Poemas : ELEGÍA |
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Como un incensario lleno de deseos,
pasas en la tarde luminosa y clara con la carne oscura de nardo marchito y el sexo potente sobre tu mirada. Llevas en la boca tu melancolía de pureza muerta, y en la dionisíaca copa de tu vientre la araña que teje el velo infecundo que cubre la entraña nunca florecida con las vivas rosas fruto de los besos. En tus manos blancas llevas la madeja de tus ilusiones, muertas para siempre, y sobre tu alma la pasión hambrienta de besos de fuego y tu amor de madre que sueña lejanas visiones de cunas en ambientes quietos, hilando en los labios lo azul de la nana. Como Ceres dieras tus espigas de oro si el amor dormido tu cuerpo tocara, y como la virgen María pudieras brotar de tus senos otra vía láctea. Te marchitarás como la magnolia. Nadie besará tus muslos de brasa. Ni a tu cabellera llegarán los dedos que la pulsen como las cuerdas de un arpa. ¡Oh mujer potente de ébano y de nardo! cuyo aliento tiene blancor de biznagas. Venus del mantón de Manila que sabe del vino de Málaga y de la guitarra. ¡Oh cisne moreno! cuyo lago tiene lotos de saetas, olas de naranjas y espumas de rojos claveles que aroman los niños marchitos que hay bajo sus alas. Nadie te fecunda. Mártir andaluza, tus besos debieron ser bajo una parra plenos del silencio que tiene la noche y del ritmo turbio del agua estancada. Pero tus ojeras se van agrandando y tu pelo negro va siendo de plata; tus senos resbalan escanciando aromas y empieza a curvarse tu espléndida espalda. ¡Oh mujer esbelta, maternal y ardiente! Virgen dolorosa que tiene clavadas todas las estrellas del cielo profundo en su corazón ya sin esperanza. Eres el espejo de una Andalucía que sufre pasiones gigantes y calla, pasiones mecidas por los abanicos y por las mantillas sobre las gargantas que tienen temblores de sangre, de nieve, y arañazos rojos hechos por miradas. Te vas por la niebla del otoño, virgen como Inés, Cecilia, y la dulce Clara, siendo una bacante que hubiera danzado de pámpanos verdes y vid coronada. La tristeza inmensa que flota en tus ojos nos dice tu vida rota y fracasada, la monotonía de tu ambiente pobre viendo pasar gente desde tu ventana, oyendo la lluvia sobre la amargura que tiene la vieja calle provinciana, mientras que a lo lejos suenan los clamores turbios y confusos de unas campanadas. Mas en vano escuchaste los acentos del aire. Nunca llegó a tus oídos la dulce serenata. Detrás de tus cristales aún miras anhelante. ¡Qué tristeza tan honda tendrás dentro del alma al sentir en el pecho ya cansado y exhausto la pasión de una niña recién enamorada! Tu cuerpo irá a la tumba intacto de emociones. Sobre la oscura tierra brotará una alborada. De tus ojos saldrán dos claveles sangrientos y de tus senos, rosas como la nieve blancas. Pero tu gran tristeza se irá con las estrellas, como otra estrella digna de herirlas y eclipsarlas. |
Poeta
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