Poemas : VILLANCICOS |
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1
Nace el alba clara, la noche pisa, del cielo la risa su paz declara; el tiempo se para por sólo vella, desterrando la noche de nuestras penas. Para ser señora del cielo, levanta esta niña santa su luz aurora; él canta, ella llora divinas perlas, desterrando la noche de nuestras penas. Aquella luz pura del Sol procede, porque cuanto puede le da hermosura; el alba segura que viene cerca, desterrando la noche de nuestras penas. 2 Las pajas del pesebre, niño de Belén, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel. Lloráis entre las pajas de frío que tenéis, hermoso niño mío, y de calor también. Dormid, cordero santo, mi vida, no lloréis, que si os escucha el lobo, vendrá por vos, mi bien. Dormid entre las pajas, que aunque frías las veis, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel. Las que para abrigaros tan blandas hoy se ven serán mañana espinas en corona cruel. Mas no quiero deciros, aunque vos lo sabéis, palabras de pesar en días de placer. Que aunque tan grandes deudas en paja cobréis, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel. Dejad el tierno llanto, divino Emanüel, que perlas entre pajas se pierden sin por qué. No piense vuestra madre que ya Jerusalén previene sus dolores, y llore con Joseph. Que aunque pajas no sean corona para Rey, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel. 3 De una Virgen hermosa celos tiene el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor. Cuando del Oriente salió el sol dorado, y otro sol helado miró tan ardiente, quitó de la frente la corona bella, y a los pies de la estrella su lumbre adoró, porque vio en sus brazos otro sol mayor. «Hermosa María, dice el sol vencido, de vos ha nacido el sol que podía dar al mundo el día que ha deseado». Esto dijo humillado a María el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor. 4 Zagalejo de perlas, hijo del Alba, ¿dónde vais que hace frío tan de mañana? Como sois lucero del alma mía, al traer el día nacéis primero; pastor y cordero sin choza y lana, ¿dónde vais que hace frío tan de mañana? Perlas en los ojos, risa en la boca, las almas provoca a placer y enojos; cabellitos rojos, boca de grana, ¿dónde vais que hace frío tan de mañana? Que tenéis que hacer, pastorcito santo, madrugando tanto lo dais a entender; aunque vais a ver disfrazado el alma, ¿dónde vais que hace frío tan de mañana? 5 La Niña a quien dijo el Ángel que estaba de gracia llena, cuando de ser de Dios madre le trujo tan altas nuevas, ya le mira en un pesebre, llorando lágrimas tiernas, que obligándose a ser hombre, también se obliga a sus penas. ¿Qué tenéis, dulce Jesús?, le dice la Niña bella; ¿tan presto sentís mis ojos el dolor de mi pobreza? Yo no tengo otros palacios en que recibiros pueda, sino mis brazos y pechos, que os regalan y sustentan. No puedo más, amor mío, porque si yo más pudiera, vos sabéis que vuestros cielos envidiaran mi riqueza. El niño recién nacido no mueve la pura lengua, aunque es la sabiduría de su eterno Padre inmensa. Mas revelándole al alma de la Virgen la respuesta, cubrió de sueño en sus brazos blandamente sus estrellas. Ella entonces desatando la voz regalada y tierna, así tuvo a su armonía la de los cielos suspensa. Pues andáis en las palmas, Ángeles santos, que se duerme mi niño, tened los ramos. Palmas de Belén que mueven airados los furiosos vientos que suenan tanto. No le hagáis ruido, corred más paso, que se duerme mi niño, tened los ramos. El niño divino, que está cansado de llorar en la tierra por su descanso, sosegar quiere un poco del tierno llanto, que se duerme mi niño, tened los ramos. Rigurosos yelos le están cercando, ya veis que no tengo con qué guardarlo. Ángeles divinos que vais volando, que se duerme mi niño, tened los ramos. |
Poeta
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