. Sembrar rosas o claveles o potos o jazmines. Intacto me parece lamentable. Quizás pudiera poner la maquinaria de un tren eléctrico, pero me parece muy infantil. Debiera de tener una sencilla fuente de agua transparentísima, que con el sol se desdoblara en espejismo y oasis. Lo visitarían las peligrosas avispas rayadas, negras y amarillas, macabras, que me dan bastante miedo, y las libélulas rojas y verdes. Debiera de noche sostener el solitario canto diamantino del grillo, toda la madrugada desnudo bajo las estrellas. Podría poner varias macetas con geranios rojos. Debiera de instalar un banco de mármol o de hierro junto a la fuente. Habría que hacer obras. La taladradora mecánica tendría que abrir un canal, para instalar las cañerías del agua. Sería complicado. Y plantar un níspero, o una morera. Un reloj de sol en una de sus paredes sería estupendo. Pero pasear yo solo sería triste. Bah, ahora no está mal, es como un grito en medio del desierto. En vez de sembrar flores podríamos sembrar cactus, son una imagen más íntima y verdadera de mi alma. Y la fuente podría ser renacentista o moderna. ¿Qué sería lo mejor?, una fuente con estatua, quizás la de un cerdo de bronce, como en Florencia, o un Minotauro echando agua por su boca, un Alien de acero y cristal sería demasiado caro. Una simple fuente de antigua iglesia, una simple pila bautismal bastaría, para que bebiesen los gorriones. Y luego instalar la música, una música suave, caleidoscópica, electrónica, zigzagueante. Bastaría para eso el grillo. Impertinente y maravilloso. Azul. Lástima de patio. Podría haber sido una maravillosa composición de adelfas negras, y es solo una mediocridad de músico fracasado. Lo anduve como un loco sonámbulo dormido y al despertar habían grabado a fuego en sus paredes la palabra “YERMA”. .................................................................................. Francisco Antonio Ruiz Caballero. |
Poeta
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