Poemas : Hace una razón |
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El viento que detiene los golpes castra una serpiente, lleva consigo una fecunda burbuja y el invierno entre los árboles, atmósfera desnuda que consume el mundo, un dios de piedra fija la mirada y es un tiempo de estación hacia la vida que no tiene párpados, tambalea la razón en alguna habitación, se destruye y se hace polvo junto a la tenue luz que recorre los pliegues y las cumbres, construye magias de madre, impulsa un corazón que conoce desde la memoria de la tumba y se despoja a sabiendas del mar, vive dormida en un silencio de gritos, presta, aunque se desmembren las fuertes pompas aguachentas del cielo, sostiene una única verdad equilibrada en gestos y se desliza, la razón, por las aceras del impulso asumiendo su forma exorcizada y brillante entre el bullicio sórdido que ofrece esta mágica vida, afirma la calma entre los dedos y despliega sus células, ávidas manos que evitan una guerra sobre la piel del hombre borracho de amor, la razón disuelve los confines de una duda sin dientes, se aferran las dunas a su dibujo inmaduro, deslumbra, ahora, en su lecho de algas la precisa audiencia por alguna noble razón que devora la tierra, sabe la desgracia del viento en su nuca, aquél que responda cuando el sol segundo caiga del paisaje y la luna dance entre las manos, soy yo, dijo la razón, la que requiere trozos de vida y añade su verdad infinita, soy yo, la que disculpa la apócrifa escena de aquél que desvariaba con sus hijos y bebía con su enemigo sobre el pecado de la tumba, y soy yo, también, la que muere a diario entre las piedras derribadas desde el suelo del cielo, haciendo ecos prodigios en esta atmósfera muda, los tejidos se unen, se desploman, con la razón en el crepúsculo, la coherencia, hermana orgullosa, descansa en el jardín mientras la ciudad de esponja recorre el sendero en la memoria, y duerme el padre dentro de su madre, por azar, para que la razón nazca. Jorge Rosso |
Poeta
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