Tu incas tus dientes y muerdes la sangre para drenar la vida que hay en mi, de noche elegante te paseas por tu castillo, mas de día escapas del más mínimo haz de luz que pudiera tocar tu piel, y generas un miedo irracional desde lo más remoto de nuestro subconsciente, mitad muerto mitad vivo te eriges como una inmortal criatura de la noche, tus alas que te llevan a volar por el cielo nocturno como un embajador de la oscuridad, como un mensajero del más allá, estás en todos lados y aun en ninguna parte, no eres visto, más aun así eres temido, pues hay tantos esepticos como personas que creen que deben proteger sus cuellos de tus colmillos, más no es solo de sangre y vida que te alimentas también tomas el odio y el amor, la sonrisa y el dolor, y todo aquello que necesitas para respirar, dices conocer la belleza, pero aun así jamas has presenciado un amanecer o un atardecer, anochece y tu tarea comienza, tus alas se despliegan y tus ojos buscan con desesperación una victima de la cual obtener tu dosis diaria de vida y una parte del alma de la persona ida para siempre al inframundo, y mientras de a poco se alza el sol solo huyes al lugar más oscuro sobre el que puedas posar tus pies, perdiéndote una vez más sin que se te pueda dar caza
Buen escrito Caelum Draconis, un saludo. Claudia Alhelí Castillo