Poemas : Enigma |
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Y mi duda,
Descartes, tu «pienso, luego existo» no alcanza ni conforma. Insaciable y hambrienta, mi duda es una loba que corre tras la carne por la escarcha desierta. A qué distancia vivo de mi ser verdadero, no aquél que deja huella de pasos en el suelo, no aquél que pone sombra fugaz sobre la tierra. Qué hay de mío en mi angustia, cuánto hay de mí en mi pena, o es que esto que me agobia me viene desde lejos en secular herencia. Quien diseñó mi cuna, quién proyectó mi horca. Y desde la penumbra al umbral de la gota primera de mis venas, un dios que se me mofa. Y no es el Dios solemne que se signa en mayúscula, altiva inconsistencia por sobre nuestras culpas Hablo de un Dios humilde, hecho a mi imagen propia. Un Dios sin petulancia que peca y se equivoca, que lo llevo aquí dentro, sostén de mi maqueta carnal de imperfección. Que tan pronto me anima, me apacigua y me alienta, así como me humilla, me apostrofa y blasfema. Y mi pregunta eterna, y eterna sin respuesta. Qué será de mí luego; qué fui antes de ahora, y qué es esto que vivo cautiva de mi forma. Y nada hay que me sirva de todo este tatuaje que guardo en la memoria. Puesta sobre el abdomen abrupto de la tierra, una piedra entre piedras, una planta entre plantas, un hombre entre los hombres, y entre las bestias bestia, igual y misma cosa para una eterna mutación de sombras. Un fuego fatuo apenas, mi azul fosforescencia, ya preoscila en la cuerda... Y bajará mi duda, a saciarse en la húmeda carne de la tierra. |
Poeta
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bello poema.