Cuentos : LA ESTRELLA SOLITARIA |
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El poeta y su perrita
Sant Cugat del Vallés Barcelona ::: España 17/04/2024 LA ESTRELLA SOLITARIA Había nacido una tarde del mes de diciembre, su madre había muerto durante el parto, recién nacida, sin padre conocido fue enviada a un orfanato donde fue creciendo a base de golpes y malos tratos, ya de pequeña destacaba por su hermosura, por lo hacendosa que era, nunca una palabra de queja surgió de su boca, recordaba a su madre a través de una foto guardada celosamente, el tiempo fue pasando y aquella niña se convirtió en una mujer esplendorosa, hermosa como ninguna y siempre con la sonrisa en la boca. Cumplidos los dieciocho años emprendió el camino solitario fuera del orfanato donde hasta la tiránica directora había aprendido a quererla, le recordaba a aquella hija fallecida a los pocos años, con un hatillo y unos pocas provisiones escogió el camino hacia lo desconocido, a ese mundo cruel que no conocía, como era hacendosa pronto encontró trabajo en una tienda de comestibles como dependienta, ni que decir que la clientela aumentó considerablemente, los hombres por ver su esplendorosa hermosura, las mujeres por entablar conversación con la hermosa muchacha, el dueño se frotaba las manos, la fortuna le había sonreído pero en su corazón latía un profundo secreto, se había enamorado, una y mil veces le prometió miles de cosas, no podía casarse con ella pues ya estaba casado, pero joyas, dinero, todo lo que quisiera por el solo afán de poseerla. Una noche aprovechando que su esposa había ido a visitar a unos parientes entró en la habitación de la muchacha a hurtadillas, sin apenas hacer ruido, con la lascivia brillándole en los ojos se echó encima de ella intentando poseerla, ella se defendió como pudo, agarró con su mano un objeto de encima de la mesita y golpeó fuertemente la cabeza del hombre, este cayó al suelo sangrando abundantemente y ella aprovechó para escaparse. Cuando recuperó el conocimiento el hombre hizo correr la noticia de que le había robado y al tratar de impedirlo recibió aquel golpe en la cabeza. La policía efectuó la búsqueda y unos días después la hallaron en una vieja cabaña en lo más profundo del bosque que rodeaba aquel pueblecito, fue acusada formalmente, llevada a prisión, y condenada. Por qué la habían condenado, en vano suplicó por su inocencia, los jueces amigos del tendero, sobornados por él se habían ensañado con la pobre muchacha. Tras los barrotes de la húmeda mazmorra veía el sol, la luna, la lluvia y las nubes, el tiempo fue pasando y allí entre rejas se hizo amiga de un ratoncito que empezó robándole las migajas de pan y acabó haciéndole compañía, una tarde la muchacha oyó una voz que la llamaba. Esmeralda, se volvió sobresaltada, allí no había nadie, solo el ratoncito, habría soñado, de nuevo se repitió la voz, Esmeralda, era el ratoncito, el ratoncito hablaba, se agachó y este subió por la mano que tenía extendida, eres buena, tu corazón es noble, no mereces vivir en un mundo donde la maldad está por encima de la inocencia y la pureza. Quieres venir conmigo, pero como salir, tras pronunciar estas palabras la puerta de la celda se abrió como por arte de magia, en la puerta de la cárcel un esplendoroso carruaje tirado por cuatro briosos corceles esperaban, al ver llegar a la joven agacharon la cabeza para saludarla, una vez dentro emprendieron un galope en dirección a las estrellas, era de noche y una de ellas se hacía cada vez más grande, ya se divisaban lagos, montañas, una vez se detuvo el carruaje, al descender vio una mujer de mediana edad que la esperaba, Esmeralda soy tu madre, la mujer que murió al darte a luz, Dios me ha concedido el deseo de volverte a ver, de ti depende quedarte para siempre aquí o regresar al lugar en el que estabas. Madre e hija se fundieron en un abrazo mientras las lágrimas de ambas al caer sobre la tierra se transformaban en hermosos brillantes, siempre, ya siempre estaría con su madre, adiós al pasado. A la mañana siguiente cuando el carcelero se acercó a la celda halló la puerta abierta y el rudimentario camastro donde dormía la joven convertido en oro, se dio la noticia, la muchacha había escapado, los jueces ávidos al ver tanto oro se frotaban las manos pero el camastro al agarrarlo con sus manos se convirtió en polvo. De la muchacha nunca más se supo, el tendero al poco se arruinaba y aquellos jueces perdida por un misterio su influencia fueron condenados. Y aquí acaba la historia de una muchachita que encontró su cielo cuando ya no lo esperaba. |
Poeta
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