Poemas : Déjame mujer |
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Déjame mujer
Déjame salir mujer, de su ardiente y palpitante corazón Déjame suspirar en otro amor y respirar en otra relación Ver otra luz, otro sol, otro cuarto y otra habitación Presenciar otra luna, otra oscuridad, que alumbre con su vela la cena y su función Déjame componer otra poesía, otra melodía y entonar otra canción Gritar con el alma el grito emancipador de la revolución Déjame acariciar otros rostros y besar otros labios llenos de emoción y pasión Quitarme de encima sus cobijas que, en las noches frías, enfriaban la relación Deja que lleguen otros veranos, otros otoños y alejen el invierno de su estación Déjame acariciar otros jardines, oler otras rosas que cuelgan de otro lejano balcón Oler otras fragancias, otros perfúmenos, otras caricias y otra ilusión Soñar y volar tranquilo en la soledad de mi imaginación Déjame mujer susurrar otros oídos y escuchar de otros labios, otra información No me espantes más, ni me llene de pánico, ni de caos, ni de confusión Déjame conducir el camino de mi vida y manejar mi caballo, mi yegua y mi camión Deja de robarme el alma, que me deja el espíritu desnudo, como ladrón sin pantalón Ver otra película, otro final en otro teatro y otra acalorada función Contemplar otros volcanes, otros triángulos amorosos y otra mirada de admiración Déjame estar a solas y pedirle a Dios, su gracia, mi perdón y mi adorada bendición Me llenas de pecados mujer, sin cura, sin reflexión, ni espacio para la confesión Déjame besar otros labios, acariciar otro cuerpo y tener otra tentación Solo veo su camino árido y polvoriento, que me acorrala en su callejón Deja que el coronavirus se aleje de mi respiración y se alivie el agitado pulmón Déjame volar a otro planeta, ver otra luna, otras estrellas y otra dimensión Deja de enloquecerme con sus cantaletas, rabietas, soberbias y su espelúznate sermón Me voy a dormir en otra estera, porque no hay espacio en su cama, ni en su colchón Envenenaste el queso de la emoción y mataste la pasión y el rabo del ratón Chamuscaste mi cuerpo en las llamas ardientes de su corazón y me jedaste como un carbón Me arrebataste el lápiz, el boceto, el verso de la poesía y la musa de mi inspiración Ya no serás más, mi dulce Dulcinea, ni yo seré su querido y adorado Napoleón Me ahorcaste con el lazo de su amargura en el palacio de su inquisición Me encerraste en la cárcel con sus barrotes, sin pena, sin reo, ni acusación Déjame presenciar por última vez la bella naturaleza y su esplendorosa vegetación Me herviste en su caldera con su pócima y ungüentos y me envolviste en su sazón Me marcho para siempre de su lúgubre y terrorífica mansión Deja de hacerte la crucificada y la que carga siempre con su procesión Ya no me quitaras los pantalones, ni yo volveré a quitarte el brasier, ni la fragancia de su calzón Deja que mi barca parta a otro puerto, buscando otro amor, otro placer y agite mi acalorada embarcación Mujer, déjame tocar una melodía de despedida y mi última poesía, que salen de mis versos hechas canción, en mi acordeón Vendrán otras adoradas y queridas mujeres, otros amores, otras pasiones, otros nudos, otro crucigrama, otra huida y otra salida sin eslabón “Joreman” Jorge Enrique Mantilla- Bucaramanga agosto 24-2022 |
Poeta
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