Cartas : Rompiendo distancias y acortando el tiempo |
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Amada mía
Hoy, como en muchas ocasiones, tengo una presión en mi pecho que necesita de ti, de sentirte de alguna manera, de saber que siendo mi razón de vivir, allá en casa, tú también tienes espacios de nostalgia por no estar juntos. Que te adoro, yo ya no sé ni cómo comparar, cuánto más cada día y por ello mi alma se angustia con cada separación y duele, por todos esos minutos, que se van sin tener la marca de tu presencia. Ahora mismo en este puerto de añoranza, creo que podría hasta dibujar, cómo fue la primera vez que te vi… Estaba muy nervioso, como que mi pobre corazón quería salirse por mi boca, las rosas que llevaba también debían estar temblorosas en mis manos, deben haber terminado muy apretadas por los minutos de espera. En el camino, las calles como ráfaga pasaron por mis ojos, hasta encontrar aquella en la que tú estarías. Finalmente apareciste con tu porte de diosa, bella a más no poder, con esa sonrisa que me derrite y siempre consigue hacerme sentir adolescente, por la incertidumbre y casi temor de saberme aceptado, complementado. No sé cuántos pasos mediaron entre el sitio que esperaba y tu casa, quince… quizás veinte… lo cierto es que cobijado por tu sonrisa y tus hermosos ojos como faros, llegué a tu lado, para encontrar refugio entre tus brazos, mientras mis labios alcanzaban los tuyos, ¡bendito instante que no acabo de terminar de saborear!, es que con nuestros labios entrelazados, toda mi piel pretendía juntarse, apretarse a la tuya, trataba que tú sientas el alborozo provocado, que pretendía convertirse en incendio. Entregarte las rosas fue liberar mis manos y permitir a mis ojos que acaricien tus formas, darle un espacio a mi cerebro, para buscar cordura y actos gentiles que no te fueran a asustar, que mi avidez por recorrerte con la mirada no te incomodara, que pudiera temblar menos mientras parte de mi alma se fugaba en la profundidad exquisita de tus ojos; que encontraran mis manos los espacios exactos, para las caricias ansiosas de sentir las delicias de tu sensualidad desbocada ante mis ojos, que pudieran mis labios contener esa gula galopante de recibir tus besos, de pretenderse colibrí en vuelo incesante, hartándose de la corola exquisita de tus labios frugales, de tu lengua traviesa, de tu piel delirante. Que pudiera sobre todo asimilar, el júbilo de recibir tus brazos y manos entrelazarse a mi cuerpo, para contener las arritmias de mi corazón desconcertado, que pudiera este corazón, mantenerse sobrio y recibir como lluvia de luna, un baño delicioso de sensaciones sin fin. Describir cada nueva vez, es explorar otro palmo del universo, porque en ese infinito a pesar de las distancias, la vida nos junta y mi alma, todo mi ser, se embriaga de felicidad, es que soy el feliz afortunado hombre, que tuvo la inconmensurable dicha de encontrar la mujer de sus sueños, por ello es que realidad y fantasía se juntan con cada encuentro, por ello el mundo, el tiempo, las distancias no importan, si tenemos nuestros corazones para acompasarse y complementarse, si tenemos dos bocas dementes por la sed de besarse, si tenemos nuestros cuerpos ansiosos por fundirse y poseerse uno al otro. Te amo Yeli mía y esta vez, quería regalarte este nuevo intento de hacerte saber cuánto te necesito, es que aún quedan muchos kilómetros para volver a casa y algunas horas más de tortura por no tenerte, con todo mi amor… Milton |
Poeta
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Vayan mis aplausos, mis felicitaciones y mis respetos a ese maravilloso amor hacia tu pareja. Bellísima declaración en este escrito. Saludos y un abrazo. Claudia Alhelí Castillo
Gracias querida amiga Claudia, creo que en el proceso a veces elaboramos cosas hermosas y hay que rescatarlas, para compartir con el detalle, la certeza de que podemos ser buenos y diáfanos... Gracias tu comentario, un abrazo...