Poemas surrealistas : La magia de los sueños del hechicero |
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En unas tierras muy lejanas a las mías, la historia de un hechicero se escribía, se hablaba de un mago que buscaba la luz y que escapaba de la oscuridad perpetua de una noche sin fin, el no poder ver la luz del sol se convirtió en su cruz, era lo que a cada minuto le hacía sufrir, mucho tiempo atrás había podido presenciar, el batir de las alas de un ángel, pero desde que este se marchó, el sol nunca más salió en el corazón del hechicero, se envolvió en un negro abismo y se protegió dentro de sí mismo, pero esto no fue suficiente.
Vago durante muchos años buscando aquel ángel que le infligió tal daño, camino en medio de los valles más desolados, y cuando se encontraba cansado, dormía junto a algún árbol derribado, y soñaba, si, tenía cada vez el mismo sueño, en el que había un hogar del que él era dueño, y una cálida familia con quien compartirlo, pero cuando, aun dormido, comenzaba a disfrutarlo, el recuerdo del despegue de aquel ser angelical, le despertaba y de nuevo le privaba de paz, dejando triste y solo, sumiéndolo en la oscuridad una vez más. Él viajaba hacia el norte, para el no quedaba nada que importe, solo quería poder reír de nuevo, día con día convocaba con su magia el fuego, mas aunque el calor lo llenaba, la brillantez le repudiaba y disfrutaba de una negra fogata en una oscuridad que no parecía terminar, no sabía exactamente hacia donde se dirigía, pero la dirección que tomo el ángel es algo que jamás olvidaría, su labor era ardua pues no sabía que haría cuando le viera, solo sabía que le perseguiría aunque muriera, seguiría aquellas alas blancas, que toda la pureza tomaron. Siguió su camino entre las grises sombras silenciosas, y cuando sentía que la fuerza lo abandonaba, podía sentir en su corazón el llamado de los ángeles, y soñaba, si, soñaba dormido y despierto, pues la oscuridad era su tormento, y solo veía la luz en sus fantasías mientras se juraba a sí mismo que las cumpliría, soñaba con un lugar en el que ya no tuviera que luchar con el antiguo pecado, un lugar en el que sería perdonado y volvería a tener todo lo que perdió. El tiempo comenzó a hacer estragos en el cuerpo de aquel pobre mago, que cada día estaba más cansado, y con una barba blanca que en su rostro se había instalado, pero él caminó y caminó, hasta que un día y casi sin notarlo, llego al lugar del que era llamado, un lugar que brillaba en el cielo, como la luna que desde hace tanto era su anhelo, y lo cobijaba con una cálida luz blanca, se encontraba ante el reino mágico al que aquel ángel volaba, por fin había alcanzado su destino, Prontamente y sin perder ningún segundo, levanto su báculo y despego sus pies de este mundo, hizo del aire su suelo y mientras acariciaba el cielo, voló silencioso a aquel reino, dentro del no había nada, tan solo una luz en calma, que llegaba a lo más profundo de su alma, y lo liberaba para siempre de aquel hechizo, él sintió haber muerto y despertó en medio de un alarido, notó que solo había dormido, el sol acariciaba su rostro, la oscuridad había desaparecido, y junto a su cama su amada, rezaba en un tono agradecido. El mal que lo había alcanzado se disipó, sin embargo el tiempo no paso en balde, y cuando se vio más viejo que antes, supo que en vano no había sufrido, escucho por última vez, la voz del ángel que le llamaba, intento mirar por la ventana y vio el batir de unas alas, lo has hecho muy bien, has vuelto a la realidad, dejaste atrás la oscuridad y tu alma volvió a brillar, así que regocíjate, hechicero, pues al final la magia de tus sueños, han roto la maldición. El terror había terminado, estaba de nuevo en el mundo en el que pertenecía y aunque temblaba cada que la oscuridad se cernía, no había nada que pudiera detenerlo, no paso mucho tiempo, antes de que el hechicero tuviera descendencia a la que miró crecer con inocencia, en aquel hogar soñado, en el que nadie le atormentaría, en el que disfrutaría del resto de sus días, con una familia para amarle. |
Poeta
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