Con esa mirada solemne
sin pestañear a nadie provocas,
y los ojos fijos parecen de roca,
te ves tan fría y perenne.

Siempre estás en el mismo lugar
puedo tocarte y mirarte,
pero allí no puedo mimarte,
ni siquiera contigo jugar.

No siento tu respiración,
aunque quiero acariciarte con ternura,
eres solo una imagen, una figura
que no incita mi inspiración.

¡Si pudiera decirte cuánto te amo!
Aunque sé que nunca me escucharás,
quisiera saber que me dirás,
si de las flores te diera un ramo.

No puedo respirar el aroma
de la fragancia de tu piel,
ni saborear la deliciosa miel
de ese beso que me doma.

Ando buscando tus pasos
y el sonido de tu voz,
para evitar que huyas veloz
cuando te tenga en mis abrazos.

Quisiera sentir el palpitar
de tu corazón en la madrugada,
cuando al llenarte de amor vengas ilusionada
a tus pasiones mitigar.

Julio Medina
18 de agosto del 2010