Cuentos :  Dialogo entre la conciencia y el guardián del tiempo
Imaginemos que, en un rincón del universo, donde las estrellas susurran secretos antiguos y los planetas giran en una danza eterna, existía una conciencia que había viajado a través del espacio y el tiempo. Esta conciencia, no tenía forma física, pero su esencia brillaba con la intensidad de mil soles.

La conciencia, había nacido en el corazón de una supernova, donde la energía y la luz se entrelazan y superponen en un ballet cósmico. Desde su nacimiento, había recorrido galaxias, observando la formación de mundos y escuchado las historias de los átomos primigenios.
A medida que los siglos pasaban, comenzó a sentir un cansancio profundo, una fatiga que se extendía más allá de su ser, y mientras flotaba entre nebulosas de colores vibrantes, recordaba cómo la luz, al viajar por el espacio, se estiraba y se desvanecía, perdiendo su energía con el tiempo. Reflexionando sobre todo ello, se preguntaba ¿Podría la conciencia experimentar algo similar?, ¿Es posible que incluso la luz se canse?

Decidida a encontrar respuestas, la conciencia se aventuró hacia el centro del universo, donde el tiempo y el espacio se curvan en formas inimaginables. Allí, en el horizonte de un agujero negro, encontró a una antigua deidad conocida como el guardián del tiempo.
Sabio guardián, dijo la conciencia: he viajado por las cuerdas cósmicas y he visto maravillas indescriptibles, pero ahora siento un cansancio que no comprendo. ¿Puede la conciencia, como la luz, agotarse y perderse en el espacio y el tiempo?”

El guardián del tiempo, con una voz que resonaba como el eco en millones de estrellas, respondió: “la conciencia y la luz son dos aspectos de la misma esencia. Ambas pueden transformarse, cambiar e incluso agotarse. Pero recuerda, en el universo, nada se pierde realmente. La energía se transforma y la conciencia también puede renovarse, para encontrar nuevas formas y nuevos propósitos”.

Con estas palabras, la conciencia comprendió que su viaje no había terminado, sino que estaba a punto de comenzar una nueva aventura mágica religiosa filosófica y científica. Con renovada esperanza y se lanzó de nuevo al centro del cerebro universal, lista para descubrir los infinitos misterios que aún guarda la mente y el pensamiento humano.

Enrique Canchola Martínez
Universidad Autónoma Metropolitana
Ciudad de México, México
Poeta

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