Poemas : América con amor |
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América con amor
Te fuiste una noche de mi lado, mujer querida y hermosa Huiste a hurtadillas, callada y entre sombras silenciosa Si eras mi sol ardiente y mi luna llena maravillosa Me dejaste una nota sin escritura, ni palabras, ni dedicatoria, sólo un beso de amorosa Me dejaste la huella de tu vestido y de tus fragancias de aromas deliciosas Me propuse buscarte por toda América, bella grande y majestuosa Mi alma habló con mi espíritu y volamos a buscarte en forma acelerada y presurosa Salí raudo desde la Patagonia, surcando estepas, praderas y desiertos, de fiordos y glaciares, tarea dificultosa Recorrí la Pampa de inmensas llanuras, de pastos sin árboles, de horizontes y paisajes de bellezas esplendorosas Atravesé la cordillera de Los Andes, de cumbres inmensas, de volcanes y nevados de belleza blanca y de vestimenta maravillosa Se me nublaron los ojos de ver el Aconcagua, con su belleza nevada y de su pico blanco clamorosa Descendí al desierto de Atacama, el sitio más árido del mundo, sin el riachuelo del agua preciosa Y presencié allí la visibilidad más nítida del firmamento, de claridades asombrosas Descansé por unos instantes a las orillas del lago de Titicaca, de sus aguas nítidas y transparentes, de brillos dulces de manantial sabrosa Son las lágrimas del Puma, en las noches de luna llena, que derraman del Inca impresionante milagrosa Mi alma voló sobre mi espíritu, buscando a mi adorada amante sobre la selva Amazónica, en la majestuosidad de sus inmensidades Con su bosque tropical y biodiversidad más grande del mundo y desde allí se siente de la naturaleza sus anhelos y libertades Árboles inmensos y caudalosos ríos, de pirañas, de animales fieros y de aves hermosas, de aires húmedos tropicales, de bellezas por cantidades Pulmón de la tierra y del hombre, que la destroza y la deforesta a pasos agigantados y a grandes velocidades Navegué desde las alturas por el caudaloso río Amazonas y desde allí se ve la pequeñez del ser humano, del ego y la vanidad de sus debilidades Me adentré en el nevado de los Andes del Chimborazo, cumbre de paz, de armonía y tranquilidades Del Libertador, del delirio de la libertad de América, con la premura poética de sus ardientes ansiedades Del piedemonte de los Llanos orientales, de llanuras y pastos y humedales Y allí en medio de la inmensidad de sus llanuras, lloré por mi amada mujer perdida, entre miedos y solitarias oscuridades Se me lleno el pensamiento de pavor y pánico, sin saber si estaba bien o la acechaban crueles enfermedades A veces veía su lindo rostro reír y con carcajadas correr, llena de amores y felicidades Seguí volando sobre mi espíritu y un olor a café burbujeante me volvió el alma a las realidades Estaba sobrevolando sobre la región cafetera, de montañas verdes, llenas de naturaleza y de grandes bellezas, de cultivos y sus novedades Región siempre primaveral, de jardines florecidos de rosas y orquídeas, de fragancias, aromas y perfúmenos apara sus majestades Y allí encontré la esencia, la fragancia y el perfume de mi amada, recordándome el recinto y la pasión de nuestras intimidades Flores de mil colores, como las mariposas amarillas del nobel con sus letras y solemnidades Cruce el cañón del hilo de plata en noches de luna llena, con la majestuosidad y el calor de sus generosidades Mi espíritu, buscaba el alma buena y pura de mi amante, surcando el río de la Magdalena de nativos con sus ofrendas de oro, en el recinto de sus divinidades Y allí, en esa tierra preciosa de mi América bella y hermosa, lloró mi ardiente corazón lo que nunca había llorado en la vida He recorrido la mitad de mi placentero continente americano y mi querida amante, aún sigue deambulando perdida Mi corazón afligido y triste, palpita acelerado y mi mente la sueña a veces despierta y otras veces la veo plácidamente dormida Sólo me acompaña el recuerdo de su fragancia y la sonrisa de su felicidad, por mi alma comprendida Su vestido blanco y sus enaguas transparentes, que mi acalorada pasión jamás olvida Sobrevuelo el Istmo que une a la América hermosa, del paraíso en su edén con emoción convertida Sólo Dios sabe lo placentera y encantadora que es América, con su adorable bendición al hombre en sus manos ofrecida Rodeada de inmensos mares de belleza azul, del fuego del firmamento encendida De playas agradables y de arenas blancas para disfrutar del placer, las únicas preferidas De Océanos profundos y de aguas de los siete colores, de la naturaleza del mar, su belleza exuberante bendecida Desde lo alto del firmamento se aprecian los templos de antiguas civilizaciones y culturas de adelantos, por hoy, de todos sorprendidas Tierras hermosas guadalupeñas, de llantos por mi amante en las noches de aquella huida sin despedida Y allí en la frontera, de gigantes muros de alambrado de púas y cinchos de escalofriantes puyas escondidas Se pone un alto a la libertad del sueño americano, de llantos y de dolor interrumpida Mi alma bajó sobre la cerca de alambres y de púas y allí estaba su sonrisa, del clamor detenida Parte de sus enaguas blancas estaban allí hechas jirones, con su sangre manchada en dolores sumida Y un pozo de lágrimas, marcaba sus pisadas, dejando sus huellas en las arenas calientes, del ardiente dolor revestida Proseguí con el dolor de mi alma, el camino de su búsqueda con amor y esperanza del espíritu poseída Sentí que había pasado el muro fronterizo, una noche lluviosa de neblinas tormentosas, de amanecida Iba dejando su dolor, parte de su corazón y de su cuerpo hecho pedazos, de jirones de su vestido, que en su huida a algún lugar de América proseguida Atravesó el Gran Cañón, dejando sus gotas de sangre a lo largo de su extenuante recorrido, de sed de su infierno y de hambre en la soledad combatida Le seguí muy de cerca, sus gotas de sangre fresca, que con su dolor la libertad con amor defendía América hermosa es una sola, para el ser humano sin fronteras, ni muros, sin alambrados construida Volé raudo con mi alma sollozando, con la fe infinita de encontrarla en su correría por toda América perseguida No sé si era una visión o un espejismo o una realidad y la vi allí al borde del precipicio, solitaria, triste y confundida Las cataratas del Niágara que deja caer el agua dulce de los lagos del norte, de caída abismal estremecida Regresé con mi alma y espíritu a mi sufrido y sudoroso cuerpo y estreché entre mis brazos a mi furtiva amante, que con su sonrisa de señales de emociones atraída No sé si estaba flaca u ojerosa, fea o esplendorosa, sólo sé, qué la tenía entre mis brazos y entre el amor y la pasión, la emoción contenida por unos instantes nos invadía El abrazo con mi amante mujer fue tan brutal, que los huesos se rompieron en el movimiento de la crujida Una neblina blanca y densa nos arropó en la hermosa América bella y placentera dormida Un aire frio que helaba los huesos, en nuestros pies con fuerza huracanada ascendía Ciegos, abrazados por el amor infinito, en la fructifica búsqueda por toda América, encontré a mi amante y a mi mujer consentida Las fuerzas de las aguas de las cataratas, arroparon con fuerza el peñasco de sus rocas que con ahínco desprendida Y el peñasco nos envió abrazados al fondo del precipicio encantado, para siempre con gritos y con llamas encendida Valió la pena recorrer toda América bella y hermosa, por un amor, por una pasión, por un querer y por una mujer maravillosa y esplendorosa, que la muerte nos arropó en un lugar recóndito, de su belleza única escondida. “Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga abril 20-2023 |
Poeta
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