Cuentos : NOCHE EN VELA (FRAGMENTO) |
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“Mis padres eran mi mejor compañía siempre, en todo momento; sólo me ausentaba cuando tenía que ir a estudiar, o ellos las escasas veces que no los pude acompañar, como esta vez, al momento de hacer el obligado viaje al pueblo. Los lazos que se producen en la infancia con la familia son únicos. Los más importantes seres desde la más temprana edad son los padres, llegando a ser nuestro complemento; sus manos son la extensión de las nuestras; así mismo, nuestros gestos, palabras, sentimientos, extensiones de los suyos. Vivimos en ellos y ellos en nosotros. Mis temores me hicieron meditar tantas cosas, como que había comenzado a madurar prematuramente. Aprecié sus risas, consejos y también sus regaños que más de las veces me los merecía. Observé mi cuarto, vi algunas antiguas fotografías que mamá había puesto para que me hicieran compañía: la de papá cuando era joven y estaba trabajando en el huerto, la de mamá, tomada en el pueblo cuando era muy menor. Aproveché de contemplarlas, de verlas por primera vez de manera detallada; los ojos de ambos me miraban alegremente dándome su mejor compañía, esculpieron mi alma de ternura, haciéndome sentir el ser más feliz por tenerlos. Sentí la tibieza de sus palabras que anidaron en mis sentidos, descubriendo en cada uno de ellos la verdadera fuente de amor y con las que de manera inagotable siempre he contado. Contemplé, además, algunas imágenes religiosas que eran parte del decorado, influido por las costumbres de mamá. Cada uno de estos retratos tenía una historia que más de una vez me había narrado, especialmente cuando me acompañaba a dormir. Las miré una a una, recordando hasta los más mínimos detalles de la vida de aquellos santos personajes, todos seres buenos de los que estaba rodeado en esta solitaria noche –me convencía– y estaba agradecido de contar con tan selecta compañía.”
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Poeta
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